viernes, 31 de agosto de 2018

DIARIO DE UN MAESTRO GRUÑÓN (30-VIII-2018)

En unos días comienza un nuevo curso, querido diario. Como bien sabes, los docentes nos incorporamos unos días antes, menos los interinos que cubren vacantes en determinadas comunidades autónomas, que lo harán con el tiempo justo, para que la Administración se ahorre un dinero, que luego gastarán en publicidad sobre cuestiones absurdas. Pero en uno intuye que éso importa poco al común de los mortales y es el modus operandi de aquellos que rigen nuestros destinos.
Mucho más parece interesar el tema del costo del material escolar. Este asunto concierne a todos aquellos adultos que han de apoquinar cientos de euros para que sus hijos puedan asistir a clase en septiembre. Y a uno, querida bitácora, este asunto le lleva a un estado de perplejidad que limita con la indignación. Te cuento las causas del asunto, para que tengas opinión propia, que no tiene que coincidir con la mía de manera necesaria.
Quiero aclararte, antes de enfangarme, que voy a centrarme en el tramo que va de los tres a los dieciséis años, los estudios postobligatorios y, en especial, los universitarios son harina de otro costal y ahí deberíamos abordarlo desde una perspectiva distinta.
Me gustaría comenzar aclarando, puede que a mucha gente se le olvide, que existen becas de libros, como de comedor, que sirven para que aquellas familias que tienen problemas para la adquisición de libros puedan proporcionárselos a sus hijos. Cuestión aparte resulta si se deben ampliar los mínimos para poder disfrutar de esas becas.
Una vez expuesto ésto, parece obvio que existen personas que han de pagar los libros y el material escolar. Personas que parece tienen unos ingresos que les permiten gastarse, una vez al año, un dinero, doscientos, trescientos, cuatrocientos euros, para la educación de sus hijos. No parece mala inversión, por unos veinte euros al mes (tal vez lo que paguen de factura de teléfono a sus hijos cada treinta días).
Seguro, querido diario, que alguien podrá alegar que dos o tres niños en casa suponen un gasto enorme. Cierto. Pero, si uno mira los baremos para que se concedan las ayudas para libros, resulta que también sube el dinero que tiene que entrar en casa de media todos los meses cuanto más personas hay en el núcleo familiar. En resumidas cuentas, a más niños más posibilidades de que las administraciones ayuden en la adquisición de los libros. Por tanto, no resulta muy coherente quejarse del dinero gastado en material escolar, cuando se tienen unos ingresos que lo permiten.
Sería absurdo ahora argumentar que una parte significativa de esa gente que se queja no dudan en comprar la Play, el móvil o la PSP4 a sus hijos, que cuestan tanto o más que ese material escolar. No tiene sentido criticar a esos padres, que pueden hacer lo que deseen y dar prioridad a lo que les venga en gana. Son sus hijos y si quieren gastarse 300 euros en la Play y quejarse del precio de los libros, es su opción.
Por otra parte, están los teóricos de los libros electrónicos, que ya existen. Muchos creen que pagando una tablet bastaría para poder tener los temarios gratis en ella. ¡Error! Esos temarios los tiene que hacer alguien, al que hay que pagar, y las editoriales no son oenegés, deben ganar dinero también (lo que no implica que todo lo que hagan sea correcto). Por tanto, esos libros electrónicos también tendrán un precio, que unido al de la tablet, que en unos pocos años quedará obsoleta y, por tanto, habrá que cambiarla, no supondrá la desaparición del gasto en material educativo y causará sorpresas al respetable.
Cuestión aparte es el precio de la compra de uniformes, el chándal con el logo del colegio y demás pijadas de ciertos colegios concertados (que todos los que nos dedicamos a ésto sabemos la finalidad que persigue). Eso es un gasto no obligatorio. O, al menos, debería no serlo en los colegios concertados. En este sentido merecería la pena hablar de esa campaña que se hizo hace unos años para llevar a todos los niños uniformados por razones espurias, apelando a una pretendida igualdad (más bien a tapar la realidad), pero, querido diario, eso lo dejaremos para otro día, que no tengo tantas energías a final de curso.
Una vez que ya tenemos solucionado el tema del material escolar -ya quisiera yo-, vamos a centrarnos en otro aspecto que me hace mucha gracia: lo que se debería enseñar en la Escuela, más en concreto la copla de estudiar Historia de las religiones.
Como bien sabes, fiel diario, uno considera que cualquier creencia religiosa se encuadra dentro de lo privada y, por consiguiente, debería desaparecer de las aulas. Existen personas que opinan como yo, pero que proponen que esas horas docentes se completen con historia de las diferentes religiones. Y uno se pregunta: ¿qué entiende esta gente por Historia de las Religiones? Porque la historia de las religiones puede ser algo como: un tipo lucha contra el poder romano, lo crucifican y entre sus seguidores aparece uno nuevo, más culto y con más pasta, que forma la base de la religión. Esta religión ha tenido escisiones, algunas por cuestiones como mandar un obispo intransigente a reunirse con el patriarca de otra facción o por asuntos como que un rey se ha querido divorciar, y una sucesora de éste monarca aprovechó esta nueva religión para formar un estado digno de la Edad Moderna.
También se puede estudiar que una familia poderosa de la Meca acabó con casi todos los miembros de otra familia poderosa y uno de sus miembros huyó a Medina. A partir de ahí fue cimentando su poder, creando una religión nueva, y acabó conquistando La Meca. A su muerte había dos facciones enfrentadas por acaparar el poder en la nueva religión (ambas encabezadas por familiares suyos), que acabaron conformando las dos grandes ramas de dicha religión.
O, había un príncipe que harto del mundanal ruido busco la paz, y tras diversos experimentos encontró el camino. Dicho camino era una filosofía de vida, pero no una religión, aunque muchos de sus seguidores lo convirtieron en religión, como por ejemplo el Tíbet, un estado feudal en pleno siglo XX, hasta la conquista de China. O, que existen religiones que defienden que en función de los padres de los que nazcas vas a pertenecer a una casta u otra. Invento de los arios que conquistaron la India mil y pico años antes de Cristo, para justificar su predominio sobre los nativos, siendo los conquistadores una minoría. Sin olvidar que el nacionalismo japonés tiene su base en el sintoísmo, que consideró al emperador una divinidad en el siglo XIX, lo que junto con su ascenso a religión oficial y su adaptación al sistema educativo japonés, contribuyó a la política expansionista japonesa, que acabó de la manera que todos conocemos en 1945, con el asesinato previo (considerado un genocidio) de unas treinta millones de personas por parte de las tropas japonesas.
¿Historia de las religiones? No. Conocer la Historia es lo que hará crecer a nuestros críos. Saber de dónde venimos y por qué existen, o existieron, diferentes hechos o formas de pensar. El pensamiento mágico se debe enseñar en el hogar, no en los centros educativos. En los centros educativos sólo debe tener cabida el conocimiento universal y la Razón. ¡Basta ya de modas y de las medias tintas! Al final las medias tintas sirven para que los conspiranoicos se reproduzcan y cada vez haya más gente defendiendo que nuestro planeta es plano, que las vacunas no sirven y que existen curas alternativas al cáncer.
Creo, querido diario, que por hoy vamos a dejarlo, porque la deriva que va tomando esta entrada se va alejando de lo meramente educativo y no parece lo mejor para el inicio del curso.
Dentro de poco volverá a juntar palabras y expresar algunas ideas que me preocupan o me hacen feliz, con la finalidad de que te enteres de mis penares y alegrías.
Nos vemos pronto.

