martes, 7 de septiembre de 2021

RELATOS CORTOS EN EL CAOS

"Buscas alguien con quién convivir. Buscas una pareja". Cuando ella se lo dijo no dio importancia a estas palabras. Un par de días después comprendió que tenía razón, pero que el mensaje obviaba algo: ella también la buscaba, pero ambos sabían que no podían reconocerlo en voz alta; como tampoco permitirse el lujo de decirle el uno al otro que se habían encontrado hacía tiempo.



Recordó, una vez más, que la empatía navegaba lejos de las fórmulas preestablecidas y de las apariencias de persona enrollada. Cuando recibió una de esas respuesta por su parte, comprendió, una vez más, que aquella persona que se encontraba enfrente y que tanto le excitaba desde un punto de vista sexual, solo era eso: deseo.



Nunca llegó a comprenderla del todo bien. Sabía que en ella existía una parte de personaje de culebrón, de mujer esquiva, que apela al histrionismo para hacerlo notar. También poseía la certeza de que existía un problema de autoestima (¿quién no tenía problemas de autoestima?), que condicionaba su comportamiento, pero, por otra parte, existía en su interior una necesidad de dominar la situación, dirigiendo desde un pedestal invisible, todo lo que ocurría entre ellos. A él le daba igual todo eso, solo recordaba cuando desnudos en la cama en la cama ella decía: "Estamos locos". Para construir algo se necesita entregarse y esa forma de locura ella no la tenía.



Navegaba por uno de esos mares en los que el autoconcepto se encontraba en una fosa abisal. Con la edad había aprendido a torear con cierta eficacia esas situaciones, dando mucha más importancia a lo que se ha de hacer, que a los sentimientos que esa situación genera, pero tenía el convencimiento más absoluto que, incluso cuando emergiese y el Sol volviese a colorear su universo, necesitaría seguir haciendo para encontrar alguien que tapase la oscuridad que seguiría existiendo en la parte superior izquierda de su tronco.


Ella le dijo que buscaba a alguien normal. Una persona con la que compartir los buenos y los malos momentos. Él desconocía si entraba en lo que ella consideraba una persona normal, pero prometió esforzarse en serlo durante los pocos días que estuviese con ella, conociendo su paraíso y practicando sexo.


No le interesaba en absoluto. No le atraía ni su forma de entender la vida ni su físico, pero estaba tan solo que hubiese muerto por verse rodeado por su brazos.

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