martes, 31 de enero de 2017

INDEPENDIZARSE (MONÓLOGO)

Uno de los mayores problemas para los jóvenes de nuestra sociedad es independizarse, problema que se agudiza si vives en Cataluña. Pero como este relato no pretende hablar de política, obviaré a partir de este momento la palabra agudiza. 
El problema de irse de casa se está cronificando en este país, hasta tal punto que tengo un amigo, el Óscar, que se ha jubilado y aún no ha podido abandonar el hogar paterno. Seguro que el lector piensa que se trata de una exageración o que el Óscar es un jeta. ¡Error! Óscar es un tipo sano: hace deporte, corre como un poseso cuando le dicen que eche una mano en casa, no gasta demasiado en bebida, siempre aprovecha la hora feliz, no se gasta dinero en droga, siempre anda gorroneando maría a los colegas  y procura no ir mucho al médico, sólo para que le renueve la baja causada por un malestar generlizado, cuyo origen aún no se ha descubierto. 
En resumidas cuentas: Óscar es el hijo que todo padre querría tener... fuera de casa, en otra provincia de otro país, situado en otro continente. 
Vale, el caso de mi amigo supone una excepción, pero existe un problema real entre la juventud para conseguir largarse de casa, y eso que los padres ponen todo de su parte para que vivan, experimenten, se realicen y, lo más importante, se vayan a tomar por culo, ¡de una puta vez!, y les dejen echar un polvo a gusto. 
Tal vez todo se deba a la existencia del gen tupper. El gen tupper es aquel que, en función de su desarrollo en las personas permite que se independicen de sus tutores más o menos tarde. Cuando el gen tupper apenas se encuentra desarrollado los jóvenes se piran de casa cagando virutas. Por contra, si el papel de dicho es predominante los susodichos no dudarán, si es menester, de ejercer de escultura si, con tal de no moverse de casa. Lo más normal es que en los individuos el gen tupper ejerza una influencia media. ¿Cómo se mide esta influencia? Muy sencillo. Se puede determinar que exite una influencia media, normal, cuando las recién independizados salen los fines de semana de casa de sus padres con tuppers congelados a cascoporro, que les permitirá caliente toda la semana, sin enfrentarse a ese gran enigma que es la vitrocerámica y su funcionamiento. 
Un problema grave, real, es el sueldo que reciben, el que lo tiene, los jóvenes por su trabajo, una mierda. Aunque en ese aspecto también se nota una merma en la capacidad de administrarse de las nuevas generaciones, pues antes con mil pesetas, seis euros, teníamos para ir al cine, tomar un par de copas y hacer un curso de submarinismo por correspondencia. Lo dicho, las nuevas generaciones no poseen la capacidad de administrarse que nuestra generación adquirió gracias a la educación que nos dieron nuestros padres, que, ahora que caigo, por lo visto no fuimos capaces de transmitir a nuestros hijos. ¡Putos jóvenes! Podían haber puesto ganas de aprender pusieron cuando les tocó el tema de administrarse. Este país va a la ruina.
Sería injusto cebarse con los jóvenes, pues existen algunos brillantes que han sabido ganarse la vida gracias a su talento, a pesar de encontrarse rodeado por un entorno hostil, donde las posibilidades de desarrollarse eran escasas: Paquirrín, Felipe VI, Enrique Iglesias, Ana Patricia Botín, Pocoyó (que desde muy temprana edad conduce su propio coche y dirige un zoológico donde hay un elefante rosa, pájaros y un perro un poco raro)... Un ejemplo de esfuerzo y pundonor para nuestros jóvenes.
Yo he hablado mucho sobre el problema con diversos expertos y, tras arduas deliberaciones, hemos llegado a una conclusión: el tamaño de las casas resulta un problema insalvable, gracias al cual padres e hijos siguen conviviendo en el mismo hogar. No cabe duda alguna que si las viviendas tuviesen una cuarta parte de la extensión que tienen las actuales, el problema de compartir las cuatro paredes familiares se acabarían: todos los padres jubilados serían redirigidos a residencias de ancianos y los jóvenes buscarían ampliar su espacio vital. Sería como cuando los nazis invadieron Polonia, pero en familia. 
- Mira, papá, que yo necesito sitio. Que en la residencia os van a cuidar de puta madre. Que os lo dan todo hecho.
- Hijo, que nosotros nos valemos por nosotros mismos y la casa es nuestra.
- Siempre igual, uno se preocupa por vosotros y me lo pagáis así. ¿Y si un día, de repente, no os podéis valer por vosotros mismo? Pues ya estáis allí. Tiempo ganado que lleváis. ¡Si es que tiene uno que estar en todo!
El resto de la conversación ya se la puede imaginar usted: que si sí; que si no; que si me estáis matando a disgustos; que si eres un cabrón, ¡ponte a currar ya! Que con 45 años has cotizado veintitrés días a la Seguridad Social; que si la culpa es vuestra por hacerme con ese problema de espalda...
No descubro nada nuevo si digo que cuando salgamos de la crisis la situación se arreglará por si misma. Pero este asunto se merece otra entrada o diez programas de Cuarto Milenio. Veremos que es más rápido: Íker Jiménez o yo.


domingo, 29 de enero de 2017

SABINISTAS, POR NO DECIR CLASISTAS

"...Voy a desligar las tibias de este diábolo sombrío
que hay veces que no se acuerda 
de que sigo siendo un niño,
y se que no habrá sedales cuando te hiera mi ausencia,
ojalá me quieras libre, ojalá me quieras,
yo te querré deshecho, te querré en la roca viva,
te querré en todos los versos
que no quieran tus pupilas
yo te querré en la acequia, te querré en la cumbre fría
te querré cuando el fantasma de tu voz venga a por mí."

"Ojalá me quieras libre", Kutxi Romero


El que suscribe creció en un barrio de una ciudad de mediano tamaño. En un barrio obrero, de los que se perpetraron a toda prisa como consecuencia de la mecanización del campo y la emigración a las ciudades que conllevó dicho proceso. A los catorce años mis padres cambiaron de casa y nos fuimos a vivir a unos diez minutos, andando, de distancia. Al otro lado del río. En esos barrios, como en el colegio, convivían una variopinta representación de las clases bajas: trabajadores sin cualificación, trabajadores con una especialización adquirida a través de la experiencia, gitanos con oficio, gitanos sin beneficio, mecheros... 
De esa zona, en realidad eran varios barrios los que frecuentaba, todos cortados por un patrón similar, han salido gente con profesiones y expectativas varias: un futbolista de renombre, que llegó a jugar algún tiempo en el Barcelona de Cruyff, un jugador de balonmano, internacional absoluto durante bastantes años, ingenieros, maestros, maderos, picoletos, soldadores, parados, peluqueros, camareros, conductores de autobús, trabajadores en cadenas de montaje de grandes empresas... prostitutas, como la hermana de "uno" que vivía "a la vuelta", a la que le caía bien y se preocupaba por mí (cuando hace años, un día que decidir correr por una zona por donde no solía ir, la vi en una carretera donde buscan negocio las prostitutas, me quedé bastante impactado), y que acabó enganchada al caballo. Yonquis, como la chica de la que hablé antes y otros cuantos. Un alcohólico con dieciocho años (como ése que dejo de ir con nosotros a beber, porque en el barrio bebía dos o tres litros de vino por menos dinero). Delincuentes como la familia de gitanos que tenía al hijo mayor en la cárcel y estaba esperando a salir para ajustar cuentas con el que mató a su padre. O su hermano, que en espera de juicio, sacó el valdeo a paseo y rajó a seis personas distintas, en un recorrido por la ciudad como no se recordaba. Se me olvidaba, esa familia vivía en una calle de mi barrio, una de cuyas dos salidas iba a dar a la calle donde estaba mi casa. O ese otro caso de un joven payo que rajó con un cuchillo a uno, asunto que nos perdimos por dos minutos, que es el tiempo de antelación con el que nos habíamos levantado y pirado del lugar mis amigos y yo, aún sin saber que el agresor llevaba un cuchillo, pues conocíamos de que pie cojeaba el fulano. O ese otro gitano, de sobrenombre El loco, que intentaba aligerarnos los bolsillos cuando íbamos al instituto, situado en un barrio famoso por realizarse en él todos los años la Cabalgata sin camellos y que hace un tiempo salió a la luz pública en todo el país, por un ajuste de cuentas entre clanes gitanos. Por cierto, un día el tal loco dejó de aparecer. Uno de los compañeros de insti contó que el colega se pasó con alguien y ese alguien habló con otro gitano del barrio donde me crié. Ese convecino, hijo de un predicador, parece que se molestó en hacer entrar en razón al moderno bandolero. No hay nada para comulgar con las ideas de uno como unas cuantas hostias a tiempo. Por supuesto había camellos, como esos dos compañeros de clase que con quince o dieciséis años ya tenían su lugar de trabajo al lado de su casa. Negocio que debían gestionar muy bien, pues allí estuvieron muchos años, permitiéndoles costearse la mierda que les estaba destrozando. Un ejemplo de gestión empresarial.
En un barrio obrero no solía abundar el dinero, aunque unos vivían mejor que otros. Yo sé lo que es vivir con lo justo y esperar que tu padre cobre la extra para poder comprar un pantalón o un jersey nuevo, que "el otro ya tiene muchos cosidos". Imagino que en ese sentido eramos unos cuantos los que conocimos ese modus vivendi. Por fortuna, eso sólo ocurrió durantes determinados períodos y ahora me puedo permitir cenar, de vez en cuando, en un buen restaurante, o irme de vacaciones con mi hijo a un buen hotel.
Con el paso del tiempo estudié para eso de ser maestro y, por mi especialidad, he trabajado con todo tipo de personas, de ésas a los que los medios dedican un día al año para hablar de su capacidad de superación y también de esas otras que salen en los medios cuando son detenidas: personas con discapacidad intelectual, con discapacidad física, con ambas juntas, con un trastorno del espectro autista, niños con escaso grado de conciencia, debido a su patología, con gitanos (la primera persona a la que enseñé a leer fue una gitana), con mercheros, con marroquíes, con marroquíes que además del hándicap del idioma tenían una discapacidad intelectual, con adolescentes que trapicheaban para pagarse su vicio...
No soy un ejemplo para nadie, ni nada por el estilo. Me gano la vida con esta historia, como podía hacerlo en una cadena de montaje de automóviles o soldando estructuras. Lo mío es tan digno como lo de los demás y lo de los demás tan digno como lo mío. Cuando hago mi trabajo intento hacerlo lo mejor que puedo y eso es todo.
El amable y sufrido lector podrá preguntarse a ton de qué viene esta biografía comprimida que acabo de marcarme. Sencillo, a que voy a empezar a cagarme en mucha gente y, si bien, mi trayectoria vital no me da inmunidad para decir lo que me plazca, sí me da una visión diferente a la que tiene otra mucha gente, que conocen ciertos conceptos gracias a... gracias a... No los conocen de nada y, encima, intentan dar lecciones, intentando limpiar sus conciencias y/o llenado sus bolsillos.
Gente como esa locutora de radio, muy moderna ella, que se llevaba las manos a la cabeza cuando un banco avaló la fianza de Rato, afeando la conducta. Parece que la cosa no debió sentar muy bien en el susodicho banco, ni en la emisora que trabajaba, pero a ella tampoco le debió suponer un plato de gusto enterarse que ese banco al que criticaba, es el mismo que le había pagado un dinero, hacía bien poco, por hacer unas entrevistas en blanco y negro.






