jueves, 19 de abril de 2018

MUNDO

Resulta absurdo pretender que todo el mundo piense como nosotros, sin embargo, parece que todo aquél que no piense como cierta gente es un fascista o un rojo peligroso. Tal vez, casi seguro, esto deba darnos que pensar. Toda la gente que aplica esos criterios lo único que persigue es destrozar la convivencia, remarcando lo más odioso, o lo que ellos consideran odioso, de los demás. 
Por supuesto, todos estos personajes no presentan opciones constructivas, a lo sumo defienden vaguedades, porque toda su fuerza reside en extender el odio hacia el diferente.


Visto lo visto, los títulos universitarios sólo sirven para quienes trabajar. Para otra gente sólo suponen un adorno, cuando no una mentira (véase los políticos que han "reformulado" su currículum vitae en estos últimos días). Lo triste del asunto es que muchos de estos que utilizan títulos falsos o conseguidos de manera fraudulenta son los que defienden ese postulado neoliberal que habla del esfuerzo y de la recompensa que llega tras el mismo. Lo alarmante es que la Universidad Pública se haya prestado a ello. Y lo bochornoso es que el Plan Bolonia haya facilitado que cualquier tipo con dinero pueda colgar un papel, que hace presumir que tiene conocimientos avanzados sobre determinada materia.


La imagen que de la Justicia tiene el común de los mortales es la de las películas americanas: siempre triunfa el bien. La realidad es bien distinta. Los jueces interpretan leyes, en ciertos casos disparatadas, haciéndolo según su criterio, en ciertas ocasiones igual de disparatado que las normas que tienen que aplicar. Esa es la realidad de la Justicia en este país, y en todos. No se trata de decidir sobre el bien o el mal, sino de un juego donde las reglas son las leyes,en las que los protagonistas pueden hacer trampas.


Existen una casta de políticos profesionales que tenían muy claro que medrar en ese mundo iba a ser su modus vivendi. Hacer de la Función Pública una carrera profesional, sin aprobar otra oposición que la del beneplácito del líder, denigra a todos aquellos que se han esforzado para aprobar su oposición o que lo intentan. Además, envilece la gestión de lo público, de lo de todos, pues no se selecciona a gente capaz, sino al colega de partido de turno. Lo de todos, la res pública, debería estar dirigido por personas competentes en sus desempeños y no por personajes oscuros, que, en algunos casos, han sido diseñados para formar parte de unas élites políticas  como Pedro Sánchez (más datos al respecto).


El ser humano siempre ha necesitado tener creencias, certezas irracionales que le permita explicar su mundo y/o acallar sus mala conciencia. En Occidente hemos pasado de creer en un dios a adorar el Mercado, o a ser animalistas, ecologistas, feministas... siendo incapaces de separar los hechos reales de las creaciones de extremistas, que siempre acaban imponiendo su criterio. La creencia acrítica es lo que lo caracteriza a los fieles de las religiones, tengan un dios o un objetivo noble. No olvidemos que tanto los dioses como las causas globales se caracterizan por buscar el bien de las personas y que cuestionar, aunque sólo sea un poco, la verdad del mensaje supone una herejía, situándose en la orilla opuesta a aquella donde reside el bien absoluto. En esa orilla se suelen situar la Ciencia y los datos objetivos, que suelen chocar con esas creencias que, por muy buena intención que tengan, acaban bebiendo de fuentes irracionales.


Hacer un referéndum para salir de una Europa neoliberal y que el neoliberalismo lo dirijan los suyos. Ganarlo, porque no quieren que nadie de fuera les gobierne. Bombardear un país situado a miles de kilómetros porque ellos si pueden decidir sobre ese lugar del mundo. Cosas absurdas que ocurren en países tan "modernos" como Gran Bretaña.


Donald Trump parece que se va a reunir con Kim Jong-un, constituyendo un paso más en la política de distensión, o eso parece, entre las dos Coreas y, por ende, con EEUU. Resulta extraño que dos tipos que parecen, al menos eso dice la prensa, dos dementes tengan la capacidad de suavizar una situación problemática que proviene de un conflicto que sucedió a mediados del siglo pasado.No parece oportuno simplificar tanto, pero, según todos los presagios estos dos fulanos estaban condenados a desencadenar la III Guerra Mundial. Por cierto, a los neoliberales que critican a Trump por su proteccionismo se les olvida siempre decir, ¡qué casualidad!, que la venta a otros países de armamento por parte del país norteamericano, sobre todo del nuevo  de quinta generación F-35 (a pesar de la gran cantidad de problemas que tienen),  viento en popa. 

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