viernes, 22 de abril de 2016

MORAL, AMOR, INTERNET, SENTIMIENTOS...

Empiezo a creer que el gran éxito de las clases dominantes se basa en imponer una moral sin que nadie la cuestione. Al contrario, existen un montón de imbéciles que hacen lo posible, y hasta lo imposible, por demostrar su adhesión inquebrantable al régimen moral imperante. Por supuesto, este tipo de actitudes doctrinas generan una gran cantidad de contradicciones entre los fieles seguidores, así como en sus mesías, en su vida cotidiana, pero para eso se inventó lo de criticar al otro. 


Escribiendo esto me ha venido a la cabeza algo defiendo desde hace tiempo que poco, o nada, tiene que ver con lo anterior. La gente adulta suele admirar la "simpleza" de los niños a la hora de enjuiciar el mundo que le rodea. En realidad se trata de su incapacidad para ver las cosas de otra manera, pues su desarrollo cognitivo no da para más, pero, desde nuestra visión de adultos, pensamos que esa facultad es inocencia (cosa de la que están lejos muchos niños cuando, en ocasiones, se comportan, de manera intencionada, de modo reprobable), cuando en realidad todo se debe a su estadío evolutivo. Uno, que dejó la niñez atrás hace mucho tiempo, piensa que lo más bonito de este mundo es ese momento en que se vuela bajo, fruto del amor. ¿Os acordáis de como funciona esa historia?


Volviendo a la moral, ¿no pensáis que hay demasiada gente preocupada por cómo debemos actuar, hablar y hasta pensar? y no me estoy refiriendo sólo a la casta sacerdotal o al económica. Demasiadas personas, muchas de ellas escondidas (como yo ahora mismo) detrás de un ordenador o de un teléfono móvil. Demasiada gente ejerciendo de fiscal y de juez, preocupándose por construir un mundo moral para los demás, sin preguntar si a los demás les parece bien. Tal vez exista la necesidad de sentirse útil y enrollado con uno mismo y, sobre todo, tenemos la imperiosa obligación  de demostrar a los demás que lo somos. Sin embargo, no existe la exigencia de conocer si lo que se pretende es lo correcto o sólo existe fruto del esnobismo. 


Internet ha supuesto una nueva forma de relacionarse con el mundo. Ya no es necesario salir de casa para contribuir a cambiar el mundo, o al menos intentarlo. Se pueden conocer noticias casi un segundo después de que ocurran y la gente se puede agrupar para luchar por una causa, expresando su opinión o recogiendo firmas. Resulta curioso que en las únicas ocasiones en que las redes sirven para cambiar las cosas es cuando los ciudadanos quedan a través de ellas para tomar la calle y protestar contra la barbarie del poder. Conocer lo que ocurre con prontitud o las tragedias de lugares lejanos no sirven para cambiar las cosas. Ni tan siquiera la recogida de firmas per se sirve para modificar los asuntos. Si detrás de esas firmas no hay una organización potente o unos medios de comunicación resulta muy complicado poner en práctica cambios.


La idea de recoger firmas a través de Change. org me pareció excelente en un principio. A fecha de hoy tengo mis dudas sobre la bondad de su función. Uno de los trucos más viejos para vender algo es apelar a los sentimientos, si me apuran a lo instintivo. Para ello no hay que dar grandes explicaciones a los destinatarios, basta con presentar una información descarnada. Además, una parte significativa del personal no va a indagar en otros lugares sobre esa información, porque, ni tan siquiera, se va a molestar en leer para qué firma. He visto en Change.org campañas para recoger apoyos por cuestiones, sobre las que he leído, y me parecen vergonzosas. Sin embargo aparecen muy bien presentadas, sobre todo si no te informas sobre el asunto. Imagino que todo se puede resumir en sentirte útil y la superficialidad imperante.


Me gustaría concluir retomando, en cierta forma, el segundo párrafo. Existe una preocupación enfermiza por poner ladrillos al edificio moral que sustenta nuestra sociedad, sin embargo, parece molestar mucho que se expresen, y se vivan, sentimientos o sensaciones como la felicidad, el miedo, la ira, el amor, el deseo, la incertidumbre, la soledad... Tal vez en este aspecto resida la clave: mucha gente preocupada por decirnos como debemos estar y despreciando como sentimos. No se trata de esa cosa tan de moda que responde al nombre de inteligencia emocional. Se trata de vivir sin ocultar lo que nos hace humanos.

2 comentarios:

Santos Irreverentes dijo...

Estupendo blog.
Soy más de sentimientos que de ideas. Será cosa de la edad.
Unabrazo

PACO dijo...

Muchas gracias.
Cuando tenga tiempo leeré tu blog.
Un abrazo.