lunes, 25 de marzo de 2019

RELATOS CORTOS

CONFESIONES

Le costó muchos meses decidirse a dar el paso. Por fin ese día, aprovechando que su hijo le visitaba para comer juntos, se atrevió. Cuando se lo contó a su vástago la respuesta que recibió no fue la esperada. Le desconcertó escuchar de boca de ese adolescente que él también era gay y que no se hubiera atrevido a decírselo, de no ser por su confesión previa.



INVIERNO

Cuando ese año llegó la primavera él se encontraba en el invierno del que no había salido desde que ella murió.


MUSAS

No conseguía escribir ni una sola línea con cierta calidad. Ya conocía esa sensación, le había ocurrido en otras ocasiones. Las horas y los días se sucedían y él no era capaz de hilvanar dos párrafos con sentido. La sensación de bloqueo creativo no resultaba desconocida para él, ya le había sucedido en otras ocasiones y, debido a ello, conocía la causa. No sólo la conocía, también era capaz de prever la llegada de un periodo de infertilidad literaria y esta vez sabía que iba a ocurrir desde el momento que él se enamoró de Elena y ella le correspondió. Sus mejores obras habían llegado cuando se encontraba sumido en la tristeza y en la soledad. Desde hacía tiempo era consciente de que él  sólo necesitaba escribir, además de para ganar dinero, para llenar el vacío que dejaban las diferentes mujeres que pasaban por su vida. Los otros libros, los que nunca iba a escribir, eran los más importantes para él y tenían el nombre de la mujer que amaba.


COMO DE COSTUMBRE

Su mujer y el sonreían mientras ambos se daban la mano ante las cámaras. El había conseguido su ansiada meta: había sido elegido para un  desempeñar un alto cargo político. Como de costumbre, ante los logros de él, ambos comparecían juntos ante los medios con una sonrisa. Como de costumbre en los últimos años ambos esquivaron la mirada del otro y no se dirigieron la palabra. 



NO TIENE COLOR

Había ido a aquel lugar remoto a ayudar a personas desconocidas. Cuando se decidió a abandonar todo lo hizo pensando que, como hombre blanco, debía devolver a aquellos seres humanos parte de lo que los hombres blancos les habían quitado. Cinco años después, con la bocacha de un Kalashnikov apuntándole a escasos centímetros de su parietal derecho, comprendió que todos los que allí se encontraban: blancos y negros, adultos y niños, hombres y mujeres iban a morir a manos de aquellos hombres enrolados recientemente en la guerrilla, a los que conocían por haber traído hacía no mucho tiempo a sus hijos para ser vacunados en el centro hospitalario en el que ahora se encontraban. En ese momento pensó que le gustaría que en su epitafio se leyese: "El mal no tiene color".



VERSOS

Mientras esperaba intentó escribirla una poesía. Borró cientos de veces y cuando ella llegó no había conseguido nada digno. Sin mediar palabra, ella le arrastró al dormitorio, desnundándose ambos con la premura que genera la distancia de las semanas. Al concluir, tuvo la certeza de que la mejor poesía que podía entregarla no necesitaba palabras, porque el mejor poema lo habían creado juntos, con los dos versos escritos con sus cuerpos desnudos.


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