El lunes pasado falleció Margaret Thatcher (lo sé, menuda semanita que llevo con decesos de todo tipo), ex primera ministra ultraliberal del Reino Unido. Vaya desde aquí que no me produce ningún tipo de sentimiento, ni de tristeza ni de alegría, la muerte de la anciana y enferma Thatcher. Vivió más de ocho décadas y ése simple hecho constituye un premio para ella, como lo sería para cualquier otra persona.
Considero asunto bien diferente su obra en este mundo, que sólo puede calificarse como abominable, desde cualquier punto de vista que se mire. A nadie se le escapa que sus ideas, que no teorías, sólo sirvieron para hacer más grande la diferencia económica entre personas. Sus planes de privatización, el inicio de una larga carrera en la que todos los posteriores gabinetes han participado, su lucha contra las reivindicaciones de los mineros, su saña contra los sindicatos, la Guerra de las Malvinas, las diez muertes debida a una huelga de hambre de miembros del IRA, el asesinato de miembros de este grupo terrorista en Gibraltar, el poll tax (un impuesto tan injusto que acabó con la carrera de la conservadora)... configuran el retrato político, y vital, de una mujer que, junto con Reagan, demostró que era posible empobrecer a un amplio número de ciudadanos, sin por ello sufrir pena de cárcel alguna.
La influencia de personajes como Milton Friedman o Friederich Hayek se dejaron notar, tanto en su política monetaria, como en sus presuntos ideales de libertad, siempre asociados a la libertad económica. Y es en este apartado donde me voy a detener para desarrollar la entrada. La asociación de la palabra libertad con un tipo de visión económica del mundo merece que se le dedique un pequeño espacio en este blog.
Las ideas de Friederich Hayek defienden que todo tipo de forma socialista o comunista del estado coacciona la libertad del individuo y por ello se hace imprescindible el uso de la fuerza, especialmente para que aquellos individuos que no deseen compartir este modelo no se desmanden y se salgan del redil. Analizado desde un punto de vista aséptico, el finado austriaco puede tener parte de razón; el estado necesita ejercer la violencia, o amagar con el uso de ella, para conseguir que todos los ciudadanos cumplan con un mínimo establecido que asegure la convivencia y el cumplimiento de una serie de valores imprescindibles para la sociedad; valores que variaran en función del tipo de sociedad, pero que la vertebrarán.
Sin embargo, desde un punto de vista igual de aséptico, la idea real del centroeuropeo, que antepone la bondad de un sistema con un estado mínimo, donde el estado no recaude impuestos que son devueltos en forma de servicios a la ciudadanía y el individuo pueda disponer de su dinero para invertirlo como quiera es una majadería digna de un niño de último curso de Educación Infantil. Veamos por qué he afirmado ésto:
La influencia de personajes como Milton Friedman o Friederich Hayek se dejaron notar, tanto en su política monetaria, como en sus presuntos ideales de libertad, siempre asociados a la libertad económica. Y es en este apartado donde me voy a detener para desarrollar la entrada. La asociación de la palabra libertad con un tipo de visión económica del mundo merece que se le dedique un pequeño espacio en este blog.
Las ideas de Friederich Hayek defienden que todo tipo de forma socialista o comunista del estado coacciona la libertad del individuo y por ello se hace imprescindible el uso de la fuerza, especialmente para que aquellos individuos que no deseen compartir este modelo no se desmanden y se salgan del redil. Analizado desde un punto de vista aséptico, el finado austriaco puede tener parte de razón; el estado necesita ejercer la violencia, o amagar con el uso de ella, para conseguir que todos los ciudadanos cumplan con un mínimo establecido que asegure la convivencia y el cumplimiento de una serie de valores imprescindibles para la sociedad; valores que variaran en función del tipo de sociedad, pero que la vertebrarán.
Sin embargo, desde un punto de vista igual de aséptico, la idea real del centroeuropeo, que antepone la bondad de un sistema con un estado mínimo, donde el estado no recaude impuestos que son devueltos en forma de servicios a la ciudadanía y el individuo pueda disponer de su dinero para invertirlo como quiera es una majadería digna de un niño de último curso de Educación Infantil. Veamos por qué he afirmado ésto:
- Siguiendo el razonamiento del tipo que recibió un Premio Noble de Economía, el casi no estado deberá ejercer la violencia igualmente si la mayoría de ciudadanos,deciden que pagar más impuestos y repartir la riqueza entre todos es mejor solución que la propuesta por él. Parece obvio, que mantener a toda costa una idea, incluso contra la idea de los afectados es una IMPOSICIÓN.
- Además se debería educar al ciudadano para que aceptase esa forma de entender la economía, las relaciones interpersonales y la economía. Aunque alguien lo olvide, existen varias formas de entender la economía, incluso existen varias formas de entender el capitalismo, por lo que elegir una sola como la única opción conllevaría un lavado de cerebro (adoctrinamiento) de los ciudadanos. De nuevo una IMPOSICIÓN.
- Esta forma de entender la sociedad conlleva un feroz individualismo y hace de la competencia el eje sobre el que giran las relaciones sociales, especialmente cuando todo lo que puedes conseguir: Sanidad, Educación, Servicios Sociales, depende del capital del que dispongas. De nuevo una IMPOSICIÓN, pues existen otras formas de organizar la sociedad más igualitarias.
No parece pues que los paladines de la libertad, libertad a través del dinero, dejen mucho margen a los que consideran que esa "libertad" realmente es una atadura y una forma de esclavitud, y en muchos casos de muerte, debido a las desigualdades, para millones de personas que consideramos esas ideas, que articularon una buena parte de la actuación política de la recientemente fallecida Margaret Thachert, como necias, zafias y criminales. Diría más, la puesta en práctica de dichas ideas, que no teorías, han demostrado lo estúpido y criminal que es favorecer a los más ricos para.... Para que sigan siendo más ricos a costa de cada vez más millones de ciudadanos, que ven como su dinero migra de sus bolsillos a las cuentas en paraísos fiscales de esos ricos que parecía iban a crear mucho empleo y a redistribuir la riqueza de manera automática. Posiblemente todo se deba a que los liberales y los neoliberales crean en manos mágicas o, como Hayek, en un "orden espontáneo" que todo lo arregla y lo maquea. Lástima no ser neoliberal, pues creería en entes divinos, elfos, milagros y demás historias. De haber sido neoliberal me hubiese pasado, durante mi estancia en Portugal, por Fátima y alguna cosilla habría pedido y habría caído, casi seguro. Si existen manos mágicas y el orden espontáneo, ¿por qué no van a existir los milagros? En el fondo todas esas cuestiones tienen la misma justificación científica.
Un saludo.
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