En esta tercera entrada sobre el asunto catalán, en la que voy a dar mi opinión sobre el asunto, señalando a gente que se ha ido de rositas y desenmascarando unas cuantas soflamas, más falsas que una moneda de 143 euros.
Para empezar vamos a desmontar el asunto de que no se quiere dialogar y que España, sea eso lo que sea, o sus gobernantes nos quieren dialogar, por lo que son unos fascistas (no saben que es el fascismo ni el autoritarismo, en el que tan bien vivían los padres y abuelos de algunos de los líderes catalanes que hoy tanto alardean de buen rollo). Resulta cómico que una minoría, muy grande, pero minoría de catalanes pidan hablar con los gobiernos de España y, los progres (gente de derechas que intentan disimularlo), pidan que se convenza a los nacionalistas con argumentos, cuando los citados nacionalistas no se molestan en convencer ni en dialogar con la mayoría, por poco, de catalanes que no comparten su idea. Porque no conviene olvidar que MÁS DE LA MITAD DE LOS CATALANES NOS SON NACIONALISTAS. Lo normal es que primero resolvieran el problema en casa, si pueden, y posteriormente intentaran hacer lo mismo fuera. No, no son los demás los que no quieren dialogar. Son ellos los que no escuchan a los catalanes que no opinan como ellos y que son más del cincuenta por cien. Su concepto de democracia es más falso que el billete citado en el primer párrafo. Por tanto, su superioridad moral se la pueden guardar y, como dijo una de las presas por el Procés, deberían recapacitar sobre ellos.
A continuación vamos a abordar un tema que tiene que ver con el franquismo y la gran victoria de este sobre quién debería aspirar a cambiar la mentalidad y la forma del funcionar el país.
Existe una estúpida creencia entre la progresía y una parte de la izquierda fundamentada en que todo aquello que va contra las estructuras del Estado sirve para derribar los últimos resquicios del franquismo. Pues no. Luchar codo con codo con unos ladrones, neoliberales y represores, como son los descencientes de CiU es nacionalismo, el cáncer que arrasó Europa durante un siglo. Ponerse del lado de Quim Torra un xenófobo, ha escrito artículos despreciando a las personas por el mero hecho de ser español, católico fundamentalista y hombre declarado de derechas no supone ningún avance para la clase obrera. Al contrario, significar alienar a los obreros con una causa espuria, desviándolos de su fin último.
Cuando digo que Torra es un represor, igual que Turull, Rull, Puigdemont o la jeta de Pilar Rahola lo digo porque ninguno de ellos tuvo rubor alguno en criticar a los MANIFESTANTES PACÍFICOS que hicieron una sentada alrededor del Parlament, como se puede leer en el siguiente enlace, ni en recurrir al Supremo la sentencia absolutoria de la Audiencia Nacional. Por cierto, a estos manifestantes pacíficos, los brearon a modo los Mossos, mandados en ese momento por uno Lo más gracioso, o patético en festejar los tres años de condena de los activistas del 15 M con los que castigó la sala de la Audiencia Nacional, presidida por, ¡sorpresa!, el juez Marchena.
Tal vez por eso en la sentencia del Procés se pueda leer esto:
"Al Govern de Mas. Al abordar la sentencia sobre el asedio al Parlament de 2011 —que obligó al expresidente Artur Mas a acceder al edificio en helicóptero—, los jueces señalan que la Generalitat “se personó como acusación recurrente”. La Sala viene a decir que el Govern confió entonces en el Supremo para tramitar un proceso “de significación política”, mientras que ahora sus dirigentes denuestan el organismo."
Pero no solo eso. El partido CiU apoyo en el Congreso de manera explícita una reforma del Código Penal, apoyando al Partido Popular, en la que la línea entre terrorismo y desorden público resultaba muy difusa. Corría el año 2015. De hecho Coscubiela les advirtió de que podía volverse contra ellos:
La misma ideología neoliberal y represora que la derecha española. Invito a alguien de izquierdas que lea esto a que me hable de las conquistas sociales que tiene en su programa el partido de Torra. No es un lucha obrera.
Resulta obvio que de la mano de un tipo cuya ideología es la misma que la de Santiago Abascal, cambiando España con Cataluña, y de la de sus compañeros de partido no voy a ningún sitio. No se trata de un movimiento obrero ni revolucionarios. En realidad todo consiste en que los hijos y nietos de los que siempre tuvieron el poder en Cataluña, lo sigan teniendo, pero de manera omnímoda.
Pero tampoco iría de la mano de ERC, que no ha dudado en apoyar los presupuestos del Govern. Los únicos que han tenido dignidad en este aspecto han sido los de la CUP que, además de su afán nacionalistas mantuvieron su ideario de izquierda.
Mi opinión sobre el encarcelamiento es que es una pena que tipos como Rull, Turull, Forn o Puigdemont no pasen toda su vida en la cárcel, pero no por nacionalistas, sino por sus actos contra los ciudadanos catalanes. Igual que tipos como Áznar o ZP. Los ocho encarcelados, por su culpa, por tener la loca idea de hacer una senada si pueden ser considerados PRESOS POLÍTICOS.
