domingo, 18 de noviembre de 2012

PINCELADAS TRAS LA HUELGA GENERAL (II)

Tras calificar a toda una tropa de voceros de la extrema derecha, que no sienten pudor alguno a la hora de denominarse a sí mismos como periodistas, me parece adecuado abordar uno de los temas en los que la política de descalificación de estos tipejos ha calado hondo: ¿qué son y para que sirven los sindicatos? Más concretamente, los sindicatos de clase
Para profundizar en el asunto me parece oportuno hacer una distinción entre el punto de vista del trabajador y el punto de vista, siempre interesado, de la derecha reaccionaria, y en muchos casos fascistoide, que busca ahogar, como ha hecho siempre, cualquier movimiento que defienda los derechos del trabajador y del ciudadano en general. Considero, creo que de manera acertada, que esta separación de intereses servirá para exponer mi tesis.
Desde el punto de vista del trabajador, al menos desde el de muchos trabajadores, los grandes sindicatos (donde se pueden incluir no sólo a CC.OO. y U.G.T., también se puede hacer referencia a otros como por ejemplo CSIF, más adelante veremos por qué), no han contribuido todo lo que debieran, en muchos casos bien poco, al bienestar de los ciudadanos a los que dicen representar. 
La pérdida de derechos que, de una u otra manera, han consentido, las concesiones continuas a las empresas, el funcionamiento arbitrario de las organizaciones, el enchufismo... han contribuido a crear una imagen lamentable entre una parte significativa de los trabajadores de los mencionados sindicatos.


En el fondo, todo se debe a un proceso de acomodación al sistema, al que de ninguna manera pretender transformar de manera radical, en el que han subsistido y crecido los sindicatos de clase, sería más correcto escribir los cuadros dirigentes, durante décadas de forma confortable y sin grandes sobresaltos. Esto ha contribuido a que los sindicatos mayoritarios no hayan ejercido su función, digamos que en profundidad. Se han limitado a arañar los bordes del sistema, a la impostura fingida y, en definitiva, a apuntalar un sistema que, irremediablemente, conducía a la situación que vivimos a fecha de hoy. Obviamente, mientras "todo funcionaba bien" este dejación de funciones no consistía ningún problema grave, al menos para el funcionamiento de las centrales sindicales. Sin embargo, el neoliberalismo empujaba con fuerza y los cuadros sindicales dirigentes no supieron ver y/o anticipar lo que iba a llegar. Craso error.
Uno siente que este sindicalismo incompleto se caracteriza, desde el punto de vista del trabajador, por no defender los intereses de aquellos a los que dice representar, buscando más el consenso a toda costa que presentar un frente con unos principios claros e irrenunciables. Desde el punto de vista del trabajador por cuenta ajena los sindicatos de clase son un intento fallido de representar al colectivo mayoritario, el de los currantes. Un intento fallido por lo laso de sus medidas frente a gobiernos y empresarios. En otras palabras se necesitan, y se han necesitado, unas herramientas más eficaces para plantar cara al "enemigo" del trabajador (posiblemente algún neoliberal de menguada inteligencia defienda que el empresario no está en contra del trabajador y, efectivamente, el empresario no está en contra del trabajador, su único objetivo, generalmente, es ganar dinero a costa de lo que sea, por lo que el trabajador no puede considerarse su enemigo, sólo se trata de una herramienta prescindible en función de los intereses).


