miércoles, 30 de agosto de 2017

DESPACIO, SIN LA NECESIDAD...

Le había costado demasiado. Tenía la sensación de que se trataba de una operación de acoso y derribo, en la que la puerta se encontraba a la par entreabierta y cerrada; pero, por fin, ahí se encontraba, tumbado, desnudo, junto a ella, también desnuda. 
Durante los días en que había tenido lugar el asedio había disfrutado, volviendo a lugares lejanos en el tiempo con otros pasos y otra mirada... y con ella. En principio no se había propuesto que todo ocurriese así, pero en ese momento no se arrepentía de ello. Al contrario, abrazar su cuerpo desnudo, sintiendo la cabeza de ella sobre el hombro izquierdo, le parecía un excelente colofón a esos días vividos. 
Él también cerró los ojos y recordó las dudas que llevaban dos días asaltándole. Recordó que se estaba dejando llevar y que el plan inicial nada tenía que ver con ello. Recordó que lo único seguro que tenían era esa noche y los días de diario que le restaban a la semana. Recordó que sólo debía desear su cuerpo. 
Cuando se había planteado esto tuvo a bien pensar que uno de los dos pusiese el freno a tiempo y el asunto no pasase a mayores. Sin embargo, cuando analizó esto se dio cuenta de que él no sería quien lo hiciese. Tampoco le incomodó en exceso. 
Miró a la mujer que, con los ojos cerrados, se dejaba acariciar y se deleitó observando su rostro sereno con detenimiento. La besó en la frente, en los labios, en la quietud y la volvió a mirar, porque necesitaba hacerlo. 
No le preocupaban las circunstancias que cada uno aportaba. No le importaba que todo se sostuviese con los hilos del presente. Hacía tiempo que sabía que lo único que nos pertenece es el presente. Ahora sólo quería mirarla y acariciarla. Ya llegaría el momento de escuchar a Jonathan Davis vomitando:  "I will soon be gone these feelings will be gone...", mientras interpretaba Alone i break.
La respiración de ella se había ralentizado hasta resultar casi inaudible para él. Una tormenta virulenta descargaba su furia al otro lado de la ventana. Una calma, desposeída de relojes, emanaba de los cuerpos de ambos, como una piel nueva. La luz fugaz, imprevista, acaparadora, de los relámpagos, que penetraba cada poco a través de los cristales, parecía querer retener una instantánea de quietud.
Ambos sabían, desde hacía un par de días, que ese noche iban a caer todas las  murallas. No había más excusas ni más tiempo que perder. Cada uno había interpretado su papel a la perfección durante estos días. No existía guión previo, pero ambos, de manera independiente, diseñaron todas y cada una de las escenas hasta llegar a ese momento. Sin embargo,  a él, que un principio le pareció que la obra no debía durar mucho más, le empezaba a pasar por la cabeza la idea de dejar fluir el argumento, hasta que se agotase por sí mismo. 
Rompieron el silencio. Él preguntó: ¿cómo estás? Ella respondió. Bien. Él la abrazó un poco más fuerte, acarició su cara y la beso con suavidad en los labios. Ella volvió a cerrar los ojos.
El día anterior se habían visto, a pesar de que existían impedimentos para ello. Cuando ella le invitó a verse durante el rato que tenía disponible, él no se lo pensó. Ahora, desnudo junto a ella, se daba cuenta de que ese mensaje significaba que ambos habían decidido avanzar hacia el mismo incierto lugar... juntos. 
Le encantaba sentirla así: desnuda, acurrucada, casi en posición fetal, entre sus brazos. Recorrió sus labios, su frente, su nuca con su mano derecha, sin prisa, casi recreándose, mientras miraba su rostro sereno, abandonado al momento, disfrutando como hacía mucho tiempo que no lo hacía.
Todo había llegado sin necesidad de magia. Necesitaba ese momento, y otros que debían llegar, pero no sentía sacudidas internas que le transportasen a un estado hipnótico de dependencia. Pero, sí, era consciente de que iba a necesitar sentir ese cuerpo desnudo junto a él más veces... Tal vez, muchas veces más. Comprendió que él también había desarbolado sus defensas y que la certidumbre de lo planificado había dado paso a un camino con muchos visos de acabar en una honda sima. Prefería despeñarse, había aprendido a salir de lugares hondos y lúgubres, a parapetarse bajo el paraguas del miedo al mañana.
Él necesitaba hablar. Necesitaba contarla algo. Necesitaba desnudarse, de otra manera, con ella. Volvió a rozar sus labios con los suyos y su voz grave rompió la quietud da la habitación, sólo quebrada, cada cierto tiempo, por la sucesión arrítmica de relámpagos, que encalaban, de manera efímera, los muebles, las paredes, el techo, sus cuerpos:
"Necesitaba sentirme así, protegido entre tus brazos. Sentir que tú te abandonas entre los míos. Mirarte con la única necesidad de hacerlo". En ese momento comprendió que, antes de retornar a su casa, debía volver a entrar en ella, despacio, sin la ansiedad de la necesidad. Besó sus labios. Se separó de ella. Se levantó de la cama y se situó a los pies de la misma. Despacio se puso de rodillas sobre la cama y se agachó entre sus piernas, hasta que su lengua se perdió en lo más profundo de ellas.

domingo, 27 de agosto de 2017

MONÓLOGO. HISTORIA DE ESPAÑA (II)

