jueves, 29 de septiembre de 2016

MISCELANIA

Contemplo en las elecciones autonómicas del País Vasco como las armas han callado (sería más certero decir que ya no empuñan las armas los terroristas), espero que para siempre. Me pregunto ¿para qué han servido las muertes, las mutilaciones, el miedo y derrochar la vida en pos de un ideal vacuo? La respuesta tal vez sea aún más demoledora: para que, al final, los mismos de siempre obtengan la mayoría de siempre, para que casi nada cambie. Ni patria, ni revolución, sólo lo mismo de siempre, gestionado por los de siempre.



Me llaman la atención los nuevos periódicos digitales que buscan autofinanciarse mediante suscriptores. Reconozco que la idea me resulta atractiva. No depender de la publicidad de las grandes empresas para sobrevivir, con la soga que ello genera (atacar a quien te da de comer no suele traer buenas consecuencias). Sin embargo, contemplar la línea editorial, al menos del que más conozco, me subleva. Lejos de hacer prensa, el diario se trata de un panfleto ideológico, donde el ataque, con o sin razón, se convierte en la forma de presentar la realidad. Nunca soluciones; siempre cosas que no funcionan o execrables. Tal vez, en Periodismo se debería enseñar que la en la vida cotidiana existen situaciones buenas y malas, siendo la prensa un reflejo de esa verdad. Periodismo independiente, si, pero de las grandes compañías (o eso parece), pero no de una forma de entender la realidad que busca la confrontación, generando bandos e inquinas. 



La vida en muchas ocasiones se basa en una política de costes: pierdo o gano más haciendo... 
¿Quién recuerda cuando fue la última vez que hizo algo trascendente en la vida sin valorar los costes?



Uno de los grandes problemas de la Economía actual es el gran tamaño de ciertas empresas y bancos. La cantidad de trabajadores que dependen de estas empresas, o de estos bancos, así como el dinero que manejan, o aparentan manejar (en muchos casos los números rojos se convierten en seña de identidad), convierten a estos monstruos multinacionales en fabulosas máquinas de presión para los gobiernos, bien por el poder económico o bien, como hemos visto en esta crisis, porque la caída de estos mamotretos con pies de barro, provocarían una crisis mayúscula, tanto por el número de empleos destruidos, como por el agujero financiero que crearían. Este aspecto resulta crucial para entender la desvergüenza e incapacidad de muchos gestores. Hagan lo que hagan no dejarán caer su empresa, pues la cantidad de impagos que generaría (o pagos que deberían hacer los gobiernos) produciría un auténtico terremoto financiero, que arrastraría a otras muchas empresas. Al final, todo el sistema es un entramado ficticio, al menos en lo referido al sistema financiero y eso supone un hándicap muy grande para el ciudadano.




No puedo evitar rechazar de entrada a todos aquellos que hablan de cambiar actitudes para transformar el mundo. Podría deberse a que me hago viejo y gruñón. Aunque creo que más bien podía responder a que durante el tiempo que he vivido todo aquello que se me ha presentado como definitivo jamás ha resultado serlo. Con el paso de los años comienzo a pensar que las personas, con sus cosas buenas y sus cosas malas, se encuentran por encima de los ideales y de los mesías que ofrecen la salvación. Existen personas que siguen ideales (religiosos, políticos...) o que creen en recetas infalibles, somos muchos sobre la faz de la Tierra y debe haber de todo, pero, en general, la gente se limita a vivir su vida, la que ha construido o la que le han dejado construir  las circunstancias, y pasa de grandes, y vacíos, ideales o respuestas.



Tengo la certeza de que todos los que se empeñan en decirte como vivir y como pensar resultan muy peligrosos. Los fundamentalistas (religiosos, políticos o de cualquier causa, por muy loable que aparente ser) se rigen por un mismo patrón: imponer sus ideas. Los medios afines a cada una de las ideologías cumplen con su papel de adoctrinamiento. Presentar verdades a medias, directamente mentiras u ocultar información resulta el arma más demoledora y eficaz. Si a ello le unimos el linchamiento moral (a través de sus medios afines o de las redes sociales), cuando no real, de quien denuncia la manipulación y falsedad de los profetas de la división y el odio, el panorama resulta desolador.



Cada vez tengo más claro que resulta necesario huir de todo aquello que acabe en -ismo y de sus impulsores. Muchos de ellos, en las circunstancias adecuadas, no dudarían en cometer cualquier atrocidad, o mandarla ejecutar, para imponer sus ideas. Los que pasamos de esa sinrazón somos muchos, pero carecemos de organización, cosa que ellos sí tienen. En esa organización de minorías delirantes se basa su poder. La organización, y la publicidad, bien vestida, de las ideas dota de fuerza social a todo esta gente.



Lo único que veo en Pedro Sánchez, como en otros muchos de sus antecesores, es ambición. No me preocupa, al menos en exceso, que existan personas con ambición, capaces de cometer disparates, y en algunos casos atrocidades, por conseguir lo que consideran oportuno. Me ocupa más conocer cuándo la gran mayoría de nosotros enterramos parte de nuestras ambiciones y nos dedicamos a encajar nuestra vida real con nuestra perspectiva del mundo. No veo este hecho como una derrota. Al contrario, la derrota es perseguir metas siempre mirando de frente, sin ser capaces de aprehender el significado de los adverbios hoy y ahora.



Para concluir, y aquí sí que hablo de Política, si tuviese que definir a la derecha lo definiría como toda idea política que deja campar a sus anchas al gran capital. Felipe González, ZPpero o Pedro Sánchez son de derechas. No se trata de que gobierne uno u otro, se trata de lo que se va a hacer para defender a los ciudadanos de los que gestionan los grandes capitales y como la riqueza se va a repartir de manera justa. Lo demás, luchas por el poder.

No hay comentarios: