jueves, 26 de mayo de 2011

MÁS BUFONES EN EL PAÍS DE LA ASTRACANADA

Uno tiene la impresión, vete tú saber porqué, de que tras las elecciones el festival de humor patrio sigue su discurrir, con éxito de participación y de público, al menos de cierto tipo tipo de público. No repuestos aún de mensajes electorales con cierto contenido lisérgico, se suma a la feria de humor nacional todo tipo de personajes, que con sentido del ridículo y la decencia, o sin él, desean aportar su granito de arena al despropósito hispano. La última aportación al respecto proviene de los empresarios, de uno de ellos (creo que de José Antonio Segurado, no lo puedo asegurar totalmente, pero la voz me pareció la suya), que con sus reflexiones provoca la hilaridad general, así como mucha indignación entre mucha gente de bien. La interpretación que de la crisis hace en su corto soliloquio el empresario, muestra como a través de una interpretación excéntrica y marxista, de los hermanos Marx, de la economía se pude alcanzar el más perfecto surrealismo, ni la conjunción de Dalí y Magritte hubiesen conseguido tal acercamiento al concepto, para deleite de propios y escarnio de extraños.
En su monólogo, basado en el llamamiento a la lástima que se ha de sentir por el desvalido empresario, se observa como el actor/empresario no tiene problema alguno en derribar el mito de empresario/emprendedor, creado en los últimos años con sumo esfuerzo por parte de políticos, teóricos del neoliberalismo y plumillas varios, a través del cual podíamos entrever que dichos personajes, los empresarios eran la reencarnación de aquellos conquistadores extremeños del siglo XVI, capaces de desobedecer al rey por ambición, de trazar líneas sobre la arena que delimitaban la aventura incierta  de la obediencia ciega, de asesinar y torturar, de seducir a hijas de reyes a los que anteriormente habían matado o de mostrar sus agallas enfrentándose a grandes imperios o remontando el desconocido hasta ese momento Amazonas en cáscaras de nuez. Se te caen los palos del sombrajo al comprobar como se presenta al emprendedor del siglo XXI español, no como el hombre bragado (la mujer empresaria también es bragada, aunque uno tendía a imaginarse a la mujer emprendedora como Sharon Stone en Instinto Básico, mujer de armas tomar, atractiva, con escasa o ninguna ropa interior y capaz de conseguir que los hombres perdamos la noción de la realidad, diluida ésta en unos labios carnosos y unas piernas sin fin, pero parece ser que sólo se trataba de conjeturas de un pobre diablo como yo y que por mucho que nos hayan vendido la imagen de la mujer empresaria poco más o menos como la de un titán, resulta que son mujeres normales. ¡Qué desilusión!) y decidido que ha de llevarnos a conquistar nuevos imperios para el bien común, si no como a un tipo que las condiciones económicas le obligan a reclamar mejoras en su dura vida.
El humorista en cuestión, creo que Segurado, se largó un discursito en el que nos mostraba las dificultades del empresariado, incapaz, al menos según él, de soportar las duras condiciones económicas, por lo que exigía que variaran las reglas del juego (entre ellas pagar menos por el despido, tanto en días como en años computados como tope para calcular dicho despido), para facilitar la vida del empresario. Si no fuera porque hace un año se ha realizado una reforma laboral??? que, pretendidamente, debía ayudar a crear empleo, contando para ello con una reducción del pago por despido, a uno le parecería un intento, no muy loable, de arrimar el ascua a su sardina, pero, amigo mío, las cosas nos son así. Se trata, una vez más, de una interpretación torticera y lamentable de la realidad. El problema que tienen muchos empresarios no es como despedir, más bien es como conseguir dinero para que sus negocios sigan abiertos. Se nos intenta vender la moto de que para crecer hay que poder despedir barato, sinsentido de tamaño descomunal. A nadie se le ocurre que para correr más lo mejor es cortarse los dedos de los pies, pues de esta manera pesas menos. Cualquier persona que desee correr más y más rápido lo que hará será trabajar, entrenar, más y alimentarse en condiciones. Pues una empresa es igual, el trabajo bien realizado, trabajar por trabajar (figurar) es perder tiempo y dinero, más el capital necesario lograrán, casi con total seguridad, que el negocio funcione. Preocuparse por cortarse los dedos, despedir, es una colosal majadería. Aunque, en realidad, no constituiría tal majadería si lo que pretendieran, y pretenden, fuera utilizar a los trabajadores como pañuelos de usar y tirar, al menos en el aspecto emocional. Me explico. Cuando yo empecé a trabajar aprendí que el capital humano era parte importante de cualquier empresa. Tanto la formación, como el menos valorado ambiente de trabajo, constituyen dos puntales de cualquier empresa, especialmente si éstas no son mastodónticas, ésto es lo que se conoce, o debiera conocer, como capital humano. Sin embargo, nuestros empresarios se empeñan en obviar estos dos aspectos como parte fundamental del funcionamiento de las empresas. ¿Por qué? Para extender la sensación de miedo entre los trabajadores, que, con las sucesivas reformas, pueden ser despedidos cada vez con mayor facilidad. Dicha facilidad de despido lo que conlleva es conseguir trabajadores temerosos de perder su puesto de trabajo, más aún viendo como está el patio Trabajadores que son capaces de cumplir con los requerimientos de los empresarios, aunque éstos no se ajusten a las obligaciones que aparecen en el contrato firmado por ambas partes.  En el fondo buscan siervos sumisos, que en muchos casos tapen la incapacidad de ciertos empresarios para mantener sus empresas, o los beneficios de las mismas (no olvidemos que a veces el problema, al menos según los empresarios, no se trata de que se encuentre en números rojos, sino de que no ha ganado el dinero previsto), utilizando su inteligencia y sus conocimientos. En el fondo optan por el camino más fácil: putear al eslabón más débil de la cadena, pues con la banca no se atreven, todavía no he visto ninguna sentada, cierre patronal o similar para presionar a la banca para que les concedan más créditos, que es el verdadero problema de la pequeña y mediana empresa. Por tanto, cualquier medida que propongan los empresarios en este aspecto no se puede calificar de otra forma que no sea de opera bufa y mascarada. En el fondo demuestran su incapacidad para agruparse con la finalidad de solucionar el problema real que tienen: la falta de créditos (por cierto, en este aspecto la banca tampoco cumple con su misión: dar créditos para engrasar el sistema económico). En vez de movilizarse contra aquello que no les permite crecer, cargan contra el trabajador, él que les compra sus productos, culpabilizándole de su inutilidad y cobardía a la hora de encararse con la banca. Bonitos creadores de riqueza que, por cierto, nada dicen de la cantidad de "ayudas" que reciben cuando inician sus negocios (este año, por motivos de trabajo, he conocido el mundo de las subvenciones a la gente que comienza con un negocio propio y, aunque suelen tardar en llegar, puedo asegurar que en el lugar que vivo son bastante cuantiosas y afectan a aspectos como la compra de material, maquinaria o el tipo de interés de los créditos), ayudas que, por cierto, salen, entre otros lugares, del bolsillo de esos trabajadores cuyo despido constituye una pesada carga para muchos empresarios.
De todas formas, siguiendo el absurdo razonamiento del empresario en cuestión (esas que hablan de situación insostenible), podríamos, no con menor razón, asegurar que las condiciones del ciudadano medio deberían mejorar, pues para muchos subsistir económicamente se ha convertido en un problema y, por tanto, se debería subir los impuestos a los que más tienen para, repartiendo ese dinero, conseguir que los más afectados por la crisis  En el fondo no es más que una forma de crear riqueza: a mayor gasto, mayor producción y con ello más empleo. Como se puede comprobar los más afectados por la crisis, si se dan las condiciones adecuadas, también crean riqueza. No sólo la crean, si no que la redistribuyen de manera equitativa: entre el tendero de la esquina, la gran superficie comercial, la zapatería de barrio....
¿Alguien ha oído llorar al portavoz de los parados de este país, alegando que no se dan las condiciones económicas necesarias para que creen riqueza? No. ¿Alguien puede demostrar que mi propuesta sea menos buena que la de los empresarios? No. Además no aumenta el déficit, cuestión que, pese a quien pese, no es tan importante, de hecho Alemania y Francia se han saltado el tope del déficit establecido por la U.E., mientras países como España no lo hacían, y ahora, con más déficit que España, sus economías parecen crecer mucho más que la nuestra.
En este país existen muchos bufones. Muchos de ellos aparecen cuando el viento sopla a favor, lo hemos visto cuando el PSOE copó el poder y aparecieron los políticamente correctos y lo vemos ahora, cuando el PP ha ganado y los empresarios lanzan a los cuatro vientos sus proclamas fascistoides, pero todos tienen algo en común: les importa una mierda el ciudadano o el conjunto de ciudadanos de su país. Para ellos los intereses propios, las verdades propias, las que les permiten vivir a cuerpo de rey, constituyen su única doctrina. Por tanto, no puede quedar más claro que las necedades del fulano que habló en nombre de los empresarios, esas que se quieren vender como verdades absolutas, sólo representan los intereses de unos pocos y no el bien colectivo. No sólo eso, además muestran la cobardía de estos tipos,  que en vez de luchar para solucionar la causa real de los problemas, carga contra el más débil, con argumentos tan ridículos como insufribles.
Un saludo.

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