Es lo que tiene ir de enrollada. Pongo el ejemplo de esta locutora, niña de cole de monjas, con falda de tabla y jersey de pico, porque tras escuchar la entrevista que le hizo a un hombre que se encargaba de trabajar con familias paupérrimas, me dio la impresión de que no ha conocido en su vida lo que es tener necesidad (de lo que me alegro) ni a nadie que la haya tenido. Veamos por qué digo esto. Al inicio de la entrevista el hombre intentaba hablar sobre las causas de la pobreza: falta de empleo durante largos períodos de tiempo, sobre todo. La colega, que debía considerar que no era suficiente la cuestión y preguntó, por dos veces, sobre la importancia de la violencia de género en este tipo familias con problemas, algunas desestructuradas. El entrevistado, de manera muy amable, repusó que esa no era la causa prinicipal del problema. Ante la insistencia de la gallega, terminó  diciendo que algún caso había, pero que ese no era la causa principal de la pobreza y de la desigualdad social Resultó desgarrador contemplar como la locutora no tenía interés ninguno en intentar comprender la realidad del asunto. Y más desgarrador aún la imagen que transmitió, de manera inconsciente, sobre la gente pobre. Parecía que todos eran unos gañanes, crueles y ellas unas pobrecitas sufridoras, a las que no les queda más remedio que juntarse con unos bestias. Algo parecido a una subespecie humana donde no es posible el amor por la pareja y los hijos. Donde el respeto resulta algo desconocido. A eso sólo tienen derecho los entrevistados para el banco. Julia Otero es lo que yo denomino una sabinista.
¿Qué es un sabinista? Sencillo.
Uno tiene unos cuantos años, pero desde muy joven pensó, y sigue pensando, que había un tipo de gente, los del Sabina, que hacen esfuerzos ímprobos para parecen a su émulo. Su ejemplo, que no duda en reconocer que se ha gastado 6.000 boniatos en una semana con su amigo, para facilitar el proceso de creación del anterior disco. Eso en mi pueblo se llama vicio, aunque disfrazarlo de creatividad mola mucho. Es lo que tiene los lameculos reales, se les permite todo. Basta que abran la puerta de su casa a una futura reina, cuando esta tenga el capricho de ver una actuación suya en petit comité, aunque el jienense lo quiera disfrazar como le venga en gana. Eso es el sabinismo: ir de enrollado y ser un clasista, incoherente, que pretende vender humo.
Por si no ha quedado claro voy a comenzar con un asunto que servirá para aclarar al lector lo que defiendo.
Imagino que el lector habrá tenido ocasión de contemplar a esa gente que le da dinero a una persona alcohólica o a adicta a la droga y, a la par que afloja la mosca, dice al destinatario de su limosna que no debe gastársela en vicio. ¡Pedazo de gilipollas! Si le das el dinero a una persona adicta, enferma, que debe pedir por las calles para satisfacer su necesidad, ¿en qué piensas que se lo va a gastar? ¿En un sandwich de Rodilla? Son personas con una patología que, por hache o por be, o no pueden o no tienen necesidad de rehabilitarse. Si les das algo sabes a lo que va destinado, que, realmente, es lo que más necesitan en ese momento. Dan una parte ínfima de su dinero y, encima, se creen con la autoridad moral para dar lecciones. Yo doy de vez en cuando dinero a alguien. Antes lo hacía a personas que pensaba se lo iban a gastar en comida y esas cosas tan molonas. Ahora, cuando lo hago, no hago distingos. Un cartón de vino puede ser lo que no necesita en ese momento un alcohólico y yo, al menos lo reconozco, no voy a ayudar a esa persona a que se rehabilite, porque no sé y porque no me une a él nada tan fuerte como para intentar cambiar la vida de un desconocido, que probablemente ni me escuche tras darle la pasta.
Sabinismo en estado puro también se encuentra en el trato que se da, por parte de mucha gente, a las personas con discapaciad. Recuerdo que hace un tiempo leí que Kutxi Romero, vocalista y compositor de Marea, se había implicado en un proyecto musical con jóvenes con síndrome de Down, que tienen una banda musical llamada Mochila XXI. Pare empezar, me parece genial que un músico profesional ayude a otros con menos medios y, de igual manera, me parece genial que unos tíos a los que le gusta la música se dediquen a ello. Pero lo que no me parece tan bien es que el navarro hable de la experiencia como algo maravilloso, por el hecho de que las personas con síndrome de Down te aportan mucho y bla, bla, bla. Vamos a ver, esa monserga lo único que denota es que se acercó a ellos con un montón de prejuicios, como otra mucha gente (la respuesta de Pedro Sánchez, durante una campaña electoral, a una pregunta de una persona joven con síndrome de Down, invitando al público a aplaudir tras la pregunta, y antes de contestarla, es digna de la mediocridad, llena de prejuicios, del personaje y refleja el sentir de muchos de esos sabinianos). Como he dicho me parece genial que se haya acercado a ellos, pero no desde su atalaya de la normalidad. Lo que en realidad le ha enriquecido es comprobar que no muerden, ni chillan sin motivo, ni se bajan los pantalones en mitad de la calle... Lo que en realidad le ha enriquecido es que ellos son personas, como nosotros, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo que en realidad le ha enriquecido es saber que los prejuicios cierran puertas y he impiden conocer la realidad. Sin embargo, a pesar de la crítica, me quedo con Kutxi Romero, que supo acercarse a otras personas y, a pesar de intentar ocultarlo con palabras bonitas, enterró sus prejuicios. Acercarse a los demás para conocer, esa es la clave.
Por cierto, he llegado a escuchar que tener un hijo con discapacidad intelectual constituye un regalo, a veces hasta del Señor. Nada más lejano de la realidad. Confesaré que una de las cosas que más congoja me crea es ver a personas ancianas, por lo general bastante deterioradas, paseando con un hijo adulto con discapacidad intelectual. Me genera congoja porque pienso que ese hombre o mujer ha debido renunciar a su vida para criar a su vástago, cosa que es de derecho. Me produce congoja porque sé, lo he visto en mi trabajo, que, a partir de una edad, los padres sólo piensan en dejar lo mejor posible a sus hijos con discapacidad cuando ellos mueran. Me produce congoja porque intuyo que el último pensamiento antes de morir de ese padre va a ser: Y ahora, ¿qué va a ser de mi hijo?
No. No constituye ningún regalo alterar, en cierta forma, el ciclo de la vida. Al menos nos queda el consuelo de que en nuestra sociedad existen recursos para cubrir las necesidades, mediante la serie de apoyos adecuados, de las personas que por su grado de discapacidad no pueden desarrollar una vida plena de manera autónoma. Tener una sociedad que, aunque con grandes posibilidades de mejorar, pueda prestar atención a las personas que lo necesiten por lo que hemos expuesto con anterioridad, eso sí es una suerte.
Vamos a cambiar de tema y aprovechando que he sacado con anterioridad el tema del alcoholismo me gustaría decir algo que va a escandalizar al personal, pero es lo que hay. Hace tiempo, tuve ocasión de conocer a una mujer a la que, en tiempos remotos (franquismo), su marido, ya fallecido por aquellos entonces, la pegaba. El trágico proceso seguí siempre un macabro ritual: trabajo en el campo, bar del pueblo, ingesta masiva de alcohol, paliza a la mujer a llegar a casa. Suena duro, pero es una descripción somera y efectiva de lo que, por desgracia, ocurría Estos hechos, que en una época donde el trabajo a destajo y el bar eran la parte fundamental de la vida de muchos hombres durante el franquismo, eran caldo de cultivo, junto con la permisividad intencionada del sistema, de un altísimo grado de violencia, del que creo que poco se ha hablado. Por desgracia, este casuística sigue existiendo a fecha de hoy, siendo víctimas de ella, hoy como ayer, los niños, aunque poco se habla de ello.
Me gustaría seguir, antes de abordar el tema de la violencia contra mujeres, niños, y contra hombres (que también la hay, aunque se oculte) con una conversación que tuvo hace no mucho con un amigo, que me narraba un caso del que tenía lejanas referencias, pero que él conocía bastante. Esta triste historia, real, está protagonizado por un fulano, que puesto hasta arriba de coca, golpeó de manera brutal a su mujer. La historia la conocía, pero no sabía que la farlopa tenía algo que ver, ni que el mal bicho en cuestión era un tipo peligroso, sin importarle el sexo para enzarzarse con quien fuera menester. De hecho, parece que era una costumbre entre mucha gente no tener más relación con el tipejo en cuestión que la necesaria, para evitar males mayores.



