miércoles, 12 de octubre de 2016

COSAS DE LA GUERRA CIVIL

Un coronel de la Guardia Civil, Antonio Escobar Huerta, evitó que Barcelona cayese en manos de los golpistas en los primeros momentos del golpe de Estado. Persona de profundas convicciones católicas, no dudó en mantenerse fiel a la República, más por obediencia debida que por sus ideales. Su hijo mayor, capitán de la  guardia civil, siguió los pasos de su padre, mientras que su hijo menor, falangista, murió luchando en el bando sublevado. El coronel Antonio Escobar murió fusilado, tras un consejo de guerra, en el castillo de Montjuic. Resulta un contrasentido que muriese así alguien que junto al presidente de la Generalitat, Companys, ayudó a salvar la vida a miles de católicos, facilitando su huida. 


En octubre de 1938 la aviación del bando nacional bombardeó Madrid con pan. Cuando en julio de 1936 España se dividió en dos bandos, en el lado de los golpistas quedó la mayoría de la España rural y en el de la República el industrial, mucho más poblado. Este aspecto en un principio sirvió para que en el bando sedicioso hubiese comida de sobra para toda la población, ocurriendo lo contrario en el bando del gobierno legítimo. Esta escasez se hizo sentir bien pronto en Madrid, que sufrió los rigores de la falta de alimentos. Uno de las bazas propagandísticas del bando alzado contra el poder constituido fue la de la buena alimentación que tenían, frente a las penurias sufridas en el lado republicano. Sin embargo, a medida que los seguidores franquistas avanzaban, ocupando más territorios y más poblados, las necesidades también fueron apareciendo en su bando, con el consabido colofón de hambre y necesidades que durante lustros azotó al país. 


Juan Yagüe Blanco, conocido también como El carnicero de Badajoz, tuvo una relación tortuosa con Franco, que llegó a resultar incómoda al dictador. Yagüe, militar africanista, dirigió la columna de regulares que en 1934 se utilizó para reprimir la sublevación de Asturias. En ese momento ya tuvo un encontronazo con el general al mando de las tropas en Asturias, Eduardo López Ochoa, quien había llegado a un acuerdo con los mineros levantados, cosa que el entonces teniente coronel Yagüe no veía con buenos ojos. Cuando tomó Badajoz fusiló a unas 4.000 personas, por, según él, no poder llevarlas con ellos en su marcha hacia Madrid, ni dejarlos atrás, pues volverían a reconquistar la ciudad. Si bien estos hechos resultan conocidos, no lo es tanto que en abril de 1938 realizó un discurso público donde pidió que se perdonara a aquellos españoles de ideas políticas equivocadas, que no tuviesen delitos de sangre, sacándoles a todos ellos de prisión, para que participasen en la construcción de la nueva España. Este discurso, del militar falangista, incomodó a Franco y a otros militares, lo que le costó a Yagüe su cargo, al menos de manera temporal. Para ciertos "expertos" Yagüe era el militar más capaz del bando golpista.


El ideólogo de la sublevación que derivó en la Guerra Civil fue el general Emilio Mola Vidal, de hecho era llamado El Director. Entre sus directrices secretas figuraba la de emplearse de manera extremamente violenta con el enemigo... aplicando castigos ejemplares a todos aquellos que no se plieguen. Dos datos sobre Mola: tuvo muchos problemas para entenderse con los representantes de los carlistas españoles, optando por apostar por los carlistas navarros, donde el general había sido destinado, para intentar prevenir que éste se alzara contra la República. Días antes de sublevarse su superior inmediato, el general Domingo Batet, le preguntó en persona sobre su implicación o intención de alzarse en armas contra el gobierno legítimo. Emilio Mola negó su implicación en ninguna intentona golpista contra la República, llegándole a dar su palabra de honor.


Valladolid se convirtió en la primera gran ciudad en estar bajo el poder del bando golpista. Como en otros lugares hubo división de fuerzas y enfrentamientos entre leales a la República y sediciosos. Sin embargo, lo que decantó la balanza fue el suceso en que Nicolás Molero Lobo, General Jefe de la 7ª División Orgánica, con sede en Valladolid, fue herido y depuesto de su cargo por parte del general golpista, Andrés Saliquet, de ideología monárquica. Saliquet fue el encargado de ocupar Valladolid, pues Queipo de Llano, natural del pueblo vallisoletano de Tordesillas, que quería dirigir la sublevación en su tierra, fue encargado de que la sedición triunfase en Sevilla. 


El general golpista, por partida doble (también lo intentó en 1932), José Sanjurjo Sacanell, murió a causa de su tozudez. Sanjurjo, exiliado en Portugal por su intento de sublevación en 1932 (dicha pena le fue impuesta tras conmutársele la pena de muerte), fue el jefe de los militares golpistas, debido a su antigüedad. Cuando el 20 de julio una avioneta le recogió en Estoril para llevarle a Burgos, el aparato sufrió un accidente al poco de despegar, chocando contra una valla de piedra. El militar murió, sobreviviendo el piloto. Éste declaró que el siniestro se debió al sobrepeso que llevaba la avioneta, debido a la gran cantidad de equipaje que se empeñó en llevar el fallecido, pese a las reticencias del piloto. 


En el bando republicano, a diferencia del banco alzado, la mujer sí que trabajó, en especial en la industria. Este aspecto, que se también se observa en EE.UU., la U.R.S.S., etc, durante la 2ª Guerra Mundial (y en otros países en la I Guerra Mundial), se debe a la falta de mano obra masculina, que se encuentra en el frente. A pesar de la necesidad de mano de obra femenina, en el bando del Gobierno legítimo, se observa que el desfase salarial entre hombres y mujeres es muy grande, situándose en torno a un un 30% de salario menos para las mujeres por la misma actividad. Esta cifra fluctúa en función de ocupaciones y territorios.


Juan Negrín, presidente del Gobierno de la República entre mayo de 1937 y marzo de 1939, fue un brillante científico. Santiago Ramón y Cajal le propuso, debido a sus capacidades, para dirigir un nuevo Laboratorio de Fisiología General en Madrid. Entre los discípulos de Juan Negrín se encuentran Severo Ochoa o Francisco Grande Covián. La teoría del político socialista sobre las "substancias receptivas" fue revolucionaria, y acertada, en su época.

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