jueves, 25 de abril de 2013

CONFESIONES DE UN MAESTRO DE PUEBLO (II)

Si mal no recuerdo en la anterior entrada prometí seguir hablando sobre mi visión de aquellos chavales con problemas, más en concreto con "limitaciones severas" en la memoria.
 Tal vez, para empezar deberíamos definir a qué llamamos memoria y en que consiste y para ello lo mejor puede ser visitar este enlace, que contiene una información muy bien organizada y fácil de comprender:


Una vez leída dicha página al lector podrá tener dudas sobre el tipo de memoria afectada en los alumnos. Normal, a mi también me pasa. ¿Cuál es el problema? ¿Tienen dificultades con la memoria semántica, con la memoria a corto plazo, con la de trabajo? Parece ser que con todo tipo de memorias. ¿Conoce el amable lector a algún niño que no se acuerde su nombre o qué no sepa llamar papá o mamá a sus progenitores? Pues según esta teoría deberían existir a patadas. No sólo eso, parece que, por un extraño fenómeno digno de Íker Jiménez, el problema cobra tintes trágicos cuando la memoria, que no es otra cosa que captar información, almacenarla y volverla a extraer (con todos los matices particulares que añadimos los humanos en este proceso. Un mismo hecho vivido se recordará de forma diferente, en mayor o menor medida, por dos sujetos que hayan estado allí) se ha de aplicar a contenidos académicos. Aquí los niños suelen presentar unos fallos de memoria que podrían incapacitar para llevar una vida normal al propio Einstein, pero, afortunadamente, en este siglo XXI de las Nuevas Tecnologías, estos fallos generalizados en el mecanismo denominado memoria sólo suele afectar al rendimiento académico; porque, cosa extraña, alumnos que nunca se "acuerdan" de traer los deberes o de las tablas de multiplicar, no se olvidan de un cumpleaños o, por ejemplo, conocen el nombre de un montón de animales, que ya hubiese querido Félix Rodríguez de la Fuente. ¿Por qué sus problemas se acrecientan durante las cuatro horas y medias de horario lectivo? Y digo cuatro horas y media, porque durante la media hora que dura el recreo, por arte de ensalmo, recuperan su capacidad, recordando la alineación del Madrid o del Barça, o cada uno de los detalles de las dieciocho pantallas que se pasó ayer en el vídeojuego de turno. No hace falta romperse mucho la cabeza para sacar conclusiones, por lo que no dedicaré ni un segundo más al asunto en cuestión.


Tal vez, sólo tal vez, todo se deba a que todavía existen ciertas personas en el gremio que responden a estos enigmas con el famoso: "Siempre han existido listos y tontos". La respuesta es evidente: Siempre han existido docentes con más y con menos ganas de trabajar. Y lo que es más importante, si cabe, siempre han existido docentes que han intentado comprender la forma de pensar del alumno que tiene frente a él y siempre han existido docentes que van a trabajar a los centros educativos como los mismos procedimientos que si fueran a trabajar a una cadena de montaje.
 En este asunto, el de los listos y los tontos, el efecto Pigmalión, o autoprofecía cumplida, juega un papel fundamental. Como he explicado en otras ocasiones, todo consiste en que la creencia que una persona tiene sobre otra tiende a cumplirse cuando la primera persona hace todo lo posible para que se cumpla. En otras palabras, si pienso que un niño es "tonto" bastará con fijarme, de manera consciente o inconsciente, en lo que hace mal, "ensalzando" dichos errores. Por supuesto, los aciertos se deben al azar y lo importante son los fallos, que confirman la teoría del adulto. Obviamente, esta forma de actuar conlleva una disminución en el sentimiento de autoeficacia del alumno y un encasillamiento del mismo, del que difícilmente puede escapar.
Éstos, grosso modo, son algunos de los problemas que presenta nuestro sistema educativo, más concretamente una parte de los docentes, en lo que respecta a los niños cuyo nivel "resulta" ser inferior a lo esperado. ¿Qué es lo esperado? Que aprendan casi solos, con una pequeña, o no muy compleja, explicación y el apoyo  de los ejercicios de turno, para conseguir los aprendizajes demandados, que, desgraciadamente, rara vez tienen algo que ver con la generalización de los mismos. De la aplicación a su vida diaria.


