sábado, 28 de noviembre de 2015

MI CUENTO DE NAVIDAD

En la noche del 24 de diciembre dos familias celebran el nacimiento de su dios. Dos familias relacionadas entre sí por el vínculo laboral que une a los dos varones que frisan los cincuenta años. Ese es el único nexo que tienen. Cada uno festeja la venida de su profeta en su hogar.
Uno de ellos, el jefe, celebrará esa festividad con su familia en su lujosa casa, con sus tres hijos y su aún atractiva esposa. Además, los padres de él, aún en buenas condiciones psíquicas y físicas a pesar de que ya flirtean con los ochenta, les acompañan en esta cena tan especial. Degustarán los exquisitos platos cocinados horas antes por su cocinera, que esta noche, como el resto del servicio, se encontrará con su respectiva familia. 
La otra familia sólo puede considerarse como una familia escuálida, monoparental.  Sin hijos. Al menos sin hijos cercanos en ese momento. Su dos hijas y su hijo se encuentran junto a su madre, a la que le toca disfrutar de su compañía durante esa parte de la fiestas navideñas. Sólo, frente a una lata abierta de caviar (ese lujo que se ha permitido esa noche y que ha supuesto un desembolso considerable para su maltrecha economía de mozo de almacén), que no había probado nunca y que descubre que no le gusta. Sólo frente a la ausencia de pensamientos. 
De repente asoma algo en su mente: el Cuento de Navidad de Dickens. El espíritu que hace justicia, a su manera, convirtiendo al rico mezquino en una buena persona que termina formando parte de la familia de su explotado trabajador. ¡Cómo le gustaría que la genial narración del británico se convirtiera en realidad! 
Durante un rato se dedicó a fantasear sobre el asunto. Esperando que algo cambie en esa lúgubre noche. Desea que aparezca una señal de cualquier tipo. Incluso un mensaje en su móvil podría servir. Algo. Pero pasan los minutos y ningún ser espectral comparece en la habitación. De nuevo, sin apenas percibirlo, su mente vuelve al blanco. Al abandono de la soledad.
Un fogonazo vuelve a poner en marcha su cabeza: ¡Lsas rulas que le pasó su compañero! "Un viaje sin salir de casa", le aseguró. Las tiene aún en el bolsillo de su abrigo. Tres pastillas rosas, de pequeño tamaño, que, a primera vista, no parecen poseer la capacidad de transportarte a ninguna parte. 
Él nunca ha tomado ese tipo de sustancias. Había fumado porros en su época joven; pero consumir drogas duras o sintéticas era un paso que nunca se había atrevido a dar. 
Una noche es una noche, pensó. Nada puede ser peor que esta sensación. 
Se tomo una de ellas. En poco tiempo sintió una sensación de bienestar como no recordaba. Su cabeza funcionaba muy rápido. Le costaba centrarse en todo lo que había en ella. Las imágenes e ideas se sucedían con celeridad. Pero, sin saber como, la habitación se llenó del Espíritu de la Navidad. Una luz inundaba el cuarto. De la luz emanaba una voz dulce que decía comprender lo que le ocurría. Decía saber que lo sentía. Entender su sensación. La voz le pidió que la siguiese. Ella se encargaría de reparar todas las afrentas que había sufrido. 
De repente la ventana se abrió y la intensa luz formó una gruesa línea que fue vaciando de color la sala, llenando de formas diurnas las calles por donde pasaba. 
Él no lo dudó por un momento; debía seguir a ese nuevo compañero que le aseguraba la redención. El no era Ulises y había encontrado a sus sirenas.
Dos días después, a primera hora de la mañana, en el despacho de su empresa destinado al jefe, dos personas mantenían una conversación.
- Yo no puedo, ni quiero, acudir allí. Vas a ir tú.
- Creo que debías ir tú. Tú eres el jefe y en un hecho como éste la familia te lo agradecerá.
- No pienso hacerlo. ¿Qué le digo a sus hijos? Qué su padre se puso hasta el culo de drogas y se tiró por la ventana. ¡No me sale de los cojones pasar ese mal trago! Te quiero a las doce en esa iglesia. Eres el puto gerente y también cobras, y muy bien, por hacer este tipo de cosas.
- ¡Vale! ¡Déjalo ya! Allí estaré.
- Y otra cosa. Contrata rápido a alguien que sustituya a ese gilipollas. No quiero que ninguna preocupación me joda estas fiestas de Navidad.

lunes, 23 de noviembre de 2015

EL FRANQUISMO HOY

"...Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?..."