Al final piensas y compruebas que en eso que se ha dado en llamar violencia de género, los más modernos lo llaman machista, hay una mezcla de situaciones: en algunos casos adicciones, violencia como forma de abordar la vida en otros casos, machismo en otros casos, enfermedades psiquiátricas, como el batería de famoso grupo español que mató a su pareja (los medios lo vendieron como violencia machista) o la de esa mujer que intentó matar a la mujer de un conocido periodista deportivo, incluso hay casos, hace un par de semanas hubo uno, de ancianos que matan a su mujer enferma, en una fase avanzada de Alzheimer, por imposibilidad de atenderla, por no soportar ver su destrucción (recuerdo que hace dos años hubo otro similar)... Sin embargo, nadie intenta poner coto de verdad al problema, separar el grano de la paja. Todo es violencia de genero o machista. Cuando en realidad lo que hay es mujeres y niños a los que hay que salvaguardar y analizar, caso por caso, el origen de las agresiones, siendo el tratamiento distinto en función de la etiología. Pero eso no importa, hay mucha gente viviendo del asunto, y los que sufren no suelen tener ni voz ni voto. Por si acaso alguien interpreta que estoy defendiendo que las parejas se deben volver a unir, me gustaría aclarar que lo que se trata es que el fulano que causa el maltrato sea, si es posible, tratado de su adicción, si ese es el origen de su violencia, de su enfermedad mental, ayudado si no puede cuidar de su mujer enferma o, en el caso de que se trate de un hijo de puta violento, que se coma trullo a saco y que las administraciones procuren, todo el tiempo que sea necesario, unas medidas que garanticen a la mujer y a los hijos poder llevar una vida normal.
Pero claro, no interesa vender la imagen de que la gente puede rehabilitarse. Mola más hacer calendarios y calendarias, hablar de micromachismos y llevarse cientos de millones de euros de subvenciones para que, por ejemplo, un sindicato patrocine la actuación de piano de una sobrina de uno de los sindicalistas, con motivo del Día contra la violencia de género. Acto al que yo he asistido. No me lo ha contado nadie. Algún se hablará de la pasta que este tipo de publicidad supone para los medios, interesados por ello en desvirtuar un problema real, buscando sacar tajada de ello.
Voy a contar como funciona el negocio para mucha gente que vive muy bien a costa de esto: unos fulanos consiguen una subvención, un cargo político o docente y tienen que justificar la talegada que han sacado lo hacen de dos formas: investigan, creando en muchas casos nuevas necesidades y conceptos para justificar su trabajo y dos, recurren a lo más sórdido: cada vez que hay un asesinato de un hombre a una mujer lo llaman asesinato machista (la cadena SER es experta en ello), sin que haya una sentencia judicial del asunto. Ellos ya han decidido que todos y cada uno de los cincuenta y pico asesinatos que se producen en ese ámbito cada año se deben al machismo. Luego aparecen sentencias como ésta y, por supuesto, callan como perros.

http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/05/03/madrid/1462283396_556445.html

Por eso, es mejor investigar, antes de acusar y sobre todo de juntar churras con merinas. Por cierto, las mujeres también asesinan a sus parejas (en un relación uno a tres), pero eso no aparece en ningún lugar en las estadísticas en España, porque ese aspecto fue suprimido de las estadísticas tras la aprobación de la Ley Integral de Violencia de Género. En Alemania, por ejemplo, ese tipo de asesinatos si se recogen en la estadística.
Siempre he pensado que todos esos feministos y feministas deberían señalar y sitiar, si fuera menester, los prostíbulos, donde se tiene secuestradas a mujeres contra su voluntad. Seguro que ellos, con sus contactos y sapiencia podrían saber cuales son. Pero no, allí no se les verá, porque igual debían de dar la cara y jugársela.
Salgamos del pantanoso terreno en el que hemos entrado y vayamos a por otro tipo de sabinismo: la tontería animalista urbanita que se impone por doquier. En esta sociedad en que los niños se traumatizan si les riñes, en que el fin último de la vida es la felicidad (yo pensaba que era saberla vivir), en que ir al campo es irse de finde a una casa rural e ir con el coche de un pueblo pintoresco a otro no tanto, haciendo un alto en medio para sacarse una foto al lado de unos árboles, justo antes de ir a comer al restaurante petado de turno, se ha puesto de moda el animalismo. Un animalismo urbanita, impulsado por aquellos que, además del finde de casa rural, todo el contacto que tienen con el campo es el documental de la 2, el de después de Saber y Ganar, que viene muy bien para echarse la siesta. Yo lo reconozco, he vivido en un pueblo mediano, ahora vivo en uno grande, me gusta salir a patear por el campo, pero me sigo considerando un urbanita. Sin embargo, he podido comprobar como la gente de los pueblos, esos cazadores malévolos para los urbanistas, a las seis de la mañana de un sábado o un domingo, están levantados para ir a patear el campo e intentar cazar una liebre, un codorniz o lo que se tercie en la zona. Esa gente, que si no caza nada un día no se lían a tiros con el personal (como me decía con resignación un cazador cuando ya estaba a punto de cerrarse la veda: "no hay manera de cazar nada, los animales que quedan ya se las saben todas. Por eso siguen vivas".), patea el campo, y son los primeros interesados en hacer bien las cosas. Esas personas respetan el terreno que pisan y que, en la mayoría de los casos, han pateado desde pequeños, formando parte de su experiencia vital. Esas personas, que luego se reúnen en los bares tras la jornada a contar sus triunfos, sus miserias o a inventarse lances, suelen tener todo el respeto del mundo a su medio. Sin embargo, esos fulanos, urbanistas iletrados y aburridos, que cargan, como he podido comprobar, contra un tipo que tiene ponys para pasear a niños en ferias de esas tipo medieval, que tanto se llevan, alegando que es maltrato animal, merecen todo mi desprecio. Sería mejor, que se fueran, por ejemplo, a los gallineros, donde los animales viven en unas condiciones diseñadas para aprovechar hasta el últimos segundo. Alguien me contó hace no mucho algo sobre los mataderos. No lo reproduzco porque no he podido confirmar lo que escuché,  aunque la fuente me merece bastante confianza, pero el argumento que me dieron me pareció aberrante. Un tiempo después vi y leí esto y me acordé de aquella conversación. Pero tranquilos, que los de los ponys, los que persiguen los toros, pero no los correbous, los que nunca han ido al campo, pero critican a los que viven en él y lo patean, no osaran cuestionarse como se produce o se mata su comida. ¡Cómo van a renunciar a un chuletón de buey (que,por lo general, será de vaca vieja) cuando van al restaurante que les recomendaron en la casa rural!
La entrada me está quedando larga y creo llegado el momento de cortar por lo sano. Me he quedado con ganas de atizar a más gente (por ejemplo, a los que aman a las "minorías", sólo por el hecho de ser distintos y exóticos, a Boris Izaguirre, ¿a nadie le llama la atención que un tipo que lucha por los derechos LGTB ponga tanto interés en transmitir esa imagen prototípica del homosexual asociado a ser una loca? y a...), pero creo que lo dejaré para otra ocasión. Sólo me queda decir que yo soy de Kutxi Romero, porque escribe mejor, porque tiene deseos de conocer y de cambiar sus prejuicios y porque no me gustan los lameculos.
Un saludo.

jueves, 26 de enero de 2017

LOS FLAUTISTAS DE HAMELÍN

"Toma un hombre mortal
y ponlo al control,
viendo como se convierte en un dios,
viendo las cabezas rodar (...)
Como el flautista de Hamelín
guía las ratas por la calle,
balanceándose como marionetas,
bajo la sinfonía de la destrucción"