martes, 28 de agosto de 2018

RETORNO A LEGIO VII

Había que zanjar una deuda y, a la vez, aprovechar un despertar al conocimiento. Una visita corta, con objetivos claros y cierto ánimo didáctico. 
Increíble encontrar aparcamiento gratis a tres minutos andando de la Pulchra Leonina, esa joya liberada de todo ornato innecesario y levantada sobre los conocimientos aún no escritos de la experiencia. 
Puede que haya transcurrido mucho tiempo, pero encontré la catedral más pequeña, más acogedora, a pesar de su altura. Recuerdo la primera vez que la visité, creo recordar que un domingo, cuando aún no costaba dinero conocer nuestro patrimonio. Una mañana soleada, en la que las vidrieras tamizaban la luz para conformar un ambiente de recogimiento, ayudado por un órgano y unas voces que cantaban algo que no fui capaz de identificar. Soy ateo, pero pensé que aquello era lo más parecido a encontrarse frente a Dios, frente a cualquier dios.
Sin embargo, como ya he dicho, en esta ocasión me pareció una construcción humana, de una belleza que ensalza la capacidad del hombre para crear piezas sublimes, casi atemporales. Como toda construcción ha sufrido reformas, chapuzas y auténticas genialidades, poco conocidas, que han conseguido que siga ahí, transmitiendo diferentes visiones de la vida, diferentes épocas en las que las ganas de vivir se anticipaban a la represión, el sufrimiento y la muerte. Tal vez el trascoro represente todo lo que somos: fe, renacimiento (con minúscula y con mayúscula) y Trento (los radicales aferrados al poder)
No, no es necesario saber sobre religiones para comprender ese arte. Es imprescindible conocer la Historia para entender que los burgos renacen en la Baja Edad Media, ganando poder económico y político, que les capacitan para poder pagar el nuevo arte nacido en Francia. El nuevo arte liviano, que abandona el arco de medio punto y la bóveda de cañón para preñar los edificios de luz, acercándolos a ese cielo que todos persiguen como culmen de una vida terrenal.
Una vez más pedí, en este caso a mi joven acompañante, que se pusiese en el lugar de un campesino del siglo XIV o XV, que venía por primera vez a la ciudad, lo que debía sentir al entrar allí. Tuve que recordarle que no había televisión, Internet ni fotografía. La impresión la ver por fuera, pero sobre todo por dentro, ese edificio debía ser indescriptible. La pequeñez frente a Dios. Incluso la indefensión ante aquella maravilla, que difícilmente podría describir a su vuelta.
Salimos de allí y descendimos para recordar que los verdaderos fundadores de esa ciudad fueron los romanos. El oro de Las Médulas debía protegerse y, de manera fugaz, la Legio VI Invictrix y, poco después, de manera permanente, la Legio VII Gémina, trazaron las líneas sobre las que se aposentó la ciudad.
 Resulta fundamental saber que sobre unas termas se pueden construir unas letrinas, justo al lado de una antigua puerta, enterrada por el tiempo y el olvido, de quienes tenían prisa por seguir viviendo y falta de tiempo para recordar. 
Cien, doscientos, trescientos metros más allá, el Renacimiento en todo su esplendor. Un palacio de ventanas en perfecta simetría, un claustro liviano en verano y un testigo del pulso que seguía teniendo la población dos siglos después. 
Cinco, diez, quince metros más allá Gaudí. El Modernismo. El dragón que no murió y transmitió una nueva forma de entender los volúmenes, las líneas curvas y el gusto por una impronta personal y universal. Dos mil años entre las escaleras que descienden a la funcional puerta de la ciudad romana y el uso del espacio por y para el arte. 
Pero aún hay más: el Panteón de una monarquía marchita (la leonesa), la narración en frescos de una vida de un salvador que no se salvó, que no se han retocado en ochocientos años y que nos siguen contando una historia conocida, que pierde todo su interés frente a ese titán que persiste en el techo de esa cripta y que nos cuenta que alguien, que no conocemos, recreó con sus pinceles unos hechos que estaban abocados a permanecer allí ocho siglos después, tal como los pergeñó el autor. 
Antes de que los arbotantes treparan hacia el cielo, allí, sobre los sepulcros de reyes, reinas y condes, alguien fantaseó sobre su obra, pensando que llegaría hasta el final de los tiempos, como una parte del cáliz que Doña Urraca mando construir y que fue fabricado por un contemporáneo de los primeros legionarios que se asentaron allí. El círculo, se cierra dos mil años.
Una vista rápida a la fachada de la Hostería creada a instancias de Fernando el Católico, que sirvió para albergue de peregrinos que recorrían el Camino de Santiago y hoy para solaz de los más poderosos, cierra este viaje rápido, casi prestado, ideado para compartir con quien se quiere el devenir de la humanidad en estos últimos dos mil años. 

viernes, 17 de agosto de 2018

HISTRIONES

"Creer que se es payaso
 por ponerse una pelotilla roja en la nariz,
un par de zapatos desmesurados
 y aullar con voz aguda
es una ingenuidad de idiotas".

Darío Fo

Imagino que el lector se acordará de todo lo que supuso la llegada del PP de Rajoy al poder: incumplir todas y cada uno de sus promesas electorales relacionadas con la Economía, aplicando una política de recortes, aún más neoliberal que la de su predecesor ZPpero. Entre las medidas que aprobó una de ellas generó mucha indignación entre el colectivo de trabajadores de los espectáculo de ocio: la subida de un 13% del IVA en los productos que elaboraban, repito, ocio.

https://www.elcultural.com/noticias/escenarios/La-Cultura-pelea-contra-la-subida-del-IVA/3505

La gran mayoría de los que defendían que esta medida era una aberración, que iba a acabar con el "negocio de la Cultura", parecían preocuparse mucho menos por la reforma laboral aprobada, que, como se sigue viendo, ha llevado a que los trabajadores ,a que todos los trabajadores, hayan perdido una buena parte de sus derechos laborales, con las consecuencias que todos conocemos. 
Como es bien sabido, la subida del IVA cultural se enmarca dentro de una serie de medidas, tendentes a  recaudar dinero para intentar solventar una situación de "crisis", provocada por las medidas neoliberales implementadas por los mismos que en ese momento estaban encargados de gestionar dicha crisis. No olvidemos que entre las medidas para "salir" de la crisis se aprobaron medidas como la Amnistía fiscal, que favorecían a delincuentes y/o a personajes notables, imbricados en los tejemanejes que llevaron a esa situación de crisis. 
Sea como fuere, el denominado IVA cultural descendió al 10% (no olvidemos que una de las medidas del Gobierno de Rajoy fue subir los tipos del IVA, el reducido pasaba del 8% al 10% y el general del 18% al 21%, cuestión que se ha mantenido invariable). Primero se hizo con los espectáculos en vivo, de lo que ya hablaremos, y el mes pasado con el cine.
Dicha noticia lo que deja claro es que la industria del ocio no ha desaparecido, a pesar de los malos momentos que ha vivido, como el resto de ciudadanos españoles, que sufrimos una tasa de paro del 20% en los peores momentos de eso que llamaron crisis. Pero, qué ha pasado una vez puesta en práctica la medida de descenso del IVA en los cines. Pues, nada más y nada menos, que la mayoría de los empresarios del cine no han repercutido esa bajada en las entradas, como demuestra el Instituto Nacional de Estadística:

https://www.elconfidencial.com/economia/2018-08-15/cines-bajada-iva-suben-precios-entradas_1604641/

El precio, antes de impuestos, ha subido un 8%.
El año pasado el Gobierno también bajo el precio de las entradas de los espectáculos en vivos. El IVA descendió también un 11%  y qué ocurrió: el precio final de las entradas de los conciertos en vivo subió casi un 5%


Parece que el patrón se repite: bajada del IVA, que iba a acabar con el negocio, subida de ganancias.
La teoría del desastre que ha supuesto la subida del IVA para el negocio de los espectáculos, del cine en concreto, hasta hace poco era la bandera de enganche de ciertos políticos progres:

https://www.lasexta.com/programas/el-objetivo/prueba-verificacion/la-subida-del-iva-al-cine-ha-provocado-el-cierre-de-casi-400-salas_2017040558e4ce4e0cf2f2c875581732.html

Sin embargo, al final de ese mismo año, los hechos parecían desmentir lo que unos y otros defendían:

https://www.republica.com/2018/06/04/el-numero-de-salas-de-cine-aumento-un-18-en-2017-la-primera-subida-en-diez-anos/

Téngase en cuenta que, como se ha dicho varias veces, el IVA para lo referido a los cines no ha bajado este año y, aún así, el número de cines aumentó en 2017. Al final, cuando hay más dinero, aunque sea pésimamente repartido, parece que beneficia a todos.
¿Entonces, de qué va todo este asunto? Esto va de afinidades políticas y de negocio (neoliberalismo). 
Por un lado están los que mueven el dinero, que buscaban no perder negocio en un período de crisis galopante, en el que, además, ha surgido una oferta de ocio alternativo a través de ciertos canales, por ejemplo de series, que se han convertido en un competidor despiadado.
También podíamos hablar del mundo de la música y de como el negocio se ha asentado sobre los conciertos, minimizando la importancia de la venta de discos.
Así mismo podríamos hablar de como, con excepciones, a una parte significativa de esos artistas del IVA cultural no les importaba mucho el sistema de reventas de entradas para conciertos por Internet. Al menos, han sido pocos los que se han manifestado públicamente contra ello. Si lo pensamos, incrementar el precio de una entrada mediante la reventa de entradas, compradas de manera ex profeso para ello por compañías que viven del tema, no deja de ser una forma de actuar que impide acceder al público a un acto de ocio, "que da de comer a mucha gente". O, directamente, de engaño.
Todo ello son aspectos del negocio, en el que la gran mayoría de los indignados contra el IVA callan. En el fondo, sus quejas  no suelen afectar a quienes les contratan, porque sería de locos morder la mano que les da de comer.
Me resistía a escribirlo, pero lo creo necesario. No olvidemos que una parte de ellos, tan solidarios ellos con los espectadores, han tenido problemas con Hacienda, que somos todos, por no declarar todo lo que deben o por tener dinero en paraísos fiscales, procurando no tributar en España. 
Debo reconocer que, hasta donde sé, estos son una minoría, pero resulta signficativo que algunos de ellos fueran los que pusieron cara y voz a la protesta del IVA cultural.
La segunda parte del asunto es la del postureo; la de atacar a aquél por el que no sienten afinidad política. Pero, ¡cuidado!, sin mezclarse con los trabajadores y sus reivindicaciones justas. Estos progres, gente muy conservadora que intenta disimularlo, atacan a la derecha, pero sólo preocupándose de lo suyo: su negocio. Había motivos muy, muy importantes para cargar, todos juntos, contra el gobierno de Rajoy: recortes de libertades y derechos, empobrecimiento general, recortes en aspectos esenciales destinado a salvar el culo de malos gestores bancarios... Pero no, a ellos les interesaba su IVA cultural, que iba restar gente a sus espectáculos. Porque ellos no podían entender que en un país con más de cinco millones de parados, con salarios recortados hasta lo indignante, el cine o la música era un lujo para muchos. Porque esa pequeña élite tenían sus propias preocupaciones y, lo más importante, sus plataformas para intentar convencer a la gente de la importancia de sus reivindicaciones. Resulta irritante ver como utilizan estas plataformas para defender lo suyo y no para organizar a los ciudadanos contra una situación calamitosa para la gran mayoría. 
Cuando escribo esto me acuerdo de Samanta Villar, que en un hilo en Twitter explicaba que las productoras suelen despedir a sus técnicos, guionistas... en verano, cuando no graban, y así pagamos entre todos las vacaciones de estos profesionales. Ella contaba que se suele inventar excusas, como que estaban preparando programas, para que no los despidieran. También avisaba en su primer tuit, de que esta confesión no iba a ser bien recibida en el mundillo. Si a esto unimos los setecientos euros que parecen cobrar los técnicos de La Sexta y otras serie de inmundicias, parece que a los "artistas" lo que les preocupa es sus supervivencia y que los amos vivan bien. 
Ahora han encontrado, una parte significativa de ellos, causas de enganche en el feminismo, en la lucha LGTB, en el animalismo... En el fondo, que nadie se preocupe, la gran mayoría de ellos jamás lucharán por nada, porque no saben lo que es levantarse a las cinco para ir a currar por 800 euros al mes. Sus luchas son una serie de películas, siguiendo la moda.
Un saludo.

martes, 14 de agosto de 2018

HACER, PENSAR...

"Un hombre con una nueva idea
es un loco,
hasta que triunfa".

Mark Twain


Hace un tiempo circularon unas imágenes en las que unos niños sostenían la  divertida idea que defendía que los huevos tienen su origen en el frigorífico. Así, a primera vista, no deja de ser una ocurrencia más de unos niños, pero, salvando el nivel cognitivo, tiene bastante que ver con una manera, bastante común, de interpretar la realidad. Bastan un titular o dos de prensa, cuando no de un programa sensacionalista, para interpretar la realidad.
No, querido lector, no voy a volver a hablar de personajes de la carcundia patria como Losantos, Ignacio Escolar (su visión, real o fingida para sacar rédito, de las relaciones hombre/mujer no disgustarían a muchos curas nacionalcatólicos) o demás tropa abominable, que mancilla el nombre de la información. El objetivo de esta entrada, veremos si lo consigo, es algo un poco distinto: hablar de la casi imposibilidad de tener tiempo para realizar actividades desde el principio hasta el final. Actividades que van desde lo material a lo intelectual.
El análisis simplista de los niños, que se basa en lo inmediato, recuerda bastante nuestra forma de actuar y pensar. Si algo tiene un pequeño defecto compramos un objeto similar nuevo y tiramos el viejo. Si quiero hacer tal o cual cosa (desde una comida nueva a arreglar un pequeño problema con el ordenador) mejor compro o pago por ello, en vez de dedicar parte del tiempo a probar, experimentar, a veces equivocarnos y, si sale bien o medianamente bien, sentirnos orgullosos de nuestra pequeña/gran hazaña.
Ese aspecto de intentarlo, de enfrentarse a algo nuevo, de lograr pequeñas/grandes satisfacciones por nuestro trabajo (manual o intelectual) lo estamos perdiendo. Nos estamos convirtiendo, en muchos aspectos, en seres humanos capaces de buscar todo aquello que necesitamos a cambio de dinero, despojando de valor a los objetos que poseemos y a nuestra propia capacidad de cambiar las cosas con nuestro esfuerzo.
Se puede pensar que estamos faltos de tiempo y que resulta mejor dedicar los escasos momentos del día o de la semana que no tenemos obligaciones a descansar... por ejemplo viendo una serie de una cadena norteamericana o jugando al FIFA. Consumiendo algo que nos dan precocinado y que, por hache o por be, se ha puesto de moda.
Cierto que siguen existiendo personas, no pocas, que dedican parte de su tiempo a realizarse con actividades completas, pero la tendencia es la contraria. En una sociedad industrial, que se asienta sobre el consumo de objetos y de ideas simples, no conviene mucho que la gente se arregle sus cosas, haga parte de sus objetos de uso cotidiano o no, indague en profundidad sobre asuntos y formas de pensar distintas (que no tienen que ser acertadas). Se trata de satisfacer lo inmediato, con la mayor facilidad posible. Si te puedo llevar la comida a casa, aunque sea explotando a quien lo hace, mejor que mejor, pues te lo doy todo hecho, sólo falta que te lo comas tú (acto que, por el momento, no pueden hacer por ti).
Alguien podrá alegar que vivimos en una época con poco tiempo para nosotros y mucho para el trabajo remunerado. En determinados casos puede ser, y es, cierto; pero, también existe una cultura del ocio basado en consumir los productos que nos venden como lo mejor de lo mejor.
Por supuesto, no propugno la necesidad de seguir los pasos de Gandhi en aspectos como tejerse la propia ropa. Sin embargo, si creo que existe una deshumanización cuando todo lo que conseguimos lo hacemos a cambio del dinero que nos dan a cambio de vender nuestra fuerza de trabajo, en muchas ocasiones puesta al servicio de actividades repetitivas o en condiciones que socavan la dignidad.
Trabajar, conseguir dinero a cambio de ese trabajo, consumir lo que nos venden como fuente primordial de placer. Trabajar, conseguir dinero a cambio de ese trabajo, consumir lo que nos venden como fuente primordial de placer... Trabajar para consumir lo que nos obligan a producir a cambio de nuestro tiempo. O, mejor dicho: trabajar para consumir la parte del producto que nos obligan a producir. Porque ese es el problema: hemos perdido la perspectiva del proceso global de producción. Somos conocedores de una parte, por lo general ínfima, del objeto que producimos, vendemos...
Tal vez, esto forme parte de la alienación de este capitalismo que se alimenta de nosotros y al que alimentamos nosotros con nuestros hábitos. Lo que sí puedo afirmar es que algo se pierde cuando somos incapaces, por mentalidad, más que por posibilidad real, de producir bienes materiales o intelectuales completos, o lo más completos posibles, por nuestros propios medios. Estamos vendidos a lo que nos quieran ofrecer o a lo que con nuestro ingresos podamos acceder. Y, tal vez, conseguir los mayores ingresos posibles se haya convertido en una forma de realización, porque nos permite acceder a objetos a los que otros no pueden acceder con su dinero. Competir contra el otro, en vez de competir contra uno mismo, pidiendo ayuda si es necesario, para realizar un buen objeto o una actividad intelectual. Competencia contra el otro, contra satisfacción personal por lo logrado por y para uno mismo.
Un saludo.