Tras esta visión, nada halagüeña, de, repito, una parte del sistema educativo, llega el momento de hablar de un tema que no domino, aunque algo conozco, pero que también aparece reflejado en el informe que comenté en la entrada anterior: la no adecuada atención que reciben una parte significativa de los alumnos con sobredotación, superdotación intelectual, altas capacidades o, como todo hijo de vecino los conoces, superdotados.
Tal vez lo primero que debemos hacer es aclarar a quién se le puede llamar superdotado, sobredotado o como se quiera llamar. Aunque adjunto un enlace, donde se puede observar que dicho término tampoco tiene una definición única y universalmente aceptada, si conviene distinguir entre sobredotación intelectual, altas capacidades, y talento. En el primer caso afecta a todos, o una gran parte, de los ámbitos de la vida de la persona. En otras palabras, sobresale en todo, o casi todo, de las personas de su edad. Mientras que en el caso de una persona con talento, sus habilidades extraordinarias abarcan uno o dos aspectos. El típico ejemplo es el del manitas, pero también puede aplicarse a actividades relacionadas con el lenguaje, las matemáticas, los idiomas...

https://es.wikipedia.org/wiki/Superdotaci%C3%B3n_intelectual

Sea como fuere, nuestro sistema educativo, en líneas generales, no tiende a estimular a los unos y a los otros.  A pesar de existir leyes donde se describen los pasos que se han de dar para estimular a los alumnos distintos, especialmente a aquellos que se conocen con el nombre de superdotados, el sistema no está preparado para atender a estos alumnos, que, en muchas ocasiones, deben buscar lo necesario en centros existentes, que funcionan de manera paralela a los centros educativos oficiales, cuya misión, y especialidad es enriquecer al alumno, ofreciéndole lo que los centros ordinarios, públicos, concertado y privados, no suelen poder ofrecerle.


La administración, y los expertos, proponen tres tipos de medidas, que van de las más normalizadas a las más extraordinarias. Dichas medidas son:


  1. Ampliar el currículum, sin realizar adaptaciones al mismo significativas.
  2. Adaptar el currículum de manera significativa, introduciendo contenidos de cursos superiores.
  3. Aceleración, flexibilización, de la escolarización, que no es otra cosa que estar escolarizado en un curso superior al que le correspondería por edad.
Y una vez explicado como debería funcionar el tema, voy a mojarme un poquito, con respecto al asunto de los alumnos con altas capacidades. Aunque esta opinión que expongo a continuación resulta totalmente subjetiva, tal vez existe un miedo entre parte del cuerpo docente a quedar en ridículo ante el alumno sobredotado intelectualmente, porque nos puede pedir algo a lo que tenemos respuesta en ese momento. Tal vez, si este fuese el problema, lo que debería cambiar debería ser nuestra mentalidad, ofreciendo una visión terrenal y vulnerable de nuestra figura, reconociendo nuestras limitaciones en ciertos campos. Limitaciones que deberíamos estar dispuestas a subsanar de manera inmediata, para ofrece a nuestro alumno aquello que necesita. En el fondo, y en la superficie, la cuestión no radica en cuantos conocimientos sobre ríos, montañas y tipos de palabras tenemos cada uno de nosotros, eso se puede aprender por parte de un adulto en un par de minutos. El nudo gordiano radica en la capacidad que tenemos de enseñar, en la capacidad de transmitir nuestro mensaje a nuestros alumnos. Un docente sólo debe saber enseñar, satisfaciendo las distintas necesidades de nuestros alumnos y no las suyas propias. Todo lo demás conduce a crear alumnos tontos o alumnos excesivamente listos que no obtienen la respuesta educativa adecuada.


 Como consecuencia de lo expuesto hasta aquí parece claro que ninguna reforma va a solucionar, y menos la que nos quiere imponer el Partido Popular (que en cierta forma recuerda a ciertos aspectos del modelo educativo de Estados Unidos, cuestionado por mucha gente del propio país norteamericano), va a solucionar de golpe  los problemas que existen en nuestro sistema educativo, porque además del problema de la inconsistencia política en el ámbito de la Educación, existe un problema de mentalidad y de preparación de parte de los docentes y ese cambio, indispensable, tardará tiempo en llegar. 

Un saludo.

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