lunes, 25 de septiembre de 2017

SOY ATEO DE PERSONAS

"...Encuentra tu paz
Encuentra tu dicho
Encuentra la ruta fácil en tu camino
Brindaste confianza
Un chico a quien salvar

A ti te dejó frío y a él en la tumba..."

The god taht failed. Metallica

Una de las cuestiones que más me llama la atención, al menos en los últimos tiempos, es la necesidad de unos y otros de buscar en personas afamadas, por lo general de la cuerda, una confirmación de sus tesis. Si alguien opina blanco sobre cualquier tema se siente reafirmado si, quien fuere, comparte su opinión con él. Imagino que se debe a que todos necesitamos sentirnos respaldados por otras personas y, si además, éstas tienen algún tipo de relevancia social mejor que mejor.
Hasta aquí todo comprensible. Sin embargo, existe una vertiente bastante más chusca de éste fenómeno, en la que se cae con harta frecuencia: considerar que todo lo que hace o dice una persona sea bueno o malo, por provenir de alguien que  nos cae bien o mal, resulta apropiado o inapropiado. En otras palabras: no se valoran los hechos, se valora al personaje.
A nadie se le escapa que todos y cada uno de nosotros tenemos nuestras cosas buenas y otras cosas menos buenas. Momentos maravillosos y otros, por cualquier causa, menos llevad,eros, que se acompañan de acciones y palabras. Nadie es siempre lúcido ni un perfecto cretino. Incluso los seres más abyectos que nos podamos imaginar (los hay a raudales en la Historia)pueden tener algún aspecto positivo. Y, por supuesto, viceversa, cualquier persona cuya forma de actuar general resulta un modelo para la mayoría puede tener su lado oscuro. Se me ocurren un par de ejemplos para ilustrar lo que acabo de contar.
Una de las personas que más ha influido en el cine ha sido Lina Riefenstahl. Esta alemana, directora de cabecera de Hitler, realizó dos de las películas (documentales) más influyentes de la historia del cine: El triunfo de la voluntad y Olympia. Lo importante de ambos documentales no es la temática, sino la forma de narrar los hechos, los planos, los efectos... que supusieron un cúmulo de novedades que han influido en directores renombrados de nuestros días. Sin embargo, la directora en lo personal no resulta un buen ejemplo. En 1932 se rindió, como otros muchos alemanes, a la retórica nazi y, a pesar de salir bien librada de los juicios al nazismo, se la calificó como "compañera de ruta" del régimen genocida. Sin embargo, ello no puede ocultar que sus aportaciones a la historia del cine sean monumentales.
En el ámbito contrario nos encontramos con Gandhi, uno de los apóstoles de la paz. La carrera del líder hindú como abogado comenzó en Sudáfrica, donde ya existía la discriminación hacia la mayoría de la población, que era negra. Fue durante las dos décadas que estuvo en Sudáfrica cuando despertó y perfeccionó su teoría de lucha pacífica, a favor de los hindúes. Sin embargo, no existe mucha duda sobre que el líder pacifista consideraba a las personas negras sudafricanas como inferiores. En otras palabras: era racista. Lo que no resta mérito al resto de su trayectoria política y social.
Como se ha podido comprobar con los dos ejemplos anteriores nadie reúne ni la perfección ni la imperfección absoluta. Si podemos decir que los actos de determinadas personas resultan, en su mayoría, positivos o negativos, pero eso es todo. Sin embargo, parece que mucha gente necesita tener figuras de referencia, que no dejan de ser una traslación de todas aquellas virtudes que uno anhela. Una idealización de lo que nos gustaría ser a nosotros mismos. A este respecto lo único que puedo decir que, dado mi ateísmo, a lo único que sigo de manera irracional, aunque cada vez con menos interés, es a lo equipos deportivos de mi ciudad. Uno es del tal o cual equipo y, con las alegrías y los sinsabores pertinentes, está condenado a serles fiel hasta el último día. Sin embargo, idealizar a una persona, seguir , u odiar por todo, a alguien, no es más que creer en un personaje ficticio. Yo sólo puedo decir que me declaro ateo de personas (nadie es ni un dios ni un demonio). Prefiero ser más bien analista de actos concretos.
Un saludo. 

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