sábado, 3 de agosto de 2013

MI RESUMEN DE LA COMPARECENCIA

Día grande en el Senado, donde se van a lidiar astados de la ganadería de don Cargo y doña Poltrona. El festival estival promete faenas de gran entrega y virtuosismo que, a buen seguro, provocarán el deleite del abundante público que seguirá las actuaciones de los diestros, a pesar del calor sofocante y el impulso irrefrenable de disfrutar de playas, ríos y piscinas. 
Tras el paseíllo de rigor, seguido con avidez por la prensa, especialmente la gráfica, el primer espada del día se enfrenta a su primera faena. Mariano del Mutis aborda los primeros lances con soltura, aunque sin salirse del guión preestablecido. La faena resulta sobria, con la única aportación, de cara a la galería, de torear por naturales, llamando a las cosas por su nombre. Su mayor preocupación es dejar patente que no quiere cometer errores del pasado; errores que por primera vez dice reconocer. El desempeño del diestro sigue los cauces esperados, provocando una ola de pasión entre sus incondicionales, que no dudan en aplaudir una y otra vez los gestos manieristas del primer espada del día. Gestos, que a fuer de ser sinceros, parecen despertar poco interés en el resto de aficionados del coso.


Concluye la faena, que podemos calificar como larga, predecible en líneas generales, incluyendo como única novedad largas cambiadas en el tema principal del día. 
Es el turno del segundo lidiador del día, Alfredito de la Oposición. En un primer momento recibe al astado que le ha tocado en suerte con calma y sin apreturas. Diríase hasta que con cierta bondad. Intentar llevar la lidia al centro de la plaza, toreando por naturales, no desviándose ni un ápice del guión diseñado con anterioridad. El torero, que se encontró ante él a un morlaco exento de bravura, procede a cumplir el expediente, sin premura. Procede a acabar la faena, que en cierta forma puede ser considerada de aliño, justo antes de que el presidente proceda a dar el primer aviso. El tendido donde se encuentran sus incondicionales pide un trofeo para el diestro; trofeo que a nuestro juicio resulta excesivo por lo visto en el coso.
A continuación el maestro Durán de la Comisión procede a enfrentarse al astado que le ha tocado en suerte. La intervención resulta insulsa, pisando terrenos seguros, siguiendo los pasos del primer espada del día. En el fondo parece recordar que arrimarse a ciertos toros te pueden proporcionar cornadas, que pueden impedir en un futuro abordar las faenas vendieras con la solvencia necesaria. Deslucido trabajo, para salir al paso, el de Durán de la Comisión.
Los espectadores esperan con ansia la intervención del próximo diestro: Cayito de la Siniestra. El matador recibe a porta gayola, levantando los aplausos del tendido más a la izquierda. No duda en abordar al morlaco en los medios, con algunos pases de pecho espectaculares, que el toro sigue con parsimonia y sin inmutarse en absoluto. Parece que el espectáculo vuelve a cobrar vida, tras la intervención del anterior maestro. Cayito aborda al astado por la izquierda, lugar por el que parece no tener recorrido el animal. Culmina su labor con prestreza y brillo, pidiendo parte del tendido un trofeo (la cabeza del morlaco), para el protagonista del momento.


