miércoles, 28 de agosto de 2013

SOBRE LOS PRIVILEGIOS Y LOS PRIVILEGIADOS.

Escucho, por enésima vez, que puedo considerarme un privilegiado por tener un trabajo estable. Nada tengo contra las personas que esgrimen este tópico. Al contrario algunas de esas personas, amigos, me caen excepcionalmente bien (tú también, Juan Carlos), pero mi hartazgo en este asunto ha llegado a un lugar rayano en la ira. El argumento se sustenta en algo tan obvio, como trágico, el gran número de personas que se encuentran en situación de desempleo en este país (entre ellas mi pareja). Sin embargo, estos pretendidos privilegios que algunos tenemos, más concretamente su pérdida, no iban a contribuir a que mejorara la situación de los ciudadanos en paro. En esta sociedad capitalista apocalíptica que nos ha tocado vivir los que han de crear empleo son los empresarios, esa es su función, al menos sobre el papel, y sin embargo casi nadie carga contra la incapacidad de este sector social para crear empleo. Resulta sorprendente como en vez de atacar a los pollos de la C.E.O.E. (incluido su número dos, que no parece constituir un buen ejemplo para niños y adolescentes) se ataca al trabajador, a su igual, que tiene trabajo.


No vamos a entrar en las declaraciones del fulano que encabeza la confederación empresarial citada con anterioridad, pues en el fondo lo que pretende es distraer la atención sobre la realidad: el recorte de derechos, uno más, sufrido este verano por todos los trabajadores, los privilegiados y los no privilegiados. Además, este tipo de declaraciones sirven de caldo de cultivo para las nuevas embestidas que el desgobierno que padecemos se encargará de realizar a los cada vez más escuálidos de los trabajadores. En el fondo la lógica es la del chiste: "Se ha muerto tu madre. Es broma,.Sólo está en coma". Te amenazan con lo peor y parece que un mal "menor" puede ser asumido con mayor facilidad y, en algún caso, puede ser asumido por un sector de la ciudadanía con cierto alivio.
Sin embargo,  el hecho de que una parte significativa de las personas que conforman la población española acepte esta teoría, de manera más o menos crítica, demuestra lo acertado de la campaña publicitaria lanzada por los medios de comunicación, que no de información, afines al pensamiento neoliberal y a la ideología de sus dueños: grandes grupos de capital. Esta afirmación así, desnuda de todo razonamiento, pudiera parecer la soflama de un funcionario que no conoce penuria alguna en su trabajo y que, por si fuera poca cosa, lo tiene "asegurado" para toda su vida (he delimitado la palabra asegurado con comillas, pues quien defiende tal cuestión desconoce la legislación vigente en nuestro país). Sin embargo, como se comprobará a continuación, nada puede estar más alejado de mi intención que defender mis presuntos privilegios.


Como dije en párrafos anteriores la "obligación" del empresario es crear empleo, y para ello debe ganar dinero. Al menos así funciona, o debería funcionar, nuestro sistema. Pero en las últimas décadas se ha producido un cambio, que ha calado hondo en nuestro país, y que sólo da prioridad a la "obligación" que tiene el empresario de ganar dinero, dinero que además no debe revertir necesariamente en la creación de empleo. A un observador, no necesariamente muy avispado, como es mi caso, no se le escaparía que parece que ha pasado a ser más importante inflar cuentas en paraísos fiscales que cumplir con la "sagrada obligación" de crear empleo, repartiendo la riqueza (sobre ésto último podemos hablar mucho, pero me limito a repetir las monsergas de los neoliberales para justificar la desarticulación del estado, que, según ellos, debería empezar por una bajada de impuestos que, de manera casual, beneficiaría a los más ricos). No resulta complicado detectar esta cambio de "mentalidad", amparado por las ideas neoliberales.
Aparejado a este cambio de discurso llega otra mutación, que es la que nos ocupa hoy: el del privilegio de tener trabajo. Los teóricos de las políticas elitistas y genocidas nos quieren hacer creer que entregar nuestro esfuerzo físico y/o intelectual durante ocho, diez o doce horas al día, a cambio de un salario cada vez más indigno, es un privilegio. Sí, querido lector,  entregar, de mejor o peor gana, el esfuerzo físico y/o intelectual a un empresario, o administrador de una gran compañía, para que ésta obtenga beneficios, se trata de un privilegio. ¡Con dos cojones!


La evidencia nos lleva a pensar que en realidad los actores del sistema, tal como se concibió, han perdido su razón de ser (no sólo en nuestro país. El paro juvenil, bonito eufemismo, en Europa nos lleva a pensar que millones de personas en nuestro "civilizado" continente no tienen cabido en el sistema laboral), y no cumplen con aquel cometido que tradicionalmente se les asigno, o la teoría económica imperante les asignó. Este cambio, inevitable gracias a las teorías económicas seguidas en las tres últimas décadas, se intenta ocultar (una vez más), desviando la atención hacia aquellos trabajadores que tienen el "privilegio" de poder trabajar para vivir o para malvivir. De nuevo la intoxicación de mamporreros mediáticos, teóricos de la Economía patológica y políticos ambiciosos y sin escrúpulo alguno, busca eludir sus responsabilidades sobre la debacle que han amparado y creado.
Resulta evidente que el trabajo existente se debe repartir, al igual que una buena parte de la riqueza existente. Pero algo tan sencillo, y justo, como lo expuesto con anterioridad no entra dentro de la lógica inhumana de los distintos personajes que intentan empobrecernos económica y moralmente. La riqueza como modo de medir la valía de las personas, la justificación de la lucha, siempre desigual, entre los que tienen mucho y la gran mayoría, los que tienen poco y la exposición de una realidad edulcorada, mediante la propagación de ejemplos de triunfadores (una minoría, que, en muchos casos, se cuidan muy mucho de ocultar la parte menos amable de su éxito) son los grandes motores morales de estos tipos, que no dudan en propagar la idea de que el trabajador que ofrece su esfuerzo a cambio de dinero es un privilegiado. Privilegiados son aquellos tipos que defendiendo esas teorías, y que en muchos casos son unos inútiles integrales, aún no han sido procesados por crímenes contra la humanidad.
Un saludo.

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