He escrito varias veces sobre el tema de la crianza de los hijos e, incluso, hace mucho tiempo, dediqué una entrada criticando las políticas al respecto del gobierno, en ese caso del gobierno, o desgobierno, de José Luis Rodríguez Zapatero, el artista conocido anteriormente como ZP. Esta perspectiva negativa sobre la incidencia en la natalidad en nuestro país de las estúpidas políticas adoptadas por los sucesivos desgobiernos que nos azotan se ha visto reforzada en los últimos tiempos por dos circunstancias, una de ellas sin valor estadístico alguno, que han llegado a mis oídos.
La primera de ellas, carente, como he dicho, de ningún valor ejemplificador, ocurrió hace unos días en una reunión de treintañeros, en la cual escuché algo que me sonaba mucho: "vamos a por el segundo churumbel, para que el que tenemos no se quede solo en un futuro", como he comentado dicho por treintañeros que, en muchos casos, se encontraban más cerca de los cuarenta que de los treinta. En otras palabras: no me apetece mucho tener que cambiar pañales; todo está muy jodido (eso de la conciliación familiar y laboral es una majadería, y más ahora) , pero hago un esfuerzo pensando en el hijo/a que ya tengo. Ya saldremos adelante. De todo se sale. Esta postura que denota generosidad, al menos así me lo parece a mi. Aunque desde el punto de vista del fundamentalismo religioso para otras personas esta perspectiva también puede comportar una carga de egoísmo. Estas personas que bajo el lema: lo queréis todo hecho y a vuestra manera, atacan esas reticencias para procrear y sacrificarse que subyacen, o, más bien, parecen subyacer, bajo esa propuesta. Visión que no comparto.
Sea como fuere, parece claro que para muchos adultos la cuestión de tener hijos no parece nada fácil, y no me refiero al proceso biológico en sí. Esta dificultad puede producirse por motivos de todo tipo, pero, desde mi punto de vista, sobre existe sobre todo por el entorno socio/económico que nos rodea. Cuando digo socio/económico no me refiero a la crisis, estafa, sino al modelo de vida laboral/familiar impuesto.
La segunda circunstancia que me ha impulsado a escribir esta entrada ha sido una previsión del Instituto Nacional de Estadística, que augura un descenso del número de habitantes de nuestro país, pues, a no mucho tardar, en esta vieja piel de toro se producirán al año más muertes que nacimientos. Posiblemente, este hecho viene determinado por lo expuesto en el punto anterior (aunque no poseo datos incuestionables que avalen dicha suposición). En todo caso parece que el asunto no deja cuestión a dudas: vivimos inmersos en un sistema social que prioriza la producción y el consumo a la paternidad/maternidad.
Como en casi cualquier otra circunstancia de la vida, el asunto se puede enfocar desde varios puntos de vista. En este caso creo que bastará con apuntar hacia dos únicas dianas: la decisión personal, el modelo de sociedad existente, y el que quieren construir.
Respecto a la decisión personal creo que, grosso modo, se trata con anterioridad y no merece la pena añadir mucho más que no sea constatar que cada persona, y cada pareja o cada mujer, es un mundo.
Más fácilmente descriptible resulta el funcionamiento socio-económico de la sociedad y sus consecuencias.
Para comenzar debemos reseñar que el funcionamiento socio-económico es eso, una sociedad marcada por la producción y el modelo de producción, pero no desde un punto de vista más, llamémosle arcaico (motivado por el tipo de recursos y la poca tecnología, que limitaba las posibilidades de la gran mayoría de las sociedad anteriores a la revolución industrial). Más bien se trata de una imposición ideológica, en la que el modelo productivo se basa, pretendidamente, en una mayor productividad y una, supuesta, competencia feroz. En realidad se trata de imponer los mismos criterios de siempre: que unos pocos vivan muy bien a costa de la gran mayoría, pero con una gran diferencia: a fecha de hoy todos podríamos vivir muy bien, aún existiendo ciertas desigualdades.
