domingo, 24 de junio de 2012

DE NUEVO AQUÍ

De nuevo aquí, tras aprovechar este tiempo para vivir experiencias que de otra forma nunca podría haber realizado. Aunque no suelo hablar de mi vida privada, creo llegado el momento de relatar algunas cuestiones personales, que permitirá al amable lector conocer en que  he ocupado este período de relativo descanso. A pesar de que una semana y media pudiera parecer tiempo escaso, en mi caso la cantidad de experiencias vividas demostrará que todo depende de como se ocupe cada minuto, cada hora y cada día. Pero no me enrollo y paso a poner negro sobre blanco este repertorio de vivencias acumuladas.
En un principio busqué encontrarme a mi mismo y experimenté con las religiones, como forma de contener ese ansia que me corroía, y que, seguramente, el lector habitual ha comprobado que vuelco en cada entrada de este blog. 
Comencé por profundizar en lo más cercano, el Catolicismo, llegando a ser cardenal durante tres horas; tiempo que aproveché para casar a un heredero al trono con una plebeya. La experiencia resultó gratificante, muy gratificante diría yo, pero no conseguí llenar ese vacío existencial que tanta zozobra me genera. Descubrí pronto que tal profesión de fe no constituía un bálsamo a mis cuitas interiores y duré poco, para desencanto de mis compañeros, entre la grey del Señor.
Inmediatamente, mientras decidía cual sería la mejor propuesta religiosa para saciar mi desazón, ocupé mi tiempo realizando un curso en una Alta Escuela de Negocios. En un breve tiempo me puse al día sobre aquellas cuestiones que tanto asustan y afectan al ciudadano de a pie. Mi nueva capacitación me permitió ser contratado en el F.M.I. y... sí, yo propuse lo de la subida del I.V.A., la bajada de sueldo de los funcionarios y demás medidas para ayudar a salir a éste, nuestro amado país, de la crisis.
No parecía que los nuevos derroteros que había tomado aliviaran mi malestar interno, demasiadas críticas a mi bienintencionada actuación. Por tanto reñegué de mi nuevo desempeño  y volví a las religiones. Allí debía encontrarse lo que fuere que buscaba.
Primero probé el budismo, tan de moda entre el famoseo y artisteo vario. Además de encontrar cierta paz en mi ser, también debo reconocer que, con tanta dieta, mi estómago mostró una alarmante incapacidad para situarse a la altura de mi mente y decidí abandonar el seguimiento de tal creencia. Sin embargo, de todo hay que sacar provecho y a renglón seguido empece a vender mis conocimientos sobre la fe de Buda en el conocido Top Mantra. Los eurillos que saqué de tal actividad los invertí en una kipá e inmediatamente empecé a adentrarme en la religón judía. Debo reconocer que aproveché mi operación de fimosis, muy anterior a este momento, para adentrarme en tal credo. De otra manera ni de coña hubiese profundizado en la ley mosaica. Todo iba bien hasta que me di cuenta de que en los ágapes faltaban elementos como el jamón y el chorizo. De nuevo mis tripas se impusieron a mi deseo de conocer la verdad y abandoné esta milenaria religión.
Aún así y todo no me desaminé y seguí con la idea de llenar mi horadado ser con buenas acciones. Necesitaba encontrar la paz.
Aprovechando mis nuevos conocimientos sobre economía asesoré durante un tiempo a de Guindos. Le intenté explicar que eso del Mercado se componía de unos tipos con mucha pasta, o que manejaban mucha pasta, y que sólo quieren ganar dinero muy rápido y cuanto más mejor. Pero, de nuevo, abandoné cuando me espetó que esto no era Uganda y que él era un profesional de esto. ¡Maldita sea, no encontraba mi lugar!
Tras ello me embarqué en la carrera espacial y reconozco que he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser...
Pero viajar tan lejos de casa, encima con unas dietas de miseria (hasta aquí han llegado los recortes), no me llenaba lo suficiente. Nuevo cambio de rumbo.
Por un momento pensé que el mundo de la televisión abrigaría mi gélido malestar moral. Rodé varios programas, como protagonista de Callejeros. Me dediqué durante un tiempo a recoger y vender chatarra. Posteriormente fui inmigrante ilegal en España y toda una serie de peripecias que no narraré por falta de tiempo y por respeto al lector. Todo para completar metraje para el citado programa. Pero no encontraba en aquella inmersión en lo más sórdido de nuestra sociedad la felicidad que llenase mis entrañas.
En estos días de fútbol y espinas no me quedó otra opción que dedicarme a tal deporte y ejercí de 9 y de media punta durante los partidos de la selección española. En ambas demarcaciones demostré mi capacidad para introducir la pelotita en la portería contraria. Sin embargo, país de insatisfechos, las críticas arreciaban y nadie parecía comprender mis desvelos y buen hacer balompédico. De nuevo me encontraba en la encrucijada: decidir entre lo bien hecho, que podía achicar penas y vacíos vitales o soportar el desdén y la inquina de mis conciudadanos. Sin demasiadas dudas resolví el asunto, siguiendo las sabias palabras de aquel famoso erudito español ya fallecido: !A la mierda! Un nuevo fracaso en mi búsqueda.
Finalmente, tras mucho probar, decidí que lo aquella cosa que más me realizado en los últimos tiempos es garrapatear letras en este blog y asumí que para poco más sirvo, si es que sirvo para esto. Mi elemento vital lo constituía este blog y las majaderías que en él vierto. Sin embargo, desde hace tiempo era consciente de la limitación que suponía la gran cantidad de entradas que publicaba. Además de suponer un esfuerzo físico e intelectual, la calidad de lo publicado distaba, cada vez más, de lo deseado por mi. Para que esto no ocurra he decidido disminuir el número de entradas, entre cuatro y cinco semanales, semanales, sin sentirme en la obligación de publicar por ser lunes o martes. No seguiré en ese aspecto patrón alguno y serán las ganas o la necesidad de escribir lo que haga, o no, que un determinado día aparezca una nueva entrada.
Debo confesar que hace un tiempo consideraba que este blog me podría servir, desconozco de que me manera, como trampolín para empresas mayores, por lo que estuve bastante preocupado por captar lectores y tener un gran número de seguidores. A fecha de hoy este aspecto me importa una higa y prefiero escribir para mi y, de paso, conseguir un cierto número de lectores que me sigan con asiduidad, sin considerar trascendental el número de personas que leen esta página. Me llena más que la persona que acceda a este blog, aún sin compartir todas mis ideas, o ninguna, se encuentre a gusto a medida que lee líneas y párrafos. El resto son pretensiones, desde cierto punto de vista pueriles.
Gracias a todos los lectores por seguir este blog y por vuestra paciencia.
Un saludo.

