domingo, 10 de junio de 2012

LLEGÓ EL RESCATE

Con el inepto de Rajoy enfrascado en batallas futboleras y con un de Guindos dando su estólida cara ha llegado el rescate. Un rescate para el sistema financiero, los bancos, dotado de 100.000 millones de euros, por el momento. Este sistema financiero, que tan bien funcionaba y se constituía en ejemplo de funcionamiento bancario en todo el orbe. 
Olvidémenos de los test de estrés, estúpidos burócratas que venían a llenar la tripa, que hablaban de solidez del sistema. Enterremos la defensa encendida de nuestros bancos de otro inepto burócrata, Miguel Ángel Fernandez Ordóñez, que fue santo y seña de sus seis años de despropósitos. Dejemos de lado las declaraciones de José Luis Rodríguez Zapatero y sus títeres alabando el buen funcionamiento de bancos y cajas. Nada era verdad. Todo constituía parte de esa connivencia entre políticos y el poder económico que nos ha llevado al desastre.
Este país con cinco millones y medio de parados, el auténtico desastre, se ha visto asfixiado por una banca privada que no cumplía con su función: suministrar dinero a empresas y ciudadanos, lo que ha provocado el cierre de empresas, sobre todo pequeñas y medianas, con el consiguiente aumento de parados y del déficit (a menor número de trabajadores, menos ingresos para las arcas públicas, a mayor número de parados, más gastos para pagar lo que legítimamente corresponde esos trabajadores que han perdido su empleo).
Resulta evidente que la reforma laboral, la semiesclavitud consentida, no constituía una prioridad, porque ni ha dado resultados ni era esa la cuestión prioritaria para que la economía patria empezara a repuntar. Otros paquetes de medidas, recortes de derechos, parece que tampoco incidían sobre la base del problema: el calamitoso estado de las cuentas de las entidades privadas de crédito. Por tanto la política emprendida durante los primeros meses constituía un parche para castigar al ciudadano y contentar a los neoliberales, propios y ajenos, intentando que la tormenta amainara. Prueba de ello lo constituye la primera reforma del sistema financiero, los bancos, emprendida por este gobierno hace unos meses. Mucha pompa, mucho boato en la presentación de las medidas (recuerdo como periodistas de derechas elogiaban la capacidad de de Guindos y su sapiencia) que suponían una huida hacia delante, esperando que el lobo se cansara de correr y desistiera en su interés por conocer los entresijos de nuestro sistema bancario.
Desde esta páginas se ha reivindicado la idea de que la banca, su funcionamiento anómalo, era el gran problema de este país. Se ha  explicado hace tiempo, en varias entradas, que el problema no era de productividad, competencia del trabajador o zarandajas similares, como nos han intentando hacer creer por activa y por pasiva la pandilla de mandriles neoliberales que copan los medios. En todo caso la competitividad, la productividad y todas esas palabras acabadas en dad se veía afectada cuando los empresarios no realizaban una gestión correcta de los recursos humanos que tenían a su disposición. No es comprensible que con salarios medios de los más bajos de Europa no consigamos ser competitivos, que en diversas ramas sí que los somos, y mucho.
A uno le parece que la cuestión es bastante más preocupante de lo que nos puede parecer a los que vivimos aquí. La intervención de Obama, el F.M.I., de organismos europeos para convencer a la Merkel de que no ponga sus garras sobre España (de hecho Alemania, junto con Holanda y Finlandia, constituyen el núcleo de países duros de la U.E., y estos dos últimos países mostraban sus reticencias ante este tipo de rescate light). Esa presión, trasladada al Gobierno del desaparecido Señor de los Hilillos, el lector impenitente del Marca, ha agilizado la resolución inicial del asunto. El hecho de que el F.M.I. no haya puesto dinero, que lo pagamos todos los ciudadanos, pues el F.M.I. no imprime dinero, para no imponer sus draconianas y genocidas condiciones, la escasa o nula oposición de una Merkel, que hace un mes no hubiera entrado por el aro de este rescate sin grandes contrapartidas, constituyen un indicador de por donde van los tiros. Anoche escuchaba en una emisora de televisión que el dinero destinado a España es diez veces superior al agujero de Lehman Brothers, la casa de ineptos y estafadores cuya caída desencadenó la crisis.
Una de las excusas que se dan para justificar este crédito se basa en las próximas elecciones griegas. Intentan que los partidos afines a la ortodoxia de la U.E. ganen votos, y de paso las elecciones, para así poder seguir destrozando el país a modo (no recuerdo que comisario europeo reconocía que "tal vez" se hayan equivocado con la actuación salvaje e inhumana, eso lo añado yo, que han obligado a poner en práctica en Grecia. Hace falta ser hijo de mala madre para decir eso con el estómago lleno, muy lleno, mientras las personas se suicidan por desesperación). Desconozco lo que pensarán la mayoría de ciudadanos griegos, pero lo que yo sentiría al ver como a España se le da dinero a troche y moche, sin apenas tocar las narices a los ciudadanos por ello (algo nos tocará, seguro), mientras compruebo en mis propias carnes que esos mismos que dan dinero alegremente a los bancos de otro país no han dudado en enseñarse conmigo y con los míos, a mi me llevaría a pensar que a esos hijos de puta les iba a votar su puta madre.
Por cierto, cuando se habla del rescate español se suele comparar nuestra situación con Grecia, según los gurús lo de los helenos era mucho peor y no tenía nada que ver, sin embargo se olvidan de que Irlanda, intervenida hasta las trancas, llegó a esta situación por no poder la deuda de su banca privada, su gobierno se comprometió a pagar hasta el último euro a todos aquellos que tuvieran dinero invertido en ella. Cruel paradoja para los irlandeses, que han visto descender su calidad de vida, aumentado significativamente el número de irlandeses que abandonan la isla para buscarse las habichuelas. Esta vez no ha sido una enfermedad en la patata, como en el siglo XIX, la que ha impulsado a emigrar a sus habitantes para no morir de hambre. Esta vez la voracidad de unos estúpidos y la imposición de medidas por parte de organismo internacionales han causado esta migración. Cuando se ha asegurado mediante la técnica el sustento de la población, unos estúpidos consiguen retrotraernos a las circunstancias, más atenuadas, de hace un siglo y medio.
En este momento todavía quedan interrogantes por resolver sobre aspectos cruciales del rescate a la banca de este país. Parece que el interés a pagar rondará el 3%, que en un principio se contabilizará como gasto del Estado, más deuda que deberemos pagar entre todos para salvar la situación creada por ineptos e incompetentes, que la gran mayoría se irán de rositas.
La cuantía total del dinero que se invertirá en la banca, y en cada banco en particular, también se desconoce. Aunque el F.M.I. hablaba de cuarenta mil millones de euros la cosa no parece nada clara y la U.E. ha multiplicado dicha cifra por dos y medio, por si las moscas.
Sobre las imposiciones al Gobierno a cambio del dinero recibido no se conoce nada, de hecho de Guindos ha negado tales imposiciones, pero se empiezan a escuchar cuestiones como la subida del I.V.A. o el diseño de una nueva reforma laboral, aún más agresiva, ¡qué viva la esclavitud! Aunque estos aspectos, que aparecían en periódicos como El País, aún no han sido puestos sobre el tapete público. Ya veremos las siguientes semanas que sorpresas nos deparan.
En el fondo lo ocurrido ayer supone intentar atajar los destrozos causados en década y pico de ladrillo, especulación, descontrol del regulador y complicidad interesada entre los políticos y el sector económico, que en muchas ocasiones se confundían, y se siguen confundiendo. Ya no vale la excusa de que somos los ciudadanos los que hemos causado el desastre por vivir por encima de nuestras posibilidades. Todo se ha aclarado de golpe, si es que alguien tenía alguna duda: los gestores políticos y económicos con su forma de actuar en beneficio de unos pocos han consentido que los ciudadanos de este país suframos un deterioro significativo en nuestra calidad de vida. Desde mi modesto entender todos los protagonistas de este desaguisado social y moral, desde la época de Aznar hasta hoy mismo, deberán ser responsabilizados y juzgados por su actuación negligente, que roza en lo criminal, pues su posición y su dejación de funciones ha implicado la desgracia absoluta para millones de ciudadanos españoles.
Sin embargo en este país no ocurrirá nada o casi nada de lo narrado anteriormente, ¡ojalá me equivoque! La prueba más contundente de ello la tenemos en que un tipo que en 2002, ocupando responsabilidades de gobierno, que dijo que era bueno que las familias se endeudaran con el ladrillo, en 2012 sigue ocupando el mismo cargo que hace diez años, Ministro de Hacienda.
Un saludo.


2 comentarios:

isabel lagar dijo...

Esto es un desastre. Solo deseo ver como todo esto se desploma. Yo tengo la convicción de que esta situación no va a ser eterna, de que estos van a caer como cayeron los nazis, por ejemplo. Estamos sometidos a un genocidio silencioso, callado. Con todos estos últimos eventos ha quedado claro más que nunca que las personas no les importamos. Son ellos mismos los se importan a sí mismo y su culo el que tratan de salvar coom sea. Yo sé que esto es un genocidio silencioso y que dentro de unos años miraremos atrás y nos sorprenderemos de lo lejos que pudieron llegar. Pero tengo la esperanza de que este desastre en el que estamos sumidos acabe de una vez porque es insostenible por sí mismo y lo es por lo descabellado y voraz en lo que se está convirtiendo. Sueño, como todos, con un mundo mucho más humano, más igualitario, más sostenible, más ecológico y más seguro. Creo que es posible, pero hace falta que todos estos desaparezcan y que el sistema se derrumbe para todos para reinventarlo de nuevo. Estoy convencida de que después de estos oscuros años vienen años mejores. Y creo que la fuerza de todos nosotros lo puede conseguir. Espero que así sea. La necedad y la maldad no pueden ser eternas.

PACO dijo...

Hola Isa.
Todo llegará.
Como ya he dije en una entrada habrá cambios a corto/medio plazo, pues como tú refieres esto es insostenible.
Pero los cambios a largo plazo son inevitables. Aún en el mejor de los escenarios, que vuelvan a pagar salarios dignos a los trabajadores el sistema colapsará, pues los recursos son finitos y no se puede consumir sin ton ni son ad infinitum. Este sistema basado en consumir, consumir, consumir tiene fecha de caducidad.
Un saludo.