En el anterior monólogo nos quedamos en los Reyes Católicos, Isa y Nando, hablando un poco de Colón y de la conquista de Granada. 
Durante el período de los Reyes Católico tuvieron lugar muchas cosas que resultarían trascendentes para el futuro: tendrían una hija majara, obligarían a los judíos a rellenar la casilla del 0,7 de la Iglesia en la declaración de la Renta (expulsando a los que no lo hicieran), quitarían poder a la alta nobleza, permitiendo el acceso a altos cargos a segundones por méritos, mejoraron la seguridad en los caminos, mejorando la seguridad y fomentando el comercio entre ciudades. Existe constancia del papel crucial que jugó en este aspecto alguien, por identificar, que iba por los caminos en un coche, modelo SEAT 124 1430, del que salía una música que decía: "Apatrullando la ciudad. Apatrullando la ciudad...".
A la muerte de Isa su hija, Juana, heredó el Reino de Castilla. Juana, casada con Felipe, el Hermoso, el Macizorro para las de Mujeres, Hombres y Viceversa, andaba un poco más allá que para acá, pero hasta que murió, de forma prematura, su marido, la cosa no pasó a mayores. La castellana anduvo un tiempo de acá para allá con el cadáver de su marido y, Nando, su padre, decidió tomar cartas en el asunto. Juana le explicó a su padre que todo se debía a que no habían pagado los últimos recibos de lo de los muertos y no tenía pasta para enterrar a Felipe; pero su padre, tras consultar al ministro de Hacienda de la época, un noble apellidado de Montoro, descubrió que el argumento era falso y, en vez de mandarla con su tía y su tío a Bel Air, la mandó a Tordesillas, que el fresco invernal de la Meseta viene muy bien para curar enfermedades psiquiátricas y para el cutis.
Nando se volvió a casar con Germana de Foix, que debía estar de puta madre, porque acabó siendo la amante de su nieto, Carlos I. Nando y Germana tuvieron un hijo, que iba a heredar la Corona de Aragón, pero murió de manera prematura, por lo que todo recayó en un joven flamenco, que introdujo, por fin, la cerveza de abadía en España. El joven: Carlos I. 
Carlos I, además de compartir la afición por Germana, también compartió la afición de enclaustrar a Juana, su madre, en Tordesillas. Y allí, casi a la par que su hijo, acabó sus días.
Carlos I de aquí y luego V de allá, tuvo una gran facilidad para tocar las narices al personal y generar guerras. Qué llego a Castilla, solivianto a la peña y aparecen los Comuneros. Qué paso de Valencia, me crecen las Germanías. Que quiero el Sacro Imperio Germánico, un fraile se rebela contra Roma, y con el apoyo interesado de los príncipes alemanes, se monta un cisma de tres pares y muchas guerras. Que tengo un vecino de arriba, a hostias con él todo el día. Que al Papa no le va mi  rollo, saqueo Roma.  
Tal esfuerzo le valió ser al Premio Nobel, pero fue derrotado por Solimán, que recogió el premio tras conquistar Hungría, y que tenía más tirón entre la gente chic de la época: Erasmo, Miguel Ángel, Boris Izaguirre.
Sea como fuere, Carlos se retiró a Cuacos de Yuste (Cáceres), a pasar sus últimos días, cediendo el trono a su hijo, Felipe II, que, a diferencia de su abuelo homónimo, era feo de cojones, y de cara también. Se cree que el emperador se retiró a Cuacos por su preferencia por la cerveza que toma su nombre de ese lugar, Abadía de Yuste. Pues es bien sabido que al flamenco la Cruzcampo le parecía floja y la Mahou le recordaba a los Comuneros y le ponía una mala hostia que no le permitía disfrutar lo que bebía (gracias, Miguel, por la idea).
Felipe siguió el camino de su padre: guerra va, guerra viene, quemamos por aquí, traemos plata de América, quebramos el tesoro nacional varias veces, me caso cuatro veces para celebrarlo. Lo típico en estos casos. Felipe no se conformó con todo lo que tenía y acabó siendo nombrado rey de Portugal y sus terrenos de ultramar. En esa época se observó un aumento en el comercio de toallas y café en España y en Portugal un aumento en el comercio de siestas.
Se decía que el Sol no se ponía en el Imperio, lo que incomodaba bastante a las compañías eléctricas de la época, que veían bajar el consumo de electricidad, gracias a que siempre había luz.
En este reinado Andrés de Urdaneta descubrió la ruta para volver de Filipinas a Acapulco, lo que contribuyó la intercambio de productos entre Asia, América y Europa. Fue en ese momento cuando se asentó la primera embajada comercial china en España, con sede en una localidad cercana a Madrid, Fuenlabrada; en el Polígono Cobo Calleja, en concreto.
Felipe II andaba ya cansado y desilusionado tras tantas guerras, quiebras y matrimonios, pero recelaba de las capacidades de su hijo, de nombre Felipe, como él. Lo cojonudo es que con esto acertó. A su muerte su hijo, el tercer Felipe, dejó todo en manos de un tipo, el Duque de Lerma. Felipe, se dedicó con ahínco a sus obligaciones autoimpuestas: jugarse los cuartos, participar en saraos y alguna otra cosa menos confesable.
Lerma también cogió con ganas sus obligaciones y trasladó la capital de Madrid a Valladolid, tras convencer al campechano Felipe. Antes de convencer al rey, Lerma había comprado un montón de terrenos, a precio de saldo, en la capital pucelana y, cuando se produjo el traslado de la Corte se hizo de oro vendiendo lo que había adquirido a precio de baratillo. Un brillante emprendedor, de los que debiera haber ido a la boda de la hija de Aznar.
Como no le invitaron a la boda, tuvo tiempo de comprar en Madrid, a precio de liquidación, los terrenos que habían quedado abandonados por el traslado de la Corte y, ¡oh sorpresa!, propuso al rey y consiguió que, seis años después, la Corte volviese a Madrid. Jesús Gil y Marbella a su lado, un puto aficionado.
Lerma no podía estar parado y, cuando no trasladaba cortes, hacía la guerra o firmaba paces tenía que hacer algo.
"¡Joder! Acabamos de firmar una paz, después de una pila de años, no sé que hacer con mi tiempo. A ver que se me ocurre. ¡Ya está! Voy a expulsar a los moriscos. ¡Con dos cojones!" Y asi, aprovechando un período de paz largo a los moriscos de España.
A partir de ese momento en las tabernas del país sólo se bebía vino, se tomaban tapas, se daban estocadas, pero no se volvió a ver la típica estampa del paisa vendiendo alfombras, relojes y transistores. Se sabe que hubo que quemar muchas obras pictóricas en las que aparecían paisas por orden de Lerma. Cuando unos años después Velázquez pintó su famoso cuadro El triunfo de Baco tuvo que darle un retoque, haciendo desaparecer al marroquí que aparecía al fondo ofreciendo despertadores, pareos y gorras de los Celtics.
Lerma no acabó bien y para dar un giro de 180ª a todo, Felipe nombró sucesor de éste al Duque de Uceda, el hijo de Lerma. Menos mal que Felipe murió joven, porque de otra manera hubiese nombrado sucesor de Uceda al nieto de Lerma o al nieto de Uceda o a un espermatozoide del nieto de Lerma.
A Felipe III le sucedio Felipe IV, un adelantado a su época. Fiestero, mujeriego, vividor, un Borbón del siglo XVII. Un puto adelantado a su época. Felipe eligió como valido al Conde Duque de Olivares, que tuvo que lidiar con todo tipo de movidas dentro: independencia de Portugal tras sublevarse, intento secesionista de Cataluña (que pidió ayuda a Francia y descubrió que era peor el remedio que la enfermedad), intento secesionista andaluz, protagonizada por el duque de Medina Sidonia de la época. Un cuadro mañanero.
El de Olivares, que intento reformas económicas bastante razonables, cayó en desgracia. ¡Sólo a él se le podía ocurrir hacer pagar más a los nobles sin haberse inventado aún los paraísos fiscales, para que pudiesen esconder en ellosla pasta, o las tierras (que estos eran capaces de todo)! Y el gobierno recayó en manos del propio rey, que entre polvo y polvo tuvo que lidiar con catalanes, franceses, ingleses y los Paises Bajos, que no tendrían mucha estatura, pero tenían una mala hostia considerable. En esta época además de victorias como la de Breda (la que sale en la foto de Velázquez, ¡qué gran fotógrafo!) hubo derrotas como la de Rocroi, el primer revés serio de los hasta entonces invencibles tercios.
Se buscó reorganizar el ejército y se paso del tercio al quinto, aunque otros pensaban que sería mejor la pinta y, tal vez, estos tuviesen razón, porque desde entonces las cosas fueron de mal en peor.
Y en estas estaban cuando Felipe IV las espichó y le sucedió su hijo Carlos II, el Hechizado. ¡Los cojones! Si hubiese existido la Seguridad Social a finales del siglo XVII, Carlos hubiese ido más al médico, él sólo, que todos los ancianos juntos de una residencia de tamaño mediando en un año. Tenía más problemas que el McLaren de Fernando Alonso. Lo bueno de ser rey es que, por muchos problemas que tengas, siempre te encuentran alguien con quien echar un polvo, aunque sea casándote con ella. Pero de ahí a ser un fenómeno en la cama, o de funcionar, hay un trecho y, en este caso, además había pocos espermatozoides, o ninguno.
Cada vez que echaban un polvo la Corte debía ser un sinvivir. ¡A ver si esta vez se queda preñada! ¡Que no sean gases como la última vez!...Pero nada, Charli murió sin descendientes y eso provocó una movida que afectó a media Europa. Pero eso lo dejaremos para otro monólogo, porque hoy tocaban los Reyes Católicos y los Austrias. El próximo día me llenará de orgullo y satisfacción hablar de los Borbones.

viernes, 25 de agosto de 2017

MONOLOGO. HISTORIA DE ESPAÑA.