jueves, 9 de agosto de 2018

COMENTARIOS

Parece que mucha gente no se quiere enterar, y los medios contribuyen con su gusto por sembrar desinformación, que Donald Trump gobierna para sus votantes (ni tan siquiera para todos los estadounidenses). Se trata de un cálculo electoral, que busca conseguir un triunfo en las próximas legislativas y una futura reelección como inquilino de la Casa Blanca. Esta política llega a extremos tales como provocar un enfrentamiento con otro países. Valga como ejemplo el caso de Turquía. En la actualidad EE.UU. y Turquía mantienen un enfrentamiento, siendo un clérigo evangelista el último asunto que ha elevado la tensión, ver aquí. ¿Por qué un clérigo es capaz de provocar esta tensión? Porque, además de que el Vicepresidente de EEUU es evangelista, resulta que los seguidores de esta facción cristiana son los votantes más fieles de Trump, como se puede leer aquí. Pero, ¡ojo!, todos los presidentes han gobernado para los "suyos" (sin olvidar posicionarse siempre a favor de las grandes corporaciones y del capital). Cuestión bien distinta es que los suyos, o sus gestos, nos cayeran mejor o peor.



No echo de menos a esa gente que te apaga incendios desde el sofá de su casa, aunque sólo sea porque eso implica que apenas hemos tenido grandes fuegos en nuestro país. En realidad, esa gente, que siguiendo el discurso oficial (en este caso el de los recortes), sabe de todo me enerva bastante. Por supuesto, muchos de ellos desconocen aspectos como la diferencia entre un bombero forestal, un agente forestal y un peón forestal. Preguntarles por la campaña de incendios o la temporada de quema puede resultar un absurdo. Pero ellos saben que todos los incendios se consiguen detener contratando a más gente. Por desgracia, los grandes fuegos nos seguirán asolando, esperemos que de manera ocasional. El fuego, junto con el calor, el viento, la orografía van a seguir provocando desastres naturales. Y no, no es algo privativo de España. Ejemplos los tenemos en California, Suecia, Grecia... No me gustaría acabar sin mencionar a algunos estúpidos que presentaban el año pasado la colaboración de recursos de otros países en fuegos patrios como una forma de demostrar la falta de medios. Si el lector ha leído el enlace de Suecia comprobará que habían acudido hidroaviones italianos. Pero aquí todo vale para olvidar la labor de los grandes héroes: los tipos que se juegan la vida apagando esos fuegos, en ocasiones por un sueldo miserable.



Me genera sentimientos contradictorios la salida de la cárcel de Santi Potros. Por un lado, ha cumplido su condena, o el máximo que se puede cumplir con la aplicación de las ley. Por otro, parece que el tipo no sólo no se arrepiente, lo cual es una cuestión personal, sino que, si su edad se lo permitiese, parece que volvería a cometer similares atrocidades a las que perpetró en nombre de su patria (la del asesinato por una bandera). Mi visión respecto a este tipo de asuntos creo haberla expuesto en otras ocasiones, pero considero oportuno volver a hacerla pública. 
Creo en la reinserción de las personas. No considero que treinta años de cárcel, pagados por todos, sean mejores que diez o doce, si la persona tiene (comprobada) intención de cambio. No creo en el ensañamiento ni que diez o doce años más de cárcel vayan a reparar lo hecho.  Cuestión diferente me merecen aquellas personas, como Santi Potros, sin ningún atisbo de cambio. Para ellas el cumplimiento integro de las penas se convierte en inexcusable. 
Cuando se habla de cumplimientos de penas se suele invocar a las víctimas. Para empezar no todas piensan iguales (véase a las víctimas del terrorismo de ETA). Para continuar, las víctimas no tienen el don de la infalibilidad y, en muchos casos, se mueven por un sesgo lógico provocado por el dolor. Las víctimas deben recibir todo el apoyo de la sociedad, pero en este aspecto su opinión cuenta como la de cualquier otra persona.



Escucho a determinada gente hablar sobre la juventud y su falta de valores. Puede que tengan razón, pero creo que esta batalla entre generaciones ya aparece en los clásicos como Aristóteles, y seguirá ahí durante milenios. Tal vez más preocupante sea lo que estemos legando nosotros, los adultos, a nuestros jóvenes: consumismo, asunción de pérdidas de derechos de todo tipo como forma de alcanzar bienes materiales, cultura del usar y tirar para tener lo último en tecnología, ropa, uniformidad cultural, basada en lo superficial...
¿De verdad el problema lo tienen sólo nuestros jóvenes?



