domingo, 18 de noviembre de 2018

EL DOLOR COMO EXCUSA

"El verdadero dolor es 
el que se sufre sin testigos".

Marco Valerio Marcial


Existe una corriente de opinión que defiende que el sufrimiento avala los puntos de vista de quienes lo han sufrido o de personas cercanas a ellas. Los últimos ejemplos de ello los encontramos con Ortega Lara, que ha soltado una serie de barbaridades sobre lo ocurrido en este país hace casi un siglo, o con los independentistas catalanes, que apelan al sufrimiento de los familiares de los encarcelados como argumento para mostrar la maldad e inquina de todo aquel que no piense como ellos. 
Parece que no se puede criticar a uno o a los otros, o a los de más allá, porque a uno le secuestraron,; porque los otros están en la cárcel (gestionadas por los de su propia ideología y, en algún caso, mismo partido); porque alguien mató a otra persona; porque... ¡Bobadas! En realidad, quieren decir: no se puede criticar a fulanito, menganito o a este grupo porque piensan como yo y, como no me atrevo a decirlo, recurro a aspectos morbosos y, a ser posible, que constituyan un sufrimiento inmerecido para personas inocentes. Todos sabemos como funciona este asunto, que los medios de comunicación, que no de información, con ideología afín se encargan de presentarnos una y otra vez. Asesinaron a un familiar de tal persona. Éste sufrió un secuestro. A una mujer la mató... A partir de aquí alguien recoge el guante, en general para beneficio propio, y monta un chiringuito basado en una desgracia. Dicha desgracia parece que otorga, a los que son cabeza visible del invento, legitimidad para pontificar sobre lo divino y lo humano. Hablan ex cátedra, por lo que cualquier que argumente contra ellos puede ser considerado un hereje y/o un desalmado, sin sentimientos.
Lo de los sentimientos supone el quiz de la cuestión. No se trata de rebatir argumentos, de compararlos, sino de verdades absolutas, regidas por los sentimientos de personas que sufren, fruto de una injusticia. Se evita apelar a la razón, anteponiendo el dolor, la aflicción propia o ajena, a la lógica del discurso.
Por lo general, esta estrategia se utiliza para imponer una ideología, aplicada a aspectos generales (nacionalismos) o a aspectos particulares (imponer la pena de muerte). Cuando se intenta, por ejemplo, que se legalice la pena de muerte, se busca cambiar la posibilidad de reinserción del reo, aunque sea tras cumplir treinta o cuarenta años de cárcel. Se pretende imponer el ojo por ojo, diente por diente. Cambiar, por tanto, el espíritu de la ley, no sólo la ley (una ley se puede modificar para completarla o para desechar aspectos obsoletos de la misma, pero manteniendo su esencia).
No se busca analizar el asunto desde las diversas perspectivas, más bien se huye de eso, ni ponderar diferentes soluciones, que pueden abordar la situación en diferentes momentos o grados. Se trata de todo o nada, aunque nadie asegure que ese todo sirva para solucionar el problema. Ni la pena de muerte va a acabar con los asesinatos ni sacar de la cárcel a los nacionalistas catalanes va a acabar con la división política de Cataluña ni... Todo es una forma de apelar a los instintos, utilizando niños, si es menester,  para ello. Niños separados de sus padres, niños asesinados, niños...
Otra de las características del uso de este tipo de estrategia es la descontextualización de la información que venden. El ser humano y las relaciones que establecen está sujeta a una infinidad de variables y las sociedades que crean también, que interactúan y explican lo que somos. Los apologistas del dolor  sólo inciden en un aspecto, que, ¡oh casualidad|  es el que les interesa a ellos. Confunden, de manera intencionada, el resultado con el proceso.
Por supuesto, cuando se demuestra, con el paso del tiempo, que sus ideas no solucionan nada, buscan profundizar en su creencia, culpando a los otros o a no haber profundizado lo suficiente en sus propuestas. Nunca se debe a que sus ideas sean absurdas o ineficaces, todo se debe a los demás o a que no se ha enfatizado lo suficiente en lo propuesto.
Un ejemplo lo encontramos en lo que este juez denuncia aquí:

https://confilegal.com/20181007-un-juez-tuitero-explica-por-que-se-esta-fracasando-en-la-lucha-contra-la-violencia-de-genero/

El titular de un juzgado, bastante respetado entre lo suyos, escribe algo que es un secreto a voces: la lucha legal contra lo que se denomina violencia de género se ha convertido en un gran fracaso. Muchos de los que la practican se van de rositas y muchos otros que no la practican, debido a la redacción de la ley, acaban viéndose salpicado por ella, en especial en procesos de separación y divorcio (cuestiones que han dejado de estar contempladas en el Código Penal, sí forman parte de la Ley Integral de Violencia de Género). ¿Qué dicen los que defienden el endurecimiento de esta ley? Endurecer las penas es la solución. De nuevo no importan los hechos y buscar diferentes enfoques, sobre todo el profesional, para dar respuesta real a los problemas. Lo trascendental es sostener ideas prefabricadas, apelando a lo más escabroso del asunto.
Por supuesto, la imposición de ideas apelando a hechos trágicos conlleva una reacción, a veces tan visceral como lo que se intenta imponer. Existen aquellos que intentan razonar con los fundamentalistas del sufrimiento y aquellos que apelan a la misma estrategia, la de mostrar el dolor como argumento, para combatir esa plaga. Los primeros nunca triunfarán. Los segundo tampoco, pero crearán un terreno minado, fruto del enfrentamiento. Dicho enfrentamiento es algo lógico cuando unos grupos de presión intentan imponer una idea. No tienen intención de negociar, sólo de imponer y, por ejemplo, el feminismo más extremo, el que más se hace escuchar, ha encontrado en la extrema derecha su némesis,  VOX en España.
Apelar a la muerte, al dolor, para imponer ideas, ideologías, resulta un recurso fácil, pero, a medio y largo plazo genera rechazo por una parte de la sociedad, que no cae en la trampa enmascarada en el sufrimiento. Exponer ideas, comprometerse a solucionar problemas con datos y, sobre todo, con previsiones que se pueden comprobar si son acertadas o no supone abordar los problemas con honestidad. El resto de opciones...
Un saludo.

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