sábado, 25 de junio de 2011

RELATOS CORTOS PARA UN SÁBADO ESTIVAL



Acampó frente a la casa de ella, no teniendo intención de levantar el campamento hasta conseguirla o hasta que su marido volviera a disparar su pistola contra él.

Todos juntos disfrutaron del fin de semana sin cortapisas. Bebieron cantidades ingentes de alcohol, se drogaron y  follaron como bestias. El lunes todo acabó y volvieron a su trabajo en el depósito de cadáveres.

El abecedario aterrizó en Londrés y, de manera misteriosa, la ñ desapareció, no volviendo a tener noticias de ella el resto de letras durante toda la semana que duró el viaje. Nadie la echó en falta ni sintió morrina por su ausencia.

Cuando lo conoció, él iluminó su ser. Ahora, quince años después, el abogado matrimonial vuelve a iluminar ese mismo ser, le ha dejado, a él, en la más absoluta ruina.

El 24 de junio San Juan se indispuso y ocupó su lugar San Isidro Labrador. La primera medida que tomó consistió en hacer llover sobre los campos casi agostados, para evitar que las hogueras se convirtieran en incendios incontrolados. 

El demonio quiso comprar su alma, pero la transacción no se pudo llevar a cabo porque el banquero, dueño del objeto en cuestión, pedía demasiados avales para cerrar el trato.

Un saludo.

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