Sobre el tema de la inmigración tengo tantas dudas, para empezar por qué la gente suele generalizar sobre el asunto, que no me atrevo a dar una opinión. Las personas que tienen una opinión inquebrantable, me da igual en que bando se encuentren, me resultan sospechosas. Las unas por decir una cosa y hacer otra (por ejemplo aprovecharse de los inmigrantes para explotarles, siendo contrarios a la inmigración), las otras por decir una cosa y, en su mayoría, no hacer nada (solidarios de boquilla), interesándose sólo por el asunto en aquellos momentos en los que la prensa se hace eco de casos puntuales. Tal vez, en los unos y los otros reside una perfecta descripción de nuestra sociedad: la capacidad de aceptar que nuestras palabras choquen con nuestros actos, así como que nuestras opiniones no se basen en un análisis del mayor número de variables posibles, sino en criterios asociados a los sentimientos (o a los pseudosentimientos).



Me ha ocurrido por segunda vez y me ha dado que pensar. Comienzas las vacaciones en un momento de finales de julio con poca gente o, al menos, no mucha, en el lugar donde te encuentras. De repente, unos pocos días después, empiezan a aparecer colas interminables para todo, donde antes no las había y te das cuenta que aquello que empezó como una forma de desconectar, se convierte en un eterna espera para conseguir lo más básico. ¿De verdad este estilo de vida sirve para desconectar de la rutina diaria? A mí no, detesto las colas. Al final, el turismo se ha convertido, en parte, en un producto de consumo más, en el que no importa tanto relajarte, desconectar, como contar que has estado aquí o allá; enseñar selfis y fotos, cuantas más mejor, junto a un monumento, que, en muchos casos, el autor del retrato no sabe cuándo ni quién lo construyó y mucho menos el estilo. No intento criticar a quién hace esto, es muy libre de vivir como desee, el objeto de esta reflexión es intentar hacer ver que se ha perdido ese espíritu que considero deberían tener las vacaciones como una forma de desconexión, de relax (que no implica zanganear, sino conocer, no ver, cosas distintas, salir de la rutina y de las hábitos rutinarios).



Lo que más me gusta de la prensa es no leerla de manera habitual.

martes, 7 de agosto de 2018

LA MODERNIDAD (MONÓLOGO)

Vivimos en un mundo donde lo moderno se impone a cada minuto. ¡Qué digo cada minuto! Cada segundo. De hecho, cuando el lector haya terminado de leer estas tres líneas ya se habrán quedado obsoletas y anticuadas como Pajares y Esteso, el Despacito o el Pokémon Go.
Lo nuevo, lo que casi nadie posee se ha convertido en el leitmotiv. Te compras la última tecnología, el último móvil, para luego meterlo en el microondas para recargarlo, porque en una página web te dicen que es lo que se lleva ahora. A ver, intelectual, si te compras un aparato de última tecnología no estaría de más que distinguieses entre un tazón de leche y un teléfono inteligente. Que uno dice: si les venden la Azada 6.0 y les dicen que hacen surcos innovadores, con influencias célticas, también serían capaces de hacer colas de dos días, para ser los primeros en disponer de esa maravillosa tecnología, que les permitirá tener unos geranios modernos que te cagas. 
Luego hay cosas que no, no se pueden consentir. Me contaban unos amigos que alguien había abierto en mi ciudad un negocio cuyo mérito era vender tazones de cereales con leche. Y por ahí no se puede pasar. Vale que la vieja costumbre del café y la copa de Soberano para desayunar que tenían los currito de mi ciudad, antes de coger el bus para ir a la factoría de automoción, hace tres o cuatro décadas, como que no era muy sana, pero, vamos a ver, la bobada  traída de Ámerica, de tomar cereales con miles de kilos de azúcar para parecer guay, es un poco absurda. Póngase el lector en situación. Cadena de montaje, doscientos y pico coches por turno, y un tipo diciendo al encargado: "Mariano, debo ir al baño. La fibra de los Chokoguays está haciendo su efecto". Y así, uno tras otro, durante las dos primeras horas de trabajo. 
Antes no. Antes las cosas eran distintas: "Mariano, sácate la petaca que esta puta tuerca no hay quien la apriete y antes de acabar a hostias con el Seat 127 prefiero darme un trago. ¡Me cago en Dios!". Y ahí iba el Mariano, con el Soberano, para mejorar la producción del trabajador, adaptándose a las necesidades del currito.
Obvia decir que a los meses el negocio de los cereales estaba cerrado. Creo que Mariano se hartó de sustituir a gente que iba a al baño y lo del incendio no fue tan fortuito como dicen los medios de comunicación.
Si se mira, la modernidad es que cierren las tiendas pequeñas y sean sustituidas por franquicias (¡Qué hijo puta!, cuando el dictador bajito, y con voz de pito, dijo que lo dejaba atado y bien atado se refería a esto) o que abrán tiendas bio, que parecen tener fecha de caducidad, pues cierran con la misma velocidad con la que abrieron. Uno ya no va a la tienda del Señor Abundio o a la de la Señora Aniceta. Ahora va a lugares donde lo importante es el producto, siempre fresco (no como el producto que vendía el pescadero de los cómics de Asterix). Pan, siempre fresco, y con masa madre (que te tira una zapatilla teledirigida si comes más pan de la cuenta). Huevos ecológicos de gallinas con las que se firma un contrato para que aporten dichos huevos de forma consentida. Ropa con algodón ecológico recogido por niños de doce años con todo el cariño del mundo. Y zumos de naranja que te puedes exprimir tú mismo, para que no pierdan la vitamina C. Si no la han perdido en su viaje desde Chile, porque el zumo te lo estás haciendo en julio, sería absurdo que lo perdiesen ahora. Todo sano y ecológico; porque antes comían mejor... cuando tenían para comer y no pillaban fiebre de malta, triquinosis... por la falta de higiene y de controles sanitarios. 
De hecho, cuando oigo lo de que antes comían sano me entran ganas de coger a esos defensores de lo original, soltarlos en un pueblo abandonado de Castilla, con un par de cochinos, una azada, que podía ser la 6.0,  pan de salvado para un mes (sin masa madre ni abuela), sin móvil ni Internet y a ver que  hacían.Tengo la impresión que tras 21 días acabarían como los de Aventuras en pelotas: escuálidos, en bolas y preguntándose cómo sobrevivían antes allí tíos pegados a una boina.
En el corazón de la modernidad se ha instalado el selfie. Voy a la playa, selfie. Me pica una medusa, selfie del pie y de la medusa. Le da un infarto a mi padre, selfie con él para demostrar lo mal que lo estoy pasando. Pago en negro la reparación del coche, selfie. Me devuelve dinero Hacienda, selfie, con el número de cuenta a la vista, para que la gente sepa que ya lo han ingresado. 
El selfie ha cambiado nuestras vidas. Antes se enseñaban varias fotos de las vacaciones, entre veintei cuatro  y cien mil, dependiendo del sujeto, pero todas del tirón. Ahora no. Ahora con las redes sociales y los móviles te encuentras fotos de la gente en todo momento y ocasión: selfie comiendo lentejas de primer plato; selfie comiendo pechuga a la plancha de segundo; selfie tomando profiteroles de postre; selfie yendo al baño a evacuar la comida.... Una locura.
Además, seamos honestos, más de la mitad de nosotros no deberíamos publicar nuestros retratos en las redes sociales. ¿Con qué derecho nos creemos para irrumpir en los móviles de otras personas con estos caretos tan horribles y estos cuerpos tan poco estéticos? 
Pero lo peor no es que aparezcan fotos del personal al natural. Mucho más daño se hace cuando aparece el personal, sobre todo las mujeres, poniendo morritos en los retratos. Vamos a ver, no vais a salir más guapas, al contrario y, además, la impresión de que te han pillado nada más sacarse el chupa chus de la boca, no produce buena impresión, porque es bien sabido que el azúcar produce caries y se puede llegar a pensar que pones ese careto porque tienes los dientes más negros que Morgan Freeman y así evitas que se te vean.
Si se miran las redes sociales, en especial Twitter, se comprueba como lo moderno es enfadarse por todo. Si dices que te ha gustado una tarta de manzana estás incitando al consumo de azúcar. Si respondes: ni de coña, porque referirse en femenino en esos términos resulta despectivo para todo el genero. Si dices tres o cuatro resulta discriminatorio para el número. Si dices que alguien es un lince estás contribuyendo a la desaparición de dicho animal por su uso indebido... Y así hasta hartarse. Esa es la pretendida modernidad en la redes sociales, pero, en realidad, a mi me recuerda a esas comadres de pueblo, aburridas tras hacer todas la tareas de la casa, que se dedicaban a despellejar a diestro y a siniestro para matar el tiempo. Al final, la modernidad va a ser la vuelta a los orígenes, gente haciendo lo de siempre (presumir de lo que se tiene y machacar al prójimo) , pero intentándolo disimular bajo la bandera de lo moderno. 
Yo, para no quedarme fuera de contexto, me voy a sacar un selfie con la Azada 6.0 y lo voy a publicar en Istagram para dar envidia al personal. 

