miércoles, 2 de agosto de 2017

TRAPOS, MARCHAS Y TRAMPOSOS

"El nacionalismo solo permite afirmaciones y, 
toda doctrina que descarte la duda, la negación,
es una forma de fanatismo y estupidez".

Jorge Luis Borges


Cada día que pasa tengo la sensación de encontrarme más lejos del mundo en el que un día habité. Las preocupaciones, creadas por otros, que en su momento me ocuparon y preocuparon, hoy me parecen monsergas creadas por unos pocos para vivir del cuento a costa de los incautos que se las toman en serio. 
Sin embargo, a pesar de lo dicho antes, y por la tabarra que unos y otros dan, y me dan, con uno de esos absurdos asuntos, voy a dedicar una entrada al tan traído y llevado asunto del referéndum catalán y el derecho de los pueblos, de las ciudades, de las pedanías y demás monsergas.
Comenzaremos diciendo que el derecho de autodeterminación de los pueblos nace, de una u otra forma, a partir de la independencia de EE.UU., se va gestando durante el siglo XIX y en el siglo XX toma forma, con los catorce puntos del presidente de los EE.UU, W. Wilson de 1918 (para intentar solucionar el problema de los Balcanes tras la I Guerra Mundial), con la Constitución de la URSS de 1924  (que reconoce el derecho a la independencia de las repúblicas soviéticas, no de las regiones) y, de manera definitiva, con diversas declaraciones de la ONU, referidas a los derechos de países colonizados. En todo caso siempre referidos a países, pueblos, o como se quiera decir, sometidos a otros países. Algo bastante distante de lo que aquí plantean ciertos tipos.
Una vez hecha esta aclaración me gustaría centrarme en el núcleo del asunto sin más dilación. Para ello voy a formular una aseveración que va a impregnar todo lo el lector a continuación va a leer: los nacionalismos, de cualquier tipo, consisten en un negocio para una minoría que están interesados en focalizar la atención sobre algo tan etéreo como una patria. Es más, todo nacionalismo se basa en el odio hacia el distinto (en muchas ocasiones disfrazado de victimismo), situado como diana por una minoría interesada en ello y seguido, a pies juntillas, por un numero significativo de personas.
Tenemos, pues, los dos motores de cualquier conflicto: la ambición de unos pocos y el odio hacia el proclamado como distinto de unos cuantos más.
Alguien puede pensar que en el caso que nos ocupa la cosa es distinta. No  estoy de acuerdo. Desde el "España nos roba", hasta expresiones como Españistán, pasando por cosas como:

http://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/07/29/597cd1e4ca4741fe288b4577.html


No vamos a retrotaernos al pasado para indagar sobre cuestiones de las que parecen derivar unos supuestos derechos ancestrales. Y no lo vamos a hacer porque la Historia que manejan dista mucho de la real. Se trata de una visión monolítica, en la que no hay fricciones entre los suyos, en la que no existen buenos o malos y, además, creada desde una perspectiva del siglo XXI. O desde una perspectiva tan ridícula como ésta:




En el fondo, este tipo, como los Pío Moa o los César Vidal, anteponen la necesidad de justificar la idea de grandeza de la patria a explicar los hechos reales y, sobre todo, a intentar hacer comprender que los procesos resultan mucho más complejos de lo que, a simple vista, pueden parecer.
¿Por qué está simplificación? Porque el concepto de patria se basa en la simpleza: nosotros y ellos; la verdad y la mentira; lo justo y lo injusto. La variedad que han introducido las élites catalanas ha consistido en adueñarse de la palabra democracia, que va mucho más con el divinismo del que hace años han pretendido rodearse, con la complicidad de medios progres (de derecha en realidad), que buscan siempre causas ¿justas? a las que engancharse para estar en la vanguardia de lo que sea.
Centrándonos en el caso catalán, no me cabe duda alguna de ese movimiento patriótico, tutelado por una élite que ha saqueado, o callado ante el saqueo, como ERC, una región (con la connivencia de los patriotas españoles Felipe González, Aznar y ZP) nació como un movimiento de distracción para incautos y las circunstancias lo han convertido en algo que no querían. Ahora necesitan mártires.
Sin embargo, uno que debe andar en la inopia, no ha visto por ningún lado el modelo de república que se quiere formar en Cataluña. ¿Seguirán un modelo neoliberal como el de PdeCat (que votó sí a la reforma laboral del PP en el Parlamento de España)? ¿Seguirán el modelo  neoliberal disfrazado de ERC? O, por contra, ¿Optarán por las ideas económicas de izquierda y la forma de hacer asamblearia de la CUP?
Si algún lector sabe algo sobre el asunto rogaría me lo hiciese saber. Gracias.
Todos los nacionalismos: catalán, español, francés, ruso, estadounidense se basan en lo mismo: en la arcadia feliz que es nuestro país vamos a atar a los perros con longanizas. ¿Cómo? Eso ya lo iremos viendo sobre la marcha. Por el momento importa la patria, aunque, como en el caso de Cataluña, los catalanes que residan fuera de la región no puedan votar en ese referéndum. Cuestión que no se explica, pero es real cien por cien. Lo que deja una duda tremenda: ¿Quién está legitimado para votar en ese referéndum? ¿Los que viven en Cataluña? ¿Los nacidos en Cataluña?...
Como la cosa se está alargando, va siendo hora de poner un poco de música. Un poco de música que sirve para definir en que consiste el tema que nos ocupa hoy. Y para eso, mucho mejor que yo, este tema de Exquirla, en especial a partir del minuto 5,30, explica la esencia de los nacionalismos y las patrias


Llegado este punto alguien podrá pensar que me sitúo dentro de la órbita del nacionalismo español. . Voy a aportar dos pruebas en sentido contrario.
En primer lugar decir que el aplazamiento de la ley de lectura única, aprobada por el Parlamento de Cataluña, supone un claro ejemplo de como el nacionalismo de un país, une a poderes, en teoría independientes, para saltarse a la torera todo, porque, además de otras comunidades autónomas, el reglamento del Congreso de los Diputados, en su artículo 150, permite que en esta Cámara nacional se adopte esta misma fórmula que el Tribunal Constitucional ha puesto en suspenso al admitir el recurso del Gobierno.

http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/Congreso/Hist_Normas/Norm/Reglam/T5/T5Cap3/T5Cap3Sec6

En segundo lugar, voy a contar una anécdota personal para que quien pueda pensar que posee una tendencia nacionalista en algún sentido.
Hace un año y unos meses asistí a la final de la Copa de Rey de rugby. En el estadio estábamos más de veinte mil personas cuando sonó el himno de España. Hasta donde alcanzaba mi vista fui el único que no se levantó de mi asiento mientras sonaban los acordes de la marcha real. Acabado el himno, la gente se giró hacia el palco de autoridades jaleando y vitoreando a Felipe, el Borbón (que unos días antes había sido pitado en la final de Copa de fútbol). Mi postura no varió: seguí sentado. Esa es mi actitud ante patrias, banderas, reyes e himnos. Por cierto, mi equipo perdió la final.
Los nacionalismos, incluso esos a los que algunos ponen el apellido de inclusivo (que viene a significar: te perdono la vida, si haces lo que yo quiero), buscan la desunión entre personas de diferente nacionalidad, etnia, religión... por causas espurias. El hombre masa, sin criterio propio, como forma de convivencia. El hombre masa manejado mediante consignas simples. El hombre masa que no necesita pensar, porque así unos pocos ven como sus privilegios, o su latrocinio, se mantiene o se incrementa tras el velo de una bandera, un himno o un escudo. El hombre masa que defendía que el pueblo de Euskadi necesitaba la autodeterminación en la época de Ibarretxe, y que pronto lo olvidó. El hombre masa dirigido hacia donde las élites quieren y como las élites quieren.
No creo en la libertad de los pueblos, creo en la libertad de las personas y anhelo que los seres humanos se junten para exigir sus derechos: derecho a una alimentación, una vivienda, una educación, una sanidad, unos servicios sociales dignos y de calidad que redunden en el bienestar de las personas, derecho a que se produzca una redistribución de la riqueza, derecho a tener tiempo para ayudar a crecer a los hijos, derecho a jornadas laborales normales, derecho a pensiones dignas para los ancianos... Las patrias no arreglan esas cuestiones y anteponer la patria a estos asuntos sólo se puede hacer desde una visión mercantilista y en beneficio de unas élites que controlan el poder político y económico.
Un saludo.

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