Symphony of destruction, Megadeth


Contemplo la marcha de mujeres contra Trump y me acuerdo de Martin Luther King. Sin embargo, no me viene a la memoria por lo que se pudiese suponer, si no por su giro postrero en favor de la lucha contra la pobreza y los derechos de todas las personas, sin importar el color de su piel. Esta parte de su vida resulta poco conocida; tal vez porque no interese difundir que un Premio Nobel de la Paz, apóstol de la no violencia, acabó luchando contra la pobreza, germen de toda discriminación. Si mira en su entorno, resulta más que posible observar que quienes muestran conductas de rechazo ante un inmigrante de origen magrebí, por ejemplo, pierden el culo, arrastrándose hasta la humillación, ante un jeque forrado de petrodólares. 
Me acordaba del pastor, asesinado en aquella época de EE.UU. que tanto se asesinaba a gente relevante, porque supo comprender algo que parece no comprender mucha gente:  la solución a lo que está pasando pasa por una concienciación y una organización postrera, para luchar contra las embestidas del neoliberalismo. El neoliberalismo ha hecho buenos los pronósticos que Marx hizo en su obra El capital:
La búsqueda de beneficios y productividad de las empresas las llevaría a necesitar cada vez menos trabajadores, creando un "ejército industrial de reserva" de pobres y desempleados. "La acumulación de riqueza en un polo es, por tanto, al mismo tiempo acumulación de miseria en el otro".
El lector se puede preguntar qué relación tiene esto que he escrito, con las marchas contra Trump. Todo. Aunque pueda no parecerlo. Veamos.
La elección de Donald Trump como presidente de EE.UU. es un síntoma de algo que no sólo ocurre en ese país. El fin de semana pasado tuvo lugar una reunión en Alemania de los líderes de los partidos de extrema derecha europeo con más posibilidades de gobernar, o acercarse bastante al sillón presidencial, en sus respectivos países. Focalizar la atención, de manera exclusiva, en el millonario estadounidense no supone más que una falta de perspectiva global del problema y, como consecuencia, un problema para encontrar una solución al más que preocupante asunto. Se trata de un problema radicado en los países occidentales, como consecuencia de la avaricia de unos pocos, y sus adláteres, Adláteres entre los que se encuentran muchos de los que critican la llegada al poder de Trump. Ente los adláteres encontramos: periodistas, "pensadores", políticos, sindicalistas... que no han plantado cara a la herejía amoral que suponía la cada vez mayor acumulación de capital en menos manos. Entre todos estos personajes existían dos tendencias: los que  no ocultaban su ideología y, los peores, los que pretendían hacer ver a los ciudadanos que se situaban a un lado de la trinchera, pero, en realidad, eran unos voceros más del sistema neoliberal. Entre estos últimos encontramos a los sindicatos, los partidos que se apellidaban socialistas, los medios de comunicación que se tildan progresistas (en España podemos encontrar, entre otros: la SER, El País, eldiario.es, - su relación con Soros es algo más que casualidad-, La Sexta...). Todos los que decían representar el interés de los trabajadores y que se han limitado a transigir con el modelo neoliberal. Sin embargo, estos personajes optaron por hacer creer al personal que luchaban por los ciudadanos, adoptando, cuando no creándolas, diferentes causas,  (piense el lector en los diferentes colectivos que andan danzando por ahí exigiendo sus derechos, o los de sus mascotas), para evitar así hacer frente a la situación económica que asolaba a lo que se denomina la clase media. De esta manera, evitaban enfrentarse a los poderes económicos, que han dado el visto bueno para que ellos medren y hacían creer a los ciudadanos que seguían en una lucha sin cuartel por mejorar su calidad de vida.


Resulta evidente, que una buena parte de esos luchadores por las libertades son personas con un poder adquisitivo medio/alto, que tienen poco que perder, al contrario, en su lucha. Sin embargo, los que han perdido su trabajo, su casa, su vida no tienen la capacidad de exponer sus problemas. Como mucho, de vez en cuando, algún programa de televisión utiliza a alguna de estas personas para ganar audiencia y, de paso, recordar al telespectador que hay gente que se encuentra en peor situación (él, al menos, tiene casa y una televisión para ver las desgracias de otros).
La ruptura definitiva con un sistema, creado durante la 2ª Guerra Mundial por Franklin Delano Roosevelt, que Winston Churchil aceptó porque no le quedaba otra, en Bretton Woods, se produjo tras la caída del Muro de Berlín y la imposición de las tesis neoliberales, que Reagan y Theatcher impulsaron (en realidad se habían experimentado en América Latina, con consecuencias nefastas, excepto en Chile, donde obvian decir que el negocio del cobre, nacionalizado, ayudó sobremanera. Sobre ello escribí en una entrada anterior). Desde esa época, años 80, hasta nuestros días se ha ido produciendo un proceso de desregulación (falta de control de los estados, en beneficio del gran capital), que ha contribuido a crear la estafa, ellos lo llaman crisis, que estalló en 2007.
Como he escrito antes, los mecanismos de defensa de los trabajadores ante esta agresión no existían y, por lógica, se debían buscar formas de hace frente a una situación lacerante para muchos ciudadanos.
Por desgracia, los años treinta del siglo pasado quedan muy lejos y poca gente recuerda que una crisis, muy similar a la actual, trajo aparejada la aparición de los fascismos y su llegada al poder (el fascismo en Italia llego al poder antes, en 1922, debido a unas causas un poco distintas a las que refiero). Aunque tal vez debería concretar más, unas condiciones parecidas a las actuales izaron al poder en la República de Weimar a un tal Adolf Hitler. Muchos ciudadanos, buscando respuestas a su problemática, han encontrado en el sentimiento de identidad nacional, en la capacidad de mejorar ayudados por los de tu mismo país, en el repudio al que viene de fuera (sin dinero, eso sí) la forma de abordar una problemática generada por eso que se llama globalización, que no es otra cosa que la imposición de los derechos del gran capital sobre el ciudadano.



La solución, desde mi punto de vista, no es la correcta, pero: ¿qué otra solución da el sistema? ¿Los dictámenes de los "expertos" burócratas económicos de la Unión Europa (auténticos incapaces que están ahí, de manera nada democrática, por ser los siervos de su amo)?, ¿Los gurús de Wall Street, de los que, no olvidemos, se rodeó Barack Obama?
No, el sistema sólo atisba soluciones parciales, que las élites económicas y sus cómplices políticos, se encargan de cercenar. Véase el ejemplo de Bernie Sanders en EE.UU. Aunque Sanders sólo hubiese supuesto un pequeño parche en un gran reventón, que seguiría perdiendo aire. Se necesita cambiar la rueda.
Analicemos otro tipo de soluciones como la de salir a la calle en una macromanifestación, o en muchas, para defender los derechos de la mujer. Uno, que participó en manifestaciones del 15 M en varias ciudades, pudo comprobar que cuando alguien llega al poder, controlando todos los resortes del mismo, se pasa por el forro de la entrepierna los gritos, los carteles y las eslóganes. Es más, puede ocurrir, como en el caso de España, que esa indignación se canalice en un partido que, mucho antes de llegar al poder, si llega, ya ha entrado en la rueda y lo único que hará serán esos cambios estéticos, que en poco cambian el fondo de la cuestión.
Me resulta curioso como medios en nuestro país medios de derecha y medios progres coinciden en ensalzar las manifestaciones anti Trump. Me resulta curioso porque, cuando al final se quitan la careta, unos y otros son la misma cosa. Sólo les diferencia el tipo de maquillaje que llevan. ¿Sabe el lector a cuántos hispanos ha deportado Obama durante sus dos mandatos? A unos tres millones, siendo el presidente que más expatriaciones ha realizado en los últimos treinta años. Es posible que la prensa patria haya publicado la cifra en algún momento. Si ha sido así, no he encontrado la reseña. Siento mi torpeza.
 Uno recuerda que, esos mismos medios, se llevaban las manos a la cabeza con el resultado del Bréxit, pero no acertaban a comprender que, lo que antes de la estafa del 2007 era impensable (no había que realizar grandes cambios, porque el nivel de vida de los votantes era bueno o aceptable) en 2016 era una realidad. Si ellos (los políticos) no cambian, lo harán los ciudadanos, buscando una mejora en sus condiciones de vida. Condiciones de vida que habían tenido de manera previa y que perdieron sin que ellos fueran los causantes de ello.
Hasta aquí un análisis de la situación. A partir de aquí llega lo complicado: dar soluciones.
La primera, y fundamental, es intentar unir a todos aquellos que tenemos un interés común. No hay mujeres y hombres, no hay distinción de credos (en este país, existen cristianos luchando por los que peores condiciones de vida tienen, denunciando esa situación, pero los progres, muy anticlericales ellos, obvian esa situación. Tal vez deberían, por ejemplo, conocer lo que se hace en las iglesias de barrio o saber que una guerrilla como el ELN colombiano, de tendencia marxista, ha estado, y está, fundamentada en la Teología de la Liberación, desde que el cura Restrepo se enroló en sus filas). No existen distinción de tendencias sexuales, ni de edades. No hay distinción por procedencia. No existen países, ni fronteras. Todo eso no debe importar. Sólo se debe buscar reparar el daño que los neoliberales y sus cómplices nos han hecho, uniendo a todo aquel que, de una u otra manera quiera acabar con la criminal avaricia de unos pocos.
Para continuar se deben establecer unas reglas del juego claras, y muy duras, para los tramposos. Espero que algún liberal esgrima sus argumentos, pero, por favor, que no sea el profesor universitario, que participa en un programa de radio matutino (ése que culpa de todo a los impuestos) y defiende que Rusia y la OPEP pacten sobre la cuota de producción de petróleo, para que suban los precios del mismo (ese es el nivel de los liberales y de parte de la universidad de este país). Cuestiones tan de moda como el fraude fiscal debe ser perseguido, no sólo con la cárcel de quién lo comete y del profesional del Derecho o de la Economía que lo facilita, sino también con la confiscación de todo el dinero defraudado. Digo confiscación, porque quien no vulnera la ley  a sabiendas, en beneficio propio, o de terceros para los que trabaja, contribuyendo a empobrecer a sus conciudadanos, debe contemplar como sus actos conllevan una respuesta fuerte y proporcionada a su acción. Los medios neoliberales venden este tipo de fraude como una especie de juego, donde el rico intenta ahorrarse unos eurillos, ante un ente llamado administración, voraz y caprichosa. La cosa es bien distinta: quién tiene mucho, intenta no compartir lo que tiene con sus conciudadanos que, aceptando las reglas del juego que han convertido en rico al defraudador, se ven perjudicados, pues ese dinero que no llega a las arcas de las administraciones no revierte en servicios para esos ciudadanos que sí aceptan las reglas. Si el defraudador no quiere aceptar las reglas que no le convienen, lo apropiado es que los poderes públicos reviertan, con toda la contundencia posible, esta situación.
Por otra parte, no cabe duda alguna que el régimen de oligopolio en que actúan ciertas empresas, véase las eléctricas, las petroleros, incluso las empresas productoras de gel, con la finalidad de alterar el precio de los productos que ofrecen, deberían estar castigado tanto con penas de cárcel, que en cualquier caso implicaran la entrada en prisión de los presidentes de las empresas, así como de otros cargos responsables de dicho fraude, incluidos todos los miembros del consejo de administración, (para ello las condenas no deberían ser de menos de dos años y un día, como mínimo), así como una multa que supondría un tercio, al menos, de las ganancias del ejercicio anterior, si las hubiere. De repetirse dicha conducta, además de las penas de prisión, la sanción supondría el 100% de las ganancias declaradas durante el ejercicio anterior.
En otras palabras, castigar al tramposo, que se aprovecha de su posición de fuerza de tal manera que las consecuencias de sus actos no sólo le acarrearían prisión, también contribuirían a acabar con su carrera profesional, pues el quebranto ocasionado por la sanción a la empresa no dejaría en muy buen lugar al directivo.
Pero además se deben dar soluciones a los ciudadanos, no sólo hablar y hablar, como hacen los políticos actuales. Se debe romper el corsé, para hacer uno nuevo a medida de quienes lo están demandando. Sí las opciones de extrema derecha lo rompen, por el lado más débil, las opciones de izquierda, no esa izquierda o progresía que se autodenomina izquierda, debe plantear una ruptura con los estúpidos, y criminales, dogmas neoliberales.
La idea que Podemos defendía en su primer programa electoral: los sueldos máximos no deben superar en un porcentaje, por ejemplo 10 veces al sueldo menor de la empresa, contribuiría a paliar el ansia de dinero rápido de ciertos profesionales. Para evitar que dichos directivos cobren más dinero por la puerta de atrás, parece razonable que se limiten los bonus que reciben, por ejemplo a un 15% del salario y siempre, después de un período mínimo de tres años en la empresa, ligando dichos bonus a una gestión consecuente durante ese tiempo.
Intuyo que para cierta gente lo que está leyendo supone algo así como volver a la época soviética. Tal vez. Pero la situación de depauperación galopante a la que se está sometiendo a decenas de millones de personas en todo le mundo requiere medidas drásticas.
Por supuesto, la nacionalización de todos los recursos indispensables para que los ciudadanos vivan con dignidad: electridad, agua, Sanidad, Educación, banca... resulta indispensable.  No se trata de tener el monopolio de dichos servicios.El objetivo es proporcionar a los ciudadanos un mínimo indispensable para vivir con dignidad. En eso parece que Podemos no está tan de acuerdo, pidiendo "responsabilidad" a las empresas, que, por otra parte, tienen como meta ganar dinero, cuanto más mejor. La "responsabilidad" se la ha de pedir a las administraciones, a los estados y a sus gobiernos.