Yo siempre he sido un gran aficionado a la Historia. Diría que desde que tengo uso de razón, o justo un poco después, ya me preocupaba por dar a conocer a la gente historias. Recuerdo un día, cuando era joven, no puedo precisar si ya tenía uso de razón, llegué de madrugada a casa con alcohol suficiente en el cuerpo como para eliminar todas las infecciones del vecindario. Debí hacer algún ruido al entrar, yo sólo recuerdo que ese día tenía dificultades auditivas y motrices, y desperté a mi madre. En estos casos ocurrió lo normal: 
- ¿De dónde vienes?
- Del portal.
- ¿Cómo vienes?
- Andando.
- Hueles raro.
- Me ha abandonado el desodorante.
- Tú has bebido.
Y aquí emergió mi vena historiadora: "Sí, si he bebido. Sólo un par de cervezas, sabes que no me gusta el alcohol. Pero, ahora que lo dices, sí yo también me siento mal. Creo que ha sido el bocadillo de tortilla que me he comido en la calle. Igual los huevos estaban mal. O igual soy celiaco. Mi madre me miraba y, por no preguntar que era eso de celíaco se hacía la tonta. O igual no era por eso.
Con el paso de los años acabé dirigí mis inquietudes hacia los sucesos ocurridos en España y alrededores durante los últimos tiempos. 
La Prehistoria siempre me ha fascinado. Estuve hace unos años en Atapuerca y allí pude ver el cráneo denominado Miguelón. Se trata de los restos de un cráneo de homo heilderbengensis, con unos 400.000 años de antigüedad. El nombre, esto no es coña, se lo pusieron en honor a Miguel Indurain. Uno, se imagina a Miguelón, cuando aún vivía, en la tribu, cejijunto, respondiendo a todo con monosílabos y recomendando a los otros miembros del clan, mientras huyen de una manada de mamuts, que tomen Danacol y Enervit para mejorar su rendimiento. ¡Claro, como él iba en bici!
Otro de los personajes que me fascinaron de la Historia de España fue Viriato. Viriato era un pastor lusitano que tuvo en jaque a las tropas del Imperio Romano durante un buen tiempo. Tanto fue así que los romanos tuvieron que cambiar su calendario, añadiendo dos meses, para poder derrotar a todos los locos hispanos, lo que fue una putada para los niños, que tuvieron que aprenderse dos meses en la escuela. No tenían ya bastante con saber escribir 7.347 con números romanos que, a ver, quién de los que está leyendo esto sabe escribirlo. Pues eso, encima tuvieron que aprenderse dos meses y en latín.
Pero volvamos a Viriato. Viriato, aunque lusitano, parecía de Bilbao: nacía donde le salía de los cojones... al iluminado de turno. He visto esculturas de Viriato por media España, conmemorando que había nacido allí o en un prado cercano. Lo primero que piensas es la suerte que tuvo el escultor que hizo todas las tallas. Se debió llevar un porrón de sestercios y no le debió faltar trabajo. Luego, con más calma, empiezas a creer que lo del nacimiento de Viriato es como las meigas: ocurrir ocurrió, pero la fe de nacimiento se debió perder y no hay certeza del lugar exacto donde fue traído al mundo. Lo único incuestionable a ese respecto lo aportó Gregorio Esteban Sánchez, más conocidos por Chiquito de la Calzada: nació después de los dolores.
Reconozco que, con el paso del tiempo, la figura de Viriato perdió interés para mí. Tal vez sea porque hubo un tiempo en que le asocié a Marcial, el pastor de mi pueblo. Miguel es buena gente, con su palillo entre los dientes, de los que le faltan un par, siempre con una gorra verde de Caja Rural, regordete, con la tripa que se le marca en una camisa de rayas, que ya debía vestir cuando hizo la Primera Comunión, con el transistor en la oreja, escuchando Agropopular y siempre gritando: "Yatealapallá". Y, claro, uno no se imagina a Miguel, o a otro pastor por el estilo, acaudillando unas aguerridas tropas, que pusieron en jaque al mayor imperio del momento.
Me imagino las negociaciones entre los romanos y Viriato. El romano: "Ríndete, y no te haremos nada". Viriato: "Yatealapallá". Y así no hay forma de acabar una guerra.
Una vez los romanos conquistaron toda la Península Ibérica se produjo la romanización de la misma. Pero no sólo ellos nos aportaron cosas, nosotros también les dimos a ellos. Desde el garum, una salsa de pescado que debía saber a hostias, pero que era muy cara, hasta emperadores: Trajano, Adriano y Teodosio. Los dos primeros eran de Itálica, al lado de Sevilla y, esto tampoco es coña, debían tener un acento muy peculiar, que resultaba bastante chocante en Roma. 
La verdad es que podía haber sido peor, podían haber nacido en Cádiz (Gades) y entonces no se les hubiese entendido nada. 
Una de las razones por las que resultaba chocante su forma de hablar era porque todos los discursos los terminaban con una frase incomprensible para los cultos romanos. Una frase que sonaba algo así como: "Y ahora una Cruzcampo frezquita".
Los romanos estuvieron por aquí una pila de tiempo, pero, como pasa siempre, vinieron otros, más jóvenes, más guapos y se quedaron con el cortijo. Estos nuevos dueños del sarao son conocidos con el nombre de visigodos. Tuvieron que largar a otros primos suyos: suevos, vándalos, alanos e incluso a los primeros tipos que habitaron Marina d`Or y sus alrededores, los bizantinos. Los bizantinos, que eran los herederos del Imperio Romano, leyeron en algún manuscrito que aquí había tinto de verano y paella y se vinieron desde la otra punta del Mediterráneo a pasar sus días por esta zona, con el todo incluido contratado. Los primos y los turistas acabaron siendo expulsados y los visigodos se quedaron con todo. 
Los visigodos, que a su vez habían sido echados de Francia (es posible que este hecho sea un temprano precedente del vuelco de camiones), tenían una costumbre muy maja, que era elegir a su rey entre los nobles del lugar. El único problema que tenía el asunto es que el perdedor no solía tener muy buen perder y se solía armar la de dios es Cristo, arriano o católico, depende de si era antes o después de Recaredo. Se montaban unos pifostios muy majos, que de haber existido La Sexta se hubiesen solucionado con una tertulia sabatina, pero, a falta de otras opciones, acababan zurrándose de lo lindo. En una de estas andaban cuando unos tipos que venían de África se asomaron por aquí y acabaron quedándose con el cortijo, con la masía, con el latifundio y con todo lo que se terciase. Sí, los alemanes jubilados. ¡No! Es broma. Eran los seguidores de Alá, al que parecían no encontrar, porque se movieron por medio mundo conocido, conquistándolo a su paso, siempre siguiendo a Alá.
La realidad es que, además de árabes, en la Península entraron bereberes e, incluso, algunas tropas mercenarias del Norte de Europa. Los árabes aportaron muchas cosas a nuestra cultura: el cero, que lo trajeron de la India, sistema de irrigación o palabras tan importantes para nuestra lengua, y nuestra existencia, como: almohada, alcohol o rubia. Imaginemos que haríamos si después de beber diez o doce cervezas rubias con alcohol, no tuviésemos una almohada en nuestra cama para dormir la mona.
Sin embargo, los musulmanes adoptaron una costumbre muy nuestra: darse de hostias entre ellos. Árabes con bereberes. Familias poderosas árabes con familias poderosas árabes. Los de la tortilla con cebolla contra los de la tortilla sin cebolla. Un sindiós, pero con Alá. 
A diferencia de los visigodos, estos se llevaban bien con sus primos del Norte de África y vinieron a echarles una mano contra los cristianos, que, cuando no estaban dándose por culo entre ellos, ocupaban sus ratos de ocio en bajarse al moro y zurrarse con los musulmanes. Los que vinieron eran un poco extremistas, aunque, en honor a la verdad, los primeros que vinieron descubrieron que en este país se vive de puta madre y se amoldaron. Esto lo aprovecharon los cristianos y cuando los almorávides estaban durmiendo la siesta tras el vermú (sin alcohol) les dieron para el pelo. Peores fueron los segundo que vinieron, los almohades. Eran como el ISIS, pero sin vídeos de Internet de promoción. Esto puede sonar a coña, pero no es real: los musulmanes hispanos tenían fama de vagos entre sus primos almorávides y almohades. Tal vez fuera porque ocupaban mucho tiempo bebiendo Cruzcampo 0,0 y comiendo sus tapitas, sus gambitas, sus espetos y su jamoncito de tofu especial para musulmanes.
A principios del siglo XIII los cristianos dieron para el pelo a los almohades y acabaron siendo la fuerza hegemónica en la Península.
No se me ha olvidado hablar de los cristianos, sólo voy por orden. Los cristianos se dedicaron a recuperar tierras, pudiendo residir su éxito en que ellos eran más de Mahou que de Cruzcampo. Los cristianos formaron varios reinos que se dedicaron, ¡oh sorpresa!, a guerrear entre ellos. Que uno piensa que cuanto esfuerzo se habrían ahorrado si hubiesen inventado unos siglos antes el Risk. Aunque, a veces, no se enzarzaban con el vecino y se dedicaban a pelearse padres con hijos, hermanos contras hermanos y hermanas, para conseguir el trono. Ríete tú de la mierda de serie Juego de Tronos. Putos aprendices a su lado.
Entre tanta pelea con la familia, a veces los reyes de los otros reinos eran familia, y con los vecinos de al lado, sacaban tiempo para hacer cosas diferentes: pegarse con los moros de abajo o, en el caso de la Corona de Aragón, conquistar tierras en Italia e, incluso en Grecia. En otras ocasiones atendían más a las cuestiones de fe y se iban a Jerusalén, a participar en las Cruzadas, peleando contra el sarraceno infiel. Lo interesante es que se traían souvenirs de allí, que acabó convirtiéndose en un pingüe negocio. Igual que yo me he traído de Galicia un imán para la nevera, ellos adquirían a un módico el prepucio de Cristo o la rótula incorrupta de la Virgen María. Hay que reconocer que el invento del frigorífico ha cambiado bastantes las costumbres y la tipología de los souvenirs. Me imagino los puestos de esa época con camisetas con la leyenda: Yo estuve en Jerusalén, unos platos de cerámica con un templo dibujado en medio, trozos de cruz de Cristo, puntos de cuando la Virgen dio a luz a Cristo y el primer pañal de Jesús.
Aunque yo haya transmitido una visión belicista de la época también existieron figuras culturales relevantes, así como  hechos y productos culturales notables en ambos lugares. Tal es la influencia  de aquel período histórico que han perdurado hasta nuestros días palabras y manifestaciones. Pongamos como ejemplo la expresión músico de mierda, que en árabe se dice: Mel-endi.
En 1469 se casaron a escondidas un par de príncipes cristianos que darían mucho que hablar, tanto en las revistas del corazón como en los libros de Historia, un tal Fernando y una tal Isabel. A pesar del secretismo, la revista Hola se quedó con la exclusiva y mando a Valladolid a dos de sus mejores redactores para cubrir el evento. En esa época, para no perder la costumbre Isabel estaba un poco reñida con su hermano, el rey y cuando murió éste, su hija, Juana, acabó tirándose de los pelos con su tía. Ganó Isa. Por Cataluña también había una especie de guerra civil, que venía de largo, con la que Fernando acabó. 
Isa y Nando decidieron conquistar todo el territorio a los musulmanes, que aún pululaban por aquí y poco a poco, aprovechando también que padres, hijos y hermanos reinantes en Granada se estaban zumbando, se fueron quedando con todo. De hecho Boabdil, el último rey de Granada, era íntimo del Gran Capitán, ambos eran seguidores del Sevilla C.F.  (se les erizaban los vellos cuando cantaban el himno de El Arrebato en las finales de la Europa League), y habían pactado bastante tiempo antes del 2 de enero de 1492 la entrega de Granada. "Mucha Alhambra, mucho Albaicín, mucha polla..., pero aquí en invierno hace un frío de tres pares de cojones y en verano un calor que te torras. Esto está muy bien para venir unos días de visita, pero vive aquí y ya verás", se le escuchó decir a Boabdil cuando entregó las llaves de la ciudad.
Ese año, un tal Colón, que también nació como Viriato en Bilbao, o donde le sale a la gente de los cojones, consiguió embarcarse en tres cascarones, financiados por Castilla, y llegó a un sitio que él creía las Indias. Con el tiempo se supo que el lugar donde había llegado no era eso que decía el almirante, sino un nuevo continente. Historiadores de los dos últimos siglos han estudiado el origen de tal confusión y las últimas explicaciones aseguran que, con tanto recorte de gasto, Colón no había podido permitirse costear las últimas actualizaciones del Tomtom y que todavía funcionaba con una versión de la época del griego Estrabón. 
Sea como fuere, llegó y con este descubrimiento cambió la faz de nuestro planeta y empezó a germinar el capitalismo, gracias al descubrimiento de un sevillano: la Cruzcampo. ¡No, es broma! Bartolomé de Medina descubrió un método para aprovechar un obtener mucha más plata por cada metro cúbico extraído. Esta afluencia de plata inundó los mercados europeos y eso hizo aumentar el comercio. Se sabe que Bartolomé de Medina también trabajo sobre otros inventos, siendo el más famoso de ellos el rebujito, que le hizo pasar a la historia como el hijo de puta que inventó una bebida que entra muy bien y se te sube que te cagas. Pero eso ya es otra historia.
Por cierto, cuando me pilló mi madre borracho llevaba entre pecho y espalda nueve rebujitos. Pero explica tú a mi madre que el mismo tipo que sentó las bases del capitalismo, sentó las bases de la castaña que tú llevabas.
En fin, se me hace tarde. Voy a ver si me tomo unas cuantas Estrella Galicia, que se note que vivimos en un país con muchas autonomías. Otro día seguiré contando historias sobre la Historia de este país. 

miércoles, 23 de agosto de 2017

LARES

Nunca tuve sensación de pérdida. Al contrario, bien pronto me poseyó un sensación de alivio. Alivio que, con el paso del tiempo, se convirtió en reproche contra mí, por ciego, por torpe.

Abro los ojos centenares de kilómetros más lejos. Tomo prestado un adulto para que te dibuje una sonrisa.




He aprendido mucho. Saludo a todo el mundo, no importa quién sea o qué pretenda yo. A nadie se le obliga a nada. No siento remordimientos, los sepulté bajo una sentencia. No elegí vivir así ni elegí morir durante un tiempo de aquella manera.

Resilencia, ¿queréis que os diga en qué consiste? En sobrevivir a las mentiras interesadas de bufones y personas sin escrúpulos.