La segunda percepción, la que está triunfando a través de los medios de comunicación de extrema derecha, se basa en equiparar a los sindicatos con unas organizaciones de tipo mafioso, en las que el lumpen y  la molicie constituyen una seña de referencia (resulta curioso que los fascistas que vegetan en dichos medios de comunicación obvien que los únicos dirigentes de organizaciones de eso que se ha dado en llamar actores sociales que se encuentran en los juzgados sean los de la CEOE. Más concretamente su anterior mandamás, Díaz Ferrán, y el número dos de la actual cúpula directiva, Arturo Fernández, éste ya condenado por un juzgado y con algún otro juicio pendiente. De nuevo la realidad desmiente a los tendenciosos ultramontanos).
Organizaciones que deberían desaparecer. ¿Por qué? Simple y llanamente por considerar que los trabajadores no necesitan ser representados. ¿Por qué? Porque estos botarates que pululan en los medios de comunicación, que no de información, en los foros económicos y en los despachos ministeriales consideran que los trabajadores no necesitan tener derechos, su único derecho es trabajar y, a ser posible, por el menor dinero posible.
No es difícil comprender que estos fulanos, hijos bastardos del absolutismo más rancio, lo único que pretenden es volver al inicio de la Revolución Industrial, cuando los trabajadores se enfrentaban a jornadas de 12 y 14 horas por un sueldo que apenas les permitía subsistir. Con total probabilidad alguno de ellos no dudaría en hacer trabajar a niños, siempre encontrarán alguna excusa para justificarlo, por el bien del país o de la economía. Estos desgraciados, lo único que pretenden es conservar su estatus quo, aunque sea a costa de millones y millones de sus conciudadanos, de esos que dicen que conforman su patria.
La diferencia entre la visión del obrero, traicionado por unos sindicatos que no defienden sus intereses, o no lo hacen de la manera que debieran, y la del neoliberal fascista, llámese lameculos mediático, presunto economista o político estulto , que exclusivamente desean tener las manos libres para esclavizar al trabajador  es inmensa. Los unos pretendemos más organización y mejor protección para los trabajadores. Los otros menor organización y nula protección para los trabajadores.


Lo desafortunado del caso es que una gran mayoría de los trabajadores, donde a veces debo incluirme, al menos hasta hace bien poco, defendemos la postura, en mayor o menor medida, de los neoliberales: como los sindicatos no valen mejor acabar con ellos. Es más, mucha gente utiliza esa historia del dinero que reciben los sindicatos para abjurar de ellos. Pero esa misma gente desconoce que la CEOE recibe el mismo o más dinero y que algo más de medio año, en una encuesta entre afiliados de la organización empresarial más del 90% de los mismos consideraban que las subvenciones de las administraciones eran un derecho.  O que 7 de cada 10 euros de la CEOE procede de las mismas administraciones .Sorprendente.

http://pollo-sincabeza.blogspot.com.es/2012/04/la-ceoe-cree-que-la-subvencion-es-un.html#.UKeyCeRPCKI

De igual forma muchos de los que despotrican contra el dinero que gestionan los sindicatos desconocen que esos mismos medios que extienden ese odio antisindical reciben crasos ingresos de las administraciones a través de la publicidad institucional, en muchos casos innecesaria y concedida de aquella manera. Creo que ya he contado que en 2010 la cuantía de los ingresos conseguidos a través de la publicidad institucional por el grupo Vocento fue el 10% de sus ingresos.
Por tanto, la conclusión parece clara: los sindicatos actuales, los grandes sindicatos al menos, no sirven y no han servido para defender los derechos de los trabajadores, pero la solución no es su disolución, que conllevaría consecuencias catastróficas para todos nosotros, los trabajadores, que nos encontraríamos indefensos ante los que defienden la vuelta al siglo XVIII. La solución más bien se ha de buscar por dos caminos: apoyar a los sindicatos de clase cuando nos interese a la mayoría de los trabajadores y buscar soluciones en sindicatos profesionales o minoritarios que puedan defender de manera más adecuada nuestros intereses. Lo que también parece claro es que criticar a los sindicatos sin criticar a la CEOE (recuerda el amable lector cuando dos de los fulanos de la cúpula directiva dijeron eso de: "vamos a ponernos serios", justo antes de dar una rueda de prensa donde hablaron de la reforma laboral que tan buenos resultados iba a traer a partir de noviembre o diciembre de este año)  o sin cargar contra los medios neoliberales y/o montaraces o contra el desgobierno de la mentira continua que padecemos no es más que hacer el caldo gordo a los que quieren desposeernos de todos nuestros derechos.
Un saludo.

5 comentarios:

Unknown dijo...