Tal vez alguien pueda decir que las empresas privadas no puedan competir contra lo público, puede ser. No parece una idea descabellada controlar, por parte de los poderes públicos, los medios de producción y la distribución de los recursos indispensables a los ciudadanos. Contrariamente a lo que los neoliberales propugnan lo público no tiene porque ser más caro e ineficiente. Tómese como ejemplo la Sanidad. La Sanidad española, pública, resulta más barata y eficiente que la estadounidense (a pesar de todos los empeños de P.P. y P.S.O.E. por destrozarla), pudiéndose observar los resultados del funcionamiento de una y otra en la esperanza de vida de ambos países.
Es posible que el  nicho de la empresa privada sea otro y pueden hacer negocio en ese lugar. O a lo mejor, pueden competir en determinados sectores, por ejemplo la banca, con lo público y en otros no. Pero lo que está claro es que lo primero es asegurar la vida a todos, o a la gran mayoría de los ciudadanos. La Economía debe estar al servicio del ciudadano, y no al revés.
Seguro que algún "experto" hablará de la fuga de capitales, de pérdida de puestos de trabajo y esas monsergas. Cuando ocurre esto a uno le viene a la mente esa campaña que hizo la hostelería patria cuando se promulgó una ley por la que se prohibía fumar en bares y restaurantes. Según la patronal del sector se iban a perder decenas de miles de puestos de trabajo. ¿Qué ocurrió? Nada. Pero digo más, miremos a los EE.UU. de Trump: no produces en mi país, te frío a impuestos, favoreciendo a quien genera riqueza en él. Ahora la cosa es al revés: administraciones, sindicatos, medios de comunicación, bailan el agua, y dan dinero público a espuertas, a las empresas que se instalan en un determinado lugar, generalmente a las grandes empresas, que, ¡oh sorpresa!, generan en torno al 25% de los puestos de trabajo del país (antes de la estafa/crisis el porcentaje se situaba en torno al 20%, pero el cierre de pequeñas y medianas cambió estos parámetros. Lo que, en cierta medida, demuestra que la gran empresa ha salido victoriosa de esta situación.).
Parece también pertinente limitar el tamaño de las grandes empresas, en especial de bancos y entidades financieras de todo tipo. Uno de los problemas fundamentales de la situación que vivimos es el tamaño de las empresas dedicadas a gestionar el dinero. El gran tamaño de alguna de ellas, junto con los amaños contables, provoca que su quiebra, arrastre a otro gran número de entidades, relacionadas con ellas, cuyos capitales, inversiones, etc. dependen, de una otra forma, de la entidad en quiebra, produciéndose un efecto dominó. Como se ha demostrado, "dejar caer" (en realidad se trata de que las empresas quiebran por mala gestión) a grandes corporaciones pueden "quebrar" el sistema (el sistema está en quiebra, lo que están haciendo es parchear), arrastrando a diferentes sectores, en especial a los sectores productivos de verdad. Sin embargo, la realidad resulta otra y, a día de hoy, se siguen fusionando bancos, grandes empresas, conformado un conglomerado de pocas e inmensas corporaciones, que, en teoría, no pueden dejarse quebrar, porque colapsaría todo el sistema.
La prohibición de empresas, sobre todo financieras, a partir de un determinado tamaño (con un tope de capital gestionable), ayudaría a dos cosas: a que la mala gestión se castigase con la quiebra, beneficiando a los buenos gestores, y dos, a que hubiese una competencia real, no un régimen opaco, basado en el chantaje a los gobiernos y en el oligopio.
Aunque aún quedan bastantes cosas en el tintero, la entrada resulta ya muy larga y no parece acertado seguir torturando al amable lector.
Un saludo.

domingo, 22 de enero de 2017

¡PELIGRO! NEURONAS TRABAJANDO

El Tribunal Supremo ha emitido una sentencia por la que condena a un año de cárcel y a seis años y medio de inhabilitación a Jorge Strabwerry, líder del grupo Def con Dos, por publicar unos tuits que, según ese órgano judicial: "...alimentan el discurso del odio, legitiman el terrorismo como fórmula de solución de conflictos sociales y, lo que es más importante, obligan a la victima al recuerdo de la lacerante vivencia de la amenaza, el secuestro o el asesinato de un familiar cercano". 
Parece que lo más importante para el Supremo no resulta tan "importante" para alguna de las víctimas (citadas en uno de los tuit):