Hablando de Aznar y ZP vamos a volver a Madrid y a comenzar a señalar con el dedo a gente.
El sistema español estaba pensado como un sistema bipartidista que, con el paso del tiempo, fue necesitando a partidos bisagras, el PSOE descartó siempre su izquierda para pactar, y encontró a los partidos nacionalistas para ello. Se trataba de que el sistema montando funcionase a toda costa. Se debía mantener la monarquía y el turnismo político. Ganaban todos: Juan Carlos, el Borbón, al que se idolatró desde los medios, los dos grandes partidos y los nacionalistas, que veían como iban arrancando competencias al Estado (lo que no es ni bueno ni malo). Para que todo esto funcionase había que hacer la vista gorda con algunas cosas, como la vida del Borbón o el poder absoluto de Pujol en Cataluña. Esta segunda variable sirvió para que la familia Pujol y sus afines saquearan a modo Cataluña y para que implantaran su ideología nacionalista de manera progresiva. De hecho Pujol sabía que trabajaba para un futuro. Todos sabían lo uno y lo otro del catalán, pero todos callaban, al menos cuando estaban en el poder y más si necesitaban un pacto. Imagino que todos los lectores recordarán a Maragall hablando en el Parlament del 3%. Pero todo estaba tan atado y bien atado, que pidió disculpas poco después.
Tanto F. González, como José María Aznar no tuvieron problemas en pactar con la derecha catalana. El poder era el objetivo. Por supuesto, el Borbón tampoco dijo nada. Vivía muy bien y nadie se metía con el rey campechano. Todos eran juancarlistas. Resultaba la mejor forma de mantener la monarquía en el país.
Todos ellos son culpables por preferir el poder personal, repartiéndolo también entre los suyos, antes que denunciar lo que ocurría. Aunque, lo más probable, es que en función de los casos de corrupción existentes en sus gobierno ellos también formasen parte de ese entramado corrupto. Recordemos la corrupción extrema existente durante los gobiernos de Felipe González y de José María Aznar.
La prensa tampoco sacó los pies del tiesto, excepto la situada más a la derecha, en lo que referido al clan Pujol. Por tanto, los abueletes de la prensa, alguno de los cuales se dedican a dar lecciones de moral todos los días, estarían mejor callados y pensando en las consecuencias de su traición al periodismo, al que tanto dicen amar.
Tras Aznar llegó José Luis Rodríguez Zapatero, del que se habló en la primera parte de estos artículos sobre Cataluña, que fue el que dio el pistoletazo de salido a todo este proceso y del que no comentaré nada más, porque me explayé con el asunto en la primera entrada.
Existen otros culpables: los progres pijos. Esos que vivían, y viven, acomplejados por no parecer franquistas. Por supuesto, no son gente de izquierda. Les dan pavor imágenes como las vistas en Barcelona de violencia (luego hablaremos sobre este aspecto) y mucho más pavor aún una revolución de verdad. Verían sus privilegios volar y una cosa es predicar y otra dar trigo.
Estos agentes del buen rollo, de los que he hablado muchas veces, y a los que desprecio, buscan siempre el compromiso con las causas justas en nombre de la igualdad, la democracia y todo tipo de palabras descontextualizadas y usadas de manera retorcida. En el fondo, es lo que comentaba unos párrafos más arribas: hay que ser modernos y defender libertades.
Ejemplo de ello es el uso de la palabra DEMOCRACIA, que significa el gobierno del pueblo. Ello se hace mediante unos cauces y estructuras. No, querido lector, democracia no es poner las urnas cuando me salga de las narices. Si no les sirve el sistema harían bien en decirlo, no en ocultarse bajo una palabra en la que no creen. Recordemos que en Cataluña los no nacionalistas son mayoría.
Yo, por ejemplo, no creo en este sistema, pero lo digo con claridad, no me escondo.
Sin embargo, a los progres pijos de nuestro país les ponen esas palabras y siempre defienden todo este tipo de cosas, porque piensan que no va a pasar nada y basta con hacerse el moderno. Consideran que es algo así como vestirse con un pantalón a la moda o algo así. Y no, estos cobardes que estaban a favor del referéndum, y que ahora parecen no acordarse de ello, llevándose las manos a la cabeza por lo que los medios nos muestran, otra manipulación, son tan culpables. Escuchaba el otro día a una locutora haciéndose cruces por lo ocurrido, cuando ella estaba a favor de votar. ¿Para que querías votar? Si sale sí, ¿qué ibas a hacer?
Curiosamente, esa misma locutora, muy moderna y feminista ella, junto con otros periodistas progres de ciertos medios acusaban al estado de no querer negociar, cuando todo el mundo sabía que el gobierno de Rajoy estaba negociando con el de Puigdemont. No lo digo yo, lo ha dicho hasta un periódico tan poco afín al PP como el diario de Ignacio Escolar, véase el enlace en la entrada anterior a esta.
