martes, 31 de marzo de 2020

NI AMANCIO NI ORTEGA

"Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo sostiene.

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre..."

Sentado sobre los muertos. Miguel Hernández


Cuando cerré este blog por segunda lo hice porque sentía que poco o nada nuevo podía aportar en mis entradas. Mi imaginación, y mis ganas, habían tocado techo. O, más bien, se encontraban por los suelos. 
Unas semanas después volvieron a surgir ideas, a cuentagotas, pero mis ganas de escribir seguían en el mismo lugar que las había dejado. Vivía muy cómodo sin escribir. Pero un maldito ser, vivo o no, eso está aún por determinar, trastocó todas las prioridades, las mías y la del resto de la gente y aquí nos encontramos: yo escribiendo y el lector dando cuenta de estas líneas.
En este proceso de vuelta a la escritura una de las primeras ideas que me surgieron estaba relacionada con Amancio Ortega, con la inmigración ilegal y con ciertas ideas vacías que por ahí circulan. Veamos la relación entre ambas cosas y cuáles son las ideas vacías de las que hablo.
Como el lector recordará, desde hace unos meses se ha establecido una disputa entre una parte del sector progresista (o reformista, según dijo su líder hace no poco en la universidad, por estudiantes de izquierda) y los defensores de Amancio Ortega. Y digo esto porque a Amancio Ortega y a su hija se la trae al pairo lo que una parte del Gobierno diga sobre su negocio, porque ellos no van a cambiar su forma de facturar en Holanda y Suiza (aquí y aquí se puede leer la noticia publicada por dos diarios de muy diferente ideología). 
Los progresistas/reformistas echan en cara al gallego que no pague impuestos en España y que intente blanquear esa forma de actuar mediante donaciones.
Los defensores del empresario defienden que sus donaciones son buenas para los españoles y que, por tanto, hace bien.
Reconozco que ambos tienen parte de razón, pero los defensores de una y otra postura están equivocados en lo esencial: el problema que genera que unas pocas personas acaparen una inmensa riqueza en sus manos. Intuyo que a los más liberales (los progres también son liberales, pero un poco menos) les debe chirriar hasta la última articulación tras escuchar esto. No esperaba menos. 
Por el momento no vamos a incidir más en el asunto, ya volveremos a él un poco más adelante. Ahora vamos a hablar de la llamada inmigración ilegal desde un punto de vista un poco distinto al que unos y otros dan.
Sobre los inmigrantes que llegan a nuestros países existen dos tendencias, con matices, fundamentales: hay que acogerlos y, la segunda, la de los que defiende que se vayan a sus países.
De nuevo una disyuntiva, en la que ambos pudieran tener razón, pero en la que, en lo fundamental, ninguno tiene razón y, ¡oh casualidad!, por lo mismo que en el caso del gallego: porque la acumulación de capital en muy pocas manos, en este caso élites de los países de origen y grandes empresas extranjeras, provocan un problema puede que con distintos matices, pero con idéntico génesis.
En el caso del dueño de Inditex,  y en el caso de los inmigrantes, unos pocos gestionan grandes capitales y hacen lo que les sale de las narices con ellos, cuestión que, no olvidemos, el sistema permite y, en muchos aspectos fomenta y las consecuencias las pagamos, de una u otra forma todos.
Por supuesto, el lector que hace unos párrafos se quedó con ganas de llamarme de todo, tendrá un pensamiento claro y que debiera ser convincente: Amancio Ortega crea riqueza, de la cual se beneficia mucha gente. ¿Seguro? ¿Seguro que esos pantalones, esos vestidos, esas blusas, chaquetas o camisas no las sabría fabricar nadie más? E incluso, ¿esas prendas de vestir no las podría fabricar una empresa cuyos medios de producción sean de los ciudadanos?
Las respuesta obvia podría ser: Pero no lo ha hecho. No es cierto, existen otras grandes empresas textiles, no tan grandes como Inditex, pero también de un tamaño desmesurado. Además se olvidan de algo fundamental: el sistema neoliberal actual fomenta la creación de grandes emporios, que necesita para sobrevivir y justificar. Grandes emporios que "deslocalizan" su producción para pagar una miseria a trabajadores de otros lugares por producir y, por otra parte, para generar inestabilidad laboral en los países de los cuales son originarios (recordemos ese eslogan de los sindicatos para recortar derechos laborales a cambio de que no deslocalicen una empresa). Solo es en momentos como esta crisis donde nos damos cuenta de la problemática que genera no poder producir porque nuestra industria se ha desmantelado en gran parte.
Ahora vamos a volver a esos países de África o de América Latina de donde provienen los inmigrantes que pueblan nuestras calles y que, en la mayoría de los casos, solo quieren un futuro mejor para ellos y los suyos y pensemos que ocurriría si sus recursos y sus medios de producción fueran de ellos de verdad. No de concesionarias, de ellos. Alguien podía decir: imposible, no tienen la tecnología necesaria. Cierto. Esa tecnología la tienen ciertas empresas de países occidentales, también China y de algún otro país. Entonces surge una pregunta: ¿por qué todos esos progres cuando están en el poder, por ejemplos los de los países del norte de este continente, no nacionalizan todas esas empresas y donan esa tecnología a estos países, para que aumente el bienestar de sus habitantes y solo emigren si quieren cambiar de aires. ¿Alguien ha escuchado a algún progre hablar de ello? Yo no.
¿Alguien ha oído a los progres hablar de que los medios de producción pertenezcan a los ciudadanos y evitar que Amancio Ortega haga lo que le salga de las narices? Yo no.
Resulta muy útil poner a escurrir al gallego para mantener prietas las filas, pero sin intención de hacer nada; porque, querido lector, mientras no cambie de manos la propiedad, harán lo que quieran y los hijos del reformista Pablo Iglesias seguirán protestando por las trafullas legales que hará la hija de Amancio Ortega y los nietos de GerardoTC, o como se llame, seguirán protestando contra los ardides contables que realicen los nietos del octogenario Ortega.
De igual manera, si las personas que emigran, huyendo de la miseria, siguen teniendo las mismas condiciones en sus países, es decir, los medios de producción y los recursos siguen en manos de unos pocos, seguirán teniendo que buscarse la vida fuera ad eternum y, de nuevo, los hijos y nietos de los progres seguirán clamando las mismas consignas, porque nada cambiará.
Desde esa perspectiva conviene recordar que esa protesta estéril también resulta un negocio para unos cuantos que no quieren cambiar nada y que necesitan desideologizar a sus seguidores y engañarles con bagatelas, para que ellos no se bajen del momio que tienen montado. En ese sentido, no existe gran diferencia con el neoliberal que espero, haciendo de tripas corazón, haya leído esta entrada hasta aquí.
Si los que vienen aquí intentando buscar una mejor vida fueran dueños de su riqueza y los que estamos aquí también gestionásemos la nuestra todo sería muy distinto. Igual, con un poco de suerte, las mujeres se podrían jubilar a los 55 años y los hombres a los 60. Todo el sistema educativo, desde las guarderías hasta la universidad sería gratis, La Sanidad sería universal y con medios suficientes. No sería una utopía que todas las familias tuviesen un hogar (que se lo pregunten a los sin techo de EEUU que pueblan con tiendas de campaña San Francisco, Los Ángeles...), alimentación asegurada, un trabajo... Igual esas logros sí que deberíamos copiarlos de la desaparecida URSS. 
Un saludo.

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