viernes, 5 de abril de 2013

MIRÉ LOS MUROS DE LA PATRIA MÍA

"Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía (...)

Entré en mi casa, vi que amancillada
de anciana habitación era despojos;
mi báculo más corvo y menos fuerte (...)"

Francisco de Quevedo


Los desmentidos históricos, que esconden verdades como puños, deslumbran al crédulo que no debía conocer más que los artificios de la prensa. El padre de Juan Carlos I resultó no haber sido un anacoreta, que vivía con lo justo, pensando exclusivamente en España. Más bien al contrario. Como aparece en algún libro de Juan Eslava Galán sobre los negros años del franquismo, Juan de Borbón era un manirroto, que no dudaba en vender a un joyero amigo suyo todos los marcos de plata que los monárquicos le regalaban (extraña tradición). Su palacio tenía más de una docena de habitaciones y las juergas nocturnas, compartidas con su mujer o no, eran tan habituales como la publicación de entradas en este blog. Todo ello se adorna con aspectos como su escasa habilidad a la hora de defender sus intereses, especialmente ante la troupe franquista. Una joyita, que diría el otro, a la que mandaron de vuelta en su Bentley cuando quiso participar en la Guerra Civil, por supuesto al lado de los insurrectos.


Al lado de este personaje de nuestra historia, aparecen otros, como el antiguo presidente del Gobierno, José María Aznar López, que parece necesitó del dinero público unos 9.000 para mejorar su calidad como golfista. Parecía ser una premonición pues el Golfo, la Guerra del Golfo, acabaron siendo la tumba de las aspiraciones del ahora silencioso Mariano Rajoy Brey. Imagino, que ahora que han decidido devolver ese dinero (que intuyo no lo habrían devuelto si los datos no hubiesen salido a la luz), lo harán con sus correspondientes intereses y con una disculpa a todos los ciudadanos, por usar indebidamente el parné de todos. Aunque imagino que este último aspecto no será del agrado del madrileño, que ese es su lugar de nacimiento real, y posiblemente le resulte más fácil utilizar cierto dedo para justificar su "pequeña" falta, que en cualquier país decente le hubiese costado comparecer ante un juez.
Seguramente no pasarán a la historia el matrimonio compuesto por Iñaki y Cristina (a no ser que ésta ingrese en el trullo), pero parece que sí han de pasar (con harto dolor del polítizado Fiscal General del Estado) por los juzgados. Parece que ya no es tan fácil ocultar la opulencia, y su procedencia, como en tiempos del abuelo.


Mientras unos se retrataban con narcotraficantes, de los que decían no conocer nada, otros se dedicaban a viajar a Suiza, donde también hay mucha nieve, para colocar dinerillos ganados gracias a la habilidad innata de la gente de bien. De hecho, la gente de bien, la que gana mucho dinero gracias a su especial sapiencia, al alcance de unos pocos, no dudaba en donar dinero al partido que administraba el excursionista suizo. De hecho, aunque en ningún lugar público aparezca tal desprendimiento, los apuntes contables del susodicho hombre de negocios, parecen no albergar duda alguna del desprendimiento de tales señores empresarios.
Sobre ese mismo partido se pueden decir muchas cosas. Sobre maridos, o antiguos maridos (no se sabe muy bien), de ministras y sus cuitas, conjuntas o por separado, parecen no cesar los datos. Hombre probo el ex marido de la mujer de discurso escaso, percibió una más que justificada soldada de dicha organización política, aunque su jefe inmediato no supiese explicar en concepto de qué. Sobre el asunto tierra, y hormigón si es menester, ordenaron en las más altas instancias. Bigotes, nombres mafiosos de pega y sobre todo dinero público para tapar conciencias y bocas. Nadie sabe donde empieza lo propio y lo ajeno. Pero hasta hace poco lo que parecía resultar evidente es que todo era propio; tanto lo propio como, si era posible, lo ajeno.
Por desgracia, en este país de advenedizos y aprovechados, el único que parece cumplir pena por todo este entramado de mangantes y bienquedas, no es otro que el juez instructor que no se arredró ante la influencia política y mediática de los implicados.


