miércoles, 26 de octubre de 2016

EL REBAÑO SOLIDARIO

A través de la manipulación,
las élites dominadores
 intentan conformar 
progresivamente 
las masas a sus objetivos.

Paulo Freire


Con frecuencia se culpa al fútbol de todos los males del país. Para ciertos intelectuales el fútbol representa la encarnación del analfabetismo, la desidia social y otra serie de cuestiones que seguro el lector conoce. No voy a defender al denominado deporte rey, que cada vez me interesa menos, aunque sigo disfrutando, de vez en cuando, viendo ciertos partidos. Pero sí creo conveniente hacer exponer mi opinión sobre el verdadero pan y circo del momento actual: los actos solidarios. 
Resulta posible que el amable lector considere una verdadera atrocidad lo que acabo de escribir; está en su derecho; pero esta entrada está destinada a hacer cambiar de opinión a todos aquellos que piensan de esa manera.
Por lo general, las personas relacionadas con el mundo del fútbol: jugadores, seguidores, incluso periodistas, suelen considerarse, por parte de una cierta intelectualidad, personas de escaso bagaje cultural y asociado a ese déficit llevan otro: el de la escasa, o nula, conciencia social. Como otras muchas cuestiones en esta vida todo se debe a un sesudo no estudio realizado por personas muy cultas ellas, que los panolis de turno han seguido a pies juntillas, para no desentonar con la intelectualidad oficial. Pero, aunque fuese verdad esta interpretación de la realidad: ¿es necesario que unos tipos que se ganan la vida pegando patadas a un balón sean intelectuales? ¿Acaso lo son muchos de los que tildan de incultos a estos profesionales del deporte?
De nuevo hemos encontrado alguien, que no se va a defender, ni tiene interés en hacerlo, en quien volcar las culpas de todo. La famosa frase: "Si en vez salir a la calle por el fútbol, saliesen a protestar por la situación del país otro gallo nos cantaría" me irrita sobremanera. Me puede alguien decir quién asegura que un tipo que sale a festejar un título de su equipo, o un ascenso, no sale a protestar en la calle. Yo sé de personas que hacen ambas cosas. Pero, el intelectual de postal de turno debe volcar en los demás su...
Ese mismo intelectual de postal, progre de boquilla (todos lo son) o meapilas ilustrado no tiene rubor en participar en actos de protesta o solidarios a favor de causas de todo punto maravillosas. Marchas, o actos, que se repiten cada año, porque parece que el problema sigue resistiéndose a encontrar la solución adecuada. ¡Qué cabrón el problema! ¡Con la buena fe del personal! Marchas o actos a las que se apunta todo dios porque somos de un solidario que te rilas la pata abajo y, con nuestra pequeña contribución, vamos a ayudar a solucionar lo que sea. Qué es menester hace una concentración para que el Titanic no se hunde. Se hace. Eso sí, con selfie incluida, que, por supuesto, colgaré en las redes sociales de turno, para que todo el mundo vea que soy guay del Paraguay. Tipo solidario donde los haya.
¡Menuda gilipollez!
Vamos a analizar la cuestión de manera seria para comprobar por qué lo digo. 
Parece que festejar un éxito deportivo resulta de borregos que se dejan llevar por el rebaño, pero salir a la calle cuando a alguien le interesa, eso sí con el marchamo de la solidaridad, nada tiene que ver con el rebaño.
Hace poco pude presenciar en la localidad donde vivo una carrera para recaudar dinero para investigar sobre el cáncer de mamá. Independientemente de que no sea el cáncer que más personas mata:

http://www.seom.org/seomcms/images/stories/recursos/Las_cifras_del_cancer_2014.pdf

Ni  la principal causa de muerte entre las mujeres:




Ni tan siquiera el tipo de tumor más letal entre las mujeres:

http://www.abc.es/salud/noticias/20140609/abci-cancer-pulmon-mata-mujeres-201406072206.html

Una infinidad de gente se echó a la calle para correr, comprar camisetas y otras cosas, que contribuirán a luchar contra la enfermedad.
No hace falta ser un lumbrera para darse cuenta de que en este caso se cumplen las premisas que he expuesto con anterioridad: a la gente la dicen cuándo y cómo deben movilizarse, le señalan lo que resulta justo, o no, contribuyen a algo que se debería hacer con sus impuestos. Y, por si fuera poco, les hacen sentirse gente estupenda. ¿Seguro que los futboleros son los que se comportan como miembros de un rebaño?
Lo lógico sería salir a la calle para protestar porque las administraciones no gastan nuestro dinero en lo que se debe, buscando con ello revertir la situación. Sin embargo, mucha gente se conforma con hacer acto de presencia puntual en determinados actos para mostrarse solidario y buena gente. Luego nos tomamos unas cañas, justo antes del selfie, y todos tan amigos.
Mientras, una casta de aprovechados se encargan de aparecer en los mismos mostrando su solidaridad, que, en realidad, consiste en cobrar todos los meses una cantidad de cuatro cifras que, como poco, empieza por dos, y que sale del dinero público. Es en este punto donde se encuentra el trasfondo del asunto. Veamos el porqué.
Unos tipos que dicen dedicarse a la política, o los cargos de libre designación nombrados por los políticos, buscan con ahínco una cosa: que todo siga igual que cuando ellos llegaron al poder. Es lógico, el poder, y los que lo detentan, tienden a perpetuarse (mire sino el lector cuantos años llevan medrando los políticos que aparecen en los medios). ¿Cómo se consigue esto? Haciendo pequeños arreglos de chapa y pintura, pero no tocando el motor. Como el lector habrá adivinado la chapa y pintura son esos pequeños actos reivindicativos dirigidos por la clase política, que le hacen sentir al ciudadano un tipo enrollado y solidario. El bombardeo mediático y, por qué no decirlo, el miedo a sentirse diferente, contribuyen sobremanera al éxito de este tipo de actividades. La carrocería aparece sin ningún rasguño, pero el motor sigue congestionado.
Obviamente, este tipo de actos tienen bastante más que ver con la caridad, que con el justo reparto del dinero para lograr el bien común. Pero basta colocar la palabra solidaridad para conseguir diluir cualquier duda.
Como el lector podrá imaginar los que amparan, e impulsan, este tipo de actos, los políticos y sus colegas nombrados a dedo, le hacen el caldo gordo a aquellos que detentan el poder real, el económico. No sólo no cambia nada, sino que nos anestesian y, por si fuera poco, nos van acostumbrando a que nuestro bienestar depende de nuestra propia caridad. Un plan perfecto.
Alguien podrá pensar que los miembros de lo que se ha denominado la "nueva política" van a acabar con este estado de las cosas. Nada más lejos de la realidad. En el fondo, son una forma amable de perpetuar lo existente. Lean esta entrevista y verán como los miembros de este tipo de formaciones, una vez alcanzan el poder, se convierten en parte del mismo sistema al que dicen criticar:

https://elestadomental.com/diario/al-volante-con-josep-gargante

Cuando se trata de perder privilegios o de revertir situaciones donde los trabajadores pierden derechos, la nueva política y los progres son lo mismo que la derecha tradicional.
No deseo aburrir más al sufrido lector, por lo que sólo me queda despedirme de él.
Un saludo.

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