Incoherencias aparte, no olvidemos que este mismo tribunal fue el que declaró ilegales las cláusulas suelo, dejando bien claro que las sentencia no tenía carácter retroactivo (planteamiento que no tiene ni pies ni cabeza y que ha sido rebatido, de manera reciente, por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea), el trasfondo del asunto reside en el empeño de ciertos estamentos y personas en coartar la libertad. Unos lo hacen usando lo políticamente correcto (aquí, además de los mantras progres, incluyo casos como el empeño que Ciudadanos o el PP han puesto para impedir actuaciones de grupos musicales) , mediante un linchamiento en Twitter o  en medios de comunicación afines. Otros, como en el caso que abordamos, lo hacen creando leyes represivas o interpretándolas ajustándolas a su entender o ideología. Tal vez, en este aspecto el caso más mediático sea el de los dos titiriteros, encarcelados por, según el juez Moreno (el mismo que los liberó sin cargos), un delito de enaltecimiento del terrorismo. De nuevo el delito de enaltecimiento del terrorismo, que junto con los delitos de odio constituyen un cajón de sastre, que, en manos no adecuadas, puede ser utilizado, no sólo por jueces, fiscales y abogados, para acallar opiniones contrarias, humor grueso o perspectivas distintas de entender la vida.
Tal vez merezca la pena resaltar que desde que ETA dejó de asesinar ha habido más condenas por enaltecimiento del terrorismo que cuando ETA asesinaba.
Ese mismo delito ya ha sido utilizado para condenar a un tuitero por utilizar la muerte en atentando de Carrero Blanco, un año y medio de cárcel, y también se ha utilizado para encausar a otra tuitera, cuestión que hasta a una descendiente de Carrero Blanco le resulta carente de todo fundamento. Parece claro que resulta más fácil cargar contra personas que utilizan que utilizan el sentido del humor, o lo que sea, desde ciertas atalayas.
Lo mismo ocurre con políticos, periodistas (o eso dicen ellos), artistas y demás tropa que cargan contra personas, o grupos, que representan lo que ellos consideran que se sale de la norma. El caso de Ciudadanos en Valladolid, intentando prohibir una actuación de, ¡qué casualidad!, Def con Dos, el del Ayuntamiento de Madrid, con la connivencia de la subdelegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, haciendo lo mismo con Soziedad Alkohólica o el de Los chicos del maíz en Sevilla muestran a las claras como funciona la represión. Pero esta represión también va en sentido contrario; grupos que se amparan en el progresismo o la igualdad realizan campañas para que se prohiban conferencias, seminarios, etc., consiguiendo ejercer una descomunal presión, en especial entre políticos y rectores universitarios (que conducen a la universidad hacia un pensamiento único, prostituyendo la esencia de la universidad). En España tenemos ejemplos varios y variados de charlas prohibidas o boicoteadas, en nombre de vete tú a saber que ideología.
Como se puede comprobar, en este país, y en otros, se prohíbe pensar. Mejor dicho, se prohíbe manifestar que se puede tener ideas contrarias a lo establecido. En realidad, no se prohíbe, sólo se persigue a los disidentes, cuando, en primer lugar, se tiene una posición de fuerza y, además, cuando no se tiene la capacidad de derrotar al oponente con argumentos. No estoy diciendo con esto que aquel a quien se persigue tenga la razón, sólo digo que aquel que persigue no es capaz de aportar argumentos mejores que el perseguido (aunque existan), debido a su incapacidad o a su predisposición a abusar de su posición. Y este punto resulta crucial: el abuso de posición frente a quien sólo manifiesta ideas, o humor, divergente. Se machaca a quien a aquel con el que se puede, porque para el que lo hace sus ideas pueden suponer un peligro si calan entre más personas.
Resulta evidente que aquellos que viven muy bien no tienen ningún interés en que se cuestione su modus vivendi (entre los que viven muy bien hay algunas asociaciones subvencionadas con fondos públicos y muchos cargos políticos. Recuerdo que el chollo en Política antes era la Cultura - Barón Rojo tiene una canción donde lo refleja a la perfección-, ahora el chollo es la Igualdad) y el sistema: los diferentes poderes, así como los medios de comunicación y los que acaparan la riqueza, están interesados en acallar a quienes, para bien o para mal (repito no siempre están acertados), pueden cuestionar muchas de las verdades inamovibles del sistema, haciendo pensar al personal, aunque sólo sea para rechazar dichas ideas. Este comportamiento ha llegado a ser tan normal, que, en algunos casos, ya no muestran pudor alguno a la hora de hostigar a personas que nada han hecho para merecer cárcel o campañas en su contra, que les impiden, por ejemplo, ejercer su profesión.
Un saludo.

jueves, 19 de enero de 2017

IDIOTARIO (LXXXIII)

Asterix y Obelix: personajes de cómic, que no dudaron en hacer público que dopado se rinde mucho más.


Bruce Lee: actor, considerado la hostia en lo suyo.


Canción protesta: acto reflejo que se produce en multitud de personas cada vez que escuchan cantar, o lo que sea, a gente como Enrique Iglesia o Pitbull.


Democracia representativa: forma de democracia, practicada en los países de Occidente, en la que los ciudadanos eligen a unos representantes que se encargan de obedecer el mandato de los líderes del partido, en beneficio de su cargo.


Franquicia: tipo de negocio en el que se tiene como referente al dictador Francisco Franco.


La vida es sueño: obra teatral de Pedro Calderón de la Barca, donde se narra la vida de unos padres con niños pequeños.


Murallas de Jericó: construcción defensiva que rodeaba la ciudad homónima. Según la Biblia, se desplomaron tras un asedio, por parte del pueblo de Israel, que duró siete días y que se basó en dar vueltas alrededor de la muralla. Transcurrido ese tiempo tocaron las cuernos (trompetas) y las defensas cayeron de manera automática. Se han encontrado documentos de la época donde se demuestra que los constructores de las citadas murallas fueron los mismos que construyeron las viviendas en España durante el boom del ladrillo.


Paritorio: lugar donde la gente se reúne para soltar paridas.


Princesa de cuento: hija o esposa del rey, que defiende que se gana la vida trabajando.

domingo, 15 de enero de 2017

DIARIO DE UN MAESTRO GRUÑÓN (15-I-2017)

Alguien me hablaba, hace tiempo, sobre la finalidad del sistema educativo: formar personas críticas y preparada para incorporarse a un sistema laboral competitivo y cambiante. Dicha aseveración me pareció, me parece, un contrasentido per se. No resulta necesario posicionarse en una u otra ideología para detectar que la afirmación se basa en el supuesto de que se puede criticar todo, menos el sistema económico establecido, porque la finalidad del sistema educativo es crear personas útiles al sistema. ¡Menudo contrasentido! Se puede criticar, pero no cambiar ciertas cosas. De nuevo, se intentan aportar ideas generales, tal vez bienintencionadas, pero carentes de todo rigor. Un ciudadano crítico no sólo debe analizar el entorno en el que vive, también debe saber, y tener oportunidad, de movilizarse para intentar cambiar aquello que considera no acertado.
Desde hace tiempo me produce extrañeza que el común  de los mortales de este país no sepa distinguir entre un proyecto de ley, una proposición de ley o un real decreto, por poner un ejemplo. Creo que deberíamos empezar por ahí: por enseñar a nuestros chavales como funciona el sistema constitucional y que posibilidades de participación les da. Tal vez, sabiendo los mecanismo y, si es posible, utilizándolos es como, además de criticar, podríamos cambiar algo.
De igual manera, cuestionar el sistema económico, y por ende político, mostrando otras formas de hacer y producir, por ejemplo la economía colaborativa, serviría para que cambiar cosas, si es que ellos lo consideran necesario.
Lo que carece de pies y cabeza es hablar de formar ciudadanos críticos que, de entrada, deban ser formados para perpetuar un sistema que a muchos nos parece demencial.
Escucho y leo a cierta gente hablar de la felicidad de los niños, del magno arte de enseñar y de otras formas tópicas y típicas de abordar la cuestión educativa. A veces, cuando oigo o leo a esas personas me acuerdo de alguno de los alumnos con los que trabajo o he trabajado. Niños con problemas conductuales de una cierta entidad. Niños sin lenguaje oral funcional y que intentan relacionarse con otros niños pegando. Niños que ponen en práctica conductas disruptivas de manera ordinaria para llamar la atención del docente, debido a su falta de estrategias, o a un historial de aprendizaje donde ese tipo de conductas han surtido efecto... En ese momento, cuando pongo cara y nombre a esos niños, me pregunto qué narices harían con todos esos niños estos teóricos de lo bueno, bonito y barato. Sé lo que harían: alabar el difícil trabajo que tenemos los profesionales que nos dedicamos a esto, o el de los tutores que tienen en sus clases niños con estas características. Sentir lástima por esas pequeñas personas y "admiración" por nosotros. Eso sí, seguirían, acto seguido y bastante lejos, vendiendo sus eslóganes buenistas.
Cuando tengo noticia de estos tipos me indigno; pero luego me siento bien, muy bien. Con aciertos y errores, con momentos de lucidez y de torpeza, con tiempos de ánimo y de desánimo hago un trabajo, mejor o peor, no pensando en cambiar el mundo, ni en decir a los demás como deben ver las cosas; sólo me limito a intentar que los niños con determinados problemas con los que tengan que trabajar consigan adquirir cosas: contenidos, habilidades sociales, lenguaje... para que sean capaces de desenvolverse con autonomía en el medio en que viven y, por añadido, que sean capaces de disfrutar todo lo posible de disfrutar de lo que les rodea. Con algunos lo habré logrado en mayor medida que con  otros, tal vez por mi torpeza, tal vez por sus características, pero sé que el trabajo callado del día a día, que a veces resulta arduo y parece no servir para nada, ha conseguido que ciertos niños adquieran una serie de capacidades que me hacen sentirme muy bien conmigo mismo. Y me gusta. Me gustan los retos. Me gusta ese niño que aparece sin lenguaje o con un lenguaje escaso y poco funcional. Me gusta ese niño que aparece con ciertas conductas disruptivas, que se deben sustituir por otras más "normalizadas".
Cada vez escucho más críticas contra el mal llamado bilingüismo (el bilingüismo es la capacidad de una persona para utilizar de manera indistinta en dos lenguas, pasando de una a otra con total normalidad, pensando en ambas lenguas). Hace unos años, en este blog, una amiga, y profesora de Inglés, escribió un artículo criticando la impostura que supone esta forma de actuar. Yo no tengo ni idea de Inglés, por lo que no parezco el más adecuado para criticar, o no, el grado de adquisición del idioma inglés, pero sí me parece indigno que, en determinados centros, se impartan asignaturas en el idioma de Churchill a los que mejores notas obtienen en el resto de las áreas, privando de esa posibilidad a los que atesoran peores calificaciones. Si de verdad resulta tan necesario el idioma de los británicos, parece algo bastante inadecuado privar de él a los que van a tener menos posibilidades de alcanzar trabajos asociados a una alta cualificación, debido a sus bajas notas. El sistema parece empeñado en demostrar que la idea del bilingüismo es buena, eligiendo a aquellos alumnos que por sus capacidades y/o grado de implicación van a superar las pruebas en el idioma inglés, privando de esta posibilidad a los que más dificultades tienen. Cualquier persona que la capacidad crítica de la que se hablaba al principio de esta página, podría pensar que en el sistema educativo los alumnos más "torpes" son privado de eso que se vende desde las administraciones como una panacea.
Va a ser verdad que se deben formar alumnos críticos, peros, sobre todo, alumnos que sirvan para engrasar la maquinaria de este sistema económico, eligiendo, desde bien temprano, a los más capaces.