Torva patria la nuestra en que alguna presidenta de comunidad autónoma  utiliza los recursos públicos para denunciar a grupos ecologistas, que a su vez denuncian los tejemanejes del marido de la siempre bien maquillada Mari Loli. Curiosamente, el citado grupo de ecologistas, lejos de amedrentarse, desea con pasión que el asunto se haga público para que todo el mundo conozca los negocios del hombre que durante muchos años ha conseguido progresar a la sombra de sus correligionarios. Tal vez, como forma de penitencia, haya decidido la política que representa a los trabajadores devolver los servicios de urgencias a los ciudadanos a los que se los birló de mala manera. No hay nada como que los tribunales te den bofetada tras bofetada para autoimponerte la penitencia de la rectificación. Aunque sea en diferido.
Otros, con escasa memoria sobre su papel privatizador en la vida política, no dudan en trabajar, poco tiempo después, para la empresa beneficiaria de sus actuaciones, consistentes en regalar dinero de todos a empresas que luego se acordarán del favor. Personajes, que en el colmo de la desfachatez, han llegado a apelar a su libertad para aceptar tales componendas. 
Nada resulta más esclarecedor de la fiabilidad y capacidad de estos tipos que lo ocurrido tras la rectificación sobre las macrocifras del año año pasado, obligada por la U.E. Estos gachos, que blandean como arma arrojadiza palabras como eficiencia y racionalidad,  empiezan a fiar largo lo de la mejora económica del país, que de ellos parece depender. Ya no será durante la segunda mitad de esta año, ¿alguien lo dijo? ¡qué ocurrencia!, ahora, fruto de su trascendental gestión, se demora hasta el año que viene. En todo caso, a uno le gustaría saber en qué datos se basaban antes y en qué datos se basan ahora. Aunque visto el poderío de algún ministrillo, especializado en amenazar a propios y extraños, posiblemente haya hablado directamente con Cronos, al que le habrá recordado que no ha presentado su declaración de IRPF de los últimos dos mil quinientos años.


Llegan los tiempos de retratarse ante Hacienda y como gran novedad se presenta la desgravación por pérdidas de juego en casinos. Reconozco que mi estulticia me impidió leerme la ley, orden, circular, o lo que fuere, donde aparece tal hecho, pero, de haberlo sabido ante, me hubiese jugado hasta la próstata en el casino del salón parroquial del pueblo donde vivo. A falta de cornucopia, bueno será desgravar a Hacienda todas las pérdidas ocurridas en tan digna sede eclesial. Aunque, la realidad, un poco más cruel indica que los impulsores de Eurovegas, o los empresarios de casinos afectados por Eurovegas, han hecho de las suyas para levantar su negocio. Por cierto...Pagarse a pecho las medicinas que han dejado de entrar dentro del catálogo de la Seguridad Social ¿también desgrava? 
Curioso hecho el que ocurre en este país, o en el de al lado, o en esquizolandia, donde el partido en el poder habla de situación crítica desde un punto de vista económico, mientras una de sus sedes están embargadas y los miembros de su cúpula dirigente tienen abiertos varios frentes por fraude, cohecho... Parece que la emergencia no sólo es económica. La ausencia de moral también parece provocar una emergencia difícilmente subsanable.
En la otra punta del país, el reparto del dinero público para despedir a gente que no había trabajado nunca en las empresas que les despedían, sirve para vislumbrar un puzzle (de muchas más piezas), en las que la impudicia y la falta de vergüenza convirtieron a majaderos en ricos ladrones a costa del dinero público, el de todos. Sobra decir que unos tipos que amaparados en la marca de un partido socialista (lo dejaremos en la marca, porque socialista lo dejó de ser hace décadas) o en la de un sindicato, merecen el desprecio más absoluto por sus acciones,más dignas de valido de desmesurada ambición y poca capacidad, que de pícaro de la Edad de Oro. Bienvenidos al Patio de Monipodio.


Por el Levante también tienen lo suyo. Alcaldes y alcaldesas, ex alcaldes y ex ediles, todos honrando la memoria de Caco, trocando el ganado por sustanciosas comisiones, visitan los reales sitios dedicados a impartir justicia. Pareciera que los palacios dedicados a tal menester han encontrado a peor gente que aquellos seres que salían en los programas del higadilllo, y que tanto pleiteaban entre ellos, para ocupar sus abarrotadas estancias. Sinceramente pienso que la diferencia entre unos y otros radica en que los unos se dedican a hacer bufonadas para ganar su gran sueldo, mientras que los otros nos toman por bufones al resto de los mortales.
Al menos nos cabe el consuelo de que a nuestro tribunales acude todo perro quisque y que, por muy cruel que sea su delito, jamás será condenado a que le maltraten hasta quedarle parapléjico. Eso sólo pasa en casa de nuestro aliado saudí.
Un saludo.

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