jueves, 10 de noviembre de 2011

HAGAMOS CUENTAS

Aspiro a que la entrada de hoy sea corta, muy corta, pues sólo pretendo que el lector reflexione sobre un asunto.
Día tras día, semana tras semana, año tras año, los medios de comunicación, que no información, nos presentan casos de corrupción, que afectan a cualquier partido y estamento del país. Da igual que se trate de los grandes partidos de ámbito nacional, que los partidos regionalistas o nacionalistas, no parece ser importante el mayor o menor ámbito de poder, pues los casos de corrupción aparecen en la administración central, en la autonómica, en la municipal o en el ámbito provincial. Es indiferente que se trate de instituciones presuntamente espirituales, como la Iglesia Católica, que de una de las instituciones más valoradas, vete tú a saber porqué, como es la monarquía. En cualquier institución, en cualquier lugar y en cualquier momento nos encontramos con casos en los que el dinero público, el proveniente de los impuestos que pagamos todos los ciudadanos, se desvía de manera ilegal a bolsillos en los que no deberían estar.
Bien es cierto que son pocos los casos en los que el político se lo lleva directamente, generalmente necesita un socio colaborador para perpetrar dicha acción corrupta y éste suele ser un empresario, de los de toda la vida o neófito (de ésos que se hacen empresarios para trincar), tanto da que sea pata negra como un sucedáneo creado al efecto, lo triste es su acción, su forma de actuar.
No me quiero enrollar con el tema de las cuentas opacas, los paraísos fiscales (sobre los que ya hablé algo en una ocasión y, seguramente, volveré a hablar) y las formas de hacer "desaparecer" el dinero, pues poco va a aportar al razonamiento de hoy. En lo que me quiero centrar es en que estos mismos tipos, los políticos, en ellos incluyo a los cargos económicos electos a dedo para ostentar el mandato de instituciones económicas públicas, y los empresarios son los que nos hablan de austeridad, de control del gasto, de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y de la madre que lo parió. Es más, algunos políticos y empresarios han defendido a corruptos tras existir dudas más que razonables sobre su honestidad (la presunción de inocencia está muy bien, pero cuando te llevan con grilletes y ocupas un cargo público, aunque sea representando a un colectivo empresarial, la cosa pinta mal y, por decencia, lo mejor es volver a tus cuarteles de invierno) y esos mismos tipos se permiten hablar de ajustarse el cinturón, de dispendios o del gratis total. 
A uno le viene a la cabeza, una vez más, el título de un directo de Extremoduro: ¡Iros todos a tomar por culo! y, añado yo, iros a engañar a vuestra tía, la del pueblo. 
Simplemente le invito al lector a que sume la cuantía de todos los dispendios producidos por parte de los políticos en todas las administraciones que conozca (no olvidemos que un dispendio es una forma de favorecer a alguien), a eso añadámosle los casos de corrupción que conozca y dinero dedicado a estamentos de diversos tipos que se han dado para evitar tener problemas y dele a la tecla de la calculadora. Apunte esas cantidades, que seguramente representarán una parte pequeña del dinero derrochado y robado por corruptos, pues carecemos de toda la información necesaria para hacer un cálculo real, y compárelas con el dinero que se han "ahorrado" las diferentes administraciones en los tres últimos años para no crear deuda. Las conclusiones se las dejo al amable lector.


Un saludo.

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