El seguidor habitual de ese blog recordará que hace un par de años, o tres, uno de mis temas favoritos, recurrente diría yo, era el de cargar contra los progres que de retorcer el lenguaje hacían profesión y carrera. Personajes como la Pajín, el inculpado Pepiño y demás fauna variopinta y atada a una poltrona se convirtieron, entre otros, en blanco de este bloguero. Nunca pensé que con la entrada de un gobierno, desgobierno, cuyas actuaciones lindan con la extrema derecha, hubiese de retrotraerme a tiempos pretéritos de deceleraciones económicas y mentiras del inculpado Pepiño para intentar ocultar lo obvio, que siempre habían sido de derechas y que, en época de crisis, se les notaba mucho más. Pero sí, ha ocurrido. La panda de personajes que protagonizan los viernes los consejos de ministros, han conseguido que me retrotraiga a tiempos pasados. Tiempos que creía enterrados, de manera provisional, en una oscuro rincón de la memoria, donde el diván histórico, ése que será utilizado dentro de unas décadas para analizar lo que hoy ocurre, dormitaba plácidamente. Pero no. Hete aquí que las huestes del Partido Popular han logrado que el uso torticero y malintencionado del lenguaje haya alcanzado cotas insospechadas hace sólo un lustro.
Por todo ello me gustaría aclarar unos cuantos conceptos, de uso común entre la turba neoliberal, para asignarles un significado más ajustado a la realidad.
Los Genoveses , SA: Tres historias inacabadas sobre Francisco Marhuenda
El primer malabar lingüístico, el más utilizado, que abordaré en esta entrada no podía ser otro que aquel que se cobija bajo el término austeridad, aplicado sobre todo a las administraciones públicas. Estas diez letras que conforman la palabra de marras esconden una de las más grandes mentiras que nos intentan vender en estos días de avaricia y pobreza. Habitualmente cuando se utiliza el término austeridad los políticos, los economistas patológicos y los meapilas mediáticos de turno pretenden transmitirnos la idea de que lo importante del asunto reside en privar de derechos sociales (derecho a educación de calidad, a sanidad gratuita, a servicios sociales ajustados a las necesidades...), que, por cierto, pagamos con nuestros impuestos. No hace falta poseer estudios en una escuela de negocios para saber que lo propuesto se puede definir como una majadería malintencionada.
Lo normal en cualquier ámbito de la vida (familia, empresa, centros públicos) cuando intentamos reajustar los gastos es realizar un estudio y, una vez realizado éste, prescindir de aquellos gastos superfluos, reasignado todo, o parte, de ese dinero ahorrado a mejorar los aspectos prioritarios para el buen funcionamiento de la familia, empresa o entidad pública. Pues no, estos zoquetes neoliberales optan por destruir lo que funciona (en algún caso excepcionalmente bien como la Sanidad, mucho más barata que la privada estadounidense, por ejemplo, y tremendamente eficaz, véase los datos de esperanza de vida de uno y otro país) y no recortar en partidas no sólo superfluas, sino ofensivas para la moral (me acuerdo de un pazguato que en una emisora de radio optaba por despedir a funcionarios y llamaba a la corrupción que suponen la elección de la gran mayoría de los cargos de libre designación el chocolate del loro). Obviamente se puede recortar en cargos de libre designación (haciendo un cálculo somero, mi pareja y yo llegamos a la conclusión de que con lo que cobra en un mes uno de esos tragones desvergonzados, cuyo mayor, y único, mérito es tener un carné de partido, pueden recibir rehabilitación cognitiva 40 ancianos durante un mes).
http://www.farodevigo.es/portada-ourense/2013/01/24/catorce-diputados-provinciales-pp-70-familiares-o-afines-enchufados-diputacion/745993.html
Otra forma de reajustar, que no de recortar, el gasto lo podríamos hacer con el dinero destinado a la Iglesia. Con el parné pagado a los docentes de religión, que jamás hicieron examen alguno para trabajar y cobrar de la administración, se pueden contratar miles de docentes, ¡sin gastar un céntimo más!
Igualmente se ha demostrado que recetar el fármaco más barato, o el genérico de turno, conlleva ahorrar un porcentaje del gasto en sanidad, que supone más una cantidad demencial del gasto total destinado en España a éste menester. Sólo se trata de actuar con racionalidad y de favorecer al conjunto de la ciudadanía y no a la industria de un sector.
En el fondo no se trata de recortar, sino de reasignar dinero, invirtiendo más dinero en ciertos aspectos, especialmente en aquellos destinados con los servicios públicos esenciales como sanidad, educación, servicios sociales, dependencia, que elevarán la calidad de vida de los ciudadanos, con el consiguiente beneficio, desde un punto de vista humano e incluso económico, que conlleva para todos y cada uno de nosotros. Tal vez sí que se deba recortar en sueldos públicos, eliminado de la administración, de los partidos y de cualquier cargo financiado con dinero público a botarates que día sí día ensucian la convivencia de los ciudadanos y muestran que los que realmente sobran son los hipócritas con carné de partido que medran a costa de todos.