Me encanta el azul de los firmamentos encerrados en cuerpos níveos. Tiempos y lugares desacompasados, pariendo estocadas de deseos primarios, contingentes, nutricionales. Olvidé las instrucciones para destruir las millones de neuronas que te recuerdan.


Todo parece caminar de manera aleatoria, sin paradas ni descansos estipulados.




A pesar de los intentos de encajar de manera definitiva una cara, un cuerpo, una sonrisa, un corazón, unas piernas abiertas, hasta el momento todo parece discurrir como una carrera de velocidad, en la que traspasar la línea hace desparecer todo vestigio de interés.
Recuerdo, unos amigos me hablaban de obsesiones confundidas con amor. Jamás me lo había planteado, pero sí, toda la razón. Una forma, como otra cualquiera, de quedarse ingrávido en el tiempo, en pos de un imposible.

Mi libro cada vez tiene más páginas, desconozco cuantas de ellas son imprescindibles para el argumento de mi vida. A veces pienso que necesito alguien que las encuaderne y las proporcione un orden determinado.  Hay tiempo, las hojas aún no han amarilleado y el relato cada día parece un poco más interesante.





¿Cuánto hace que no amáis?


Me leyeron las manos hace poco. "Eres muy seguro. Sabes lo que quieres". Me falta un genio, saliendo de una lámpara, que haga realidad las seguridades que los demás creen ver. Sería deprimente constatar que no existe aquello que busco. Aunque hoy sé que sí. Detrás de un invierno, de un parteluz o de una canción se encuentra acechando, sin que ninguno de los dos lo sepamos.





Noche. Alguien me decía de su actual pareja que era una buena persona. La sonrisa que acompañaba tal aseveración concentraba todo lo que se puede amar a un ser humano. ¡Me encantó! Eché de menos el día, el firmamento, las caderas de trigo y miel.


Sexo, compañía, amor e incapacidad para coser, ni tan siquiera para remendar. Príncipes y princesas de horario laboral, de circunstancias y de soledad entre sonrisas, penetraciones y cervezas.




Pretenden jugar contigo. Te dejas llevar. La muesca, otra muesca, el único objetivo. No se puede contar. Seguir pareciendo compungido.

En serio, ¿cuándo fue la última vez que amaste?


martes, 22 de agosto de 2017

A PROPOSITO DE

Tras la tempestad llega la calma. Por un lado resulta triste, pero por otro gratificante, observar como la misma gente de siempre (periodistas, políticos, personajes absurdos...) empieza a meter sus cuñas, para vender aquello que les define y que les permite ser alguien "importante". Curioso, la barbarie sólo ha supuesto un paréntesis mínimo en sus quehaceres absurdos, no sirviendo para nada más. 



Intuyo que el dolor que siente un padre o una madre de un terrorista, que no comparta la brutalidad de su hijo, debe ser horrible. Por un lado desean que su hijo siga vivo, mientras por el otro, se dispara el sufrimiento por las atrocidades cometidas por su vástago. Rogar para que un hijo se entregue, lo que le permitiría seguir vivo, y no cometa más asesinatos de gente inocente. Es preferible ver durante toda una vida a un hijo entre rejas, que no encontrarlo en el paraíso por el que murió. Desconozco si estos padres reciben ayuda psicológica, pero considero que deberían resultar objetivos prioritarios para quien maneje este tipo de atención.



A veces me he preguntado que siente un terrorista perseguido y acorralado durante días. En especial me preocupa conocer si las convicciones que le llevaron a cometer las atrocidades por las que he perseguido siguen igual de firmes. No me cabe duda de que si la huida se produce en grupo esas creencias no desparecen, incluso se pueden ver reforzadas aún más, si es posible, pero qué ocurre cuando el protagonista de la caza huye en solitario y las únicas palabras que escucha son las que se generan en su interior. Tal vez no tenga tiempo de plantearse nada. O tal vez sí, y por eso huye, porque no tiene prisa en llegar a su paraíso.



Existen dos tipos de supremacistas blancos: 
  • Los que no tienen problema en reconocerlo
  • Aquellos que consideran que todos los hechos trágicos que ocurren en nuestro planeta son responsabilidad del hombre blanco y, por tanto, de manera inconsciente, consideran que los moradores de otras latitudes son seres inferiores, capaces de pensar y actuar por sí mismo, siendo influenciados con facilidad extrem


Leía que mostrar la foto de asesinos yihadistas acribillados y con la cara deformada resultaba importante, porque la propaganda dice que todos ellos mueren con una sonrisa. El comercio de la vida y la muerte crea mitos de sufrimiento y felicidad asociados a las sensaciones y sentimientos que tenemos en este lugar. Igual todo se debe a que los paraísos y los infiernos son cuadros y relatos que sólo existen aquí y se destinan a la gente que habita aquí. 



Se habla mucho del miedo tras los atentados. Tengo para mí que, con la excepción de aquellos que lo han vivido en primera persona, para el resto de ciudadanos se trata más de una sensación de desasosiego, de dolor y, a lo sumo, de vulnerabilidad, que se va diluyendo a medida que la rutina o la vida va ocupando ese lugar. Los mismos lugares, la misma gente y/o gente distinta, los mismos sueños, las mismas pesadillas... El terror que desean sembrar dura lo que permanece en las mentes lo extraordinario. No puede haber una derrota más abrumadora para los que mueren de manera inútil.



Me llama la atención como un grupo de personas pueden retroalimentar sus ideas delirantes, llegando a cometer atrocidades sin cuento, sin que exista ningún disidente entre ellos. Un conjunto de tipos se dejan influenciar por alguien para cometer actos aberrantes, y nadie parece mostrar objeción alguna. No sé si se trata de la fuerza del grupo, el miedo a quedar como el diferente, la capacidad del conjunto de anular las objeciones de los demás... Lo desconozco, pero me parece un tema interesante, pues no se trata de que un aparato estatal bombardee día y noche con consignas, se trata de un pequeño grupo.



Existen tantas religiones como personas que las interpretan. No existen religiones de paz o de guerra, existen personas que intentan amoldar sus ideas, a veces aprendidas en templos, a los preceptos de un profeta.  

viernes, 18 de agosto de 2017

NO PASARÁN

Ésta es una de esas entradas de urgencia y necesaria, que nace como respuesta a una situación especial: el atentado de Barcelona y los sucesos de Cambrils.
En primer lugar me gustaría mandar desde aquí el pésame a los familiares de los muertos y, de igual modo, desear una pronta recuperación de todos los heridos.
A continuación siento la necesidad de dejar constancia de que los únicos culpables de lo ocurrido ayer fueron uno asesinos que, amparándose como excusa en una religión, no dudaron en mostrar su verdadera faz y su necesidad generar dolor a los demás.
A partir de aquí vamos a ir analizando diversas cuestiones relacionadas con el asunto, que creo deben ser retratadas con cierta profundidad.
En primer lugar me gustaría proponer algo, que puede parecer un mero juego de palabras, pero, desde mi punto de vista, no lo es.
Creo que una vez pasadas las primeras horas, en las que si consiguieron su objetivo: sembrar el terror, deberíamos referirnos a esta escoria con el adjetivo asesino (palabra, por cierto, de origen árabe). Hoy ya sabemos que no podrán con nosotros, que, a pesar del dolor y la destrucción que generan, somos mayoría y más fuertes que ellos, por lo que denominar a esta caterva como terroristas no se ajusta a la realidad, son asesinos.
Vamos a dedicar unos párrafos a la prensa. 
Me resultaba chocante la necesidad que tenían los periodistas, o lo que sean, de algunos medios de que los políticos transmitiesen la sensación de que todos participaban al alimón en la lucha contra estos asesinos. Me resultaba chocante porque, mientras ellos perdían el tiempo con la necesidad de fotos o declaraciones, los Mossos d´Esquadra, intuyo que con el apoyo de otras policías tanto españolas como extranjeras, al menos en lo referido a información, estaban realizando su labor, sin necesidad de que cuatro pagafantas hicieran declaraciones biensonantes. Al final, lo mismo de siempre: obviar a quien hace su trabajo, para que los de arriba se hagan la foto, porque, entre otras cosas, lo demandan ciertos tertulianos. 
Por otro lado, la necesidad de la prensa de llenar especiales les ha hecho caer en el ridículo más espantoso. Creo que el único que sacó partida de ello fue el dueño del Kebab donde, supuestamente, se había atrincherado un asesino, en un principio sólo y luego con rehenes, que parece debió liberar tras la negociación que algunos medios afirmaban existía. Al menos toda España sabe donde se encuentra dicho negocio, publicidad gratuita que alegrará, sobremanera, al propietario. 
Para acabar con la prensa, deseo dar las gracias a las distintas policías de este país, en especial a los Mossos, que a través de las redes sociales pedían que no se difundiesen imágenes escabrosas. Gracias, porque han dado una lección de periodismo a esa chusma sensacionalista de las televisiones, que tuvieron que terminar tragando con las recomendaciones.
Creo innecesario profundizar en aspectos como el hecho de que la mala gestión realizada por el gobierno de Irak, chíita, y sus aliados estadounidenses, arrinconando a los sunitas (que con Sadam Husseim tenían el poder) creasen un caldo de cultivo para que ISIS, sunita wahabita, encontrase muchas necesidades para expandirse por la zona de Irak de mayoría suní. Tampoco vamos a profundizar en la campaña de desprestigio llevada a cabo por la prensa occidental contra el régimen de al-Asad, cuando estaba luchando de manera encarnizada contra el ISIS en Alepo (han silenciado los asesinatos de Mosul, el bombardeo de civiles...). Obviaremos el apoyo de algunas monarquías del Golfo a este tipo de grupos o los correos, filtrados por WikiLeaks, donde Hillary Clinton reconoce que le interesa que en Siria siga la inestabilidad. Vamos a centrarnos en aspectos que nos conciernen o que tienen que ver con el terrorismo que sufrimos aquí.
A mí me llama la atención que de manera alegre se afirme que este tipo de atentados se producen porque ISIS está perdiendo, a marchas agigantadas, poder en Siria, Irak e incluso Libia. Arguyendo que es su forma de hacerse notar. Creo que realizar este análisis resulta un error craso. Al contrario, si tuviesen más poder en Oriente Medio, tendrían más posibilidades de atentar en Europa, porque, queridos analistas, la gente, los fanáticos incluidos, se apuntan cuando las cosas van bien. Cuando todo empieza a torcerse el personal se pone de perfil, cuando no se da media vuelta y avanza. Parece lógico pensar que si un ejército invasor camina victorioso querría ampliar su radio de influencia, por lo que resulta más que probable que de no haberse parado los pies a la organización terrorista, hubiésemos sufrido aún más atentados. Por el momento, demasiado tienen con ir perdiendo de la manera más lenta posible sus conquistas. Si, en realidad, tuviesen un gran ejército de seguidores seguirían otra estrategia: realizar atentados de manera continua, generando un mayor clima de inseguridad.
Debido a esta escasez de elementos, son muy pocos los locos asesinos dispuestos a ejercer su maldad, deben  cometer sus atrocidades en lugares simbólicos, como el caso que nos ocupa. Se trata de, con el menor gasto de recursos posibles, generar la mayor cantidad de publicidad.
Me gustaría volver al trabajo de los Mossos y a lo ocurrido en Cambrils. En espera de que algo trastoque todo, nadie discute lo adecuado del tiroteo que acabó con la vida de los cinco asesinos en la localidad tarraconense. Todo el mundo parece tener claro que esos cinco asesinos pensaban acabar con la vida de muchos inocentes y que ser abatidos contribuyó a salvar muchas vidas. Yo también lo pienso. Como pensaba que había que luchar contra Estado Islámico en Siria, en Irak y en Libia, porque allí, hacen lo mismo que aquí, la diferencia es que esos lugares nos pillan muy lejos. Me revientan los buenistas que se quejan de las bombas que se arrojan en esos países contra militantes de ISIS, que asesinan a civiles, violan a niñas y a mujeres... y que aquí ven normal que se acabe con su vida, por parte de las fuerzas de orden público, a tiros. ¡Hipócritas! Cuando toca de cerca si es válido; cuando les toca a otros, que viven lejos, saco a pasear mi rollo solidario y progre.
Por supuesto, ya han aparecido voces contra el Islam (tal vez la más hilarante la de Isabel San Sebastián,  quod natura non dat, Salmantica non praestat), contra los inmigrantes y, en el otro bando, contra el hombre blanco, causante de todos los males del mundo. Unos y otros son la misma escoria ignorante, que, postureo aparate en algunos casos, suponen el caldo de cultivo inicial para que asesinos iluminados como los que nos ocupan encuentren una motivación. Por ello no voy a perder más tiempo con los unos y los otros. La misma chusma.
Prefiero cerrar esta entrada de urgencia con un detalle, tal vez intrascendente, pero que me parece bello.
Los hospitales de Barcelona han pedido sangre, siendo secundado el llamamiento de forma masiva. Esa sangre, intuyo la mayoría de catalanes, pero también de personas de otros lugares de España y del mundo, va a ir destinada a salvar la vida de heridos de diversas nacionalidades (las últimas noticias hablan de trece). Tal vez este sea el aprendizaje que debamos extraer: cuando todos nos unimos y aportamos podemos conseguir que la vida sea mucho mejor.
Un saludo.

