jueves, 22 de junio de 2017

DIARIO DE UN MAESTRO GRUÑÓN (21-6-2017)

Se acercan las vacaciones, querido diario, y ya están aquí las sesiones de evaluación. En estos momentos uno piensa en la importancia de la autorregulación de los alumnos y de la autogestión de los propios grupos en lo referido a sus dinámicas. Resulta obvio decir que la autorregulación y la autogestión, siempre en función del nivel madurativo de alumnos y grupos, no surge de la nada, instaurándose de repente en los alumnos por arte de birlibirloque. De igual manera, ciertos alumnos tendrán más facilidad para alcanzar este control interno que otros; bien por nivel de madurez, por tener, o no, modelos a los que seguir en su hogar, por...
Este proceso, desde mi punto de vista, se produce cuando el alumno pasa de depender en exclusiva de los reforzadores externos tras cada acción, a interiorizar que una lo que lo hace resulta bueno, en esencia, para él. No se trata de un proceso de un día, ni de un año, en muchas ocasiones, pero, sin duda, se trata de algo gratificante, que ayuda a crecer a los chavales en aspectos sociales y morales. 
La diferencia entre la autorregulación y la autogestión y hacer las cosas "porque lo dice el maestro" reside en que en el primer caso existe una motivación intrínseca y en el segundo existe una motivación extrínsenca, que funciona en torno a lo que opinen o la actuación de los demás (en especial los adultos).
Todo estos aspectos merecen ser desarrollados con calma y mayor amplitud, caro diario, pero con este calor y la cercanía de la desconexión vacacional, no parece el mejor momento para hablar de cuestiones serias.
Hablando de calor, y de calores, uno no puede dejar de contemplar con estupor y, por qué no decirlo, con indignación, las "medidas" lanzadas por políticos para hacer frente a la ola de calor que estos días se ha enseñoreado de nuestro país. Desde el fulano que propuso lo del abanico, hasta esa otra que habló de abrir las ventanas en los momentos apropiados (las seis de la mañana), de llevar a los niños a los lugares más frescos de los centros... Cuando uno escucha o lee estas perlas se hace una serie de preguntas, pero, la fundamental es: ¿Cómo han llegado esas personas a ocupar un cargo político, pagado con el dinero de todos? ¿No existe gente más capaz? También surge otra duda: Nosotros, los funcionarios, no tenemos capacidad para remover a toda esta serie de intelectuales de su cargo, pero ¿y los padres? Los padres, como ciudadanos y, sobre todo, como votantes, ¿no deberían movilizarse para que a gente, que no tiene la capacidad para mirar por el bienestar de sus hijos, se les arroje del sillón y vuelvan a ser lo que fueren en su vida anterior? 
Tal vez, querido amigo, estas altas temperaturas me hayan convertido en un exaltado, émulo de Robespierre, o, tal vez, sólo esté hasta el gorro de escuchar "ideas felices" de personas que cobran dinero de todos nosotros por no molestarse en callarse o en escuchar.
En estas fechas reaparece la eterna cantinela sobre las largas vacaciones de los docentes y lo bien que vivimos. No seré yo quien diga que tenemos poco tiempo de descanso, pero tampoco seré yo quien dé la razón a aquellos que largan este mantra a modo de reproche. Aunque antes me ofendía más, desde hace un tiempo considero que este tipo de prédicas insanas las hacen personas que no se dan cuenta de que lo mejor para todos es que nos igualemos, pero en lo bueno. De qué le sirve a alguien que yo tenga menos vacaciones, si él sigue teniendo 22 días. 
Esto me lleva a pensar que en nuestras aulas deberíamos enseñar a nuestros alumnos que lo importante no es restar a los demás, sino conseguir llegar a tener lo bueno que tienen los demás. Luchar para alcanzar los derechos que otras personas tienen y que, por lo que sea, nosotros no tenemos. Tal vez, si incidiésemos en eso a medio plazo tendríamos un mundo un poco más justo y unas personas formadas para llevar una vida en sociedad mucho más plena.
Tengo mucho calor y no es cuestión de seguir aquí torturándonos, por lo que, en otra ocasión, seguiré escribiéndote mis preocupaciones y mis dichas.
¡Felices vacaciones! Nos vemos pronto.

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