domingo, 12 de febrero de 2017

FOLLAR Y HACER EL AMOR

- Papá, ¿cómo nací yo?
- Es un poco largo, -repuso el padre-. Espera que esté terminada la comida y, cuando estemos comiendo lo hablamos. 
Diez minutos después, con el primer plato ya servido en la mesa, el niño volvió a preguntar:
- Papá, ¿qué hicisteis mamá y tú para que yo naciese?
- Creo que ya sabes algo sobre el tema, pero te lo voy a contar todo, para que lo entiendas mejor.
- ¡Venga, vale! - respondió expectante el pequeño.
- Hace tiempo que eres consciente de que los hombres tenemos pene y las mujeres vagina. Para hacer un niño el pene del hombre debe entrar en la vagina de la mujer y, tras un tiempo dentro, del pene saldrán unos bichos muy pequeños llamados espermatozoides. Los espermatozoides son como renacuajos, pero muy pequeños. Las mujeres, por su parte, tienen unas células llamadas óvulos. Pues bien, si uno de los espermatozoides llega a un óvulo empieza un proceso, por el cual, si todo va bien, el óvulo se va dividiendo, formando, poco a poco, un bebe en la barriga de la mujer. Pero no siempre que un hombre y una mujer practican sexo consiguen tener hijos.
- ¿Y a mí, me tuvisteis así?
- Sí, todos los niños nacen cuando un espermatozoide fecunda un óvulo.
- O sea, que un hombre y una mujer practican eso del sexo para tener hijos- expuso el pequeño, tratando de clarificar el asunto.
- No. No siempre que un hombre y una mujer practican sexo lo hacen para tener hijos. También se puede hacer porque resulta muy agradable y, además, se puede practicar como forma de expresión de amor. De hecho, practicar el sexo también se puede llamar hacer el amor.
- Vamos, que eso del sexo se puede hacer no sólo para tener hijos.
- En efecto. El sexo no sólo tiene que ver con traer hijos al mundo. Pero creo que sobre esos temas: sentimientos, placer, paternidad no te voy a hablar por el momento. Existen cosas que resultan muy difíciles de transmitir y que cada uno debe vivir para poder entenderlo. 




Sentados en la barra de un bar, degustando el segundo vermú artesano, un hombre y una mujer  de mediana edad mantienen una animada conservación. No queda muy claro si la fluidez de la charla se asienta sobre el alcohol ya ingerido o sobre la gran amistad que ambos se profesan. 
- Hace unos días, el domingo pasado con más exactitud, me ocurrió algo que me sorprendió y me agradó bastante. Después de muchos años, de bastantes, por primera vez pensé que me apetecía hacer el amor con alguien. En mi cabeza rebotaron esas tres palabras durante un rato: hacer el amor. Hasta el día anterior sólo me apetecía follar con tal o cual mujer. 
- Ya sé como dices. 
- Sí. Ya no se trata de aquí te pillo, aquí te mato. O, si conoces el paño, de realizar escenas de funambulismo sexual, en la que el límite se encuentra en la imaginación y en lo que dure la noche. Ahora el asunto es bien distinto. Se trata de...
- De sentirse correspondido. De sentir que la otra persona y tú sois uno sólo. 
- En efecto. No resulta necesario renunciar a la búsqueda, al placer de la otra persona y el tuyo, pero en este caso aunque importante, existe algo más. Tal vez sólo sea mirarse al terminar y decir te amo, con una sonrisa bobalicona. Sí, tal vez sea sólo eso... 
- Sabes que eso tan... sencillo, resulta maravilloso y, de alguna manera, incomparable. Eso del amor, de estar enamorado. sobre todo si encuentras correspondencia, no tiene parangón.
- Resulta curioso, pero, a veces, te das cuenta muy tarde de que vivir en pareja no te asegura que hagas el amor. A veces sólo se trata de follar.
- Es cierto. ¿Pedimos otros vermú?



Por Whatsapp dos amigos tienen la siguiente conversación.
- ¡Oye, tío! ¿Cómo tienes esas fechas?
- Espera, ahora lo miro.
- ¡Me cuadra de puta madre! Puedes venir como hiciste el año pasado.
- Ok. Me planto allí el sábado y me voy el lunes.
- ¡Cojonudo!
- Estaba pensando en rematar la faena que, por gilipollas, dejé pendiente el año pasado. 
- Tú mismo. Si hay suerte y coincidimos.
- Todo se andará. Y si no, se busca, que siempre se encuentra.
Un par de meses después, también por Whatsapp.
- ¿Al final vienes?
- No lo sé.
- Ya. Tienes una movida cojonuda.
- No sólo por eso. Creo que por esas fechas ya estará todo solucionado. Hay otra historia.
- ¿Nada serio?
- No, si fuese algo serio lo sabrías.Otro asunto.
- Me parece que ya sé por donde vas.
- Sí, por ese lado.
- ¿Y?
- Ando esperando; a ver que pasa.
- Si no, ya sabes. Las penas con pan son menos penas.
- Sí, siempre hay un roto para un descosido. Aunque este descosido creo que es distinto. Pero, la vida sigue.
- Ya me contarás. 
- Ok. 
- Por un lado espero no verte ;-)
- Gracias.
- Suerte!

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