domingo, 5 de febrero de 2017

DIOSES SIN HOMBRES

¡Señor, hoy paternal, ayer cruento, 
con doble faz de amor y de venganza, 
a ti, en un dado de tahúr al viento 
va mi oración, blasfemia y alabanza!

El Dios Íbero, Antonio Machado

En apenas unas décadas hemos pasado, al menos en este país, de la resignación cristiana ante los pesares y las miserias de la vida, a un mundo en el que todos debemos ser felices, altos, guapos, empáticos, asertivos y supercalifragilísticoespialidosos.
La resignación cristiana, implantada a machacamartillo a nuestros padres y abuelos, sirvió para que un régimen atroz, y sus lacayos, intentasen justificar las terribles desigualdades e injusticias que formaban parte del armazón vital del mismo. La Iglesia Católica fue el instrumento cómplice que la dictadura franquista utilizó para inculcar este ideal entre los españoles más desfavorecidos, la gran mayoría. La consigna era que lo aquello que aquí no se tenía, lo esencial para vivir, se alcanzaría tras la muerte, siempre que se fuese bueno y no se alzara la voz ante la injusticia. Aunque la idea no es original del franquismo, el dictador y sus secuaces, muchos cientos de miles de personas, utilizaron la figura de un ser superior, más importante incluso que el tirano Franco, para perpetuar el orden. Contra la Providencia nadie se podía rebelar, o eso pretendían los jerifaltes de ese régimen opresor.
En unas pocas décadas después, este país ha dejado de lado el valle de lágrimas que daba sentido a la vida nacionalcatólica, para convertirse en el país del hedonismo, que se alcanza consumiendo. Consumiendo salud, consumiendo moda, consumiendo última tecnología, consumiendo... 
Hemos pasado de una sociedad donde la desgracia formaba parte esencial de la vida, a un modo de vida donde parece no existir la enfermedad, la muerte, la desgracia e, incluso, donde la vejez no parece estar bien vista. Sólo sirve lo bonito Sólo sirve la eterna juventud, no sólo física, también consumista. Debemos poseer lo último de lo último, porque el último teléfono me da caché y puedo fardar de ello (aunque luego no se tenga ni idea de para que sirvan el cincuenta por cien de las cosas que trae incorporadas el aparato). 
Ese canón de la eterna juventud se consigue apuntándose al gimnasio, aunque sea para ir sólo un par de veces (fardando de ello), comprándose una ropa muy cara, y vistosa, de deporte, que se utilizará para bajar a comprar los domingos, haciendo dietas a base del último producto milagro, con cirugías y otras patochadas, que, por supuesto, cuestan bastante dinero,
Por "supuesto" lo feo se esconde. Los centros de educación especial, aunque sean nuevos, los tanatorios, los geriátricos (en su mayoría)... no se construyen en lugares visibles, siempre a las afueras (aunque, con la expansión de las ciudades acaben integrados en las mismas). 
La cultura de lo inmediato, del hedonismo de masas, necesita que no se piense mucho; basta consumir; seguir los dictados de los "expertos", que aconsejan sobre lo mejor para llevar una vida plena, lejos de aquella otra cara consustancial a la felicidad, falsa felicidad en este caso; lejos de aquello que nos hace recordar que somos finitos y vulnerables. 
Parece que hemos pasado del dios resignación, en espera de un futuro mejor, al dios presente con anteojeras, que sólo te permite mirar en una dirección. 
Un saludo.

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