viernes, 13 de enero de 2017

PERSONAS

Estas pasadas vacaciones navideñas se han convertido, en cierta forma, en un tiempo de reencuentro. Reencuentro con personas; reencuentro con formas de quedar; reencuentro, en cierta forma, con uno mismo... Como no podía ser de otra manera, estas situaciones han conllevado reflexiones sobre el paso del tiempo, poco importantes, lo trascendente es lo que nos resta por vivir, y pensamientos sobre la deriva de la existencias de personas que, de manera más o menos directa, formaron parte de tu vida en tiempos pasados. Este segundo aspecto, cómo han evolucionado los sujetos que han compartido parte de mi vida, me ha parecido fascinante. Por ello voy a dedicar esta entrada, lo más corta posible, a este asunto: las diferentes formas de vivir.
Reconozco que, por encima de todos los demás, ha habido un caso que me ha llamado la atención: el de un hombre al que he visto demacrado, tanto en lo físico como en lo mental. Un tipo que creo no pasaba desapercibido por su físico, despuntando en el aspecto positivo, se asemejaba más a un adicto a la heroína que al tipo que yo recordaba. Unido a eso, el discurso que le acompañaba carecía de todo fundamento. En un principio creí que la causa de este cambio se debía a la citada droga. Nada más lejos de la realidad. Según me explicaron todo el proceso de degeneración, incluido el mental, comenzó con la separación de su mujer. Desconozco si su mujer decidió romper su matrimonio porque él ya presentaba algún síntoma o si, en realidad, como me contaron, la ruptura fue el desencadenante del deterioro. De ser esto último, la cuestión da mucho que pensar. Sea como fuere, la enfermedad mental habita entre nosotros, aunque nos cueste reconocerlo, y, aunque no se suela hablar de ello, las patologías mentales (en especial cierto tipo de ellos) conllevan marginación social y, si no cuentan con los apoyos necesarios, miseria económica y vital.
Ese mismo día me reencontré con alguien que había ido conmigo al colegio. Tras las pertinentes cervezas de rigor, me habló de como había discurrido parte de su vida, en la que el uso de heroína y cocaína habían marcado sus días. Salió de la historia, o tuvo la lucidez de no adentrarse más allá de aquel lugar donde el retorno resulta harto complicado, y me contaba algo archisabido: cuando vives en ese mundo, tus amigos te duran lo que dura tu dinero y tu droga. Lo curioso del asunto es que ese aspecto fue el que le sirvió a él para saber que no andaba por los derroteros adecuados.
Por supuesto, también ha habido tiempo para gente que se mueven en ambientes alejados de la marginalidad: personas que ejercen de jefes, personas asalariadas sin otra aspiración que vivir a su manera, aquí me incluyo yo, personas con trabajo estable y miedo al futuro por otras cuestiones.
 Pero me quiero detener en alguien, buen amigo, que me transmite siempre que hablamos, la idea de provisionalidad vital, de incertidumbre sobre donde está su camino. En el fondo, intuyo, todo se debe a la lucha, soterrada o no, entre el deseo y la realidad; entre la obligación y la devoción.; entre la tierra de acogida y el hogar; entre las circunstancias y poder forjar tu destino.
Desconozco si el lector ha vivido esta sensación, yo sí. En el fondo, creo que, de vez en cuando, me siento en esa encrucijada. No se trata tanto de volver a un lugar determinado por tu infancia, adolescencia o lo que fuere, como volver con la gente que te hace sentir a gusto; esta con la gente que sabes son como tú y han sobrevivido a todo lo demás, que ha sido provisional y accesorio.
Hace poco una amiga (espero que sigas leyendo el blog; un saludo) volvió al hogar. Las circunstancias habían desaparecido y sólo quedó la necesidad de sentirse entre aquellos que, a través de la vida, habían conformado un grupo donde vivir, disfrutar, envejecer y sentirse a gusto. Sí, eso es el hogar.
Por mis circunstancias personales me resulta fácil desligar las dos facetas más importantes de mi vida: la responsabilidad y mi vida propia. Estas vacaciones, como no podía ser de otra manera, también he vivido esta situación. Resulta curioso la facilidad para deslizarse de un lugar a otro. Tal vez, todo se deba a un aprendizaje más. Situar los diferentes roles en su momento adecuado, sin necesidad de complejas transiciones. Cada momento necesita ser sentido y, cuando se tercia, disfrutado sin preocuparse del día después.
La soledad, esa nada entre gente, también ha tenido su rinconcito en estas fechas. Miedo a la enfermedad, a la muerte como consecuencia de ella, a la desvinculación del entorno, a quedarse sin referentes familiares. Temor a construir cada día sin las personas de siempre, sin nadie en casa. Cabe la posibilidad de que, en realidad, se trate de miedo a un presente que lastra todos y cada uno de los pensamientos, amparándose en la excusa de no haber conseguido unas metas que nunca habían de llegar. El miedo a la enfermedad, a la muerte, a la incertidumbre, a la soledad resulta humano, casi tanto como la facultad de elucubrar sobre el futuro, ocupando tiempo del presente que dejamos de vivir por ello.
Un saludo.

martes, 10 de enero de 2017

MIRANDO POR MI AGUJERO

Leo un artículo de la BBC, donde se habla de la disminución de la esperanza de vida en EE.UU. Como bien ilustra la información, el problema no reside tanto en que sea una tendencia, por lo menos por el momento, como en el aumento de las muertes, por desesperación, sobre todo entre varones blancos. Las causas de estas muertes por desesperación son: sobredosis, alcoholismo y suicidio. Parece que la crisis económica tiene algo que ver con este aumento de defunciones. Tal vez aquí podamos encontrar una  de las respuestas a por qué Trump se impuso en las últimas elecciones de EE.UU.


Parece que en Siria se ha llegado a un acuerdo entre el gobierno de ese país y los grupos rebeldes, no considerados como terroristas para establecer un alto el fuego. Rusia, Irán, Turquía (que intuyo representaba también a EE.UU. y sus intereses) han facilitado este primer paso para iniciar conversaciones de paz. Al final el problema no era Al-Ássad, mal que el pese a muchos, si no parte de la solución (como escribí hace meses). Intuyo que Obama ha tirado la toalla y ya no intentará derrocar a Al-Ássad (más viendo las consecuencias en Libia de su apoyo a los rebeldes). No está de más que haya reconocido que se equivocaron a la hora de valorar  la capacidad de acción de Estado Islámico. Parece que los malos no eran los que los medios nos querían vender o, al menos, no eran los únicos malos.


Si pregunto al lector sobre el Caracazo, seguro que sabrá lo que es, por muchos que los medios de comunicación tengan especial cuidado en omitir este asunto en sus noticias sobre Venezuela, ese país foco de todos los problemas según estos medios. Si pregunto por el gasolinazo es casi seguro que también conozcan el asunto, a pesar de que los medios de comunicación no se han hecho eco, al menos con tanta profusión, sobre los hechos que acarrea la decisión del Gobierno del país. Tal vez, sólo tal vez, porque un intento neoliberal de hacer las cosas por las bravas, con el precio que conlleva para los ciudadanos, en especial para los que menos tienen, no vista tanto como el enemigo apaleado y sin capacidad de defensa, al  menos en los medios. en que se convirtió Venezuela. Tal vez, sería mejor hablar de como en Perú, en gran parte gracias a la movilización de los ciudadanos, se ha repartido la riqueza y en diez años ha descendido, en torno al 50%, la pobreza del país.


Se ha aprobado la baja por paternidad de cuatro semanas en España. En cierta forma me parece una medida acertada: la madre, en especial si ha sufrido una cesárea, también necesita ayuda para volver a su vida diaria y, además, estar los dos progenitores con el hijo es fantástico. Sin embargo, el argumento que se esgrime por cierta gente: compartir las tareas, no considero que se ajuste a la demanda real del asunto. Unos cuantos llevamos predicando por una baja de maternidad/paternidad mucho más larga y remunerada, porque lo que importa, sobre todo, es que los progenitores, uno o los dos, estén los primeros meses, o el primer año, de vida, siendo la referencia principal para su bebé. Se trata del cuidado del bebé, no de una cuestión de igualdad. Si en una baja por crianza del bebé de diez meses o un año quieren "obligar" al padre a que se coja una parte de ella, me es indiferente, pero el problema real es que los niños con escasos meses de vida, deben ir a una guardería, pudiendo estar en ella una gran cantidad de horas. De nuevo el esnobismo se impone a la necesidad.


Tras el pacto para limitar la producción entre los países exportadores de petróleo, el precio del crudo ha subido de manera muy considerable. Resulta obvio que esta subida beneficiará a países como Venezuela o Rusia, que vieron disminuir de manera significativa sus ingresos. También aliviará la economía de otros países, de los que no se habla, como Arabia Saudí, que ha visto como la rebaja en el precio del crudo, junto con la guerra que mantiene en Yemen, y en la que no le va nada bien, ha supuesto un quebranto para su economía. Aunque no se habla de ello, el país del Golfo ha tenido problemas para realizar pagos a empresas en 2015 y en 2016. Para evitar la protesta de los trabajadores, que tampoco han cobrado, no han dudado en encarcelarlos y condenarlos a pena de latigazos.


Si yo fuera directivo de Antena 3, estallaría de satisfacción por el resultado del último programa del año de la cadena. La Pedroche y su vestido ha sido la comidilla de unos y otros. Su estrategia ha sido muy simple: sacan a una mujer atractiva con un vestido que deja entrever una buena parte de su anatomía, acompañado de un tío nada atractivo en lo físico, para potenciar aún más a su acompañante. Cierta gente, los de siempre, criticarán que la presentadora, que se llevará un pastón, salga en la pantalla de esa guisa y, mientras, la cadena se llevará otro, en forma de publicidad. Sencillo. No, no se trata de una mujer objeto. Más bien hablamos de una mujer que, de manera voluntaria, interpreta un papel, por el que cobrará, con total certeza, más dinero que el que ganará durante el mes de enero mucha de la gente que la critica. Es más, su pareja, David Muñoz, no dudó en posar unos días antes de las campanadas con el vestido que iba a lucir la presentadora. Blanco y en botella... campaña publicitaria, de unos y otros para llamar la atención. A mí me llamo más la atención la entrevista en la que Cristina Pedroche asegura que su padre, que ha sobrepasado la cincuentena con creces, se encuentra en paro y tiene pocas, o ninguna expectativa de encontrar empleo, debido a su edad. Y este hombre, dentro de lo malo, tiene suerte: su hija, que gana bastante dinero, dice que siempre contará con su ayuda.


Hablando de cuestiones que preocupan, o parecen preocupar al personal, al menos según los medios: existe una necesidad, casi paranoide, de imbuirnos la idea de que el terrorismo nos puede matar a todos y cada uno de nosotros casi cada segundo de nuestra vida. Los medios de comunicación se regodean hasta el paroxismo con cada atentando acontecido en Europa Occidental, buscando vender su burra y, de paso, creando, o intentando crear, un estado psicológico de inseguridad. Los políticos también necesitan vender esa expectativa, pues, aunque la amenaza es real, aunque no tan gigantesca, a ellos les interesa que no piensen en como han sumido en la pobreza a millones de personas y como siguen haciendo todo por favorecer a los que ganaron el pulso en la estafa que se llamo crisis: los poderosos. Todos podemos morir, víctimas de un atentado de un hijo de puta que busca ir a su cielo, pero también podemos morir atropellados, de un infarto o víctimas de un accidente de tráfico. Forma parte del juego de la vida.


Veo a José María Aznar y a José Luis Rodríguez Zapatero muy locuaces en los últimos tiempos, sentado cátedra incluso. Me resulta curioso que unos tipos que han creado y ayudado a crecer una burbuja económica, que ha arrojado a millones de sus compatriotas a la pobreza, tengan los arrestos para decir a los demás que deben hacer. Avisados como estaban, en los informes del Banco de España de 2002, 2003 y 2004, realizados por los inspectores de la entidad (funcionario) ya se anticipa el problema que puede surgir, así como en las misivas mandadas por estos mismos funcionarios en 2006, parece mentira que pretendan mostrarnos el camino. Desde hace tiempo poseo la firme convicción de que ambos personajes, así como sus ministros de Economía, directores del Banco de España y ciertos secretarios generales, deberían estar en la cárcel, por actuar de manera negligente en una cuestión que ha llevado a millones de personas a la pobreza. Creo que debería existir un delito que se denominara traición a la ciudadanía, o algo similar, por la que se pudiera juzgar a los dirigentes políticos que hacen dejación de sus funciones, con consecuencias funestas para los ciudadanos.

domingo, 8 de enero de 2017

TÓXICO vs HIJO DE PUTA

"La verdad es lo que es,
y sigue siendo verdad,
aunque se piense al revés."

Antonio Machado

Desde hace unos años la expresión gente tóxica, persona tóxica, se escucha, y lee, por doquier. Aunque creo que todo el mundo conoce su significado, siento la necesidad de aclarar que se refiere a esa gente cuyo mayor empeño es dedicarse a socavar la moral de los demás, de manera gratuita o interesada (a veces pretende obtener con esta actitud cotas de poder) y, sobre todo, intencionada. En otras palabras, hablamos de personas malas o de auténticos hijos de puta. Sin embargo, por mor de lo políticamente correcto, se utiliza la forma expresiva gente tóxica para referirse a este tipo de personas, por desgracia nada infrecuentes en nuestra vida.
Nada tengo que objetar a que ciertas personas prefieran utilizar uno u otro tipo de formas de expresarse para definir un mismo hecho. Creo que en eso consiste la libertad. Bueno, sí. Sí que tengo algo que objetar, en uso, de igual manera, de mi libertad de pensamiento y expresión. Me parece que la utilización de esta expresión refleja, bien a las claras, el tipo de sociedad en el que nos impulsan a navegar. 
Para empezar calificar a alguien como tóxico muestra que aspectos como el bien o el mal y el dolor y el sufrimiento generado por otras personas, se intenta ocultar en esta mundo de buen rollo y consumo sin freno. Las personas no portamos sustancias nocivas (tóxicas), que se expanden por el entorno y hacen infelices a los demás. Nuestros actos, conscientes o inconscientes, son los que generan esa felicidad o infelicidad en los que nos rodean. Existe una capacidad de actuación, de la que somos responsables. Por ello, definir a alguien como tóxico supone una majadería tamaña. Un ser humano actúa de una u otra forma y, sus actos, conllevan consecuencias sobre sí y sobre los demás. Entiendo que para los profetas del buen rollo y el buenismo pedir responsabilidades a otros resulte brutal. En realidad todo se trata de eludir una cuestión crucial: existen personas capaces de realizar actos malvados por el mero hecho de tener la posibilidad de hacerlos. Así de sencillo. Reconozco, y no voy a hablar en sentido figurado, que en determinadas ocasiones se trata de personas con problemas psiquiátricos que, por cuestiones que no me apetece tratar en este momento, no reciben el tratamiento necesario para que puedan llevar una vida más ajustada a la normalidad (sea eso lo que sea). Este tipo de personas no tienen porque ser personas marginales. Pueden, y tienen, pareja, hijos, un empleo, en ocasiones bueno. Por otra parte, existen otras personas que, por cuestiones diversas, muestran una tremenda capacidad para hacer sufrir a otras, por lo general de su entorno inmediato. Individuos, de ambos sexos, que buscan hacerse notar generando problemas en las vidas de otras personas, que poco o, por lo general, nada han hecho para recibir ese trato. 
Me vienen a la mente  un par de casos. Uno en concreto de una mujer que hizo llorar a un par de compañeras suyas de trabajo en determinados momentos, bastante alejados en el tiempo el uno del otro y que, poco después, contribuyó a empeorar la calidad de vida de otra compañera, sin motivo real. Esa persona, resulta evidente, no es una persona tóxica. En tal caso, puede considerarse como una malnacida, hija de puta y, sobre todo, un persona cruel e irrespetuosa, que merece que alguien le responda con su misma medicina.
El segundo caso resulta aún más divertido. Otra mujer, en este caso con un cargo directivo, que se dedicaba a hacer la vida imposible a sus subordinados, que, por otra parte, tenían muchos más conocimientos del área que ella. En esa empresa hubo cambios y la mujer "tóxica" acabó en la calle (como la pasó en su anterior trabajo), no debido a su incapacidad, sino a los problemas que generaba. Lo divertido del asunto es que, tras una repetida experiencia de comportamiento abusivo hacia sus subordinados, de ambos sexos, encontró amparo en una asociación feminista, que decidió luchar por sus derechos vulnerados. Para mear y no echar gota.
Es cierto, que el común de los mortales no desea tener más problemas de los necesarios en su vida y que este tipo de personas crueles parecen tener todo el tiempo del mundo para hurgar en los sentimientos de los demás. Pero la solución, desde mi punto de vista, no es la que dan los teóricos de la teoría del ser tóxico: tratar de evitarlos. Al menos, no resulta una solución viable si ese tipo de personas centran su maldad sobre uno. Ni tan siquiera creo que intentar comprender su actitud suponga una opción válida, porque supone entrar en un bucle oscuro y deforme que nada tiene que ver con nuestra vida, ni con nuestras ideas de como abordarla. Se trata, desde mi punto de vista, de, si el daño es grande o continuo, de plantar cara, marcar límites y, si es necesario, tomar otro tipo de medidas, que pueden llegar a la denuncia. En muchos casos, este tipo de gente campan a sus anchas porque sus actos les han salido gratis, lo que ha fomentado que sigan atropellando a tirios y a troyanos.
Intuyo que calificar a personas crueles y funestas como personas tóxicas implica algo muy típico de cierta forma de pensamiento, basado en el postureo, de nuestros días:
- No llamar a las cosas por su nombre.
- Obviar que lo negativo, la maldad, forma parte del día a día.
- Mejor huir de los problemas con los que nos toca lidiar. Resulta más fácil hablar de vaguedades y de grandes principios.
No, no existen personas tóxicas. Existen canallas, que interfieren en la vida de los demás, sin haber sido invitados a entrar en ella, e imbéciles que se niegan a reconocerlo.
Un saludo.

martes, 3 de enero de 2017

ATRONANDO

Se volvieron a mirar. Furtivos. Sin cruzar palabra. Ella sintió su interior atronando. Giró su cabeza e intentó seguir la conversación que las mujeres de su derecha sostenían.
Menos de un minuto después sus ojos se cruzaron, una vez más, y ella se volvió a estremecer.
La cena se convirtió en una pugna entre sus ojos y seguir la charla de las personas sentadas a su lado.
Tras el postre los comensales se levantaron para hablar con aquellos con los que no habían podido hacerlo aún. Transcurrió un tiempo antes de que él se acercase a ella.
- ¡Hola! ¿Qué tal?
- Bien ¿Tú?
- También bien.
En ese momento otros invitados se acercaron para conversar con ellos.
No hablaron más hasta el momento de la despedida, en la que, tras desearse lo mejor, se dieron dos besos. Ella dio el primero de manera calma, tratando de saciar la necesidad de su cuerpo. Necesitaba recordar a su cuñadocerca, cálido. No volvería a estar junto a él hasta la próxima comida de Navidad, dentro de un año.