Vientos del pueblo me llevan. Miguel Hernández

Hace unos días se cumplieron cuarenta años de la muerte del dictador genocida Francisco Franco. Con la excepción de unos pocos "nostálgicos" nadie parece echar en falta la figura, y la obra, del tirano. Sin embargo, un cierto número, nada desdeñable, de gente de la "izquierda" y ¿progresía? parece seguir retrotrayéndose al tiempo de la II República, y la Guerra Civil, para abordar el tema del franquismo, que no sólo de Franco. Creo importante no olvidar que el bando que provocó el golpe de Estado y, la consiguiente y cruenta Guerra Civil, contó con el apoyo de personas en todo el territorio español (por ejemplo, los nacionalistas catalanes suelen obviar que existía un tercio de requetés llamado Monserrat, o que los bombardeos italianos sobre objetivos de Barcelona contaban con la inestimable información de los quintacolumnistas de esa ciudad). Por tanto, hablar de Franco, como único culpable de ese período resulta inexacto.
Por otra parte, me parece algo absurdo anhelar una experiencia que fue un fracaso, en gran parte por el empeño de una Iglesia politizada, de un ejercito, en especial los africanistas, que veían peligrar unos ascensos conseguidos de forma arbitraria, por los monárquicos (algunos de ellos muy próximos en lo ideológico al nazismo), por los terratenientes y la alta burguesía, que no quería ceder ni un ápice de sus privilegios y, en menor medida, por ciertas movilizaciones de obreros que querían conseguir sus objetivos de manera expeditiva. 
Además, me parece absurdo porque la II Guerra Mundial habría afectado a nuestro país de una u otra manera y hubiese cambiado muchos de los postulados idealizados por ciertas personas sobre la II República. No voy a ocupar ni un segundo del tiempo del lector en recordar la forma de limitar la capacidad de acción  del Partido Comunista Italiano durante las décadas que siguieron a la II Guerra Mundial.
También me parece absurdo porque de los efectos del franquismo, a fecha de hoy, sólo podemos, y debemos, cambiar unas pocas cosas. A saber:
  1. Dar sepultura a los asesinados por los franquistas  que yacen, de manera anónima, en cualquier lugar. Las administraciones deberían poner todos los medios para ello.
  2. Investigar a fondo el tráfico de recién nacidos que existió durante el período franquista, que llegó hasta los primeros años del felipismo. El robo sistemático de bebés a sus padres debe conocerse en todos sus aspectos. Resulta evidente que la información afectará a familias poderosas, en su momento afectas al régimen, y que hoy seguirán siendo poderosas. Tal vez por ello los medios de comunicación, siempre serviles, han silenciado este trágico tráfico ilegal de personas. Tres cuartas parte de lo mismo puede decirse de los mecanismos políticos y judiciales encargados de aclarar este criminal escándalo.
  3. Si aún se pueden demandar responsabilidades penales por delitos de cualquier tipo contra personas o entidades que se amparaban en el franquismo para cometer todo tipo de atrocidades, debería hacerse. Aunque intuyo que todo lo juzgable ya ha preescrito en nuestro país, creo que deberíamos facilitar la investigación en otros países, caso de Argentina.
También me parece absurdo porque la dictadura de Franco no se puede entender como un hecho aislado en la historia de España. Más bien debemos entender ese negro período como la culminación de un siglo largo de lucha entre los postulados más conservadores y los de aquellos que mantenían una visión de progreso y modernización para toda la sociedad española. Entre los defensores de la Constitución de 1812 y Fernando VII y sus herederos intelectuales (si es que a esa forma de forma de entender la vida se le puede asociar con el intelecto).
Creo que constituiría una paso adelante necesario y salubre empezar a encerrar el franquismo dentro del concepto de la Historia (de la Historia con mayúsculas), entendiendo ese período como una parte, oscura, muy oscura, de la historia de España. 
Tal vez ello nos permitiría entender porque nos estuvimos matando durante más de un siglo entre nosotros y no volver a repetir los mismos errores. O porque un tipo mediocre, cuya mayor habilidad, como diría su hermano Ramón Franco, era la de arrimarse al poder, acabó ejerciendo éste de manera omnímoda. También nos permitiría situar en su justa medida a personajes como Santiago Carrillo o la Pasionaria, que no dudaron en cometer tropelías para acceder o mantener el poder (un ejemplo hilarante, que sirve para conocer la verdadera pasta de la que está hecho, es la posición que Carrillo mantuvo sobre Yugoslavia antes y después de que Tito y la U.R.S.S. se distanciasen). De igual manera no se puede entender nada de lo ocurrido sin analizar el contexto internacional y los apoyos recibidos durante la Guerra Civil, el franquismo y durante la Transición por unos y otros. Pero para ello debemos aparcar el odio y tener ganas de construir todos juntos, o la mayoría, algo mejor para todos.
Me gustaría acabar con dos reflexiones.
  1. Yo he gastado, según las estadísticas, más de la mitad de mi periplo vital y de Franco sólo recuerdo una bandera a media asta en un centro de Salud el día que el dictador murió.
  2. Lo único que permanece inalterable del franquismo son esos apellidos que siguen acaparando gran parte de la riqueza de este país. 
Un saludo.

lunes, 16 de noviembre de 2015

EN LA IMPERFECCIÓN EXISTEN COSAS MARAVILLOSAS

"El hombre es un lobo para el hombre"
Thomas Hobbes

El sábado pasado, en París, la barbarie hizo acto de presencia, una vez más. Nada distinto a lo ocurrido en Beirut, o a lo que ocurre a diario en Siria, Irak o determinados países de África. Unos iluminados (asesinos) en nombre de una idea acaban con la vida de otras personas que, en este caso, nada tienen que ver con el asunto. Un crimen sinsentido y sin excusa alguna. 
Ciertos personajes culparán a Occidente, a sus políticos, de dar una justificación a estos criminales. No seré yo el que defienda a personajes como Bush, Blair o Aznar, que, desde mi puntos de vista, debían haber pisado la Corte Penal Internacional para ser juzgados por crímenes contra la humanidad. Pero, desde mi punto de vista, subyace algo más profundo en todo lo ocurrido ayer.
Otros apelarán a la educación como factor básico para evitar este tipo de macabros acontecimientos. Puede que tengan algo de razón, pero sigo considerando que existe  algo más. 
Los exaltados de la derecha apelarán a sus consignas racistas y a sus teorías supremacistas (más o menos encubiertas) para explicar y abordar, con represalias generalizadas, los hechos acaecidos hace dos días en la capital francesa. En este caso la explicación también se olvida de los fundamental, pero, como el caso del primer supuesto, contiene parte de un aspecto crucial del que siempre nos olvidamos cuando tratamos temas referido a los seres humanos: su diversidad y sus diversas formas de entender y abordar la vida.
Antes de continuar esta entrada voy a permitirme pedirle al lector un favor: Despójese de todo sentimiento que le haya producido el acto asesino y aléjese mentalmente de la desgracia de ese fin de semana. 
¿Lo ha hecho? Gracias.
Imagínese haciendo un viaje en el tiempo y en el espacio. Ahora se encuentra en el siglo II d. C., sentado en el Coliseum de Roma, contemplando como unos fornidos gladiadores luchan por su supervivencia. El recinto es un clamor que pide que el vencedor de uno de los combates le dé matarile al perdedor. 
Resulta preferible no saber como acaba la cuestión y por eso le vuelvo a proponer al sufrido, y viajero, lector otro viaje. En este caso le propongo que viaje a una cárcel femenina de los primeros años del franquismo. En este caso el espectáculo no se muestra a un gran colectivo. Una funcionaria humilla a una presa política, mediante maltrato psicológico y físico. La crueldad ejercida por parte de las mujeres encargadas de la vigilancia de las reclusas es de sobra conocida.
Reconozco que los viajes no pueden considerarse como agradables. Aún así y todo les propongo un último viaje. Ni más ni menos que a la antigua U.R.S.S. Un sitio en el Sur de ese territorio que respondía al nombre de Stalingrado. ¿Les suena? Viajaremos hasta diciembre del año 1942. Dos soldados soviéticos retroceden ante el empuje de un batallón de paracaidistas nazis. En su huida se encuentran con dos comisarios del partido comunista que les preguntan dónde van. Tras responder que huyen de la acometida de los nazis, la pareja de comisarios rojos sacan sus pistolas y no vacilan a la hora de asesinar a sus compatriotas. En el fondo lo único que hacen es seguir las órdenes de Stalin. El genocida georgiano ordenó matar a todos los miembros del Ejército Rojo que retrocedieran.
Tres ejemplos, cuatro junto con el de París, sobre como la crueldad con los semejantes resulta algo nada infrecuente. Podía haber expuesto unos cuantos más que tenía en mente, pero me pareció excesivo.
En todos los casos existe, al menos, un denominador común: unos seres humanos no albergan duda alguna sobre su capacidad para disponer de la vida de otros seres humanos a su antojo. Es probable que podamos discutir sobre si la guerra justifica ciertos actos o no (a mí me parece que no), pero lo esencial radica en la capacidad del ser humano para cometer atrocidades sin cuento.
En la Yugoslavia posterior a Tito unos y otros, en algunos casos vecinos o conocidos, no dudaron en despellejarse vivos en un momento dado, bajo las excusa del nacionalismo, la religión o cualquier otra bobada.
No me cabe duda alguna de que una parte de nosotros, la humanidad, no tiene problema alguno en despellejar a la otra parte que no "piensa" como ella. No se trata de ideologías o religiones, la ideología o la fe es la excusa, se trata de algo consustancial a ciertos seres humanos, que aflora cuando las condiciones son las adecuadas.
El lector podrá creer tras lo escrito que se trata de determinismo puro. Nada más lejos de la realidad, salvo excepciones. En realidad, intuyo, que existen personas, hombres y mujeres, con cierta inclinación a la violencia, ejercida sobre otros seres humanos. Personas que encuentran en cualquier discurso incendiario, en una guerra o en un régimen que no respete los derechos humanos, una excusa perfecta para cometer una serie de tropelías sin cuento. Esas personas pueden ejercer una violencia de "baja intensidad", por ejemplo los judíos ortodoxos que persiguen, e insultan, a mujeres desconocidas por no observar las "normas de la decencia" en el vestido o una violencia extrema, como en París.
Tal vez, sólo tal vez, deberíamos hacernos a la idea de que existen personas, muchas, a lo mejor nosotros también figuramos entre ellas, que en el contexto "adecuado" son capaces de sacar algo que llevan dentro y que no resulta nada positivo para aquellos a los que consideran enemigos. Esas personas en nuestras sociedades occidentales no suelen tener ocasión de mostrar ese lado, salvo excepciones, pero si se da la ocasión no tendrán ninguna duda.
Es posible que el gran éxito de nuestra sociedad haya sido recluir la violencia de los ciudadanos gracias a unas leyes para todos, que se basan en la igualdad y el respeto a los derechos fundamentales (aunque luego dichas leyes se apliquen de aquella manera). Sin embargo, no debemos olvidar que siempre van a existir personas que, con cualquier excusa, van a cometer una carnicería. No olvidarlo nos convendría mucho, pues, aunque nos duela, no perderíamos en tiempo buscar justificaciones a actos execrables que, en el fondo, son fruto de la forma de entender el mundo de esas personas. De algo consustancial a ese individuo, que encuentra en la política, la fe o en lo que sea, la forma de dar sentido a algo que es innato suyo.
Se trata de algo tan simple como un hecho estadístico. Igual que existen personas desprendidas y maravillosas, existe un porcentaje de personas capaces de hacer el mal. Tan sencillo como eso.
Creo en las personas. Creo en el respeto hacia el prójimo. Pero también creo que no vivimos en un jardín de rosas y cuanto antes aceptemos que existe gente capaz de hacer mal con cualquier excusa, creo que nos irá bastante mejor. Nada es perfecto, pero en la imperfección existen cosas maravillosas.


sábado, 7 de noviembre de 2015

SIN TÍTULO...AÚN

I

No. 
No deseo la cercanía en esta lejanía.
No.
No deseo escuchar en este silencio.
No.
No deseo pensar en esta incertidumbre.
No.
No deseo desear en esta imposibilidad.
No.
No deseo decir nunca más no.

II

Amanece, no importa la hora,
Un sol, o su ausencia, viste todo.
Todo lo que existe más allá de la ventana.
Todo lo que apetece vivir.


III

Decae el sol, un día más languidece.
Un día sin coser al anterior...
Ni al siguiente.
Se pierde la cuenta.
No parece existir un libro
Donde plasmar un hilo argumental.
La trama, retazos de momentos aleatorios,
Se insinúa entre el miedo al fracaso.
La distancia protege.
Mientras, el tiempo perdido se desangra.

IV

¡Buenos días!
Una sonrisa, un abrazo. Calor.










miércoles, 4 de noviembre de 2015

VUELTA

Por motivos que no vienen al caso 
he decidido reabrir este blog, que durante un tiempo fue mi casa.
Nos leemos.