jueves, 17 de agosto de 2017

LOS TRESCIENTOS

Existe una forma infalible para conocer la posición, el sentimiento profundo, que alberga el personal respecto a los derechos de los trabajadores: esperar y estar atento. 
Lo reconozco, dicho así, parece una verdad de perogrullo, pero, querido lector, si lo piensa bien no resulta tan evidente, pues damos por hecho que las posturas de unos y otros son las correctas o adecuadas al ideario que dicen defender; pero todo esto resulta cuestionable. 
Cuando escribo este tipo de cosas tengo la sensación de imitar a esos líderes del cambio que no se parapetan tras ambigüedades y palabras hueras, conjuntadas para no decir nada, pero, como el lector habitual sabe, el que suscribe suele acompañar lo que defiende con ejemplos o símiles que, en la medida de lo posible, aclaren lo que quiero expresar y esta entrada no va a suponer una excepción.
Partamos de la huelga de los trabajadores de una empresa (si quieren publicidad que la paguen) que gestiona ciertos servicios en el aeropuerto del Prat (huelga que, como ha ocurrido con otras muchas: controladores, estibadores, pilotos, trabajadores del servicio de limpieza de Málaga, Coca-Cola...), cuenta con mi apoyo absoluto). Las posiciones de unos y otros ante esta medida de fuerza, que ha llevado al Gobierno a movilizar (sí, a movilizar) a la Guardia Civil, para evitar los efectos de la misma, a pesar de los servicios mínimos, nada mínimos (el 90% de los trabajadores deben estar desempeñando su labor), impuestos a los trabajadores, dejan bien a las claras de que pie cojean todos y cada uno de ellos, siendo, en todo caso, una pata con un tronco común: el neoliberalismo, cuando no el provincianismo paleto. Pero vayamos por partes y situemos a cada uno en su sitio.
La derecha, la que no esconde serlo, no ha tenido problema en utilizar una de sus bazas favoritas en estos casos: las molestias a los ciudadanos (la otra es la de trabajadores privilegiados). Me causaba hilaridad escuchar a Carlos Herrera hablar de las molestias a los pasajeros y la vulneración de derechos que sufrían. En ese sentido la Constitución proclama que los ciudadanos tienen derechos a una información veraz, y ahí está él, manipulando sin mesura, interrumpiendo y, si es necesario, dejando sin palabra y derecho a réplica,  a quien no cuenta lo que él espera. Es mítico como interrumpe y corta a un opositor cubano que reconoce éxitos como los sanitarios y los educativos de Cuba.
Y, hablando de Carlos Herrera, no me resisto a contar algo. ¿Se acuerda el lector de Carlos Jesús y sus naves de Ganímedes y Raticulín?, pues el locutor almeriense se hizo un selfie hace un par de años con el líder mesiánico y, viendo el resultado, uno considera que además de sus ideas delirantes comparten un cierto parecido físico nada desdeñable.



Tras este inciso humorístico sigamos con lo que nos ocupa.
A partir de aquí se sitúan los pretendidos partidos progresistas, defensores de los trabajadores y sindicatos, organizaciones que en su esencia existen para defender a este colectivo.
Empecemos por las fuerzas nacionalistas que se autodenominan de izquierdas. El crítico, y comprador, de los productos de Amancio Ortega, Gabriel Rufíán se marcó este tuit:


Nada nuevo bajo el Sol. Todo lo que sucede se debe a una conspiración judeo-masónica contra su bella patria por parte de unos entes malvados. Lo de que su partido se autodenomine de izquierdas lo vamos dejando para otro rato. ¿Qué importan los trabajadores? Nada. Aunque, ahora que lo pienso, seguro que muchos de ellos, o todos, serán catalanes o censados en Cataluña. Derecha pura y dura, como todos los nacionalismo. Esta tradición de ningunear a los que reivindicaban los derechos de los trabajadores, ya les viene a Esquerra de la II República, donde algunos de sus miembros no dudaban en mandar asesinar a dirigentes anarquistas. Indague el lector en la biografía de los asesinos, y fundadores de las juventudes de ERC, hermanos Badía.
Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona, ha realizado un juego funambulista más interesante. Por un lado ha pedido que los servicios funcionen, pero por otro se ha mostrado más comprensiva con los 300 huelguistas, hablando de explotación laboral y cuestiones así. Sin embargo, cuando llegó el momento de significarse sobre lo que ofrecía la empresa y lo que opinaban los trabajadores, no dudó ni un segundo en ponerse al lado de la empresa. 

http://www.publico.es/economia/huelga-prat-serna-colau-piden-comite-eulen-convocar-asamblea-evitar-laudo-obligatorio.html

¡Qué rápido se pasa de luchar al lado del desfavorecido a proponer que los problemas se entierren, para evitar jaleos y tomar decisiones!
Sobre las opiniones de Podemos no diré nada, porque no he encontrado ninguna declaración al respecto, aunque intuyo que las habrá. Todo lo más que he encontrado es algún tuit de Echenique sobre el franquismo y Trump.
El PSOE y UGT sí se han manifestado, oponiéndose a la utilización de la Guardia Civil para reventar una huelga y reivindicando el derecho de huelga de los trabajadores. Lo que me parece muy bien. Como también me parecía bien cuando una de las figuras más execrables que ha pasado por lo Política patria durante los últimos años, Pepiño Blanco, no dudó en fustigar de manera pública, tras conculcar su Gobierno todos los derechos laborales del colectivo, a los controladores aéreos. En el fondo, unos y otros utilizan la boquilla, poniéndose de perfil (mejor que no se note mucho que están ahí) para salir al paso.
Mención especial merece la AUGC, el sindicato, no oficial, de la Guardia Civil. Hasta donde pueden llegar no han dudado en cargar contra la privatización de ciertos sectores, que conllevan consecuencias para los trabajadores, y por ende para los ciudadanos, como las que estamos viendo. Culpando directamente al Gobierno de este desaguisado.

http://www.elplural.com/politica/2017/08/11/guardias-civiles-la-culpa-es-del-gobierno-por-privatizar-la-seguridad-de-los

Por cuestiones, que no vienen al caso, conozco un poco el funcionamiento de la AUGC y siento profunda envidia, como trabajador, al ver como son capaces de luchar por los derechos de sus afiliados, así como por su forma de organizarse y actuar en beneficio de las personas que representan. Me gustaría que los sindicatos que dicen representarme fuesen la mitad de diligentes y capaces que la asociación que representa a los de verde.
Resulta curioso que una de las críticas más furibundas, y bien fundadas, provengan de un colectivo al que los progres, que procuran pasar de puntillas sobre este asunto, no dudan en criticar por retrógrado.
Tras hacer una exposición sobre las posturas de unos y otros, me gustaría explicitar la mía, que parte de un supuesto que no contempla ninguno de los actores hasta ahora citados: la fuerza de los trabajadores cuando se organizan.
Nadie, ni derecha ni derecha disfrazada de progresía, ha incidido en la fuerza de los trabajadores cuando se organizan. ¿Recuerda el lector como acabó la huelga de los estibadores? Ganaron:

http://www.elmundo.es/economia/2017/06/29/5954e458ca4741452b8b4572.html

Un colectivo unido, vilipendiado por una parte de la sociedad, acabó consiguiendo lo que pretendía. Los medios pasaron de perfil y la gente progreta no lo utilizó como ejemplo para reivindicar algo evidente: cuando los trabajadores se organizan y movilizan en serio tienen todas las de ganar. Esta evidencia no se la escucharan decir a los paniaguados de UGT o CCOO, porque supondría un cambio en su paradigma y abandonar su complicidad con el sistema neoliberal y con los poderes económicos. 

