miércoles, 10 de julio de 2013

BECAS, UN EJEMPLO DE MANIPULACIÓN Y MISERIA MORAL (I)

Aunque pudiese parecer, y ser, un tema superado por la "actualidad", no me resisto a meterle un bocado dialéctico al famoso tema de las becas universitarias del infumable Wert. Debo reconocer que el cuerpo, o una parte de él, me empujaba a escribir sobre el asunto, pero mi hombro, ese cabrocente, parecía aliarse con el ministro de Propaganda neoliberal del régimen pepero, el alopécico y disparatado marido de la estulta contertulia, o lo que sea, de RTVE.
Sin embargo, a pesar de que el tema de las becas resulta crucial para el futuro de los ciudadanos de este país, mi presentación del mismo pretende demostrar que este asunto refleja el funcionamiento arbitrario y malintencionado de estos tipos cuando tratan de defender asuntos que sólo les benefician a ellos y a la minoría privilegiada, al menos en lo económico (lo intelectual es harina de otro costal), que amparan.
Parece ser, al menos así intenta presentarlo el interfecto Wert, que se ha abusado de la concesión de becas universitarias en este país. ¿Cómo se llega a esta certeza? De la misma manera que se llega a la certeza de que Edurne Uriarte es necesaria en RTVE como contertulia,  fruto de la arbitrariedad y del mayor de los desprecios hacia el ciudadano. O tal vez sea mejor decir: fruto de la falta de fondos públicos, porque buena parte de ellos han ido destinados a los desgraciados que han generado esta estafa, que ellos llaman crisis. Seguro que al amable lector le suena esta cantinela: la de detraer el dinero de todos de los básico para destinarlo a unos pocos, en algunos casos ineptos e insaciables.


Una vez explorado y desnudado el punto de partido analicemos algunos detalles más, que, curiosamente, asemejan su justificación a la de la gran parte de las medidas tomadas para intentar "paliar" esta estafa.
Imagino que el lector se habrá preguntado por qué la nota de corte para recibir beca o no es un 6,5. No se devane los sesos, y menos con este calor, el amable lector: la nota se ha puesto de manera arbitraria, buscando que el dinero que han de gestionar, el dinero público, no se destine a becas y sí a "emprendedores", por ejemplo. En otras palabras el número se elige al azar, pero se defiende como una verdad absoluta. ¿Por qué? Porque ellos lo dicen. No se molesten en buscar otra fundamentación. Como no la había para que el 90% de déficit del PIB fuera el mal absoluto, ni para que la inflación deba ser el 2% o el dèficit público anual haya de ser del 3%. Todo son números aleatorios que algún tipo decidió que eran buenos y el rebaño los aceptó como tales. Y, lo más triste, todo se supedita a esos números, incluso las vidas de las personas.


¿Qué hacer con las personas, ciudadanos, que se ven perjudicados por tan arbitraria medida? Lo de siempre, desprestigiarlos. El hombre que destina dinero de todos a los toros y lo quita de educación, se ha dedicado a vapulear en los medios a los alumnos cuya nota media no llega al 6,5. Les ha llamado de todo, menos guapos (aunque que el sujeto en cuestión llame guapo a alguien no es sinónimo de que lo sea, más visto el material con el que ha de compararse). Desde incapaces a parásitos sociales, pasando por todo lo imaginable, han sido algunas de las definiciones, que de manera explícita o implícita, han salido de esa boca que tanto juego dan a blogueros como yo. Parece ser, según el tipo que por desgracia rige lo relativo a la educación en este país, que un alumno con una nota media de 6,3 ó 6,4 es una desgracia humana, pero si su nota sube, por lo que fuere, una o dos décimas, se convierte, por arte de ensalmo, en un futuro salvador del país (si no ha de emigrar del mismo para poder comer).


De nuevo se vuelve a utilizar una estrategia basada en el desprestigio de los demás para justificar las tropelías de la élite económica y política. Imagino que el amable recordará cuando los funcionarios tenían la culpa de todos los males del país o cuando la crisis era culpa de los ciudadanos por haber vivido por encima de sus posibilidades. O, más reciente, cuando nuestros problemas de paro venían determinados por unos trabajadores egoístas que sólo querían cobrar dignamente por su trabajo y tener una serie de derechos esenciales. Sí, querido lector, la estrategia es la misma. Ellos jamás hacen nada mal y somos los ciudadanos que con nuestra inconsciencia e incultura creamos las situaciones.
La entrada está quedando excesivamente larga y aún quedan varios puntos por tratar, por lo que parece oportuno realizar una división del asunto en dos partes, para no saturar al amable lector con elucubraciones diversas y dispersas.
Un saludo.

2 comentarios:

Piedra dijo...

De donde se deduce, que alguien sin estudios es poco menos que gilipollas para la mayoría de habitantes del país, ¿pero quien creó esa idea y con que fines?
Pues sorpresa, el propio estado(sistema), que es a quien interesa que la gente estudie. Si, naturalmente a la gente también puesto que acceden(podrían acceder) a una mejor situación social, pero al que más le interesa es al sistema, porque necesita mano de obra especializada y para ello está dispuesto a destinar fondos públicos para becar a quien no se lo pueda permitir.
¿Pero y el ciudadano que pone? SU TIEMPO, su vida, 20 años (mínimo) de tu vida dedicados a estudiar, a desperdiciar la mejor parte de tu existencia, ser lobotomizado, ser adoctrinado, morir como ser humano a cambio de quizás poder encontrar un puesto mejor en la escala de esclavos.
La educación (estatal) es un crimen contra la humanidad, una estafa, una barbaridad que defendéis.
Y otro problema es que ¡todo es mentira!
Con el mayor numero de licenciados y doctorados de la historia, es cuando más parados tenemos, así que al sistema ya le sobran titulados (que por otro lado no sirven para nada porque no saben hacer nada gracias a la destrucción personal que han sufrido), y trae mano de obra barata, que es la que ahora emplea o se la procura para un futuro inmediato.

PD: De cualquier modo era una crítica constructiva... :P

PACO dijo...

Hola Piedra, veo que no has perdido tu energía.
Aunque comparto parte del planteamiento inicial (formar a los ciudadanos para obtener mano de obra especializada), no comparto el resto.
La educación no sólo consiste, o debería consistir, en formar perfectos borregos (para eso basta Tele5, y nos sale más barata). La educación debe aspirar a formar ciudadanos que sean conscientes del mundo en que viven, procurando cambiar aquello mejorable o injusto.
Sobre la sobrecualificación, es como todo, depende como lo mires. Un médico tiene más posibilidades de currar, aunque sea en un país extranjero, que un tipo sin estudios. Así de simple y de sencillo. La teoría es que debemos formar a ciudadanos para recibir a cambio su futura sapiencia. También deberíamos tener en cuenta que esa formación debería servir para que el ciudadano tenga más posibilidades laborales, cosa que, como he dicho, ocurre.
Un saludo.