Esta forma de pensar, y de actuar, conlleva que muchas familias tengan como prioridad, al menos durante un tiempo, el trabajo. En frecuentes ocasiones esta necesitada viene motivada por la necesidad de subsistir, aparcando la paternidad o delegándola durante muchas horas al día en guarderías. Esta situación, buscada o, simplemente, encontrada, supone el ideal, no sólo para ciertas personas, que supeditan todo a su presunto éxito laboral que resulta en la vida, sino también para los ideólogos del sistema neoliberal actual. Todo, todo en la vida se debe supeditar al trabajo, a conseguir dinero para después comprar y comprar. Todo lo demás queda relegado, o debe quedarlo. De hecho la prioridad es incorporar a personas al mercado laboral, por lo menos cuando éste exista realmente, porque cuantos más trabajemos más consumiremos.
La crianza de los hijos queda en un segundo plano, pasando los niños, en muchas ocasione, mucho más tiempo despiertos con los profesionales de las guarderías o con los abuelos.
Este mismo sistema, que empuja a producir y producir, cada vez a un precio más bajo, especialmente en lo referido a los salarios de los trabajadores, impone como realidad incuestionable la necesidad de prolongar los años de vida laboral, defendiendo sin cuartel la necesidad de prolongar la edad de la jubilación, debido a que de aquí a unos años, previsiblemente, no habrá gente suficiente para pagar las cotizaciones de los jubilados. Resulta paradójico que el mismo sistema que empuja a disminuir la natalidad obligue a trabajar más años por prever que no existirán contribuyentes suficientes para pagar las nóminas de los jubilados del futuro. Como diría Obélix: "Estos neoliberales están locos".
No parece muy difícil la siguiente deducción: si se falicita la natalidad se conseguirán más consumidores presentes y futuros, que además contribuirán, sin dificultad, a mantener el sistema de pensiones en el futuro. Blanco y botella, leche. Pues hasta esta evidencia les resulta difícil de entender a esta panda de menguados mentales que dicen saber hacia donde nos llevan, hacia el precipio.
Me gustaría concluir con una pequeña reflexión. Un sistema socio-económico que está destruyendo el lugar donde vivimos, provocando la miseria por doquier y dificulta que nuestra especie se reproduzca, ¿no debería ser borrado de la faz de la Tierra de manera inmediata?
Un saludo.
Como en casi cualquier otra circunstancia de la vida, el asunto se puede enfocar desde varios puntos de vista. En este caso creo que bastará con apuntar hacia dos únicas dianas: la decisión personal, el modelo de sociedad existente, y el que quieren construir.
Respecto a la decisión personal creo que, grosso modo, se trata con anterioridad y no merece la pena añadir mucho más que no sea constatar que cada persona, y cada pareja o cada mujer, es un mundo.
Más fácilmente descriptible resulta el funcionamiento socio-económico de la sociedad y sus consecuencias.
Para comenzar debemos reseñar que el funcionamiento socio-económico es eso, una sociedad marcada por la producción y el modelo de producción, pero no desde un punto de vista más, llamémosle arcaico (motivado por el tipo de recursos y la poca tecnología, que limitaba las posibilidades de la gran mayoría de las sociedad anteriores a la revolución industrial). Más bien se trata de una imposición ideológica, en la que el modelo productivo se basa, pretendidamente, en una mayor productividad y una, supuesta, competencia feroz. En realidad se trata de imponer los mismos criterios de siempre: que unos pocos vivan muy bien a costa de la gran mayoría, pero con una gran diferencia: a fecha de hoy todos podríamos vivir muy bien, aún existiendo ciertas desigualdades.
Esta forma de pensar, y de actuar, conlleva que muchas familias tengan como prioridad, al menos durante un tiempo, el trabajo. En frecuentes ocasiones esta necesitada viene motivada por la necesidad de subsistir, aparcando la paternidad o delegándola durante muchas horas al día en guarderías. Esta situación, buscada o, simplemente, encontrada, supone el ideal, no sólo para ciertas personas, que supeditan todo a su presunto éxito laboral que resulta en la vida, sino también para los ideólogos del sistema neoliberal actual. Todo, todo en la vida se debe supeditar al trabajo, a conseguir dinero para después comprar y comprar. Todo lo demás queda relegado, o debe quedarlo. De hecho la prioridad es incorporar a personas al mercado laboral, por lo menos cuando éste exista realmente, porque cuantos más trabajemos más consumiremos.
La crianza de los hijos queda en un segundo plano, pasando los niños, en muchas ocasione, mucho más tiempo despiertos con los profesionales de las guarderías o con los abuelos.
Este mismo sistema, que empuja a producir y producir, cada vez a un precio más bajo, especialmente en lo referido a los salarios de los trabajadores, impone como realidad incuestionable la necesidad de prolongar los años de vida laboral, defendiendo sin cuartel la necesidad de prolongar la edad de la jubilación, debido a que de aquí a unos años, previsiblemente, no habrá gente suficiente para pagar las cotizaciones de los jubilados. Resulta paradójico que el mismo sistema que empuja a disminuir la natalidad obligue a trabajar más años por prever que no existirán contribuyentes suficientes para pagar las nóminas de los jubilados del futuro. Como diría Obélix: "Estos neoliberales están locos".
No parece muy difícil la siguiente deducción: si se falicita la natalidad se conseguirán más consumidores presentes y futuros, que además contribuirán, sin dificultad, a mantener el sistema de pensiones en el futuro. Blanco y botella, leche. Pues hasta esta evidencia les resulta difícil de entender a esta panda de menguados mentales que dicen saber hacia donde nos llevan, hacia el precipio.
Me gustaría concluir con una pequeña reflexión. Un sistema socio-económico que está destruyendo el lugar donde vivimos, provocando la miseria por doquier y dificulta que nuestra especie se reproduzca, ¿no debería ser borrado de la faz de la Tierra de manera inmediata?
Un saludo.
2 comentarios:
Partes de un gran error: pensar que la sociedad se organiza para el bienestar de esta.
Es el estado quien lo hace para su único beneficio.
respecto a la natalidad, tiene mucho que ver que el nuevo rol impuesto a la mujer POR EL ESTADO, que ahora forma parte del aparato policial y militar, en decir, las fuerzas represivas.
De otro modo, el ejercito habría quedado inservible. Solo tras la transformación de este en profesional y la posterior aceptación de la mujer, se ha transformado en una ONG (jajaja), la institución estatal mejor valorada y con numero creciente de adeptos, al incluir mujeres e inmigrantes.
La mujer por tanto, no puede dedicarse al "yugo" maternal, debe ser la nueva carne de cañón del imperio, para luchar contra las economías emergentes, contra las que pronto entraremos en conflicto.
El ministerio de "igualdad" también ha contribuido a toda esta manipulación, convirtiendo al hombre en enemigo natural de la mujer y al estado en su más fiel protector... y aleccionador.
También es de tener en cuenta que al importar esclavos del tercer mundo y hacerlos criar aquí, para mantener nuestra natalidad, rompemos los lazos de apego entre la población y en el futuro evitamos que está se una a exigir unos derechos que nunca disfrutaron o que no serán sus hijos,los que vayan a disfrutar.
-Perdón por el ladrillo.
Hola Piedra.
Nos guste o no el estado, el aparato político, va a existir siempre, especialmente mientras existan países o ciudades de tamaño medio, grande. Alguien tiene que ostentar la representación de todo ese conjunto de ciudadanos para tomar las decisiones del día a día.
Respecto a reducir el descenso de la natalidad a la incorporación de la mujer al ejército y a las fuerzas policiales me parece una simplifación extrema del asunto. El sistema socioeconómico (que prioriza el éxito laboral sobre cualquier otra cuestión o la familia nuclear sobre la extensa), la aparición de los métodos anticonceptivos, la incorporación masiva de la mujer a la universidad... son aspectos que han hecho evolucionar la concepción de la natalidad.
Sobre el Ministerio de Igualdad, me parece que fueron tantas las pijadas y las pijas que coparon tal entidad que desvirtuaron todo. En eso coincido contigo.
Sobre lo de los extranjeros que van a un país a trabajar hay una doble visión: los movimientos migratorios, sean del índole que sean, han existido siempre y han ido conformando las diferentes culturas. Pero, es incuestionable, cuando los países se "vacían" porque sus naturales emigran buscando algo mejor no podemos evitar pensar que ese país tiene un grave problema, pues no se van por propia voluntad de experimentar, sino por necesidad de vivir.
Un saludo.
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