Otra de las cuestiones que se pueden comprobar en los hechos del Prat, y también con los estibadores, es que cuando una movilización funciona el poder político, y los mamporreros mediáticos, se ponen nerviosos, muy nerviosos, por que puede cundir el ejemplo (por mucho que sindicatos y partidos progres hagan todo lo posible para que esto no ocurra). El ataque despiadado contra los trabajadores que ejercen su derecho, cuando no el boicot, resulta inevitable.
Un tercer aspecto, del que se habla poco, pero resulta trascendental, es que no se necesita que todo el mundo siga la convocatoria de huelga. A pesar de unos servicios mínimos exagerados, basta con que una parte mínima de los trabajadores sigan la convocatoria de huelga para que el funcionamiento normal se vea trastocado de manera significativa. Piense el lector en las huelgas de los trabajadores de transporte, en las que a pesar de unos servicios mínimos muy poco mínimos, las consecuencias en el funcionamiento resultan significativas.
Los trescientos del Prat, sin Leónidas al frente, nos han vuelto a recordar que la lucha sirve para algo.
Un saludo.

martes, 15 de agosto de 2017

ENMARCADO

¡Dios! Cuando, de alguna manera, desesperaba, pensando que no existía, aparece frente a mi y me pregunta si voy a participar en la misma actividad que ella. 
La miro a ella y a sus acompañantes. La vuelvo a mirar a ella. Contesto, no recuerdo muy bien qué, y pienso: Es preciosa. Está fuera de mi alcance.
Tras una breve conversación, donde me hace ver que he equivocado de pasillo, quedamos en vernos un par de horas después en el acto de presentación.
Una vez saciada el hambre, solucionado el problema de estacionamiento que nos había traído de cabeza a mi acompañante y a mí y abordadas otras cuestiones menores, llegó el momento del acto con el que se da inicio a esos seis días de convivencia. Mi timidez, que según todo el mundo tan bien sé disimular, me hace pasar un mal trago en este tipo de eventos iniciales.
Llegó al lugar convenido, cuando el grupo ya está conformado y busco sitio, que resulta estar casi frente a la mujer con la que hablé un par de horas atrás. Aún me parece más atractiva. 
Durante la actividad, en la que debemos presentarnos, tras presentarse ella pide a uno de sus acompañantes que dé turno a mí para darme a conocer al resto del grupo. Vale, parece que mi presunción inicial puede no ajustarse a la realidad. 
Extraño, mi timidez desaparece cuando me dirijo a un conjunto de personas, y aprovecho la ocasión para hacer un guiño a quien me antecedido en el turno de palabra.
Durante la siguiente actividad tengo ocasión de fijarme en su cuerpo y, sin duda, comprendo que lejos de mi hogar existe alguien donde vivir. 
Durante el resto del día apenas tenemos ocasión de hablar. Las obligaciones de ambos hacia nuestros acompañantes e, intuyo, que mi timidez, y tal vez la suya, contribuyen a que apenas crucemos unas palabras y unas cuantas miradas, que en su caso se acompañan de una sonrisa que me atrapa. ¡Joder! Necesito una paleta llena de sonrisas varias para pintar de colores cálidas la miseria en la que me envolví durante años. 
Durante la noche tengo problemas para conciliar el sueño. Ella enmarca todo mi tiempo y mis pensamientos. Me vuelve a pasar lo que me ocurrió hace unos meses: pienso en el sexo como algo más que follar. En ese momento embrido las mariposas, las encierro en crisálidas y me propongo disfrutar de la situación de la mejor manera posible, sabiendo que las responsabilidades de ambos hacia nuestros acompañantes, junto con lo lejanía del lugar de residencia de cada uno, va a limitar todo lo que puede ocurrir, siempre que ella quisiera algo más que hablar.
A pesar de todo ello me siento feliz. Hacia tiempo que me atormentaba la posibilidad de que no encontrase quien me hiciese sentir eso. En realidad no es honesto decir eso. Una persona, una mujer, había hecho crecer millones de mariposas dentro de mí, la misma que me hizo recordar que el sexo es algo más que eso, pero intuía, sentía, que lo que vivía en este momento tenía que ver con algo más parecido a la meta que espero alcanzar.
Dormí poco. Ella, según contó al día siguiente, también se encontraba despierta a las dos y media. No indagué en las causas.
La jornada abrió sus puertas pronto, con su carga inevitable de sueño, y las actividades del día, junto con algún sobresalto al que contribuyó mi acompañante, contribuyeron a que todo transcurriera con una celeridad indeseada. Hablamos, poco, buscando una excusa para entablar conversación. Demasiada gente, demasiadas obligaciones, demasiada nada en unos días. 
En estas situaciones me siento extraño y algo violento. La sensación de no tener el tiempo necesario, de no tener la intimidad necesaria genera en mí un extraño cóctel. Siento la necesidad de romper el hielo, mi timidez me paraliza y mi impulsividad me arrastra. El resultado, en ocasiones, no resulta todo lo brillante que me gustaría.
Ella siempre apartada del grupo, si no de manera física, sí por su dedicación a sus acompañantes (tal vez también como medida de seguridad, de protección; como una forma de sentirse segura en un grupo de desconocidos).
Por mi parte, me cuesta poco ubicarme, aunque más por necesidad que por verdadera creencia. Desde el primer momento poseo la certeza de que toda esa gente va a desaparecer de mi vida justo el día en que silencie el grupo de whatsapp al poco de llegar a mi casa. Excepto ella. Me ha turbado y siento la necesidad de hablar con ella, aunque a veces no encuentre las palabras. 
Durante el tercer día parece que la risa nos une. 
Durante el tercer día me vuelvo a cuestionar por qué esa mujer, que permanece apartada del grupo, parece que quiere estar cerca de mí. 
Durante el tercer día me planteo que, a pesar de todo, algunas otras mujeres hermosas han querido estar a mi lado.
Durante el tercer día sé que ella, aunque no parezca estar atenta, se ríe con los disparates que se me ocurren y es entonces, cuando se gira y ríe, cuando me siento desarmado. Sin embargo, tengo las mariposas encerradas en lo más hondo e inaccesible. No hay problema.
No recuerdo si fue durante el tercer o durante el cuarto día cuando surgió la idea de practicar ambos una actividad de manera conjunta, siempre que nuestros acompañantes nos lo permitiesen. 
Tal vez ese día, o el siguiente, me fije, durante la cena (ya nos sentábamos cerca en las comidas conjuntas), en que disfrutaba comiendo. Me encantó y acuñé la idea de que necesitaba alguien a mi lado con ganas de comer la vida. Y ahora, varios después, tengo la certeza de que su legado en mi vida lo constituirá esa idea: comer la vida, con gula cuando sea posible. 
Puede que todo se deba a que me sienta harto de gente estupenda e irreal. Me gusta una sonrisa, unas caderas poderosas e insinuantes, comer por y con placer, mirar por necesidad.
Llegó el día de la actividad, que se ofrecía en el programa. No había duda de que íbamos a hacerla. Tal vez ese tiempo sería nuestro único espacio a solas. Sin embargo, la publicidad engañosa parecía perseguirme ese verano y de todo lo que aparecía en el programa, lo que pretendíamos hacer era lo único que no ofertaban. Tal vez, alguien, en algún lugar ignoto, pensó que el rato que habíamos permanecido riéndonos como dos colegiales en el autobús, mientras nos dirigíamos hacia la decepción, constituía premio suficiente.
Después, pequeños detalles. 
Mientras, un azul eterno en la mirada.
Llegó la última noche. 
Acabó la última noche. De manera abrupta, mis responsabilidades me hicieron retirarme el primero. Lo vi. Ella quiso ser la última de la que me despidiese. No la dejé. La propuse tomar algo por la mañana, antes de separarnos para siempre. 
Había pensado contarla cosas como las que estoy escribiendo. Había pensado pedirla que sonriese, porque aún era más bella cuando lo hacía. Había pensado, al final, no decir nada. Cada cual debería llevarse el recuerdo que desease de esos días. Y así fue. 
Bastó una hora más como premio.
En el largo camino de vuelta sonó Alone i break, de Korn, y entonces comprendí que ella me había enseñado que debía llenar esa canción (que tanto he escuchado en los buenos y en los malos momentos) para los m con todo lo que me había aportado, que, en esencia, se podía resumir en que existía, en algún lugar, una mujer, desconocida, que reunía todas las piezas del puzzle, de la que me enamoraré desde el primer minuto.

