domingo, 16 de octubre de 2016

CONTRA LO CORRECTO

"No es la conciencia del hombre
 la que determina su ser,
sino, por el contrario,
el ser social 
es lo que determina 
su conciencia"

Karl Marx


Esta entrada me gustaría dedicarla a exponer ciertas incoherencias que observo en una parte del personal patrio, y en el no patrio también, con el que debía sentirme identificado por, en teoría, compartir ideas políticas, pero que lo que me genera es antipatía, por su falta de principios y, en muchos casos, ignorancia sobre determinados asuntos. Gente cuya estética moral resulta muy adecuada para no pisar charcos, pero también para no arreglar los verdaderos problemas.  
Me gustaría aclarar que me declaro persona de izquierdas, no progresista, atea y que no siempre pienso que todos los actos, e incluso opiniones, merezcan respeto. No dudo en declararme contrario a la pena de muerte; considero que debemos dejar un planeta mejor a nuestros hijos que aquél que recibimos y también que la Economía debe estar al servicio de los seres humanos, y no al revés. Hago esta aclaración porque lo el lector va a leer en breve puede chocar con las teorías dominantes entre cierta fauna que ha secuestrado la razón y el humanismo, que creo debe destilar la izquierda. Voy a parar de enrollarme y abordaré el asunto de hoy sin más dilación, pues el lector puede huir despavorido si sigo largando sobre mi persona y no me adentro en el meollo del asunto.
Existen una serie de clichés que parecen sustentar el andamiaje intelectual y moral de un sector de la población que intentan imponer su buenismo a costa de todo. Entre estos mantras encontramos el de la que la guerra es siempre mala y siempre está provocada por Occidente. En lo primero coincido. En lo segundo tengo más dudas. 
La guerra resulta siempre un horror, pero, en ocasiones, no se puede evitar. Imaginemos que un loco fanáticos y una panda de seguidores toman el control de un país, o de varias regiones de un par de países y deciden expandir sus ideas por las bravas, a través de la guerra. ¿Qué haría el progre de manual? Oponerse a la guerra... si esta se declarar lejos de sus fronteras. Sin embargo, una parte de ellos no duda en remover en el pasado en su tierra una guerra, lejana en el tiempo, en busca de... No sé lo que buscan, pero sí que extienden ese mismo odio hacia el rival político, convirtiéndolo en enemigo, que existía antes de y durante la guerra de nuestros antepasados. Repito, no creo que la guerra sea buena, pero si matan a tu familia, a tus amigos, destruyen todo lo que es tu vida, en nombre de una ideología, de una religión, de... todos tenemos el derecho a defendernos.
Cierto, alguien puede decir que si no existiese el tráfico de armas las cosas serían mejores, pero, como expuse en otra entrada anterior, quien quiere hacer daño lo hace con un cuchillo, propagando el SIDA con relaciones sexuales obligadas (violación) o de cualquier forma inimaginable, como ocurrió en Ruanda. Sin embargo, resulta muy cómodo ir de santón, cuando no te toca a ti la barbarie. El parapeto de la pantalla de televisión resulta muy reconfortante.
Otro de los clichés tiene que ver con la inmigración y la emigración, que resultan las dos caras de la moneda, pero que no se perciben de igual manera. Veamos por qué.
Existen personas que consideran que todo los inmigrantes deben entrar en la Unión Europea, España incluida, sean cuales sean sus condiciones. Por contra otras personas opinan que la inmigración es mala, malísima. Sin embargo, los primeros, los progres, se quejan de que los españoles deban irse por no poder conseguir un salario digno (incluso por no poder conseguir un salario), mientras no se quejan de que otras personas tengan que venir a la Unión Europea por lo mismo, por no conseguir unas condiciones laborales que le proporcionen el dinero necesario para cubrir sus necesidades. Los segundos no dudan en mostrar su repulsión a que los españoles que inmigran sean tratados como ciudadanos de segunda y, en muchos casos, discriminados por su procedencia en los países de acogida. Justo lo mismo que hacen, o piensan, ellos.
Como esta entrada versa sobre la incoherencia del pensamiento políticamente correcta de los progres, obviaré el segundo caso y me centraré en el primero. Resulta estúpido que muchos no se quejen de que personas que viven a miles de kilómetros arriesguen sus vidas por conseguir unas condiciones económicas mejores, pero sí lo hacen cuando los que tienen que pirarse al extranjero son familiares o amigos. Parece que mola más envolver todo en el multiculturalismo (no confundir con la interculturalidad, que es el intercambio entre culturas, aceptando personas de una cultura elementos de otras, y viceversa), que luchar por cambiar las normas vigentes, que empujan a millones de personas a huir del hambre, la enfermedad o la sed, debido a las desigualdades económicas. Los seres humanos nos hemos movido desde el inicio de un lado a otro en busca de mejores oportunidades, pero en el siglo XXI nos deberíamos mover por curiosidad, por experimentar, no por necesidad.
Hace pocos días fue 12 de octubre, y una parte del personal decía que no había nada que celebrar. Eso puede ser verdad, o no. Lo que más me llama la atención del asunto son algunos de los argumentos de estas personas. Para estas personas los aborígenes eran poco más que unos palurdos que iban en taparrabos y fumaban la pipa de la paz. Imagen típica de las películas del Hollywood de los 40 y 50. Cuando a uno de estos tipos le intentaba explicar que existían imperios como el azteca y el maya, y que podían llegar a ser bastante crueles (Cortés marchó sobre la capital azteca con un 75% de soldados de pueblos indígenas, hartos de la crueldad de sus dominadores aztecas), él tipo en cuestión me decía que para qué habíamos ido allí los españoles (sería más correcto decir los castellanos, pero eso él no parecía saberlo), que sólo habíamos ido por la riqueza y para extender la fe. Ante la respuesta: y crees que los aztecas y los incas no hicieron lo mismo cuando conquistaron sus imperios la respuesta fue: mejor lo dejamos. Ten un buen día.
No defiendo, ni reniego, de la conquista por parte de la Corona de Castilla (que comprendía desde el País Vasco, o Galicia a Andalucía y desde Extremadura a Murcia) de América. Resulta parte de nuestra Historia, de la Historia con mayúsculas, y como tal me esfuerzo en conocerla y analizarla desde un punto de vista desapasionado. Imagino que los catalanes nacionalistas no se avergonzarán de serlo porque Francés Cambó fuera uno de los impulsores de ese sentimiento catalán. El mismo Francés Cambó que echó un pulso al Gobierno cuando intentó luchar contra los grandes empresarios acaparadores españoles que estaban inflando los precios, provocando una situación insostenible para muchos ciudadanos españoles, durante la I Guerra Mundial. Intuyo que los nacionalistas catalanes no se avergonzarán de su historia porque Francés Cambó impulsara el pistolerismo en Cataluña contra los miembros de la CNT. Creo que los nacionalistas catalanes no se avergonzarán de que un ilustre nacionalista e independentista, al que elogiaban hace bien poco miembros de ERC, Heribert Barrera, hablase de que había que exterminar a los discapacitados y que había gente inferior a otra.
Pues eso, la Historia es la Historia y hay que conocerla, no avergonzarse de ella. Debemos aprenderla para no repetir los errores y meter en nuestro zurrón aquellas cosas buenas que nos ayuden a mejorar.
Y, por cierto, la conquista de América consiguió abrir un debate, que se sustanció en la Junta de Valladolid, pionero en la Historia, sobre los derechos de los indígenas. Sería bueno que muchos progres ignorantes se leyeran este enlace y vieran que, al menos, hubo un intento por respetar a los indígenas, cosa que ni incas ni aztecas se plantearon.

