lunes, 5 de agosto de 2019

TIEMPOS MODERNOS (MONÓLOGO)

Soy viejuno, lo confieso. Cada vez existen cosas más raras en este mundo que no entiendo.  A veces pienso que el mundo era más fácil cuando lo más excéntrico que existía en él eran las ovejitas de Carmen Sevilla.  Yo no estoy preparado para cierto tipo de cosas. Veamos algunas:
Sin ir más lejos el otro día me llevaron a un lugar de esos de medicinas alternativas. Leo en la entrada: Flores de Bach y pienso que este sitio debe ser la hostia. Un lugar donde han conseguido que las flores admiren la música barroca tiene que ser la repera. Pero pronto aparece la decepción. Unos pasos más allá leo: Yoga colgado, 50 euros una sesión semanal. Una estafa. En mi época te comprabas por cincuenta euros maría suficiente para estar colgado todos los días de la semana.  
Ahí fue donde me di cuenta de que en el fondo todo era una estafa. Sospecha que se confirmó cuando leí: tratamientos de acupuntura, con agujas, para prevenir enfermedades y aparecía un largo listado, entre ellas los problemas de garganta. ¡No me jodas! A mi abuela le dabas unas agujas, tres ovillos de lana y por la mitad de precio te hacía un jersey de cuello vuelto y una bufanda que daba más calor que el núcleo del Sol; y era para toda la puta vida o, al menos, hasta el momento en el que te echabas novia y te obligaba a tirar esa horterada. 
Pero esto no solo pasa con las terapias alternativas, también ocurre con el vocabulario. Cada poco tiempo aparecen expresiones desconcertantes. Veamos algún ejemplo.
Se ha puesto de moda la expresión pobreza energética que a uno, que es de otra época, le hace pensar que se refiere a lo que le sucedió a Borja Pocholo de Todos los Santos, que tras comprarse un Lamborghini y pagar el seguro se quedó sin dinero para echar gasolina al coche. Imagino que eso será la pobreza energética, porque lo de no tener para pagar la luz y el gas se llama, de toda la vida de dios, ser pobre o no llegar a fin de mes.  Porque a mí lo de pobreza energética me trae a la mente a un fulano de Iberdrola que va a cortar la luz a un tipo que no paga y este le dice: Mire, no me corte la luz, que soy pobre energético y no puedo pagar el recibo. Coja un poco de jamón de jabugo de este que compré ayer y se lo va pensando mientras.
Lo mismo ocurre con la palabra populismo. Ahora se aplica a todos los partidos y políticos que dicen cosas que los partidos políticos convencionales no suelen decir, o lo que es lo mismo, la campaña electoral de toda la vida, pero metiéndose con quien les sale de los cojones. "Es que son populistas porque dicen a la gente lo que quieren oír". Claro, porque el resto de los partidos suelen decir: Os vamos a seguir subiendo los impuestos indirectos. Cada vez va a ser más rico el que más dinero tiene. Voy a colocar a mi primo de secretario general..., que es lo que en realidad hacen, en vez de decir: os bajamos a los impuestos; vamos a crear cincuenta y siete millones puestos de trabajo;  id donde queráis de vacaciones que hablaremos con Roberto Brasero para que no llueva ni un solo día...
Yo siempre he querido llamar a las cosas por su nombre. Por ejemplo, a los que retuercen el lenguaje para ocultar la realidad siempre los he llamado gilipollas. Pero ahora está mal visto, porque pollas es machista  porque... porque todo es machista y gili una serie que narra la vida de un constructor que fue alcalde de Marbella y presidente de un club y la compañía audiovisual que hizo la serie tiene los derechos de la palabra.
Y qué decir de esa moda de los selfies. Esas fotos, sobre todo de crías, poniendo morritos, que parece que han estado toda la mañana sorbiendo un plato de espaguetis de uno en uno y la musculatura de la cara aún no se ha recuperado del esfuerzo. Os voy a dar un consejo: por muchos morritos que pongáis no vais a ser más atractivas. Es mejor reucrrir a los clásicos: si queréis que no se vea lo que no os gusta, poned una media al móvil, modo Sara Montiel, o mejor, iros a un buen psicólogo que os diga que disfrutéis de la vida y que dejéis de hacer el tonto. 
Hablando de selfies, imagino que todos conocemos a alguna persona que se va de vacaciones y cuelga fotos de dos mil trescientos lugares, que a veces te cansas físicamente sólo de ver tantos lugares. Fotos en las que siempre sale sonriendo el personaje en cuestión. Pero  ¿a qué coños ha ido?, a hacerse fotos para el National Geographic o a conocer sitios nuevos. Por eso se explica que luego te cuentan que vieron la Mona Lisa en la plaza de toros de Ronda y lo magnífico que fue el crucero que hicieron por el desierto del Sahara. 
Lo siento, yo soy de los de vacaciones en el pueblo, tomando un sol y sombra mientras juego al dominó con el boticario, el sargento de la Guardia Civil del pueblo y el alcalde. Estaba una tarde con ellos y se me ocurrió sacar el móvil para fotografiar una araña inmensa que se paseaba por la mesa y el alcalde dio orden al Berengario, el sargento de la Guardia Civil, de que procediera a incautarme el  teléfono móvil y de paso, que me avisase de que me daría dos hostias la próxima vez que volviese a interrumpir la partida con ese aparato.  Como para decirlos que me he descargo un aplicación que se llama  Mirando a Cuenca, sobre todo al boticario, que la única vez que ha practicado sexo con luz fue aquella vez que se estaba quemando la casa del Remigio, el que vivía frente a él, y con el que tenía una disputa por unas lindes. Sobre aquello siempre contaba lo mismo: Había matado dos pájaros de un tiro: mientras estaba jodiendo a su mujer, que bastante por culo le daba ella, disfrutaba viendo como se jodía el Remigio. 
En fin.  Ese es el ambiente en el que me muevo y donde me siento bien. Soy viejuno, lo repito y hay cosas que jamás entenderé. Esas nuevas modas en la comida. Qué le pasa a la gente.
Y sobre las nuevas modas de la comida, ¿qué decir?
Salchichas veganas de tofu leí el otro día. ¡¡¡Salchichas veganas!!! Y cochinillo vegano hecho de algas  nori asado al estilo tradicional, ¡Cuánta hambre tenías que haber pasado y cuántas collejas no os han dado! ¡Joder, que Hitler era vegetariano, o casi, y la única contribución que hizo para mejorar la calidad de vida en el planeta fue suicidarse! Pensadlo en ese detalle cuando digáis que preferís una ensalada en vez de unas carrilleras al Pedro Ximénez.
A pesar de todo reconozco que, en ocasiones, tienen razón en lo de conservar la Naturaleza y en lo del equilibrio medioambiental.. De hecho, yo cuando como jamón ibérico, cuando voy a casa de Borja Pocholo de Todos los Santos, lo ingiero con deleite pensando que hago algo por el medio ambiente, pues es bien sabido que el cerdo es un representante de la diversidad animal de la dehesa, por lo que contribuyo a que se mantenga esa diversas faunística, No sólo eso, este animal  ingiere el fruto de la encina y el alcornoque, ya maduro,  respetando todo su proceso de crecimiento natural hasta que cae del árbol (otro punto a favor del jamón ibérico). Y no solo eso, el cochino ibérico es capaz de transformar en su cuerpo el contenido de esos frutos, la bellota, transformando su contenido vegetal en grasa animal, para dar continuidad al ciclo vital, que asegura la pervivencia de esa especie, la de Borja Pocholo de Todos los Santos y la de los gorrones como yo. De hecho, cuando pruebo el jamón ibérico lloro pensando en todo lo que he dicho anteriormente, o, tal vez, por lo bueno que está y por no poderlo comer más a menudo. Pequeños matices. Pero una cosa es clara, en esto también soy muy tradicionalista: donde esté una buena ración de jamón ibérico que se quiten todos los tofus, algas y espeltas. 
¿Y que decir de los nombres de los platos en ciertos restaurantes? Magret de pato sazonado con hierbas entreveradas al aroma de leguminosas en espuma sobre lecho de tubérculo emulsionado con el fruto de olivo de nuestra tierra. Que así, sin profundizar mucho, uno piensa que el pato se está follando al puré de patatas encima de un olivo, rodeados de unas velas aromáticas con olor a tomillo y a garbanzo.  
Lo que voy a contar a continuación es real y lo viví en León. Una vez leí en la carta de un restaurante, muy sofisticado, el nombre de un postre que contenía chapapote de chocolate (en homenaje a nuestros marineros). Fue poco después del desastre del Prestige. Aluciné, De hecho, voy a ahorrar tres o cuatro años para irme a Japón y no voy a parar hasta encontrar un plato de sushi, o de lo que sea, que contenga una espuma o un aire al aroma de Fukushima, (en homenaje a nuestros trabajadores de la central nuclear). Seguro que a algún lumbreras se le habrá ocurrido o, tal vez,  el dueño del restaurante de León haya abierto un restaurante en el país del Sol Naciente solo para poner a un postre ese nombre: Esferificación de plutonio 238 con crujiente de Cesio 137 sobre espuma de material iridescente de Fukushima. La hostia de nombre para unas natillas con bolitas de chocolate sobre nata.
Se nos ha ido la olla y yo ya no entiendo nada. ¿Se imaginan los que tienen más edad diciendo a su madre que el domingo no se comía el chapapote de chocolate, mi madre utilizaba el chocolate de hacer La llave (que, por el nombre, parecía que venía con unas instrucciones y una llave allen para montarlo)? "¡Mamá, no quiero chapapote de chocolate. Solo quiero los churros. Nada más decir eso la madre sacaría la unidad extractora de contaminación mental y tras lanzarte la zapatilla, y acertar a darte en el culo, todo resto de contaminación, y de tontería, desaparecía sin dejar rastro. 
Lo dicho, vivimos tiempos que no entiendo y necesito relajarme. Voy a ver si encuentro por casa la obra maestra La ciudad no es para mí, del gran Paco Martínez Soria, que la tengo grabada en VHS y no recuerdo donde la dejé. Necesito relajarme porque el trabajo que le hice al boticario me estresó mucho, en especial cuando vino a interrogarme la Guardia Civil.
Un saludo.

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