Tras los momentos de esplendor se espera la labor de la sensación de los últimos años, la diestra Rosita del Escaño Perpetuo. Su ascenso en el escalafón ha sido fulgurante, gracias a actuaciones en las que ha sabido llevar a su terreno a sus contrincantes, gracias a pases cortos y pausados, generalmente dados con la derecha. Comienza con una serie de naturales con la derecha, que el morlaco parece tomar bien, saliendo por ese mismo lado sin apenas esfuerzo. Rosita lleva el trapo con parsimonia, intentado hacer humillar al astado, que acepta la situación sin apenas inmutarse. Varios pases de pecho más, buscando el lucimiento propio, dan fin a la labor de la vasca, que no parece convencer a una buena parte de la concurrencia.
En este festival  también se da la oportunidad a que gente con menor cartel se lance al ruedo para mostrar su capacidad. En líneas generales los diestros se muestran decididos, no buscando con filigranas innecesarias un lucimiento que oculte lo fundamental del arte de la lidia.
Llega el momento de la diversión y actúan los maravillosos bomberos toreros, encabezados por el famoso Alfonso Alonso. Gran diversión en la grada ante las ocurrencias del mencionado Alonso y su gran número de palmeros.
De vuelta al arte de Cúchares, que es lo que nos ha traído aquí, Mariano del Mutis hace su aparición, la segunda, con mucha más fuerza y voluntad que en la primera ocasión (fin de cita), pareciendo querer retar a Alfredito de la Oposición, que recibe tal situación con agrado y sin descomponer la figura. No hay duda alguna que, tras lo deslucido de la primera labor, desea agradar a propios y extraños con su nueva actitud. Mariano parece ganar terreno al astado con pases hasta ahora no usados en los últimos tiempos en su repertorio, lo que levanta gran revuelo en los tendidos donde se ubican sus seguidores. Progresivamente parece crecerse ante el reto, buscando colocar un buen par de banderillas que anulen las futuras posibilidades de éxito de Alfredito. Su faena, vistosa, es despedida con división de opiniones entre el público asistente.


Acto seguido Alfredito de la Oposición se dispone a recoger el guante lanzado por Mariano del Mutis y aborda la faena con más valentía, no eludiendo los peligros ni las dificultades que supone seguir la senda marcada por el primer espada del día. Llevándose el toro al centro, donde parece sentirse a gusto el matador, Alfredito hilvana una tanda en la que torea tranquilo, llevando al cornúpeta con la cabeza baja y sin posibilidad de respuesta. Este cambio de actitud resulta muy grato a sus fieles, que parecen dejarse la vida en los aplausos que regalan al diestro cántabro. Sin embargo, su brega no parece que, en conjunto, su brega haya sido superior a la de su predecesor, lo que genera cierto desencanto entre la mayoría del público que sigue su labor a través de la televisión.
Tras esta pequeña decepción aparece de nuevo Durán de la Comisión, que tiene que lidiar con un astado insulso, mansurrón, incapaz de nada que no sea derrotar hacia la derecha. Termina su faena con silencio por parte del público congregado para seguir tal evento.
De nuevo Cayito de la Siniestra es el protagonista del momento. Brinda el toro a los espectadores, y en el largo soliloquio que acaba siendo su brindis, tiene recuerdos para la Familia. Emotivo homenaje que acaba desluciendo su intervención.
Rosita del Escaño Perpetuo aborda su segunda intervención con pases de derecha y alguno, para desconcertar al astifino animal, con la izquierda, buscando en general contentar al mayor número de aficionados posibles. En general, una faena muy parecida a la anterior, con cierto efectismo y poco fondo. Uno de sus seguidores más fervientes, Toni Cantó, ensalza en las redes sociales su intervención, esta vez sin añadir nada de su cosecha, cosa que Rosita agradece en el alma.
De nuevo los aspirantes a ocupar los primeros puestos en el escalafón tienen su oportunidad. No dudan en abordar al toro a pecho descubierto, incluso mediante el uso de palabras que en otro contexto pudieran parecer muy gruesas. Sin embargo, el cornúpeta acepta el reto sin inmutarse, ni acochinarse en tablas. Parece que el hecho de no tener nada que perder, los unos y los otros, dan más vistosidad a esta parte del espectáculo.
Por último, Mariano del Mutis hace una última aparición en el ruedo, por un tiempo mínimo, que parece sobrar a todo el público asistente; más deseoso de satisfacer su apetito y de iniciar sus vacaciones, que de volver a escuchar la predecible, y mínima, actuación del primer espada.
Estos es todo desde el Senado; desde donde hemos retransmitido este maravilloso espectáculo, donde hemos podido encontrar variopintas formas de entender la Fiesta.
Un saludo.

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