https://es.wikipedia.org/wiki/Junta_de_Valladolid

O que conociesen como, con el apoyo de la monarquía, se intentó dar educación a las niñas indígenas, cosa que ni se planteaba en Europa para los propios europeos.

http://historiasdelahistoria.com/2015/02/23/la-primera-maestra-de-america

Muchos de esos progres también idolatran la II República, imagino que no el bienio negro, en que gobernaron los radicales de Lerroux con el apoyo de la CEDA, fuerza de derecha, que más tarde se incorporó al gobierno. Sin embargo, yo no acabo de entenderlo. Si bien durante 1931-33 se consiguieron avances sociales importantes, que se deshicieron en el bienio anteriormente citado, también es verdad que unas minorías de ambos lados consiguieron envenenar el ambiente, hasta provocar una guerra fraticida. No fueron sólo los militares, clérigos y civiles golpistas los que empujaron al país al abismo. Francisco Largo Caballero, PSOE, ya habló de la guerra civil en noviembre de 1933. Por supuesto, la CNT,con gran implantación en Cataluña y Andalucía, buscaba la revolución (eran una de sus señas de identidad) y el PCE, partido minoritario, tres cuartas partes de lo mismo. No entiendo que un sistema al que le estallaron las costuras (los extremistas de ambos bandos lo buscaron con ahínco), con el consiguiente número de muertos, mutilados, represaliados y exiliados, pueda ensalzarse. Algunas de las metas de los partidos de izquierdas las comparto al cien por cien, pero, por ejemplo, no puedo compartir una Ley de Vagos y Maleantes, aprobada por unanimidad en el Congreso en 1933, donde se reprimía a indigentes (vagos habituales es la denominación que les aplica la ley), alcohólicos, toxicómanos..., llegándose a crear campos de concentración (los llama de trabajo la citada norma) para estas personas. Campos a los que sólo iban los pobres o las personas muy deterioradas por el abuso de estupefacientes o alcohol. Los proxenetas, a los que también iba dirigida la ley, se libraban untando a quien fuese menester.
Tampoco puedo alinearme al lado de una sistema que reprime con dureza extrema a los campesinos anarquistas sublevados en Casa Viejas (en realidad Seisdedos, y su familia,  no participaron en la toma de la casa cuartel, fueron asesinados por la filiación anarquista y los otros por estar con él) enero de 1933, con un gobierno de izquierdas.
Creo que confundir los ideales de una parte de los partidos republicanos, con todo el tiempo que duró la dicha forma de gobierno y con sus actos, supone un error de miopía o desconocimiento soberano.
Si alguien cree que justifico al bando golpista con lo anterior, debería pensar en personas como Melchor Rodríguez García, para saber porque asevero que fue una desgracia esa espiral de violencia.
Otro de los aspectos que me parecen contradictorios de los intelectuales que secuestraron a la izquierda, y a sus seguidores, es esa necesidad de crear colectivos marginados, algunos están constituidos por la mitad de la población. Hagamos un cálculo: sumemos a las mujeres, inmigrantes, minorías étnicas, pobres, discapacitados... Y resulta que el conjunto de las minorías suman más de tres cuartas partes de la población. ¡Joder! La minoría resulta ser la mayoría. No, queridos progres e izquierdistas de postal, existen personas que tienen una problemática determinada a la que hay que ayudar, ¡ojo!, o aplicar las leyes (me parece sangrante el caso de niños cuya escolarización resulta discontinua).
Pondré un ejemplo para ilustrar lo que cuento. No tendrá las mismas dificultades, o posibilidades de atención, una persona afectada por parálisis cerebral infantil con unas características similares nacida en una familia muy humilde, o pobre, que otra nacida en una familia con un altísimo poder económico. La atención en el segundo caso será más individualizada y, más que probablemente, durante más tiempo, que el caso de la persona con menos recursos. Como dijo Marx: "A cada cual según sus necesidades", que dista mucho de "A cada cual según su colectivo", que intentan imponernos una serie de estómagos agradecidos, perroflautas morales.
Otra de las señas de identidad del progresismo es atacar a la Iglesia Católica y defender otras formas de religión, por lo general orientales, de las que no suelen conocer un carajo. Me hace gracia cuando el personal, por ejemplo, carga contra el miedo que intenta imponer la Iglesia Católica con el infierno, el pecado y demás sandeces para controlar al personal, y esos mismos tipos defienden otras religiones como el budismo. El budismo de los tibetanos, una religión asociada a una monarquía feudal, hasta que a mediados del siglo XX los chinos invadieron el Tibet. Un ejemplo de libertad.  O el budismo chino, que prevee diez niveles de infierno, con sus correspondientes y especializadas torturas, para hacer pagar los pecados tras la muerte (eso sí, el budismo chino, tras "purificar" a base de bien a los malos, permite al antiguo pecador volver a reencarnarse. Un detalle).

https://flamenquinescondurian.wordpress.com/2014/01/11/las-diez-cortes-del-infierno-un-paseo-por-el-sincretismo-religioso-chino/

En el fondo todas las religiones tienen un sustrato común: apuntalar una forma de gobierno determinada y a una casta sacerdotal, mediante unos códigos de comportamiento creados ex profeso para sus seguidores y para mantener los privilegios de las castas gobernantes.
He puesto estos complejos, como podía haber utilizado otros, para demostrar la inconsistencia del buenismo, que no es otra cosa que aparentar querer hacer, sin desear cambiar nada y, si ocurre, que lo hagan otros, porque mi sofá resulta muy, muy cómodo.
Que qué hago yo. Buena pregunta. Creo que mi papel es fustigar al personal para que piense, para que consideren que la derecha les está ganando la partida, porque se quedan en lo estético, no bucean detrás de los focos. Ése puede ser mi rol en esta historia. O, a lo mejor, lo que me pasa es que a mí también puede clasificárseme entre los perroflautas morales. Me bastará con que el lector piense sobre si me incluiría entre los tipos que buscan más allá o entre los desarrapados mentales, incapaces de hilar dos frases con coherencia.
Un saludo.

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