jueves, 4 de febrero de 2016

EN ESTE PAÍS, O EN OTRO

Una de las cosas que más me gustan de este país es intentar realizar un pago en un banco y que alguien te diga, muy digno él o ella, que no has llegado en el momento oportuno para apoquinar. Y no es el momento apropiado porque,para aflojar la panoja, el horario es el comprendido entre las ocho y media y las diez y media. Pedazo país el nuestro, que nos podemos permitir poner hora para realizar los pagos. Sólo se nos puede definir como desprendidos hasta el tuétano, o más adentro. Que usted quiere pagar a las doce de la mañana, ¡imposible!. ¡A quién se le ocurre estresar al cajero de una sucursal con dinero contante y sonante a  mediodía! El mediodía es para el Ángelus o, en su defecto, para el café con pincho de tortilla. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Pero no quedan aquí las cosas que me atraen de esta lugar donde vine a nacer. Me estimula sobremanera escuchar a algún paisano razonar sobre como se ha de cambiar el sistema productivo de una determinada zona o localidad de nuestra vieja piel de toro. Imagino que al lector, igual que a mí, le sonará a música celestial aquello de: Se debe cerrar esta o aquella empresa, central térmica o nuclear y se ha de invertir para cambiar el modelo productivo de la zona o municipio en cuestión. ¡Qué gran verdad, amigo Sancho! Quitemos la mala hierba y troquemos el mal en bienestar para todos. De hecho eso es lo que piensan los casi cinco millones de parados de este país: acabemos con la bicha del paro en mi zona, invirtiendo en ella para acabar con esta mala folla. Quién va a invertir en norte, sur, este, oeste y centro para alcanzar este estado cercano al Nirvana resulta una cuestión que ya se verá y que dejamos a los políticos, que, por otra parte, también buscan con ahínco a ese Rey Midas, que les aseguraría la reelección per saecula saeculorum. Aunque en realidad no albergo duda alguna de que todo se debe a esa bonhomía que nos caracteriza. No nos importa que el escaso trabajo de este país se reparta entre los habitantes de determinadas de esta nación, privando al resto de este bien tan escaso.
Supone un gran avance para nuestra sociedad patria la capacidad de aprender lenguas, en especial el inglés, y, de rebote, la apropiación de palabras de dicho idioma con la finalidad de utilizarlas en nuestra habla cotidiana. Crowdfunding, streaming, espoiler, manspreading, podcast, etc. se han convertido en parte del vocabulario de todo dios, o de una parte significativa del pueblo de Dios, Mahoma, Buda o quien sea la deidad única y verdadera. Uno, que no tiene en el don de lenguas su fuerte, sufre en silencio (cual portador de hemorroides) cuando uno de esos vocablos aparece entre la grey que representa la modernidad hispana. ¿Qué ha de significar esa nueva palabra, casi imposible de pronunciar para este humilde mortal? En general, existe una palabra, cuando no varias, en el idioma de Cervantes para decir lo mismo, pero el uso del término en inglés aporta un valor, no a la palabra, sino a quien la utiliza. Tal vez resulte muy apropiado que toda esta peña utilice el idioma de Shakespeare, donde go to hell supone un insulto y no existen expresiones como tonto de los cojones o ¡iros todos a tomar por culo! Que a uno le salen a veces ante determinadas formas de proceder o, más bien, mostrarse en la vida.
Mucho ha evolucionado este país. Para comprobarlo les propongo que hagan una prueba. Lean las declaraciones de un político, tertuliano o experto en temas que no requieren expertos. Elijan aquellas en las que se proponen medidas cuya concreción resulta difícil, al menos si se sigue el discurso del orador, escritor de turno. Haga una visita a sus abuelos, padres, tíos o cualquier otro familiar cuya edad supere los setenta años. Proceda a leer dichas declaraciones al familiar elegido. Tómese el tiempo necesario para realizar con eficacia dicha actividad, insistiendo en ello las veces que fuesen necesarias hasta una total comprensión del discurso. Bueno, con siete u ocho veces que se proceda a leer bastará. No es cuestión de atormentar al querido familiar (se podrá hacer una excepción si se trata de la suegra y la relación con ésta no puede considerarse entre las mejores cosas que a uno le han pasado en la vida). ¿Cómo dice, querido lector? ¿Qué su familiar no ha entendido nada, a pesar de la utilización profusa de palabras? Creo que nadie debe desdeñar a toda esa tropa de bruñidores de expresiones vacuas que asientan sus reales en este país. Orfebres de la nadería, que utilizan su tiempo, y el de los demás, para llenar espacios que les permiten ganarse la vida de manera holgada. En el fondo se trata de emprendedores, de autónomos de la palabra, de los miles de palabras, que crean riqueza, la suya propia, ilustrándonos sobre... sobre.... Ilustrándonos.
Reconozco que una de las cosas que me sacan de mis casillas es la utilización de la expresión: En este país... Parece que aquél que esgrime estas palabras conociera el funcionamiento de todas las personas que habitan en él y, por añadidura, los intríngulis de los demás países en lo referido a ese tema. Tal vez todo se deba a que este humilde bloguero es un tipo huraño, mal encarado y con tendencia a la misantropía. Porque, ¿ustedes se imaginan que pueda existir alguien que capaz de llenar la entrada de un blog con tópicos y bobadas sobre su país? Reconocerá el amable lector que también sentiría cierta aversión por esa persona que se encarga de llenar líneas con esa sarta de majaderías. Sólo puedo aconsejarles que huyan de tipos y blogs donde se perpetren tales hechos.
Un saludo.

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