martes, 7 de agosto de 2012

EL CHOCOLATE DEL LORO, ¿DE QUÉ HABLAMOS?.

Por segunda vez escribo sobre el famoso chocolate del loro. No recuerdo con exactitud cuando utilicé por primera vez que la manida frase, que sirvió para conformar parte del título de una entrada; aunque sí tengo conciencia de que la entrada vino motivada por las declaraciones de un preboste de la jerarquía católica, que intentaba justificar ciertos privilegios. En esta ocasión no cargaré contra los representantes de un cierto dios en la Tierra, al menos así se denominan ellos, por no parecerme oportuno. Demasiado tendrán ellos con explicar a su dios las contradicciones entre su prédica y su práctica, siempre en caso de que exista ese deidad, tan voluble a las necesidades de una jerarquía anquilosada y alejada de la realidad. No, no merece la pena perder el tiempo del amable lector con vendedores de salvaciones futuras cuya vida transcurre entre oropeles y realidades palaciegas, con intrigas del mismo tipo incluidas. Vayamos a por otros seres que de igual manera se desenvuelven entre oropeles, realidades palaciegas y sueldos generosos pagados por los que ellos consideran sus fieles, los ciudadanos, a los que tienen atrapados en su red de espejismo, mentiras y falsa democracia. Efectivamente, hablemos de los políticos, y sus mamporreros mediáticos, que acuñan sin pudor alguno la manida expresión, el chocolate del loro, para justificar sus desmanes y su iniquidad.
La manoseada, baboseada sería mejor escribir, frase se utiliza para justificar gastos de cualquier administración, que generalmente repercuten en el estado de bienestar de políticos y allegados. De igual manera ciertos políticos la esgrimen cuando de subir impuestos a los más pudientes se habla. Hace unas pocas semanas escuchaba una entrevista radiofónica a una secretaria de Estado del actual Desgobierno desdeñando la posibilidad de implantar un impuesto a los más pudientes argumentando que se trataba del chocolate del loro (posteriormente los Técnicos del Ministerio de Hacienda exponían que tal medida podía recaudar unos cuantos miles de millones de euros).


La pregunta surge de inmediato: ¿qué es el puto chocolate del loro para una persona con dos dedos de frente y un poco de vergüenza?
Parece claro que uno de los criterios para responder a este interrogante es la cuantía económica. Sin poder definir una cantidad exacta parece claro que cuando hablamos de millones de euros, no digamos nada si nos referimos a miles de millones, dicha forma coloquial de hablar no tiene cabida.
Por ejemplo los más de cuatro millones de euros, casi cinco, que cuesta al contribuyente la externalización de un servicio como el envío de la vida laboral a los trabajadores no es el chocolate del loro. Además en este caso se dan dos supuestos que confluyen para que esta medida se pueda considerar un despilfarro: el servicio estaba cubierto por los funcionarios de la Tesorería General de la Seguridad Social y el funcionamiento se caracteriza por su ineficacia.
Otro ejemplo. Ayer publicaba la prensa que el servicio de catering ofrecido los viernes a altos cargos del ministerio que dirige la Fátima Báñez nos costaba a todos algo menos de cuatro mil  euros mensuales. Reconozcamos que la cantidad parece pequeña (que se lo digan a las familias que han traspasado el umbral de la pobreza), pero ¿para qué cojones hemos de pagar con dinero público a unos fulanos que ya reciben un sueldo de la Administración su comida? Comida que parece debe ser opípara por la cuantía.
Por tanto parece que la cuantía no puede considerarse un único y fiable indicador de en que consiste el chocolate del loro. Necesitamos algún otro medidor fiable que ayude a delimitar el concepto.
A uno se le ocurre uno con el que creo que el lector estará de acuerdo: la utilidad social de dicho gasto o, en su caso, impuesto. Parece evidente que los dos ejemplos anteriores carecen de toda utilidad social, más bien al contrario, suponen una carga al conjunto de los ciudadanos.
Propongo al amable lector que pierda dos minutos y pico y vea este vídeo. Tal vez el concepto de chocolate del loro, que tanto esgrimen los políticos patrios para justificar sus privilegios, no se entienda igual en todos los países.


Pero, ¿siempre es tan clara esta distinción como en los casos expuestos anteriormente? Desde mi punto de vista sí. Veamos algún ejemplo.
El Gobierno de Extremadura ha propuesto a los médicos que a cambio de derivar a menos pacientes a los diferentes servicios encargados de realizar pruebas diagnósticas cobrarán más. Sí, querido lector, esta es una de las geniales medidas que intenta implantar el P.P. en Extremadura. Aparte de constituir una forma de, a cambio de la salud del paciente, intentar contentar a un colectivo de funcionarios, constituye un atentado contra los ciudadanos y la representación suprema de lo que significa la frase el chocolate del loro. Unos iluminados deciden que para contentar a un colectivo se realicen diagnósticos médicos en base al ojo de buen cubero del galeno en cuestión. No hace falta poseer una gran inteligencia para llegar a la conclusión de que los médicos que estén dispuestos a seguir esa senda cometerán más errores en su diagnóstico, lo que provocará un mayor gasto en bajas médicas, en medicación y, en casos extremos, problemas muy graves para el paciente. Todo ello, además de repercutir en la calidad de vida del enfermo, generará un mayor gasto sanitario que, por supuesto, habremos de pagar entre todos. Parece claro que nos enfrentamos ante un claro ejemplo del chocolate del loro: a cambio de "contentar" a un colectivo tendremos más gastos y algo que no es desdeñable, una menor calidad de vida para muchos pacientes.


