martes, 26 de noviembre de 2013

LEY DE ¿SEGURIDAD? CIUDADANA

Uno considera que las leyes deben adecuarse a los tiempos que corren. Como consecuencia de este pensamiento nació, hace tiempo, una entrada en la que se criticaba con dureza la ley que permitía que la banca se quedase con los inmuebles embargados y que, a pesar de ello, esta acción no sirviese para cancelar la deuda en su totalidad con el prestamista. 
En los días que corren, donde pretenden hacernos creer que desde un punto de vista moral resulta más aceptable perseguir a un manifestante que a un gran defraudador, el Partido Popular, con su ministro de Interior a la cabeza, pretenden reformar la Ley de Seguridad Ciudadana. El borrador que ha transcendido de dicho anteproyecto se caracteriza por penar, en el sentido económico, con mayor dureza a los infractores, pudiendo llegar las sanciones a los ¡¡¡600.000!!! euros de sanción. Este dislate económico puede servir como forma de prevención para evitar actuaciones tan "lesivas" para la convivencia como: los escraches, poner una pancarta antinuclear en una central de este tipo, manifestarse ante el Congreso o el Senado un sábado o  un domingo sin autorización o grabar imágenes en las que se vea la jeta de algún que otro miembro de las fuerzas de seguridad del estado cuando se exceden en sus funciones (¿se acuerda el amable lector del tipo de la perilla?), pues, según reza el borrador, se le puede identificar y eso puede poner en peligro su seguridad.

Acciones como la realizada por Greenpeace para protestar contra la ley que nos ocupa hoy, pueden ser consideradas graves si se realiza en un edifico es público. Treinta mil leuros puede constituir la pena por realizar dicha acción. 
Dentro de este tipo de faltas se incluyen las referidas a los insultos a los agentes del orden. Uno no duda en que los insultos, sean a quien sean, no resultan adecuados, y más si se dirigen a funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones. Pero uno también tiene la impresión de que si este campo no se acota de manera muy clara y precisa, por ejemplo mediante la presentación de pruebas concluyentes, los treinta mil euros se pueden convertir en un arma discrecional, que puede acarrear nefastas consecuencias para la libertad de manifestación y expresión de los ciudadanos.


Cuestión aparte, por su punto surrealista,tiene la sanción a los que líen parda y vayan encapuchados o con cualquier otro tipo de autendo que dificulte su identificación. Vamos a ver, señores del Gobierno, lo normal, aunque no lo más ético, es que aquel que vaya a hacer algo ilegal intente que nadie le reconozca (con la excepción de los que evaden impuestos en grandes cantidades,  que lo hacen con la cara descubierta, el resto de delincuentes actúan así). Por tanto, lo que debe cambiar es la legislación penal al respecto; pero lo de los treinta mil boniatos por ir encapuchado me parece una memez. Al tío que va a arrojar un cóctel Molotov o a romper escaparates se le trae al pairo una multa o menos. Lo importante en este caso para el fulano en cuestión es irse de rositas. Que no le pillen.


Cuando leí esta "medida" que recoge el anteproyecto de ley no pude evitar acordarme del Motín de Esquilache. Nuevos tiempos, viejos tiempos.
De igual cariz resulta la idea de multar a prostitutas y clientes que entren en tratos cerca de lugares infantiles o cuando pongan en peligro la seguiridad vial. En el fondo, y entramos en el segundo apartado de esta entrada, se castiga a las personas menos pudientes, cuando no marginadas o esclavizadas, como ocurre en muchos casos de mujeres obligadas a prostituirse por mafiosos hijos de la gran puta.
Esta ley, como otras muchas, va encaminada a castigar a los ciudadanos que sufren en sus carnes las "medidas", o "reformas", que en realidad son recortes de derechos, y que osan protestar por tales cuestiones. Tal como han concebido esta ley se observa que la finalidad principal es acallar a todo aquel que no acepte las normas establecidas, entre ella la de manifestarse e irse a casa sin más. De nuevo el poder intenta perpetuar las desigualdades silenciando a los que sufren las consecuencias de dicho sistema y tienen la osadía de hacerlo notar.


Desde una perspectiva desapasionada la ley se podría denominar Ley Mordaza y Acata, pues tal resulta ser su finalidad. La sumisión de los ciudadanos. El silencio ante las atrocidades que se comenten en nombre del dios dinero. La penitencia, en muchos casos inasumible, por llamar a las cosas por su nombre. Todo ello y mucho más constituyen la esencia de un bosquejo de ley encaminada a dar una vuelta más de tuerca a la dictadura a la que estamos sometidos. Si en un principio nos esquilmaron, destinando nuestro dinero, el de todos los ciudadanos, a subsanar las tropelías de unos pocos, que han salido indemnes, o han mejorado su estado, durante esta estafa, esta ley supone un segundo escalón en la estrategia neoliberal. Se tratra de recortar libertades fundamentales como la de expresión, reunión o manifestación.
Sin embargo, uno tiene la impresión de que a pesar de los intentos de estos personajes por ocultar la realidad, por deformar los sucesos a su antojo, la realidad, la rabia, la frustación, el empobrecimiento de los ciudadanos, la miseria moral acabarán actuando de catalizador, generando un efecto contrario al esperado por estos hombres de bien. Los movimientos sociales ya existentes muchos de ellos, y que leyes como éstas intentan silenciar, acabarón generando grietas en su sistema, provocando la caída, tanto de ellos como de sus sistema. Los ciclos históricos pueden ser largos y estamos asistiendo al inicio de uno de ellos.
Un saludo.

Aquí dejo un enlace donde se pueden ver las cuestiones que la nueva ley pretende perseguir:

 


2 comentarios:

Piedra dijo...

Quizás dentro de poco hasta escribir este tipo de cosas esté prohibido por nuestro bien.

Saludos.

PACO dijo...

Hola Piedra.
Por desgracia, al paso que va la burra, tendrás razón.
Un saludo.