jueves, 2 de agosto de 2018

JUANA NO ESTÁ EN MI CASA, PERO EN LA VUESTRA TAMPOCO HA ESTADO NUNCA

"En un mundo de injusticia,
la justicia ha de parecer injusta
por necesidad casi matemática".

Arthur Schnitzler

Al final salió la sentencia, no firme, contra Juana Rivas, por el secuestro de sus hijos y ha sido condenada a cinco años y a la pérdida de seis años de la patria potestad, lo que no significa que no pueda verlos (algunos han publicado esto). Este asunto, que tanto revuelo ha causado, refleja a la perfección todo lo que ocurre en este tipo de asuntos.
Antes de comenzar me gustaría hacer una pregunta: ¿cuántos de los que dicen defender a Juana se han preocupado este tiempo de los hijos de ésta?
Una vez agitada unas cuantas conciencias vamos a empezar leyendo unos extractos de la sentencia:


En la sentencia se habla de varios aspectos básicos:
  • No hay pruebas de que exista violencia contra Juana Rivas. Hecho que ocurrió, una vez, de forma puntual y fue juzgado en 2009. Lo sé, hay gente que opina que la ha maltratado continuamente, porque según su entender, la gente no se rehabilita y alguien que ha sido condenado por maltrato, aunque sea por insultos (sí, querido lector, según la Ley de Violencia de Género puede ser) nunca se rehabilita. El estereotipo y la generalización funcionan. La ignorancia, el desconocimiento de las leyes, la falta de presunción de inocencia también. Los defensores de Juana no creen en la Justicia, creen en lo que ellos dicen. La misma forma de razonar que los neonazis que agreden a gays, personas de otra raza. Ellos dictan quiénes son inocentes y culpables.
  • Juana sabía lo que hacía, lo hizo público. No obró engañada, por nadie. 
  • Los equipos psicosociales del Juzgado no consideran que exista peligro para los niños proveniente de su padre. Aspecto éste que se ajusta, hasta el momento, a la realidad.
  • Los políticos, esa chusma oportunista, han cargado contra alguien no condenado, saltándose todas las normas democráticas del Estado de Derecho. Una ignorante del PSOE ha llegado a hablar de amnistía, cuando esto sólo puede ocurrir si hay sentencia firme, cuestión que sólo se da cuando ya no caben recursos y, en este momento procesal, ambas partes pueden recurrir el auto del juez. 

Resulta curioso que todo el proceso de Juana Rivas comience cuando se quiere separar, por segunda vez, de su pareja, con la que volvió de manera voluntaria y parece que convivió en bastante buena armonía, como aparecen en comentarios de terceras personas en Trypavidsor o cuentan algunos allegados a ella, y aparece una tal Francisca Granadaos que la asesora legalmente (aunque no esté colegiada como abogada, aunque si tenga la titulación en Derecho) y que la anima a denunciar a su marido y, parece ser, poco después a secuestrar a sus hijos.
La tal Paqui Granados, ha sido tan nefanda para Juana Rivas, que hasta su propia defensa utilizaba su influencia para buscar la exculpación de Juana. 