Efectivamente, se debe de contar con los sindicatos, fortaleciéndolos y - al mismo tiempo - despertándolos del limbo en que han vivido los últimos años, y a través de las organizaciones civiles , como 15-M, 25-S, attac, Demoscracia Real ya, etc. animarlos a la movilización y la lucha.
En cuanto a los voceros de la derecha, ten en cuenta que no tocan la realidad; ellos mismos se autocalifican como "librepensadores independientes". ¡Tiene güevos!, que diría el otro.
Un abrazo.

Piedra dijo...

Creo que después de todo lo que has escrito aun no entiendes nada, y no te ofendas.
Los sindicatos mayoritarios no se han creado por trabajadores, sino por el estado para servir a este, son los sucesores de falange, el sindicato del anterior régimen, y su principal misión es evitar la existencia de auténticos sindicatos, no dependientes del estado, evitar que los trabajadores se organicen y luchen por sus intereses.
Deben ser repudiados y despreciados, existen alternativas y al que no le gusten que creé otras nuevas, cualquier cosa antes que rendirse a estos mamporreros del estado.
Eso no son sindicatos propiamente dicho, son un engaño, una estafa y no ahora, NUNCA han defendido al trabajador. Si alguna vez se ha conseguido algo, es porque el estado ha necesitado darlo para que el proletariado produzca más y mejor y además se lo ha hecho ganar con sangre para que no lo rechace, al contrario, que lo defienda como si fuese algo bueno.
El estado del bienestar es mentira, el estado más cómodo para los trabajadores no es el socialista, es el fascista, mírate las condiciones de vida de los trabajadores con hitler y su partido nacional socialista del pueblo Alemán, tenían todo tipo de ventajas y comodidades. manipulación y mentiras que pagamos entre todos y solo buscan nuestro dominio y nuestro seguimiento ciego.

PACO dijo...

Hola a ambos.
Totalmente de acuerdo contigo, Carlos, me alegro mucho de tenerte de nuevo por aquí. Un auténtico placer.
Piedra, una parte de lo que dices la suscribo, de echo creo que es lo que intento transmitir, tal vez de manera más suave en la entrada. Sobre lo de la necesidad o no, mientras no haya instrumentos mejores tenemos que aprovecharnos de lo que ahí, aunque como defiendo en la entrada y defiende Carlos, debemos buscar alternativas que completen lo que la mayoría de ciudadanos necesitan.
Respecto a lo que dices del régimen nazi decir que no mientes, pero no cuentas todo. Sólamente tenían esos derechos los ciudadanos que el régimen genocida consideraba como alemanes, excluyendo con ello a muchos ciudadanos alemanes. Por otra parte en la década de los treinta no sólo en países como Alemania mejoraron las condiciones de los trabajadores. Por ejemplo, en Francia durante este período se implantaron, entre otros avances sociales, las vacaciones de los trabajadores (creo que en el 36, pero no estoy seguro de la fecha) Por tanto, no considero que el espejo deba ser el régimen nazi(o el japonés, el primero en implantar una seguridad social universal todos los ciudadanos, aunque lo hizo para tener militares más sanos que contribuyeran a la expansión del imperio), que sí que dio ventajas sociales a los que ellos consideraban ciudadanos, a los que no les internaba en campos y les mataba, tal vez debamos circunscribirnos a períodos de la historia y analizar los procesos globales. Acabo de recordar que en EE.UU. también se produjo un aumento de los derechos durante esta época, debido al miedo a que la crisis del 29, el paro y el descontento derivara en estallidos populares. Lo que afianza mi teoría de que es más importante analizar procesos, que, con matices, suelen tener un sustrato común en países que, de una u otra forma, están vinculados.
Un saludo.

Anónimo dijo...

No hay palabras para agradecer este post. Te has salido, no se podía haber explicado mejor lo que siento hacia los sindicatos. Se pueden mejorar pero no por ello vamos a acabar con ellos (que un trabajador no es tonto).

Lo he leido del tirón, en este no te hacía falta lo de "seguir leyendo".

Un saludo.

PACO dijo...

Hola anónimo.
Gracias por tu comentario. No tengo nada más que decir, me has dejado sin palabras.
Un saludo.