martes, 14 de febrero de 2017

MORIR TRABAJANDO ES DE PRIVILEGIADOS

La manera como se presentan las cosas,
no es la manera como son;
y si las cosas fueran como se presentan
la ciencia entera sobraría.

Karl Marx

Hace unos cuantos años defendí a capa y espada a los controladores aéreos. Recuerdo una conversación en mi trabajo con una compañera respecto a la situación de estos profesionales (a los que se les había privado de vacaciones y se les había hecho trabajar una infinidad de horas, que excedían, con creces, lo regulado en su convenio), en la que argumenté que los trabajadores no tienen privilegios, tienen derechos adquiridos. Algo bien distinto. Otro de los argumentos que esgrimí es que a mí, como trabajador, no me sirve de nada que priven de conquistas laborales a otros trabajadores, para igualarnos todos por abajo. Al contrario, mi visión del asunto pivota sobre el hecho de que todos debemos intentar que la igualdad se dé por arriba; conquistando derechos, no contribuyendo a que otros los pierdan.
Por último, argumenté que lo que en ese momento hacían con los controladores, lo acabarían haciendo con otros colectivos, como el nuestro: el de los funcionarios. Pasaron sólo unos meses y el mismo ministro felón, Pepiño Blanco, se encargó de justificar la bajada del 5% de salario a todos los funcionarios en un programa de máxima audiencia, de nombre la Noria.
Me causó grata impresión que, al día siguiente del intercambio de pareceres, mi compañera me dijera que había dado vueltas al asunto y que los argumentos que había presentado poseían una gran coherencia. 
Reconozco que si la conversación del primer día hubiese ocurrido unas semanas después, hubiese aportado otro nuevo argumento, que me parece fundamental: ¿Este colectivo está realizando bien su trabajo? ¿Existe dejadez en sus funciones? ¿Esta dejadez provoca accidentes aéreos? No. Entonces, ¿por qué cercenar los derechos de estos trabajadores? ¿Por qué cobran mucho? Y qué. ¿Es un pecado que un trabajador tenga una buena remuneración por su trabajo? 
Existe la probabilidad de que el lector piense que me he quedado anclado en los nefastos tiempos de ZPpero y su cuadrilla de diletantes sostenidos con el dinero público. No, todo lo contrario. Prefiero olvidarme de personajes como Pepiño Blanco, ese que no tenía bastante con los cinco mil euros al mes por ser diputado y exigió entrar en las listas para ser elegido europarlamentario, que cobra unos dos mil euros más y hace aún menos. Todo lo que he expuesto al principio de la entrada tiene que ver con una situación actual: la de los estibadores portuarios. Estos trabajadores son el blanco de ataques atroces por los grandes medios, no se podía esperar mucho más por parte de estos desinformadores insolidarios (recordemos que a muchos de los gurús mediáticos se les llena la boca con la precariedad laboral de los periodistas, pero callan cuando en su casa se aplican políticas laborales atroces). Medios de comunicación que mienten sin inmutarse.





Mienten porque me he molestado en buscar los convenios de Estiba y Desestiba de un par de puertos y no veo por ningún sitio que dichos trabajadores cobren los mencionados 100.000, o los 140.000 euros que aparecen en otros medios. Por si no lo he visto bien, puede que yo ande errado, invito a que busque el amable lector en este enlace en el apartado SAGEB de los diferentes puertos de España y  confirme, o desmienta, lo que he expuesto, sobre las emolumentos de los estibadores.



Todo el problema de los estibadores viene por las especiales condiciones de esta profesión en nuestro país, que choca con el dictamen del Tribunal de Justicia de la Unión Europea de 2014, que obligó a liberalizar este mercado laboral. El Gobierno de España pidió un plazo de siete años para adaptarse a esta normativa y la Comisión le concedió cuatro. Dicho todo esto, además de la multa inicial, existe el riesgo de que una segunda sentencia venga con una multa de 134.000 euros por día de incumplimiento de la sentencia.
Unión Europea, y sus organismos aparte, lo paradójico del asunto es que son las propias empresas encargadas de contratar a los estibadores las que fomentan esta forma de funcionar, pues estas empresas están obligadas a contratar a sus empleados a través de las Sociedades Anónimas de Gestión de Trabajadores Portuarios (SAGEP), de las que son accionistas las propias compañías estibadoras. Por supuesto, los medios de manipulación no hablan de ello, sino de los trabajadores y sus privilegios. A los mamporreros mediáticos sólo les falta decir que son tales los privilegios que Letizia Ortiz ya está moviendo hilos para que sus hijas sean estibadoras, como ya lo es el príncipe Guillermo de Inglaterra y parte de la realeza monegasca. Es bien sabido que la Casa de Alba y la de Medina Sidonia se sienten agraviadas por la imposibilidad que tienen de optar al privilegio de ser estibador, por no tener los contactos necesarios para ello.
La información no resultaría completa si no se aportase un dato: los sindicatos, con fuerte implantación en este colectivo, tienen una gran representatividad en este sector y, por tanto, una gran fuerza para defender a sus afiliados. De nuevo el fantasma que temen los neoliberales: sindicatos que se ocupen de verdad por sus afiliados. 
Parece, por tanto, que en este sector tanto empresas como trabajadores se benefician de unas especiales condiciones. Pero la desinformación interesada parece sobreponerse a la realidad, calando en cierta gente con pocos recursos... intelectuales.




De nuevo la estrategia perfecta: desinformar, mentir, lanzar a trabajadores contra trabajadores y, lo más importante, convencer a mucha gente de que los derechos adquiridos son privilegios. Lo de mentir y desinformar forma parte del ADN del periodismo. Si yo le preguntase al lector, cómo van las cosas en Venezuela, seguro que tendría que remitirse a la última campaña electoral, donde lo mass media asociaban la situación que presentaban, que no coincide con la realidad, sobre el país americano con Podemos. Parece que, medio año después, los problemas de Venezuela se han solucionado o no importan mucho al común de los mortales. ¿Casualidades de la vida o manipulación mediática?
Lo peor del asunto es que los mismos medios que jalean a un monarca elegido por ser hijo del anterior monarca o a la hija, y sucesora en el cargo por cuestiones de transmisión de genes, del mayor banquero de España tengan la osadía de hablar de trabajadores con privilegios. Desde mi punto de vista, privilegio es que los fulanos que difunden este tipo de desinformación tengan el carné de periodista, pues mancillan esta profesión día sí y día también. Privilegio es que por ser hijo de..., hermano de..., cuñado de... o lo que sea de... tengas la vida asegurada, sin haber demostrado nada. Privilegio no es cobrar por desarrollar un trabajo, necesario para la sociedad,haciéndolo de manera eficiente. Privilegio no es morir desempeñando tu trabajo:




Pero, claro, de esto no hablan los medios de desinformación; como no suelen hablar de los accidentes laborales, que generan unos tres mil muertos al año en nuestro país. Tal vez no lo hagan porque no reciben subvenciones por meter publicidad sobre el asunto, cosa que sí ocurre con otras cosas con las que bombardean. O, tal vez, porque no resulta apropiado mostrarr a empresarios desalmados, capaces de cualquier cosa con tal de aumentar sus ganancias. Esa imagen choca con la del emprendedor y la del hombre hecho a sí mismo, que nos intentan meter por los ojos, como modelo de todo lo bueno habido y por haber.
Yo, por mi parte, lo tengo claro, entre un trabajador por cuenta ajena, gane lo que gane, y los poderes económicos/mediáticos y sus lacayos políticos, siempre, siempre estaré con los primeros y con sus derechos.
Un saludo.

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