jueves, 10 de agosto de 2017

DESTRUCCIÓN TOTAL

A veces no resulta fácil escribir unas memorias, aunque sepas que éstas no se publicarán mientras vivas. La complejidad reside, no tanto en contar la verdad, como en la necesidad de buscar justificación a aquellas actuaciones de las que uno no se siente orgulloso. Tal vez por ello lleve dando vueltas a este capítulo de mi biografía, en el que se narra lo que para todos fue mi mayor éxito profesional. 
Considero que, antes de continuar, el lector debe saber que el que estas líneas escribe tiene por nombre John Mc Allister y que mi profesión es la de militar. Imagino que todos ustedes, o la gran mayoría, habrán asociado estos datos con la persona que dirigió, con éxito, la gran ofensiva militar contra las tropas totalitarias de los ejércitos centroeuropeos en la Gran Guerra. Entre otros cometidos, durante esa contienda, planifiqué y dirigí la batalla de Würtzuneigg, en la que la gran cantidad de pérdidas del enemigo supuso el principio del fin del mismo. Y es esta batalla, por la que he recibido reconocimiento de compatriotas, aliados, políticos, periodistas, historiadores..., la que está obstaculizando el resumen escrito de mi vida. Como todo el mundo sabe, los matices resultan el ingrediente esencial de este banquete, mejor o pero cocinado, que se llama vida.
Pero llegado aquí, puesto ya el pie en el estribo, debido a un tumor cuya metástasis invade mi cuerpo, voy a dejarme llevar por la escritura y ensartar en párrafos todo aquello que nunca conté y que considero debe saberse.
La guerra se había prolongado ya durante tres años, con resultados pésimos, en un primer momento, para nuestros intereses, aunque en los últimos meses habíamos conseguido estabilizar los diversos frentes e, incluso, del frente oriental llegaban buenas noticias, en forma de derrotas del enemigo, por primera vez desde el inicio de las hostilidades. Los miembros del Estado Mayor coincidíamos en que había llegado el momento de reactivar el frente occidental y asestar un gran golpe, en forma de derrota, a las fuerzas de la alianza totalitaria. Durante el último mes de invierno y la primavera habíamos procedido a concentrar un gran número de soldados, piezas de artillería, carros de combate, aviones en la retaguardia, con la idea de lanzar una ofensiva masiva, que lograse penetrar en las líneas defensivas del enemigo. No existía un criterio único sobre la forma de proceder de nuestros ejércitos, se contemplaban varias posibilidades: desde una ofensiva de estilo tradicional, de desgaste, parecida a las de la I Guerra Mundial (con más coste de vidas para nuestros soldados, pero también para un ya desgastado ejército rival), hasta otras en las que como hizo Zukhov (uno de los discípulos de Tujachevsky, el gran teórico de la utilización de columnas móviles blindadas) en 1940 en Jaljin Gol, utilizar las columnas de tanques y de artillería motorizada para realizar una maniobra envolvente, con menos coste de vidas, pero, casi seguro, con similar éxito (aunque supondría menos desgaste del enemigo). Las dudas a este respecto, y las presiones políticas, en diferentes sentidos, dependiendo de los intereses de los gobiernos de cada país aliado, nos mantuvieron paralizados un par de semanas. Sin embargo, todos teníamos claro que la ofensiva debería comenzar a finales de primavera, para intentar que el enemigo se rindiese antes de la llegada del crudo invierno, que ralentizaría todas las acciones.
Recuerdo que durante dos o tres semanas tuve muchos problemas para dormir. En mi fuero interno empezaba a tener la certeza de que la decisión sobre el tipo de acción a emprender no iba a poder consensuarse, por lo que yo tendría la última, y decisiva, opinión respecto a como abordar el asunto. Reconozco que esta situación, idealizada por un militar profesional cuando sale de la academia o desde el cómodo sillón de su despacho, se llega a convertir en una pesadilla, cuando se tiene conciencia de que una determinación puede servir para salvar o morir a decenas de miles de personas, si no más.
Al final, el 10 de mayo (recuerdo la fecha con exactitud) me incliné por una guerra de desgaste total, aprovechando nuestra superioridad de hombres y armas de todo tipo, siguiendo el modelo de los generales de la I Guerra Mundial. A pesar de las quejas de algunos de mis subordinados, cuestionando la gran cantidad de pérdidas de vidas en nuestras filas que esta estrategia iba a causar, mantuve mi decisión.
Como dije con anterioridad, la denominada batalla de Würtzuneigg constituyó un formidable éxito de nuestras tropas. Tras casi tres semanas de combates encarnizados, con un altísimo coste de vidas y de material por ambos bandos, el derrumbe del ejército enemigo, abrió las puertas, casi de par en par, a nuestras tropas para la invasión de los países coaligados en nuestra contra.
Casi un millón de victimas, entre muertos y heridos, fue el resultado de esos diecinueve días de guerra. Sin embargo, el elevado precio no pareció importar a los políticos, a los medios de comunicación, a los militares ni a los historiadores (con alguna excepción), el éxito entierra en el olvido los cadáveres, las mutilaciones y las carnicerías.
Como resultaba previsible, con este viento a favor acabé siendo proclamado como un genial estratega y, casi casi, como un héroe, casi a la altura de Hércules. Incluso, años después, los líderes del partido conservador de mi país se pusieron en contacto conmigo, en secreto, para proponerme encabezar las listas electorales de unas elecciones que iban a tener lugar unos meses después. Por supuesto, con la máxima educación, decliné tal oferta.
Han pasado muchos años desde ese 10 de mayo en que tomé la decisión, pero de manera recurrente sigo teniendo problemas para conciliar el sueño, como antes de esa fecha. Una pesadilla repetitiva, con escasa variantes, quiebra mi necesidad de descanso. La primera de la misma no ha sufrido variación alguna durante todo este tiempo y recrea el momento en el que el 7, a media tarde, me comunican que mi hijo, teniente de infantería, ha muerto en el frente. El despacho, la luminosidad del día que, de repente, se oscurece, el rostro serio del general Freedom antes y después de contármelo. Incluso el dolor que siento es idéntico cada vez que mi mente recrea la situación.
El sueño da un salto en el tiempo y me sitúa tres días después, defendiendo ante los otros miembros del Estado Mayor la necesidad de una ofensiva total de desgaste. En la pesadilla no escucho las comentarios de mis otros camaradas, porque una voz interior ahoga todo lo externo. Una voz que repite: "Deben morir el mayor número de enemigos, para que sus padres sientan el dolor descomunal que tú estás sintiendo. Siembra en ellos, en el mayor número de ellos, la desesperación que te invade a ti por la muerte de tu hijo".
La pesadilla concluye cuando, sobresaltado, me despierto tras visualizar una procesión, interminable, de rostros desconocidos de padres de soldados muertos, tanto del enemigo, como de nuestro propio ejército, preguntándome por qué lo hice.
Ahora que, por fin, he tenido el valor de escribirlo, considero que con describir mi pesadilla es suficiente para abordar la realidad de lo acontecido en aquellos días. No me importa que me descabalguen del panteón de los héroes, ni tan siquiera voy a ser consciente de ello, me parece mucho más trascendental contar que sólo soy un humano más, atrapado por el dolor en un momento crucial.

domingo, 6 de agosto de 2017

PIENSO, LUEGO SOY UN SER HUMANO

"Los niños tienen que ser enseñados
sobre cómo pensar,
no sobre qué pensar".

Margaret Mead


Existe un debate recurrente y, por lo general, carente de un enfoque real, ya veremos las causas, sobre lo que los niños deben aprender en la Escuela (aunque más bien deberíamos decir en el sistema educativo). Como en el caso del fútbol cada uno tiene una opinión basada en su experiencia personal, en lo que intentan imponer los medios de comunicación o, más simple, en lo primero que se le ocurre. 
No sólo eso, a veces, con mucha frecuencia, se confunde la metodología con los objetivos (los medios de comunicación son expertos en ello), creando un debate distorsionado, falso (pero muy útil para llenar tertulias e informativos y para conquista el alma y la mente de los incautos), carente de un enfoque real. 
Por si esto fuera poco, existen apóstoles del buen rollismo que demandan por un lado que a los niños no se les puede exigir, pero luego se demanda que todos acaben siendo ingenieros aeroespaciales, Nóbel de medicina o sucesores de Einstein. Unos crack estos genios que todo lo fían a pizarras digitales interactivas o a métodos revolucionarios, e infalibles, que llenan las arcas de conferenciantes y que acaban siendo obsoletos a los pocos años. 
Sin embargo, uno, que no debería hablar de estos asuntos, aún me quedan bastante días de vacaciones, si sostiene que los alumnos, de manera progresiva, pero constante, deberían aprender algo: a saber interpretar la realidad, a buscar informaciones de diferentes fuentes. En otras palabras, a ser una persona que no se deje llevar por la primera impresión, en especial en asuntos complejos. Un tipo capaz de pensar y de cuestionarse las verdades preestablecidas. Y no sólo, eso, creo que resulta también importante que nuestros alumnos, nuestros hijos, no olviden que reconocer que ignorar algo sobre un asunto no es vergonzante. Al contrario. Lo vergonzante es no saber y ocultarlo, pero, sobre todo, lo vergonzante es no saber y hacer ver que se domina la cuestión.
Puede que algunos lectores piensen que resulta muy complicado vivir y actuar con esa premisa en todo momento. Cierto, sería inviable; además de contraproducente. Existe asuntos vinculados a vivencias cercanas y a sentimientos o a determinados momentos que se rigen más por los sentimientos, la inmediatez u otras cuestiones. Sin embargo, uno piensa que en determinados aspectos si resulta necesario.
Hay un asunto muy en boga estos días, uno de esos de los que si sabes un poco del tema se ve que la manipulación es asombrosa, que ha generado oleadas infinitas de indignación. Lo de siempre: apelar a los sentimientos para llenar programas, que no tienen suficiente con la movida catalana. Si, además, conseguimos apelar a la solidaridad de la gente, sin moverse del sillón, mejor que mejor. Sin embargo, casi nadie se ha molestado en investigar, todo el mundo tiene un bueno y un malo. La historia, bastante más compleja, resume a la perfección a una parte de las personas que conforman esta sociedad y a las estructuras de poder y pensamiento que la modelan: un tema, anecdótico y desenfocado ex profeso, se convierte en categoría y en un foco de distracción. Se apela a la "bondad" del personal, que, en realidad muestra con facilidad su parte más sarnosa, y el personal se rasga las vestiduras en jirones y muestra lo solidaria que es escribiendo, o copiando, un hashtag, o etiqueta. Todo perfecto.
Aunque intuyo que lo que propongo no se va a conseguir, me niego que mi hijo y las personas de su generación, se dejen manipular sin investigar, sin buscar el trasfondo... Sin sentir curiosidad por conocer la complejidad del mundo que le rodea, Siendo borregos teledirigidos por una minoría que se aprovecha de ello.
Además de ello me encantaría que la Escuela fuese capaz de inculcar en la cabecita de los peques, y en la cabezota de muchos adolescentes, que la búsqueda de soluciones, en muchas ocasiones de forma conjunta, forma parte del normal, e ideal, desempeño que deben tener cuando sean adultos. Me resulta curios escuchar miriadas de quejas en las redes sociales sobre asuntos varios, en muchos casos desde el desconocimiento más absoluto, sin proponer, ni tan siquiera por error, una solución a esos asuntos que parecen preocupar. Buscar soluciones, contrariamente a lo que nos vende el sistema económico imperante, a veces implicar tener la capacidad de asociarse y organizarse, para tener más fuerza a la hora de luchar por conseguir un objetivo común. Intuyo que esta idea no debe hacer muy feliz a los prebostes neoliberales que dirigen nuestros destinos.
A modo de resumen, puedo decir que haciendo personas que se interesen por conocer y por buscar soluciones a los problemas que se plantean, después de un análisis profundo, conseguiremos tener una sociedad un poco mejor, porque sería absurdo pensar que va a dejar de existir la avaricia, el engaño, la corrupción o el crimen, pero en un marco más ajustado a la realidad una gran mayoría de nosotros viviríamos bastante mejor.
Un saludo.