Una vez desmontada esta falacia verbal, abordaremos la segunda: estar al borde la exclusión social o ser un excluido social.
En nuestro país este término lleva bastante tiempo existiendo, pero en este momento ha cobrado una especial relevancia. Sin embargo, lo use quien lo use, oculta una tremenda realidad: muchos conciudadanos no se benefician del reparto de la riqueza, que los poderes políticos deberían garantizar. Ya saben eso que aparece en la Constitución del 78. En realidad todas las personas que sufren la "exclusión social" forman parte de la sociedad, de nuestra sociedad, y la existencia de un número significativo de personas que no se benefician de la riqueza que genera esta sociedad muestra lo podrido que está nuestro sistema y nuestra propia sociedad. Se vuelve a utilizar un concepto, bienintencionado en este caso, para falsear la realidad, para ocultar que unos pocos acaparan lo de todos.
Uno de los términos que me saca de mis casillas es uno utilizado con frecuencia por los políticos peperos que sufrimos para justificar su dogmatismo y su incapacidad: hemos hecho muchos sacrificios.... (refiriéndose a España o, como mucho, a los ciudadanos españoles, cosa que no es lo mismo). En realidad no hemos realizado sacrificios, lo que ha ocurrido se puede definir como una imposición, por parte de los tipos que hablan de sacrificios, de una gran cantidad de recortes de derechos, que han conllevado una pérdida de calidad de vida significativa de una gran parte de los ciudadanos de este país.
Los sacrificios conllevan una aceptación, mayor o menor, de los perjudicados, pero no es este el caso. En realidad se ha tratado de una imposición por parte de los mismos que dicen comprender nuestro malestar y nuestra situación. Nada más lejos de la realidad. No dudarán ni un segundo en robarnos más derechos si es menester y lo consideran oportuno. Para ello invocarán a la responsabilidad y vocablos vacíos similares, pero lo que realmente hacen es quitarnos lo nuestro, quitarnos lo que pagamos con nuestros impuestos. En el fondo actúan como cualquier dictador de tres al cuarto: ofrecen a los ciudadanos una visión del asunto, el que sea, alejada de la realidad. De igual manera buscan un enemigo, en este caso el déficit público, para luego pedirnos sacrificios y hablar de nuestro país como un conjunto de tipos sufridos y bragados ante las adversidades. Pero todo es bien distinto. Ellos engañan a los ciudadanos con sus programas políticos, que saben no van a cumplir; cuando se aupan al poder (con ayuda de la banca y la gran industria) realizan lo que a éstos sectores le interesa y luego apelan al espíritu de sacrificio y patriótico???? de los ciudadanos que han de actuar como Fuenteovejuna, para salvar el honor, en este caso, del país??? Repito, todo para justificar las imposiciones que sufrimos día a día. Sacrificio es ver,escuchar o leer en prensa, de manera voluntaria, como personajes de la talla de Montoro, de Guindos, Fátima Báñez, la chica de los recados (Cristina Cifuentes), Floriano o el resto de la tropa cobran una pastón por fingir, mentir o distorsionar el lenguaje.
http://genoveses.blogspot.com.es/2013/04/sera-por-dinero.html
Un saludo.
Por todo ello me gustaría aclarar unos cuantos conceptos, de uso común entre la turba neoliberal, para asignarles un significado más ajustado a la realidad.
Los Genoveses , SA: Tres historias inacabadas sobre Francisco Marhuenda
El primer malabar lingüístico, el más utilizado, que abordaré en esta entrada no podía ser otro que aquel que se cobija bajo el término austeridad, aplicado sobre todo a las administraciones públicas. Estas diez letras que conforman la palabra de marras esconden una de las más grandes mentiras que nos intentan vender en estos días de avaricia y pobreza. Habitualmente cuando se utiliza el término austeridad los políticos, los economistas patológicos y los meapilas mediáticos de turno pretenden transmitirnos la idea de que lo importante del asunto reside en privar de derechos sociales (derecho a educación de calidad, a sanidad gratuita, a servicios sociales ajustados a las necesidades...), que, por cierto, pagamos con nuestros impuestos. No hace falta poseer estudios en una escuela de negocios para saber que lo propuesto se puede definir como una majadería malintencionada.
Lo normal en cualquier ámbito de la vida (familia, empresa, centros públicos) cuando intentamos reajustar los gastos es realizar un estudio y, una vez realizado éste, prescindir de aquellos gastos superfluos, reasignado todo, o parte, de ese dinero ahorrado a mejorar los aspectos prioritarios para el buen funcionamiento de la familia, empresa o entidad pública. Pues no, estos zoquetes neoliberales optan por destruir lo que funciona (en algún caso excepcionalmente bien como la Sanidad, mucho más barata que la privada estadounidense, por ejemplo, y tremendamente eficaz, véase los datos de esperanza de vida de uno y otro país) y no recortar en partidas no sólo superfluas, sino ofensivas para la moral (me acuerdo de un pazguato que en una emisora de radio optaba por despedir a funcionarios y llamaba a la corrupción que suponen la elección de la gran mayoría de los cargos de libre designación el chocolate del loro). Obviamente se puede recortar en cargos de libre designación (haciendo un cálculo somero, mi pareja y yo llegamos a la conclusión de que con lo que cobra en un mes uno de esos tragones desvergonzados, cuyo mayor, y único, mérito es tener un carné de partido, pueden recibir rehabilitación cognitiva 40 ancianos durante un mes).