4 comentarios:

Piedra dijo...

Buena elección, aunque realmente es la única honorable de las citadas.
El problema de las otras es que solo pareces haber vivido la parte mala; de obispo podías haber tenido una amante, varios hijos y una gran fortuna, de economista o futbolero, más o menos lo mismo, además de varias cuentas en paraísos fiscales. El problema es que además parece que pretendieses mantener tu dignidad y tu cerebro en funcionamiento y todo no se puede tener en esta vida.
En fin, felicidades por la elección y aquí seguiremos a ver que se te va ocurriendo.

PACO dijo...

Hola Piedra.
La verdad que sí, que ninguna de las opciones, quitando la de ser un replicante, parecía una buena opción.
Me alegro de tenerte de nuevo por aquí.
Un saludo.

isabel lagar dijo...

Qué bien que hayas vuelto. Menos mal que tu entrada es solo ficción. No podría imaginar que te reencarnaras en cualquiera de esos personajes. Te borraría de mi lista de amigos ya. Afortunadamente, te tenemos como siempre, con mucho humor e ironía. Espero que hayas descansado.

Saludos

PACO dijo...

Hola Isa.
Efectivamente, he volvido, que diría de Guindos en su carta de rescate, y me alegra mucho ver por aquí a la buena gente de siempre.
Un saludo y nos vemos pronto.