miércoles, 2 de agosto de 2017

TRAPOS, MARCHAS Y TRAMPOSOS

"El nacionalismo solo permite afirmaciones y, 
toda doctrina que descarte la duda, la negación,
es una forma de fanatismo y estupidez".

Jorge Luis Borges


Cada día que pasa tengo la sensación de encontrarme más lejos del mundo en el que un día habité. Las preocupaciones, creadas por otros, que en su momento me ocuparon y preocuparon, hoy me parecen monsergas creadas por unos pocos para vivir del cuento a costa de los incautos que se las toman en serio. 
Sin embargo, a pesar de lo dicho antes, y por la tabarra que unos y otros dan, y me dan, con uno de esos absurdos asuntos, voy a dedicar una entrada al tan traído y llevado asunto del referéndum catalán y el derecho de los pueblos, de las ciudades, de las pedanías y demás monsergas.
Comenzaremos diciendo que el derecho de autodeterminación de los pueblos nace, de una u otra forma, a partir de la independencia de EE.UU., se va gestando durante el siglo XIX y en el siglo XX toma forma, con los catorce puntos del presidente de los EE.UU, W. Wilson de 1918 (para intentar solucionar el problema de los Balcanes tras la I Guerra Mundial), con la Constitución de la URSS de 1924  (que reconoce el derecho a la independencia de las repúblicas soviéticas, no de las regiones) y, de manera definitiva, con diversas declaraciones de la ONU, referidas a los derechos de países colonizados. En todo caso siempre referidos a países, pueblos, o como se quiera decir, sometidos a otros países. Algo bastante distante de lo que aquí plantean ciertos tipos.
Una vez hecha esta aclaración me gustaría centrarme en el núcleo del asunto sin más dilación. Para ello voy a formular una aseveración que va a impregnar todo lo el lector a continuación va a leer: los nacionalismos, de cualquier tipo, consisten en un negocio para una minoría que están interesados en focalizar la atención sobre algo tan etéreo como una patria. Es más, todo nacionalismo se basa en el odio hacia el distinto (en muchas ocasiones disfrazado de victimismo), situado como diana por una minoría interesada en ello y seguido, a pies juntillas, por un numero significativo de personas.
Tenemos, pues, los dos motores de cualquier conflicto: la ambición de unos pocos y el odio hacia el proclamado como distinto de unos cuantos más.
Alguien puede pensar que en el caso que nos ocupa la cosa es distinta. No  estoy de acuerdo. Desde el "España nos roba", hasta expresiones como Españistán, pasando por cosas como:

http://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/07/29/597cd1e4ca4741fe288b4577.html


No vamos a retrotaernos al pasado para indagar sobre cuestiones de las que parecen derivar unos supuestos derechos ancestrales. Y no lo vamos a hacer porque la Historia que manejan dista mucho de la real. Se trata de una visión monolítica, en la que no hay fricciones entre los suyos, en la que no existen buenos o malos y, además, creada desde una perspectiva del siglo XXI. O desde una perspectiva tan ridícula como ésta:




En el fondo, este tipo, como los Pío Moa o los César Vidal, anteponen la necesidad de justificar la idea de grandeza de la patria a explicar los hechos reales y, sobre todo, a intentar hacer comprender que los procesos resultan mucho más complejos de lo que, a simple vista, pueden parecer.
¿Por qué está simplificación? Porque el concepto de patria se basa en la simpleza: nosotros y ellos; la verdad y la mentira; lo justo y lo injusto. La variedad que han introducido las élites catalanas ha consistido en adueñarse de la palabra democracia, que va mucho más con el divinismo del que hace años han pretendido rodearse, con la complicidad de medios progres (de derecha en realidad), que buscan siempre causas ¿justas? a las que engancharse para estar en la vanguardia de lo que sea.
Centrándonos en el caso catalán, no me cabe duda alguna de ese movimiento patriótico, tutelado por una élite que ha saqueado, o callado ante el saqueo, como ERC, una región (con la connivencia de los patriotas españoles Felipe González, Aznar y ZP) nació como un movimiento de distracción para incautos y las circunstancias lo han convertido en algo que no querían. Ahora necesitan mártires.
Sin embargo, uno que debe andar en la inopia, no ha visto por ningún lado el modelo de república que se quiere formar en Cataluña. ¿Seguirán un modelo neoliberal como el de PdeCat (que votó sí a la reforma laboral del PP en el Parlamento de España)? ¿Seguirán el modelo  neoliberal disfrazado de ERC? O, por contra, ¿Optarán por las ideas económicas de izquierda y la forma de hacer asamblearia de la CUP?
Si algún lector sabe algo sobre el asunto rogaría me lo hiciese saber. Gracias.
Todos los nacionalismos: catalán, español, francés, ruso, estadounidense se basan en lo mismo: en la arcadia feliz que es nuestro país vamos a atar a los perros con longanizas. ¿Cómo? Eso ya lo iremos viendo sobre la marcha. Por el momento importa la patria, aunque, como en el caso de Cataluña, los catalanes que residan fuera de la región no puedan votar en ese referéndum. Cuestión que no se explica, pero es real cien por cien. Lo que deja una duda tremenda: ¿Quién está legitimado para votar en ese referéndum? ¿Los que viven en Cataluña? ¿Los nacidos en Cataluña?...
Como la cosa se está alargando, va siendo hora de poner un poco de música. Un poco de música que sirve para definir en que consiste el tema que nos ocupa hoy. Y para eso, mucho mejor que yo, este tema de Exquirla, en especial a partir del minuto 5,30, explica la esencia de los nacionalismos y las patrias


Llegado este punto alguien podrá pensar que me sitúo dentro de la órbita del nacionalismo español. . Voy a aportar dos pruebas en sentido contrario.
En primer lugar decir que el aplazamiento de la ley de lectura única, aprobada por el Parlamento de Cataluña, supone un claro ejemplo de como el nacionalismo de un país, une a poderes, en teoría independientes, para saltarse a la torera todo, porque, además de otras comunidades autónomas, el reglamento del Congreso de los Diputados, en su artículo 150, permite que en esta Cámara nacional se adopte esta misma fórmula que el Tribunal Constitucional ha puesto en suspenso al admitir el recurso del Gobierno.

http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/Congreso/Hist_Normas/Norm/Reglam/T5/T5Cap3/T5Cap3Sec6

En segundo lugar, voy a contar una anécdota personal para que quien pueda pensar que posee una tendencia nacionalista en algún sentido.
Hace un año y unos meses asistí a la final de la Copa de Rey de rugby. En el estadio estábamos más de veinte mil personas cuando sonó el himno de España. Hasta donde alcanzaba mi vista fui el único que no se levantó de mi asiento mientras sonaban los acordes de la marcha real. Acabado el himno, la gente se giró hacia el palco de autoridades jaleando y vitoreando a Felipe, el Borbón (que unos días antes había sido pitado en la final de Copa de fútbol). Mi postura no varió: seguí sentado. Esa es mi actitud ante patrias, banderas, reyes e himnos. Por cierto, mi equipo perdió la final.
Los nacionalismos, incluso esos a los que algunos ponen el apellido de inclusivo (que viene a significar: te perdono la vida, si haces lo que yo quiero), buscan la desunión entre personas de diferente nacionalidad, etnia, religión... por causas espurias. El hombre masa, sin criterio propio, como forma de convivencia. El hombre masa manejado mediante consignas simples. El hombre masa que no necesita pensar, porque así unos pocos ven como sus privilegios, o su latrocinio, se mantiene o se incrementa tras el velo de una bandera, un himno o un escudo. El hombre masa que defendía que el pueblo de Euskadi necesitaba la autodeterminación en la época de Ibarretxe, y que pronto lo olvidó. El hombre masa dirigido hacia donde las élites quieren y como las élites quieren.
No creo en la libertad de los pueblos, creo en la libertad de las personas y anhelo que los seres humanos se junten para exigir sus derechos: derecho a una alimentación, una vivienda, una educación, una sanidad, unos servicios sociales dignos y de calidad que redunden en el bienestar de las personas, derecho a que se produzca una redistribución de la riqueza, derecho a tener tiempo para ayudar a crecer a los hijos, derecho a jornadas laborales normales, derecho a pensiones dignas para los ancianos... Las patrias no arreglan esas cuestiones y anteponer la patria a estos asuntos sólo se puede hacer desde una visión mercantilista y en beneficio de unas élites que controlan el poder político y económico.
Un saludo.