http://www.farodevigo.es/portada-ourense/2013/01/24/catorce-diputados-provinciales-pp-70-familiares-o-afines-enchufados-diputacion/745993.html
Otra forma de reajustar, que no de recortar, el gasto lo podríamos hacer con el dinero destinado a la Iglesia. Con el parné pagado a los docentes de religión, que jamás hicieron examen alguno para trabajar y cobrar de la administración, se pueden contratar miles de docentes, ¡sin gastar un céntimo más!
Igualmente se ha demostrado que recetar el fármaco más barato, o el genérico de turno, conlleva ahorrar un porcentaje del gasto en sanidad, que supone más una cantidad demencial del gasto total destinado en España a éste menester. Sólo se trata de actuar con racionalidad y de favorecer al conjunto de la ciudadanía y no a la industria de un sector.
En el fondo no se trata de recortar, sino de reasignar dinero, invirtiendo más dinero en ciertos aspectos, especialmente en aquellos destinados con los servicios públicos esenciales como sanidad, educación, servicios sociales, dependencia, que elevarán la calidad de vida de los ciudadanos, con el consiguiente beneficio, desde un punto de vista humano e incluso económico, que conlleva para todos y cada uno de nosotros. Tal vez sí que se deba recortar en sueldos públicos, eliminado de la administración, de los partidos y de cualquier cargo financiado con dinero público a botarates que día sí día ensucian la convivencia de los ciudadanos y muestran que los que realmente sobran son los hipócritas con carné de partido que medran a costa de todos.
Una vez desmontada esta falacia verbal, abordaremos la segunda: estar al borde la exclusión social o ser un excluido social.
En nuestro país este término lleva bastante tiempo existiendo, pero en este momento ha cobrado una especial relevancia. Sin embargo, lo use quien lo use, oculta una tremenda realidad: muchos conciudadanos no se benefician del reparto de la riqueza, que los poderes políticos deberían garantizar. Ya saben eso que aparece en la Constitución del 78. En realidad todas las personas que sufren la "exclusión social" forman parte de la sociedad, de nuestra sociedad, y la existencia de un número significativo de personas que no se benefician de la riqueza que genera esta sociedad muestra lo podrido que está nuestro sistema y nuestra propia sociedad. Se vuelve a utilizar un concepto, bienintencionado en este caso, para falsear la realidad, para ocultar que unos pocos acaparan lo de todos.
Uno de los términos que me saca de mis casillas es uno utilizado con frecuencia por los políticos peperos que sufrimos para justificar su dogmatismo y su incapacidad: hemos hecho muchos sacrificios.... (refiriéndose a España o, como mucho, a los ciudadanos españoles, cosa que no es lo mismo). En realidad no hemos realizado sacrificios, lo que ha ocurrido se puede definir como una imposición, por parte de los tipos que hablan de sacrificios, de una gran cantidad de recortes de derechos, que han conllevado una pérdida de calidad de vida significativa de una gran parte de los ciudadanos de este país.
Los sacrificios conllevan una aceptación, mayor o menor, de los perjudicados, pero no es este el caso. En realidad se ha tratado de una imposición por parte de los mismos que dicen comprender nuestro malestar y nuestra situación. Nada más lejos de la realidad. No dudarán ni un segundo en robarnos más derechos si es menester y lo consideran oportuno. Para ello invocarán a la responsabilidad y vocablos vacíos similares, pero lo que realmente hacen es quitarnos lo nuestro, quitarnos lo que pagamos con nuestros impuestos. En el fondo actúan como cualquier dictador de tres al cuarto: ofrecen a los ciudadanos una visión del asunto, el que sea, alejada de la realidad. De igual manera buscan un enemigo, en este caso el déficit público, para luego pedirnos sacrificios y hablar de nuestro país como un conjunto de tipos sufridos y bragados ante las adversidades. Pero todo es bien distinto. Ellos engañan a los ciudadanos con sus programas políticos, que saben no van a cumplir; cuando se aupan al poder (con ayuda de la banca y la gran industria) realizan lo que a éstos sectores le interesa y luego apelan al espíritu de sacrificio y patriótico???? de los ciudadanos que han de actuar como Fuenteovejuna, para salvar el honor, en este caso, del país??? Repito, todo para justificar las imposiciones que sufrimos día a día. Sacrificio es ver,escuchar o leer en prensa, de manera voluntaria, como personajes de la talla de Montoro, de Guindos, Fátima Báñez, la chica de los recados (Cristina Cifuentes), Floriano o el resto de la tropa cobran una pastón por fingir, mentir o distorsionar el lenguaje.
http://genoveses.blogspot.com.es/2013/04/sera-por-dinero.html
Un saludo.
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