Este mismo caso se producirá en la Comunidad de Madrid, donde han decidido que los niños con discapacidad derivada de un Trastorno del Espectro Autista que estén escolarizados en centros educativos no reciban los tratamientos especializados que los servicios de Atención Temprana de dicha comunidad realizan. La excusa: la duplicidad de servicios. El desconocimiento, la falta de criterio y lo que es más importante, la estulticia de los políticos parecen haber encontrado en este caso un límite difícil de alcanzar.
Imagino que muchos lectores tendrán hijos sin ningún tipo de discapacidad. Si no es el caso seguro que tendrán sobrinos, hijos de amigos... y conocerán algo del desarrollo evolutivo de los pequeños y la importancia de los primeros años para ir conformándose y creciendo en todos los ámbitos. Pensemos ahora en niños que por causa de una discapacidad, generalmente grave, no tienen la capacidad de realizar esos progresos de manera "autónoma". Pequeños que además necesitan de servicios altamente especializados, que en muchos casos no puede ofrecer el sistema educativo ordinario. Servicios diseñados para que los niños alcancen, en la medida de sus posibilidades, la inclusión social. ¿Estamos hablando de duplicidad o complementariedad de servicios? ¿Nos referimos a despilfarro o a dotar a ciertas personas de una mayor calidad de vida? ¿El ahorro inmediato va a generar más o menos gasto en el futuro? Parece obvio que a una persona, con discapacidad o sin ella, que se le ofrecen los recursos necesarios para desarrollarse lo máximo posible necesitará en un futuro menos recursos sociales que a otra que, especialmente en el caso de personas con discapacidad, no se le han brindado esos recursos. ¿Ahorro? A medio y largo plazo al contrario, más gasto y, lo más importante, menor calidad de vida para esas personas. De nuevo el chocolate del loro: ahorrar ahora para gastar más.
Antes de seguir con la entrada me gustaría dejar un enlace donde se expone lo que los padres de niños con TEA piensan respecto a las medidas propuestas por el Gobierno que encabeza la populista, inculta y experta en deformar la realidad Esperanza Aguirre:

http://autismomadrid.es/2012/07/29/posicionamiento-de-la-federacion-autismo-madrid-con-respecto-a-la-atencion-temprana-de-los-ninosas-con-tea/

Parece claro, al menos así lo considero, que los dos últimos ejemplos sirven como indicador fiable para desarrollar un segundo indicador de que constituye el chocolate del loro y que constituye una estupidez supina. La UTILIDAD SOCIAL de las medidas tomadas, la forma en que afecta al ciudadano, a su calidad de vida, y el coste económico a medio y largo plazo de dichas medidas para el conjunto de la sociedad constituyen un magnífico referente para delimitar que es el chocolate del loro.
El hecho de que un político cobre menos y tenga menos prebendas, por ejemplo que se pague su comida los viernes, aunque suponga un pequeño ahorro, no constituye el chocolate del loro. El impuesto de transmisiones, de patrimonio no constituye el chocolate del loro. La privación de servicios básicos al ciudadano que redundan en una peor calidad de vida del mismo y en mayores gastos en un futuro no constituye ningún chocolate del loro.
Lo único que uno siente de todo este asunto es que el loro no se revuelva de vez en cuando y de algún picotazo a algún malnacido, espetando a continuación una frase que podría rezar de esta manera: ¡estoy hasta los cojones de tu chocolate!
Un saludo.

2 comentarios:

tiriri dijo...

Para no merecer la pena perder el tiempo hablando de la iglesia bien que le dedicas una parrafada...
Y, perdona, ¿quieres compararnos con suecia? Pero si en españa somos peor que los rumanos, somos lo mas gitano que hay en europa...

PACO dijo...

Hola tiriri.
Lo de no perder el tiempo es un recurso para seguir ahondando en el tema. Aunque con mi tendencia a dispersarme demasiado poco he tratado sobre el tema.
Respecto a Suecia y compararnos con los rumanos, a los que no tengo el gusto de conocer uno por uno, no me parece acertado.
De todas formas te invito a que leas este enlace donde se pone de manifiesta como los "civilizados" suecos practicaron la eugenesia, al menos, hasta 1976 (según otros autores hasta 1996, ayer mismo). Por tanto, todos tenemos muchos que callar y parece más oportuno copiar, o intentar mejorar, lo bueno de los demás.
http://vidales.tripod.com/MORA.HTM
Un saludo.