martes, 31 de marzo de 2020

NI AMANCIO NI ORTEGA

"Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo sostiene.

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre..."

Sentado sobre los muertos. Miguel Hernández


Cuando cerré este blog por segunda lo hice porque sentía que poco o nada nuevo podía aportar en mis entradas. Mi imaginación, y mis ganas, habían tocado techo. O, más bien, se encontraban por los suelos. 
Unas semanas después volvieron a surgir ideas, a cuentagotas, pero mis ganas de escribir seguían en el mismo lugar que las había dejado. Vivía muy cómodo sin escribir. Pero un maldito ser, vivo o no, eso está aún por determinar, trastocó todas las prioridades, las mías y la del resto de la gente y aquí nos encontramos: yo escribiendo y el lector dando cuenta de estas líneas.
En este proceso de vuelta a la escritura una de las primeras ideas que me surgieron estaba relacionada con Amancio Ortega, con la inmigración ilegal y con ciertas ideas vacías que por ahí circulan. Veamos la relación entre ambas cosas y cuáles son las ideas vacías de las que hablo.
Como el lector recordará, desde hace unos meses se ha establecido una disputa entre una parte del sector progresista (o reformista, según dijo su líder hace no poco en la universidad, por estudiantes de izquierda) y los defensores de Amancio Ortega. Y digo esto porque a Amancio Ortega y a su hija se la trae al pairo lo que una parte del Gobierno diga sobre su negocio, porque ellos no van a cambiar su forma de facturar en Holanda y Suiza (aquí y aquí se puede leer la noticia publicada por dos diarios de muy diferente ideología). 
Los progresistas/reformistas echan en cara al gallego que no pague impuestos en España y que intente blanquear esa forma de actuar mediante donaciones.
Los defensores del empresario defienden que sus donaciones son buenas para los españoles y que, por tanto, hace bien.
Reconozco que ambos tienen parte de razón, pero los defensores de una y otra postura están equivocados en lo esencial: el problema que genera que unas pocas personas acaparen una inmensa riqueza en sus manos. Intuyo que a los más liberales (los progres también son liberales, pero un poco menos) les debe chirriar hasta la última articulación tras escuchar esto. No esperaba menos. 
Por el momento no vamos a incidir más en el asunto, ya volveremos a él un poco más adelante. Ahora vamos a hablar de la llamada inmigración ilegal desde un punto de vista un poco distinto al que unos y otros dan.
Sobre los inmigrantes que llegan a nuestros países existen dos tendencias, con matices, fundamentales: hay que acogerlos y, la segunda, la de los que defiende que se vayan a sus países.
De nuevo una disyuntiva, en la que ambos pudieran tener razón, pero en la que, en lo fundamental, ninguno tiene razón y, ¡oh casualidad!, por lo mismo que en el caso del gallego: porque la acumulación de capital en muy pocas manos, en este caso élites de los países de origen y grandes empresas extranjeras, provocan un problema puede que con distintos matices, pero con idéntico génesis.
En el caso del dueño de Inditex,  y en el caso de los inmigrantes, unos pocos gestionan grandes capitales y hacen lo que les sale de las narices con ellos, cuestión que, no olvidemos, el sistema permite y, en muchos aspectos fomenta y las consecuencias las pagamos, de una u otra forma todos.
Por supuesto, el lector que hace unos párrafos se quedó con ganas de llamarme de todo, tendrá un pensamiento claro y que debiera ser convincente: Amancio Ortega crea riqueza, de la cual se beneficia mucha gente. ¿Seguro? ¿Seguro que esos pantalones, esos vestidos, esas blusas, chaquetas o camisas no las sabría fabricar nadie más? E incluso, ¿esas prendas de vestir no las podría fabricar una empresa cuyos medios de producción sean de los ciudadanos?
Las respuesta obvia podría ser: Pero no lo ha hecho. No es cierto, existen otras grandes empresas textiles, no tan grandes como Inditex, pero también de un tamaño desmesurado. Además se olvidan de algo fundamental: el sistema neoliberal actual fomenta la creación de grandes emporios, que necesita para sobrevivir y justificar. Grandes emporios que "deslocalizan" su producción para pagar una miseria a trabajadores de otros lugares por producir y, por otra parte, para generar inestabilidad laboral en los países de los cuales son originarios (recordemos ese eslogan de los sindicatos para recortar derechos laborales a cambio de que no deslocalicen una empresa). Solo es en momentos como esta crisis donde nos damos cuenta de la problemática que genera no poder producir porque nuestra industria se ha desmantelado en gran parte.
Ahora vamos a volver a esos países de África o de América Latina de donde provienen los inmigrantes que pueblan nuestras calles y que, en la mayoría de los casos, solo quieren un futuro mejor para ellos y los suyos y pensemos que ocurriría si sus recursos y sus medios de producción fueran de ellos de verdad. No de concesionarias, de ellos. Alguien podía decir: imposible, no tienen la tecnología necesaria. Cierto. Esa tecnología la tienen ciertas empresas de países occidentales, también China y de algún otro país. Entonces surge una pregunta: ¿por qué todos esos progres cuando están en el poder, por ejemplos los de los países del norte de este continente, no nacionalizan todas esas empresas y donan esa tecnología a estos países, para que aumente el bienestar de sus habitantes y solo emigren si quieren cambiar de aires. ¿Alguien ha escuchado a algún progre hablar de ello? Yo no.
¿Alguien ha oído a los progres hablar de que los medios de producción pertenezcan a los ciudadanos y evitar que Amancio Ortega haga lo que le salga de las narices? Yo no.
Resulta muy útil poner a escurrir al gallego para mantener prietas las filas, pero sin intención de hacer nada; porque, querido lector, mientras no cambie de manos la propiedad, harán lo que quieran y los hijos del reformista Pablo Iglesias seguirán protestando por las trafullas legales que hará la hija de Amancio Ortega y los nietos de GerardoTC, o como se llame, seguirán protestando contra los ardides contables que realicen los nietos del octogenario Ortega.
De igual manera, si las personas que emigran, huyendo de la miseria, siguen teniendo las mismas condiciones en sus países, es decir, los medios de producción y los recursos siguen en manos de unos pocos, seguirán teniendo que buscarse la vida fuera ad eternum y, de nuevo, los hijos y nietos de los progres seguirán clamando las mismas consignas, porque nada cambiará.
Desde esa perspectiva conviene recordar que esa protesta estéril también resulta un negocio para unos cuantos que no quieren cambiar nada y que necesitan desideologizar a sus seguidores y engañarles con bagatelas, para que ellos no se bajen del momio que tienen montado. En ese sentido, no existe gran diferencia con el neoliberal que espero, haciendo de tripas corazón, haya leído esta entrada hasta aquí.
Si los que vienen aquí intentando buscar una mejor vida fueran dueños de su riqueza y los que estamos aquí también gestionásemos la nuestra todo sería muy distinto. Igual, con un poco de suerte, las mujeres se podrían jubilar a los 55 años y los hombres a los 60. Todo el sistema educativo, desde las guarderías hasta la universidad sería gratis, La Sanidad sería universal y con medios suficientes. No sería una utopía que todas las familias tuviesen un hogar (que se lo pregunten a los sin techo de EEUU que pueblan con tiendas de campaña San Francisco, Los Ángeles...), alimentación asegurada, un trabajo... Igual esas logros sí que deberíamos copiarlos de la desaparecida URSS. 
Un saludo.

viernes, 27 de marzo de 2020

LEEDLO

"Lo peor de la peste no es que mata a los cuerpos,
sino que desnuda las almas 
y ese espectáculo suele ser horroroso."

Albert Camus


Voy a intentar hacer una entrada resumiendo todo lo que he oído, leído y visto sobre esta crisis y voy a dar mi opinión, basada en los datos que he ido acumulando, que no tendrá más importancia que la que cada cual le quiera dar.
Desconozco lo que ocurrió en un principio en China, intuyo que muy poca gente en el mundo tiene una idea certera, o siquiera aproximada, de lo que allí aconteció, pero eso, a finales de marzo en España, no tiene excesiva importancia. 
Por alguna extraña intepretación muchos hemos asociado la zona del país asiático donde surgió la pandemia con una zona atrasada, donde la gente vivía poco menos que alimentándose de lo que pillaba en la selva. Sin embargo, a pesar de la existencia de algún mercado insalubre, Wuhan es así:


Una ciudad moderna en la que falla algo que aquí, en la Unión Europa y, por ende en nuestro país, sí tenemos: el control de la que la gente se lleva a la boca para alimentarse. Y eso, que lo vemos como normal, es algo relativamente reciente; basta recordar el problema que generó el falso aceite de colza hace unas pocas décadas en España.  
A partir de aquí China, y países como Corea del Sur. Ambos casos tienen antecedentes en la lucha contra virus. Corea del Sur en su lucha en 2003 contra el SARS y China también contra el SARS y hace poco contra la gripe A. Por tanto, ambos países ya tenían experiencia en el asunto. Además tenían una gran ventaja: el número de personas contagiadas eran muy pocos, porque la pandemia estaba comenzando. Me explico. En China un sujeto es el que inicia el contagio. En Corea también pueden contagiar unos pocos, porque la pandemia está en sus inicios y se toman medidas. Sin embargo, cuando llega a otros lugares no es un único sujeto, o unos pocos fácilmente identificables, los que contagian, es más que posible que muchas personas infectadas, asintomáticas, vayan expandiendo el virus. Personas que han estado en los focos y se siguen moviendo. A más gente expandiendo, más contagiados y más dificultad para controlar la epidemia. Recordemos que hasta hace bien poco las fronteras de los países no se han cerrado. Y no olvidemos que China acaba de cerrar sus fronteras para evitar contagios. Pensemos que esto lo hace cuando ya tiene controlada la pandemia, imaginemos lo que ha debido suponer este traslado de personas hacia otros países, cuando aún no había una idea clara sobre el asunto. 
El anterior aspecto resulta crucial: los "expertos" occidentales no tenían una noción clara sobre lo que suponía este virus. Todos recordamos haber escuchado, y creído (yo el primero), que este virus era poco menos que una gripe. Tal vez el que más se acercó a la gravedad del asunto fue el doctor Cavadas, pero sin darle tampoco la trascendencia que luego tendría. 
Fue la Organización Mundial para la Salud (OMS), a finales de febrero, y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDE), el 2 de marzo, los que alertaron sobre el problema. Sin embargo, los "expertos" de los diversos países, bien por su incapacidad, bien por decisiones políticas, parecieron no responder a estas llamadas. En nuestro país tenemos las declaraciones de Fernando Simón sobre las marchas del 8-M.
Llegará el momento de juzgar la labor de los expertos y preguntarse cómo alguien puede estar al frente de algo tan fundamental desde 2012, cuando llegado el momento de actuar ha mostrado, desde mi punto de vista, tanta negligencia.
Uno de los aspectos fundamentales del asunto es que, de momento, no existe ningún fármaco o vacuna que se hayan mostrado eficaces de manera testada contra el virus. En otras palabras, la gente que supera la enfermedad lo hace porque, con ayudas como los respiradores en casos extremos, su organismo es capaz de vencerlo. En este artículo se puede leer más sobre el tema.


Y aquí se habla de la utilización de medicamentos, ya existentes con anterioridad en el mercado, en pacientes afectados por el virus en nuestro país, por el momento realizado de manera experimental.


Parece claro que, siempre, pero en esta ocasión más, la prevención resulta fundamental y es aquí donde se debe valorar como se ha actuado antes y después. 
Mi punto de vista. en un principio se actuó de manera negligente, y creo que el 8-M contribuyó a ello, pero, una vez se tomó cartas en el asunto, las medidas de aislamiento tomadas en este país, las más restrictivas de la Unión Europea, fueron muy acertadas y los ciudadanos, en líneas generales, hemos actuado de manera responsable. No solo eso, admiro la capacidad de este Gobierno, una vez publicado el Real Drecreto, para reconocer que existen cuestiones que no se habían previsto y que se deben mejorar, en muchos casos para facilitar la vida de aquellos, por ejemplo transportistas, que están contribuyendo a mantener este país en esta situación crítica.
Como dije en mi anterior entrada, la actuación de los gobiernos y de muchos ciudadanos de la gran mayoría de los países europeos es muy preocupante. Tal vez deberíamos dejar de fustigarnos por haber nacido aquí.
Otro de los aspectos que me gustaría tratar es el desbordamiento de los centros hospitalarios. Debemos pensar algo: vivimos una situación excepcional, por desgracia, que está desbordando todos los sistemas sanitarios, sea del país que sea. Por tanto, aunque se hubiese contado con más medios, el sistema hubiese sufrido un aluvión de enfermos que no podría asumir la Sanidad con los recursos ordinarios. 
A partir de aquí se pueden plantear cuestiones como los recortes en Sanidad o la privatización de la Sanidad. 
Uno, desde este blog, siempre ha defendido que la Sanidad privada resulta más cara que la pública, lo vemos en EEUU y Suiza y lo vemos si comprobamos el precio por paciente de los hospitales públicos gestionados, de las tres formas posibles, por empresas privadas. 
De igual manera, el recorte en Sanidad, no solo en Madrid, uno vive en Extremadura y conoce de primera mano la situación de la Sanidad Pública aquí y en especial de la zona Norte, y es para echarse a temblar. Recuerdo que, con un intervalo de cuatro años, aquí siempre ha gobernado el PSOE. Por tanto, los recortes existen, y una inversión en Sanidad hubiese llevado a sobrellevar la situación, pero la situación sería, de igual manera, extrema. No se pueden mantener mantener miles de camas de UVI durante años por si acaso.
Por tanto, los que claman contra los recortes, muchos de ellos lo hacen solo cuando gobierna un partido, tienen razón, pero, de todas maneras, la situación sería muy seria. 
Tal vez lo que convenga sea no olvidar lo que ha ocurrido para exigir a los políticos una sanidad de calidad, con medios para los profesionales y los pacientes, con contratos dignos para estos profesionales (en Extremadura se hacen contratos de un día, de dos, de lunes a viernes y se vuelve a contratar el lunes...). Por tanto, a fecha de hoy, se puede echar la culpa de lo que se hizo mal, pero si se hace eso por parte de una parte de la población, se debe estar dispuesto a recibir críticas por su mala gestión sobre asuntos como el fin de semana del 7 y 8 de marzo, existiendo recomendaciones de la OMS y del ECDC.
Una de las cuestiones que me incomoda sobremanera es como los de un bando y los de otro, tras el shock inicial, siguen en su asquerosa línea de confrontación, que en algunos casos ha llevado a crear perfiles falsos de expertos para justificar actuaciones del Gobierno. Los unos y los otros son escoria, que en nada representan al ciudadano medio y que viven de emponzoñar la vida de los ciudadanos. Se trata de que todos los suyos mantengan prietas las filas y focalicen su atención y su rabia en el de enfrente, en vez de  analizar y pensar  lo que se ha hecho mal, lo que se ha hecho bien, aquellos aspectos que se deben mejorar y, cuando salgamos de esto, felicitarnos todos por haberlo hecho, aportando cada uno su grano de arena. 
Ello no implicará, cuando esto concluya, que no se deban pedir responsabilidades, o reconocer aciertos, de los dirigentes sean nacionales, autonómicos o locales. Pero en función de hechos contrastados. Mucha gente deberá abandonar su cargo, es posible que algunos deban sentarse delante de uno o varios magistrados, pero no por su ideología, si no por su actuación en esta crisis.
Me gustaría concluir con una idea, que he repetido muchas veces en este blog: la gente que esgrime la superioridad moral o intelectual para imponer sus ideas no representan a la izquierda. La izquierda es la lucha por la igualdad de oportunidades para todos y la palabra lucha no está escrita al azar. Sobra gente emponzoñando, inútil para los demás, y faltan personas que hagan cosas para que los demás tengan las mismas oportunidades, aunque sean de recibir la compra en la puerta de su casa durante este crisis. 
Un saludo.


"La guerra es algo muy cómodo. Se le puede echar la culpa de todo:
de los muertos, de las ruinas, de los tipos como yo, 
que se quedan vacíos por dentro y no vuelven ya a creer en nada..."

Muerte de un ciclista (1955)

miércoles, 25 de marzo de 2020

NOTAS SOBRE UNA PANDEMIA

Algunas reflexiones sobre esta pandemia.


No hace falta ser muy listo para saber quiénes son los que están dando la cara  en esta situación de extrema gravedad, haciendo que todo funciones: los trabajadores. Los de siempre hacemos que funcione todo, aunque los teóricos expertos en Economía nos lo quieran hacer olvidar.



En esta situación se puede ver qué es imprescindible y qué es prescindible. Nuestro Gobierno es una radiografía estupenda de ello. Todos los que durante las primeras semanas de ejercicio de su cargo ministerial salían en los medios hasta la arcada han desparecido. La conclusión es obvia: la verdadera igualdad es dar las mismas oportunidades a todos, en este caso de vivir y/o de recibir atención médica y toda esa gente vivía de crear falsas disyuntivas y de deformar la realidad. Habrá que pedir cuentas, y no solo por no suspender todas las actividades el fin de semana del 8 M. Aspectos como el uso del dinero de todos esos ministerios y su utilidad deben ponerse sobre la mesa.



No estaría de más que pensásemos que esto que está ocurriendo aquí, con muchas medios en la actualidad para combatirlo, fue algo muy parecido a lo que debió ocurrir en las primeras décadas del siglo XVI con la llegada de los españoles a América. Los europeos llevamos patógenos desconocidos en América, que causaron estragos entre la población aborigen.Este artículo sirve como botón de muestra:




El capitalismo se basa en el individualismo, sin embargo, una vez más, se puede comprobar que la solidaridad es un rasgo común de las personas. Gestos de todo tipo, encaminados a ayudar a los demás, se suceden en cualquier rincón. Deberíamos plantearnos si personajes como Trump, Johnson, Lagarde o Nadia Calviño aportan algo que no sea destrucción a nuestras vidas.



En los medios de comunicación se habla mucho de determinados aspectos y personas que necesitan ayuda, pero uno se acordó el otro día de las personas drogodependientes y no pudo evitar preguntarse qué estaría pasando con ellos.



Médicos y material chino, cubano y ruso han llegado a Italia para ayudar a luchar contra el virus. Mientras, los ministros de Economía de la Unión Europea no se ponen de acuerdo sobre lo que deben hacer y cada país va a la suya para intentar salvarse. ¿Para qué sirve la Unión Europea? Por cierto, los médicos cubanos suelen estar en todo tipo de situaciones catastróficas en medio mundo desde hace décadas. Conviene pensar sobre el asunto.



En este país somos muy dados a fustigarnos, tradición que hemos mantenido intacta desde la Generación del 98. Sin embargo, comparando como han actuado las autoridades y los ciudadanos de algunos países más "modernos" (Holanda, Francia, Reino Unido, Suecia, en Italia no se cerraron los parques hasta hace unos días...) con la actuación de nuestras autoridades (una vez tomaron los mandos) y la de los ciudadanos, no tengo ninguna de duda de que deberíamos sacudirnos ese complejo, porque no somos mejores que nadie, pero tampoco peores.
En Alemania, hoy mismo, la prensa sacude duro al Gobierno por cómo está gestionando el problema y por manejar de forma poco ortodoxa el dato de fallecidos (si tenían dolencias previas no consideran que hayan muerto debido al COVID19, de ahí las bajas cifras de fallecidos).



Esta situación ha quitado caretas. Los nacionalistas catalanes alegrándose de lo ocurrido en Madrid (aquí);  VOX, proponiendo no atender a los inmigrantes sin papeles (aquí), los progres como Suso de Toro quejándose de que el ejército contribuya a mejorar la situación (habría que haberlos metidos a esos progres en esas residencias de ancianos que han visto los militares), neoliberales pidiendo que se centralice la Sanidad y que el Gobierno dé dinero de todos para salvar el sistema económico privado, políticos que anteponen la Economía a la salud de los ciudadanos... Toda esta gente resta, ahora y siempre.



Los efectos de la deslocalización los estamos viendo ahora, cuando no tenemos cómo producir lo necesario para nuestra supervivencia, porque se llevaron a otros lugares las empresas, para producir más barato y poder ganar más dinero. Otro gran éxito de la economía neoliberal y de esa gentuza salida de las escuelas de negocios. 



Ahora que hemos descubierto que existen ancianos solos, personas con Trastornos del Espectro Autista o con problemas que necesitan salir a la calle, personas con enfermedades crónicas o con una grado dos o tres de dependencia, personas con enfermedades mentales... que conviven entre nosotros, deberíamos plantearnos cómo podemos ayudarles y, lo más importante, lo imprescindible de esos servicios que, día a día, haya o no coronavirus, permiten que todas estas personas tengan una vida digna. Si no lo hacemos por solidaridad, hagámoslo por egoísmo, porque mañana nosotros podemos ser una de ellas. 



En Brasil las mafias que dirigen las fabelas han impuesto el toque de queda en sus "territorios",  buscando tomar medidas contra la pandemia, mientras el Gobierno de Bolsonaro ha tomado medidas como no pagar a los trabajadores durante la crisis, si las empresas lo consideran oportuno, y uno se pregunta: ¿quién es peor?



La labor de la prensa en los momentos previos a la situación que vivimos y en estos momentos deja a las claras para qué sirve: para amplificar las opiniones de sus dueños, desfigurando la realidad convenientemente. Deberíamos plantearnos la necesidad de una prensa pública, aséptica, basada solo en informar y en contrastar opiniones sobre diversos asuntos, siguiendo los patrones de la BBC. La prensa privada debe seguir existiendo, todo el mundo tiene derecho a comer y/o a pervertir su profesión. Da mucho que pensar que uno de los pocos que trató el asunto en serio fuera Íker Jimenez, llevando expertos a su programa que debatieron con libertad. ¿Recuerda el lector cuando le hablé de los médicos cubanos? Igual no todo lo que nos cuentan los periodistas es real.


domingo, 22 de marzo de 2020

A DÍA DE HOY

Vuelvo a retomar este blog, no sé por cuanto tiempo, para hablar. Para hablar de mí, de mi vida, lo que no recuerdo haber hecho nunca esta publicación (al menos en primera persona), pero las circunstancias resultan propicias y hacerlo se vuelve, casi casi, una obligación.
Los que siguen el blog y me conocen saben que vivo en un pueblo del norte de Extremadura, aunque yo soy castellano, de Valladolid, donde residen mis octogenarios padres. Tengo un hijo, del que no tengo la custodia compartida, gracias a esas leyes de las que muchos hablan y nadie se ha leído, y de las que una y otra vez abogados y defendidos hacen un uso torticero, lo que, dicho por otra parte, la ley permite. 
Soy un tipo de izquierdas, no progresista (tipos de derechas que protestan débilmente sobre lo que los de arriba le indican), y cada día estoy más convencido de la necesidad de que los medios de producción pertenezcan a los ciudadanos y sean ellos los que los gestionen. Esta pandemia es un ejemplo claro de ello.
Me dedico a la Educación y, aunque yo no lo crea, compañeros y excompañeros dicen que no lo hago mal. Mi especialidad es la Educación Especial. He trabajado con personas con discapacidades de todo tipo, y, cuando he ejercido de maestro de compensatoria, con alumno de etnia gitana, inmigrantes, niños y adolescentes pertenecientes a familias desestructuradas... He trabajado voluntario con alumnos gitanos.
 Ni yo voy a dar lecciones a nadie sobre el asunto, ni permito que nadie me las dé, y mucho menos los que lo hacen desde un despacho de universidad, político o desde una tertulia.
Los que me conocen dicen que siempre estoy bromeando, sea cual sea la situación, lo que no implica que cuando deba abordar de una manera seria lo haga.
Tengo algunas amigas que me dicen que serviría para cosas más "elevadas", pero yo hace años me di cuenta de que mi grupo de amigos de toda la vida, los de Valladolid, no aspiramos a cambiar el mundo, solo a podernos tomar unas birras, un café, salir a cenar y tener tiempo para nosotros. Tal vez por eso sean mis amigos: ninguno queremos ser millonarios ni ostentar cargos que vistan mucho.
Como a todo el mundo, la pandemia me ha cogido desprevenido. Aunque el fin de semana del 8 yo ya decía que todas esas concentraciones eran una barbaridad (había indicaciones de la OMS de finales de febrero y del organismo europeo encargado de este asunto del 2 de marzo advirtiendo sobre ello). 
Luego todo rodó de manera vertiginosa hacia la actual situación. 
Voy a contar algunas cosas que han pasado desde entonces, porque, a pesar del rollo anterior, ese era la finalidad de esta entrada.
Cuando el lunes 9 y el martes 10 las cosas se empezaron a intuir hacia donde iba la situación en mí comenzó a surgir un debate: el siguiente tenía pensado ir a visitar a mis padres, pero mi hijo había estado el sábado en el Metropolitano viendo a su Atlético (algo malo tenía que tener mi hijo) y no sabía que hacer, por la edad de mis padres. En mí había un debate entre la visita debida y el peligro en que podía poner a mis padres. Unos días después no hizo falta que tomase la decisión; la evolución de la pandemia lo había hecho por mí.
Mi padre vive solo porque mi madre desde hace un mes y medio lo hace en una residencia, donde han detectado siete casos del virus. Una de las cuestiones que se me ha pasado por la cabeza es la elección de la residencia, que hube de hacerla yo en un solo día, en función de la calidad asistencial que la podían dar. ¿En otra de las residencias que barajamos habrá personas con coronavirus? Prefiero no pensar mucho en ello porque mi madre está bien y espero no volver a tener que volver a hacerlo.
Mi madre, como el resto de usuarios del centro, está recluida en su habitación. Lo que no implica que, cuando puede vaya el fisioterapeuta, y la levanta para utilizar el andador. La primera vez que se levantó, hace casi un mes, lo hizo porque yo, que estaba con el fisio, la animé y anduvo por la paralelas con la ayuda de él. Me alegré muchísimo porque en dos ocasiones anteriores se había negado y cuando yo la invité a ello lo hizo. El otro día utilizó un ratito el andador sin la ayuda del rehabilitador. 
Mi padre vive en casa, se niega a ir a una residencia, tiene tres días a la semana ayuda a domicilio y la comida se la traen. A pesar de ello, y de que lleva bastante tiempo sin salir de casa, las cosas le van como hace un mes. Me gustaría contar que tanto la enfermera del centro de salud de Valladolid que corresponde a mis padre, que hace unos días me llamó para decir que al día siguiente iría a visitarlo, haciéndome preguntas sobre su estado y otras circunstancias como, por ejemplo, si tenía la medicación y la trabajadora social del centro que corresponde a mis padres y que le ha conseguido dos días más de ayuda a domicilio se están portando genial. De nuevo lo público. La enfermera incluso activó una función del móvil, que yo desconocía que existía, para pedir auxilio en caso de emergencia tocando un botón. 
Ahora mi ocupación por la mañana es llamar a eso de las nueve y media, diez a mis padres, para saber que están bien. Les llamo luego otra o otras dos veces durante el día. Procurando que me sientan a su lado, aunque sea para porfiar o discutir  de vez en cuando con mi padre sobre las prioridades en estos momentos. Hay costumbres que parecen no se pierden y que confieren una aspecto de normalidad al asunto.
Esta distancia trae aparejada otro tipo de circunstancias: llamadas de números desconocidos, que hace un mes no cogería, y que ahora lo hago con la ansiedad recorriendo cada uno de mis poros, pensando que puede ser una noticia indeseada de la residencia donde está mi madre o de algún centro de urgencias para hablar sobre mi padre. Por suerte, hasta ahora solo han sido cuestiones baladíes o que han contribuido a mejorar la vida de mi padres.
He vislumbrado situaciones más duras en mi cabeza, pero, hace mucho tiempo, aprendí a no preocuparme de aquello que no existe y eso procuro hacer.
Respecto a mi hijo, por el momento respetamos, con alguna variación el convenio de visitas. Hemos inventado un deporte. el coronapong, que consiste en jugar al tenis de mesa en una mesa de salón bajita y relativamente estrecha. El muy mamón me gana casi siempre. 
Como todos los chicos de su edad se conecta con frecuencia para jugar y hablar con sus amigos. Me ha ayudado a hacer pizza y tiene ganas de aprender a cocinar. Ya hemos hecho algo de pasta, me "ayuda" a cortar alimentos, a batir huevos y en breve haremos algo más complejo. 
A pesar de que ya frisa la adolescencia sigue queriendo hacer guerra de cosquillas que consiste en que yo le hago cosquillas y él se defiende con movimientos incontrolados que provocan, de manera invariable, que me lleve una patada, codazo, rodillazo y que suspendamos las operaciones. 
Mi pareja vive en Madrid y es enfermera en un hospital en el que han muerto un para de personajes conocidos. Sé que está preocupada y que muy posiblemente tenga miedo, aunque ni lo uno ni lo otro me lo dice y, además, no tiene a nadie en casa cuando llega para recibir un abrazo. Este iba a ser un fin de semana con un par de días de regalo para estar juntos, pero se ha convertido en días de videollamadas.
Como he dicho vivo en un pueblo de unos cinco mil habitantes. Hace unos días leí que se había abierto en mi localidad una inscripción voluntaria para llevar comida y medicamentos a los ancianos que lo precisen. En un principio me mostré muy entusiasta y no dudaba que me apuntaría. Poco después tuve mucho miedo y no sabía que hacer. Al final, con miedo, me he apuntado, pensando en mi padre y lo necesario que es que alguien te ayude en estos momentos. Entre los que estábamos para apuntarnos, pocos, no había nadie de los beatos de la localidad, pero tampoco había revolucionarios de postal. Es más, alguno de los que estaban eran personas que habían pasados por problemas en su vida, de esos que para la gente bien no parecen lo más adecuado.
He hablado con mucha gente: familia, amigos y conocidos y tengo comprometidas unas cuantas curda, algunos cafés, algún viaje, visitar algunos restaurantes. Algunos estaban preocupados, otros desubicados, alguno intuía que tenía miedo, pero todos, todos deseaban que esto acabase para seguir viviendo, aferrándose cada uno a lo que fuera: criticar al gobierno, a la derecha, elogiando a los sanitarios, a los docentes... Pero todos querían disfrutar de ese futuro que, aunque ahora no lo parezca, está al a vuelta de la esquina. 
Tengo preocupación por mis padres, por mi pareja, por mi hijo (por este menos, porque no sale de casa y es joven) y por mí; pero también tengo esperanza y muchas ganas de seguir, de equivocarme, de acertar, de amar, de obviar, de comer, de hacer el amor, de soñar, de desengañarme, de ver el mar, de pasear por el momento, de abrazar a los míos. 
Un saludo.