Y uno se pregunta: ¿Cómo una mujer, que desempeña un trabajo pagado con dinero público, que asesora de manera tan desastrosa a otra mujer, puede haber estado al frente de un organismo público?
La respuesta es evidente: porque hay un gran negocio en ese mundo y mucha gente vive muy bien a costa de él. De hecho, parece ser que es la propia Granados la que la anima a denunciar a su expareja, no pudiéndose demostrar nada. 

Siempre podemos encontrar a personas que van de progres, que en el fondo son unos niños pijos (a ésta la iban a premiar con un puesto en el Consejo de RTVE, pero salió rana)  en busca de causas nobles (jamás les veréis en un barrio obrero y, como en el caso de la Pardo de Vera, son clasistas hasta el punto de despotricar de un taxista por querer hablar con ella durante un recorrido) que defiendan la labor de Granados.


http://ctxt.es/es/20170816/Politica/14465/Juana-Rivas-hijos-maltrato-indefension-Cristina-Fallaras.htm

Por supuesto, la prensa ha empezado a cargar contra el juez. Hace poco expliqué en una entrada como se movían todos estos pijos progres (gente clasista y muy conservadora en el fondo) cuando algo no les cuadraba. No dudaban en despotricar contra los funcionarios en cuestión, acusándoles de todos los males, basándose en cuestiones inexactas, cuando no falsas. En la entrada de la que hablo, aquí, pongo un ejemplo. 
Por supuesto, el primero en cargar, fue el hijo de Arsenio Escolar, director de periódico por la gracia de sus contactos y no por haber terminado la carrera de periodismo, que empezó a hablar de una opinión del juez. El colega, Nachete, ya no se corta en reconocer que quien no tenga la misma opinión que él merece lo peor. Tal vez desconozca que existe cosas como la Declaración Universal de los Derechos Humanos o la Constitución que hablan de una cosa que se llama libertad de expresión.
Lo que el hijo de Arsenio insinuaba era que el juez había prevaricado, un paso más en la campaña de desprestigio. La tropa fiel ardía en las redes al respecto. Y uno, que se dedicó a intercambiar pareceres con una persona de esa tropa, le dijo que si tenía pruebas de eso, y si quería ayudar a Juana, que lo que debería hacer era presentarse y denunciarlo (cosa que tampoco hizo el abogado defensor, curioso, y que a nadie parece sorprender si tan claro era). Por supuesto no hubo respuesta. 
Luego leí al periodista Toño Fraguas, casualmente hijo de otro famoso, Forges, despotricar contra una sentencia, que no había tenido tiempo de leer, hablando de justicia patriarcal y a uno le vino a la mente esa gran cantidad de gente que tiene carreras universitarias y tienen muchas dificultades para hacerse un hueco, si lo consiguen, para hacerse un hueco en su profesión. Eso se llama igualdad de oportunidades y vale igual para hombres y para mujeres.
Pero lo mejor vino cuando otro periodista progre colgó en Twitter que la sentencia estaba hecha de manera previa, porque el juez había tomado la decisión de la condena ese mismo día. Merece la pena leer el cachondeo generalizado de jueces y magistrados ante el argumento del colega. Torpe por no informarse, torpe por demostrar su torpeza.
Dejo aquí el tuit por sí alguien quiere leer las respuestas.


En todo este meollo faltaba el períodico neoliberal progresista, El País, que acusaba al juez de hacer un corta y pega y quitar las partes de los párrafos que no se ajustaban a la sentencia. Reconozco que he buscado y no he encontrado esos textos, pero sí que este periódico tiene la costumbre de acusar a jueces de practicar el corta y pega:

https://elpais.com/politica/2017/06/22/actualidad/1498130999_436553.html

Pero, si indagas un poco más, te encuentras que los jueces, como otros muchos profesionales, utilizan esta técnica, modificando los datos pertinentes al caso concreto:


https://delajusticia.com/2017/10/16/sentencias-matrioska-cortar-y-pegar/

Merece la pena leer el enlace anterior y ver que, entre otros, una de las cuestiones que puede facilitar el corta y pega es:

 "Facilitar al Tribunal de apelación o casación la revision de la sentencia, indicándole las fuentes exactas de fundamentación".


Una de las cuestiones que más me llama la atención de estos asuntos es que asociaciones financiadas con dinero público se dedican a denunciar las prácticas de los jueces, acusándoles de todo, pero de ahí no pasan. Si de verdad estuviesen interesados en ayudar a sus defendidos acudirían a donde correspondiese e intentarían que el juez o magistrado fuese cesado o sancionado. Jamás ocurre eso. Sus pruebas se reducen a su percepción, a la perspectiva de género, que es algo así como la verdad revelada del nacionalcatolicismo. Nada. Pero, mientras, las Franciscas Granados de turno siguen llevándoselo crudo.
No me gustaría terminar sin hacer mención al hashtag #juanaestaenmicasa.
Esta frase, que puede leer de manera repetitiva cuando Juana Rivas secuestró a sus hijos, sirvió para "movilizar" desde la redes sociales a mucha gente. Gente que, en su mayoría, con "gestos" como éste ya tienen su dosis de solidaridad. Por supuesto, a la gran mayoría, el 99,99% de los que utilizaron este HT, les importará una mierda lo que le ocurra a Juana dentro de tres meses y les ha importado la misma mierda lo que les ha ocurrido a sus hijos durante este tiempo. Resulta muy fácil manipular a la gente, especialmente si no se molestan en indagar. Necesitan gente fiel a la causa. Soldados obedientes.
No, yo no soy Juana, no creo en Juana, pero los que se rasgaban las vestiduras tampoco lo eran. ¡Hipócritas! 
Un saludo.