¿Por qué en su momento Julia Otero y su troupe, la gente de la SER, El País, el propio diario de Escolar y demás monsergas progres de derechas acusaban al Gobierno de Rajoy (por el que no siento ningún aprecio, más bien al contrario) de no negociar?
Estos mamporreros mediáticos, otros que mancillan el nombre del periodismo día a día, antepusieron sus ideales y su sueldo a la realidad. Ahora, cuando Pedro Sánchez hace un gesto de no querer negociar, siguen negociando, todos le aplauden, porque... Porque son así de hipócritas.
Respecto a lo que comentaba del miedo a parecer franquista. En este país, como en otros, han tomado el control unos tipos ridículos, que consideran que luchar con energia contra aquello que resulta pernicioso es franquista. El dictador murió hace muchos años. Los que siguen de esa época son los descendientes de los que tenían el poder económico, que aún lo tienen. Y contra esos ninguno de estos pijos periodistas va a luchar. Al contrario, algunos de ellos aspiran a pertenecer a ese clan.
Estos progres, parasitos sociales muchos de ellos (el sueldo del presupuesto asegura un buen pasar) han sido parte del problema. Se acuerda el lector cuando se hablaba del Paraíso Catalán (que luego resultó estar lleno de estiercol) y de Cataluña como un modelo de convivencia y de buen rollo. Pues no, ni en Cataluña ni en ningún otro lugar del mundo se mea colonia.
Existe un supuesta izquierda que cree que si los catalanes consiguen la independencia los obreros tomarán el poder y se unirán con los del resto de España para luchar contra el neoliberalismo. Hace falta ser imbécil para creer que unos tipos que luchan contra otros por haber nacido un poco más allá, a las órdenes de un tipo con una ideología similar a la de Abascal van a unirse cuando consigan sus objetivos con esos obreros que les "robaban". Ese argumento es digno del que asó la manteca y del que desconoce lo que tardan en sanar las heridas cuando el nacionalismo separa a las personas. Si se quiere luchar contra la democracia liberal lo que se debe hacer es unir lo antes posible a los trabajadores concienciándolos de que tan enemigo de la causa es Torra como Pedro Sánchez. Y, por otra parte, estos tipos que se dicen de izquierdas ¿creen de verdad que EEUU dejará que España deje de ser un país bajo su órbita? ¿Creen que todo será tan fácil? Es lo que tiene no mirar más allá de sus narices y pensar que el enemigo solo está en casa.
Por supuesto, no debemos olvidar la hipocresía de los políticos de uno y otro signo, intentando arrimar el ascua a su sardina ante las próximas elecciones. Me da uno que otro. Incluso los que están en el poder (el ridículo de Pedro Sánchez en Barcelona fue espantoso). Todos intentan sacar rédito electoral.
Respecto a lo que está ocurriendo en las calles de Cataluña me gustaría hacer varias acotaciones.
En primer lugar: la violencia no es generalizada, como en el caso de Ecuador o Chile, por mucho que las televisiones llenen horas y horas con ello. Es más. Los que ejercen la violencia no pretenden hacer ninguna revolución. Lo único que buscan es medirse con los antidisturbios y, a medio y largo plazo, siempre ganan los antidisturbios. Si quisieran hacer una revolución tomarían las instituciones, como ha ocurrido en Ecuador, pero eso no ocurre, porque no tendrían fuerza suficiente, ni, por edad, esa forma de entender un proceso revolucionario.
Conviene también decir que los encapuchados son catalanes en su mayoría, como los de extrema derecha que salieron el otro día a la calle y dieron una paliza a un nacionalistas, al que sus compañeros dejaron solo. Cataluña también es todo eso.
Por tanto, muy vistosas, pero algaradas callejeras que, si siguen con ese esquema de acción, no llevan a nada más. Destaca la gran capacidad de organización de estos tipos gracias a las nuevas tecnologías. Y este aspecto es interesante, porque con unos pocos expertos en Informática se puede llevar de cabeza, durante un tiempo, a las fuerzas del orden. En eso, los jóvenes sí son muy poderosos.
Respecto a la actuación de las diferentes policías: lo mismo que han hecho siempre, incluido cuando reprimieron a los que protestaban contra los recortes del gobierno de Mas. El que va a eso sabe a lo que va y el que hace una sentada y no se levanta cuando se lo dice la Policía debería saber lo que puede ocurrir. Algunos lo aprendimos antes de llegar a ser mayores de edad. Eso es la desobediencia y te puede salir bien, y conseguir lo que demandas, o no, y te vas caliente a casa y todo sigue igual.
Las manifestaciones masivas con el paso del tiempo se irán diluyendo. Yo apostaba en Twiter hace una semana a que este lunes pasado apenas habría muy pocas movilizaciones. Así fue. Lo que no oculta que exista una fuerte organización y que siga habiendo movilizaciones, y más con los comicios electorales tan cerca, pero el gran aluvión, de momento, ha pasado.
Odio los nacionalismos, me da igual el español, el catalán, el vasco o el del quinto coño. La izquierda real busca controlar la riqueza, socializar los medios de producción.
Un saludo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario