"Tengo más respeto hacia un hombre
que me permite conocer donde se encuentra,
incluso si está equivocado,
que a otro que viene como un ángel,
pero resulta ser un demonio".
Malcolm X
Lo ocurrido con Cristina Cifuentes, todo, me parece algo importante, fiel reflejo de lo que ocurre en este país.. No tanto porque una persona, con muchas cosas que ocultar, se haya erigido en adalid de las buenas costumbres y haya acabado atrapada por su inmoralidad, como por el proceso que ha llevado a su defenestración, que se asemeja mucho a lo vivido por otras personas más relevantes.
El lector recordará que el diario digital de Ignacio Escolar, eldiario.es, publicó, dosificando la información, que la expresidenta de la Comunidad de Madrid había obtenido un titulo expedido por una universidad, sin haber hecho nada para merecerlo. A pesar de que las pruebas son abrumadoras, Cifuentes sigue en su cargo. Sin embargo, cuando todo parecía que no iba a llegar a ningún sitio, Okdiario.com, dirigido por Eduardo Inda, ofrece, en primicia, unas imágenes de la política robando en unos grandes almacenes, hace ocho años. Consecuencia: dimisión del cargo de la líder del PP.
Este relato deja varias cuestiones claras, que vamos a analizar, y a engarzar con otras.
En primer lugar, los periódicos son utilizados a voluntad por personas, o grupos de poder, que poseen información que administran como desean, en función de sus intereses.
Algunos medios, como el de Ignacio Escolar, son irrelevantes y, a pesar del autobombo del burgalés, viven de tratar sobre ciertos temas, por lo general distorsionados, que tienen un público fiel, al que le gusta más que confirmen sus creencias que estar informado. De hecho, gran parte del material que venden como investigaciones magníficas resultan pequeñas escaramuzas, tendentes a contentar a sus suscriptores. Me viene a la mente el absurdo despliegue sobre el caso De Gea. A pesar de ello, y tal vez para alejar sospechas sobre la procedencia de la información, esta vez sí le dieron algo jugoso a Escolar, que fue incapaz de conseguir algo más allá de la plena denuncia del fraude.Sin embargo, cuando los que estaban detrás de la campaña tuvieron que dar el golpe definitivo tiraron del que les merece toda su confianza: Eduardo Inda.
Eduardo Inda se ha convertido en el mercenario ideal, capaz de cargar contra cualquier figura pública que moleste a quien sostiene su periódico. Pero, ¿quién paga su periódico? Si el lector busca en la red no encontrará nada, al menos yo no lo he conseguido encontrar, y la publicidad del medio no parece suficiente para sostener todo ese entramado. Conozco una persona, que se mueve cerca del poder, que me dijo dos cosas:
- A Cristina Cifuentes la llamaban la Señorita del gin tónic cuando comenzó su "carrera".
- A Inda lo financia un exbanquero, que fue amigo de Juan Carlos, el Borbón, y que pasó por la cárcel.
No tengo pruebas ni de una cosa ni de la otra, pero esa persona me merece confianza, bastante, al menos cuando se trata de este tipo de informaciones.
Esto no quiere decir, de ser cierto lo expuesto con anterioridad, que el exbanquero haya filtrado la información. Cualquiera persona cercana a él , que tenga algo pendiente con la expresidenta, puede haberlo hecho, encontrando en el medio de Inda el canal adecuado para apuntillar a la expresidenta del PP madrileño.
Por supuesto, antes de volver al tema de Inda, merece la pena tratar un tercer aspecto: la acumulación de determinado tipo información en ciertas manos, que puede servir para comprar voluntades o para acabar con alguien.
Es evidente que a Cifuentes, como le ocurrió al Borbón emérito, alguien le tenía ganas y filtró la información pertinente para minar su posición, hasta hacerla insostenible. No se trata de investigaciones judiciales, realizadas por cuerpos policiales, al menos en un principio, Hablamos de hechos dirigidos a restar toda la credibilidad posible. Intuyo que se trata de luchas de clanes dentro del poder. Tal vez el ejemplo de Losantos y la monarquía sirva para ilustrarlo.
Por razones que se me escapan, Losantos y Pedro J. Ramírez comenzaron una campaña para que el monarca Borbón abdicara. Parece obvio que, a largo plazo, lo consiguieron. Pero en ese proceso hubo todo tipo de tratos, presiones y conversaciones para intentar arreglar la situación:
Lo que en un principio era un ataque visceral, acabó derivando en un continuo fluir de datos contra el jerarca Borbón, que, ¡oh casualidad!, comenzó con una investigación realizada por Eduardo Inda, junto con otro periodista, en la que se sacaban los trapos sucios del yerno del rey. Se rompía el pacto de silencio entre la prensa, toda, y la monarquía. A partir de ese momento aparecen trapos sucios, que consiguen, tras una campaña sistemática, la abdicación del anciano Borbón.
Cuando esto ocurre, Jiménez Losantos, que durante lustros ha pegado fuerte a Juan Carlos, se deshace en elogios a su hijo y sucesor, Felipe. ¿Por qué? No puedo dar una respuesta. ¿Quién decide cuándo comenzar a sacar los trapos sucios y romper el estatus quo? Tampoco lo sé a ciencia cierta, aunque tengo alguna sospecha, que no puedo fundamentar, por lo que no voy a escribir nada al respecto, pero nada parece suceder de forma azarosa. Siempre hay beneficiados y perjudicados, tanto de manera individual como grupal. Y, dato importante, estos ataques no se hacen contra instituciones para realizar cambios bruscos en la forma de vertebrar o estructurar el país. Al contrario, se pretende que todo siga igual, pero cambiando los rostros. El ascenso de Ciudadanos, con el apoyo de todos o casi todos los grandes medios de comunicación, resulta un ejemplo de ello. Sobra el PP, que se asocia con el inmovilismo, con ciertas ataduras al franquismo, y se crea una franquicia mejorada; con caras jóvenes y atractivas, que, como no han copado poder, no tienen ataduras con el pasado ni cicatrices y pueden prometer lo que sea.
En el fondo, uno piensa que la caída del Borbón, y el ascenso de su hijo, la llegada de Ciudadanos y hasta la disminución del rechazo que en ciertos medios genera Podemos, es una gran jugada para intentar rejuvenecer, sólo de manera estética, un régimen continuista del franquismo, al menos en lo que se refiere a las élites económicas (con algunas nuevas entradas como Florentino, Amancio Ortega, lo que sirve para transmiteiruna imagen de coto abierto a la gente emprendedora y lista). Tal vez, lo de Cifuentes sea sólo un rifirrafe entre sectores de un partido que luchan por el poder. Y, tal vez no sea más que una manifestación menor de un juego mucho más amplio en el que periodista como Pedro J., Anson o Cebrián sí que tienen, o han tenido, voz y voto, pero en el que gente como Escolar sólo son el tonto útil para ocultar la realidad de las cosas.
Un saludo.
Cuando esto ocurre, Jiménez Losantos, que durante lustros ha pegado fuerte a Juan Carlos, se deshace en elogios a su hijo y sucesor, Felipe. ¿Por qué? No puedo dar una respuesta. ¿Quién decide cuándo comenzar a sacar los trapos sucios y romper el estatus quo? Tampoco lo sé a ciencia cierta, aunque tengo alguna sospecha, que no puedo fundamentar, por lo que no voy a escribir nada al respecto, pero nada parece suceder de forma azarosa. Siempre hay beneficiados y perjudicados, tanto de manera individual como grupal. Y, dato importante, estos ataques no se hacen contra instituciones para realizar cambios bruscos en la forma de vertebrar o estructurar el país. Al contrario, se pretende que todo siga igual, pero cambiando los rostros. El ascenso de Ciudadanos, con el apoyo de todos o casi todos los grandes medios de comunicación, resulta un ejemplo de ello. Sobra el PP, que se asocia con el inmovilismo, con ciertas ataduras al franquismo, y se crea una franquicia mejorada; con caras jóvenes y atractivas, que, como no han copado poder, no tienen ataduras con el pasado ni cicatrices y pueden prometer lo que sea.
En el fondo, uno piensa que la caída del Borbón, y el ascenso de su hijo, la llegada de Ciudadanos y hasta la disminución del rechazo que en ciertos medios genera Podemos, es una gran jugada para intentar rejuvenecer, sólo de manera estética, un régimen continuista del franquismo, al menos en lo que se refiere a las élites económicas (con algunas nuevas entradas como Florentino, Amancio Ortega, lo que sirve para transmiteiruna imagen de coto abierto a la gente emprendedora y lista). Tal vez, lo de Cifuentes sea sólo un rifirrafe entre sectores de un partido que luchan por el poder. Y, tal vez no sea más que una manifestación menor de un juego mucho más amplio en el que periodista como Pedro J., Anson o Cebrián sí que tienen, o han tenido, voz y voto, pero en el que gente como Escolar sólo son el tonto útil para ocultar la realidad de las cosas.
En el fondo, todo lo escrito con anterioridad demuestra que la finalidad de todos estos escándalos, cambios de rostros y nacimientos y muertes de lĺideres, no es más que una guerra entre unos pocos, que cuando lo desean nos hacen partícipes de una parte de las miserias de unos cuantos de ellos. No se trata de Justicia, sino de ajustes de cuentas y de luchas intestinas por el poder, que nunca compartirán con la ciudadanía.
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