jueves, 5 de mayo de 2011

PERIODISTAS Y PERIODISMO. REALIDAD CON MUCHA FICCIÓN

Hace dos o tres días, no recuerdo con exactitud, desde los medios de comunicación se nos bombardeaba con una noticia basada en ellos mismos, concretamente en los periodistas que veían dificultada, cuando no imposibilitada, la realización de su trabajo, debido a coacciones, amenazas, encarcelamientos injustos, torturas, e incluso la muerte que sufren, algunos de ellos para ser exacto, por el mero hecho de intentar realizar su trabajo: informar. A nadie se le escapa que dichas situaciones, al menos las que nos presentan en este informe, se producen, básicamente, en aquellos países regidos por dictadores, o dictaduras institucionalidas bajo unas siglas, o en naciones o zonas del planeta en guerra. En otras palabras: parece que el gran enemigo del periodismo, y de los periodistas, son las dictaduras y las guerras.
La verdad sea dicha, tal como se presentan los datos, el oficio de periodista destila dedicación, sacrificio extremo y una moral y forma de entender la vida, pareciera que la palabra abnegación es su seña de identidad, inmaculada, superior a la del resto de los mortales que habitamos en este nauseabundo planeta, dónde va a parar. Uno empieza a considerar que junto a superhéroes como Superman, Batman, El Capitán América y Superlópez, sólo podemos situar a los periodistas, adalides de la verdad y el bien.
La verdad, tras esta exposición me entran ganas de dar por concluida la entrada de hoy. ¿Qué más decir? ¿Puede haber algo más bello y sacrificado, simplemente por el amor a la profesión, que ser periodista? Pues claro que sí: albañil, mecánico, ama, o amo, de casa, mujer de la limpieza, barrendero...
Para comprobar que tal cosa es cierta, deberíamos abordar un asunto trascendental: ¿qué es un periodista? y ¿cuál es su función? Dicha reflexión nos ayudará a comprender que ser periodista es un oficio más, pero, sobre todo, a discernir una realidad descarnada: muy pocos de los que dicen ser periodistas ejercen realmente tal profesión.
Empecemos a desbrozar el camino sin más dilación, tirando de diccionario para comprender algún concepto basico, que se convertirá en piedra angular de todo lo que ha de seguir.
Periodista es la persona que se dedica al periodismo, mientras que podemos definir el periodismo como "la captación y tratamiento, escrito, oral, visual o gráfico, de la información en cualquiera de sus formas y variedades". Pero aún nos queda por conocer la definición de información, que es la siguiente, según el Diccionario de la R.A.E.,: "comunicación o adquisición de conocimientos que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada." O sobre un hecho determinado, añado yo. En definitiva el periodista es aquel profesional que se dedica a transmitir informaciones sobre sucesos o acontencimientos , de manera objetiva, para que los ciudadanos conozcan los mismos y se formen una opinión. Al menos así entiendo yo el periodismo y esa es la idea que intentan transmitirnos desde los medios de comunicación sobre el oficio.
En realidad, la gran mayoría de las personas que se dedican al periodismo no cumplen ni por asomo con estos requisitos. Más bien al contrario, distorsionan la realidad, de manera artera, buscando congraciarse con las empresas que le han contratado, sin importar mucho que lo que transmiten sea la verdad, media verdad o un cuarto de la verdad. En muchos casos lo único que intentan es conservar su puesto de trabajo, comprensible en quien está empezando y lo tiene crudo, no tan comprensible en gente que ostenta cargos de responsabilidad o que se autodenominan periodistas, a uno le viene a la cabeza uno con tirantes, que se ajusta perfectamente a este perfil de pseudoperidiosta, que alardea continuamente de su objetividad, tan inexistente como Raticulín, y de la profundidad de sus informaciones, deformaciones en muchos casos. Pero, ni tan siquiera en este aspecto son originales los periodistas actuales. La lucha por el control de la información es consustancial a la existencia de clases, buscando las más afortunadas transmitir al resto la información que desean para conservar su posición. Sin embargo, tras la aparición de la Ilustración, propuesta que, en el fondo, persigue el ascenso de la burguesía al poder,  cuando esta batalla se vuelve encarnizada. La libertad de prensa se convierte en uno de los estandartes de la lucha por las libertades de los Ilustrados, respondiendo, generalmente, desde los gobiernos con la censura previa o posterior a toda aquella prensa, o panfleto,que no defiende o sigue sus tesis.
Pero la libertad de prensa, al menos para editar noticias sin sufrir censura previa (eso es lo que conocemos como libertad de prensa, aunque dista mucho de la libertad para transmitir sucesos objetivos, que yo considero libertad de prensa, lo otro es sensacionalismo o crear opinión), no supuso la panacea para los ciudadanos, básicamente porque no implicó la consecución del tan ansiado conocimiento de los hechos de manera objetiva, o lo más cercano a la objetividad posible. A uno le viene a la cabeza la importancia que la prensa tuvo en la formación de opinión en 1898, concretamente en la Guerra de Cuba, tanto en EE.UU. como en España. En el país norteamericano los magnates de la prensa William R. Hearst, en quien se basó Orson Welles para el personaje de Kane, de la película "Ciudadano Kane", y Joseph Pulitzer, sí, el de los premios de periodismo, ésos que ensalzan el verdadero periodismo, manipularon a los ciudadanos, distorsionando la realidad para crear una opinión favorable hacia la intervención estadounidense en la que sería la Guerra de Cuba. La prensa española tampoco se quedó atrás y alentó la confrontación con la naciente potencia, minusvalorando la capacidad del rival. Como podemos observar todo un ejemplo de objetividad y de transmisión objetiva de noticias, con la finalidad de que el mismo se forme una opinión.
Como hemos podido comprobar la libertad de prensa no significa información, basta hacer un recorrido por las diferentes cadenas de televisión, o de radio, en la franja horaria que va de las 14,00 horas a las 15,30 horas, para comprobar lo dispar que puede ser un mismo hecho, según quien lo cuente o, más concretamente, para quien trabaje quien lo cuenta (¡ojo! A veces, sólo a veces, los que trabajan en un medio eligen trabajar en tal lugar por afinidad ideológica). 
Tal vez debamos volver por un momento al mundo conceptual o teórico, para poder seguir la entrada con una mínima coherencia. La prensa, al menos formalmente, debe mediar entre los sucesos y los ciudadanos, siendo éstos los que deben formarse una opinión a través de los datos objetivos, o lo más objetivos posible, que la prensa debe presentar. Sin embargo, lo que estamos acostumbrados a sufrir no es otra cosa que la presentación de opiniones ligadas a las noticias como un todo. No sólo eso, que pudiera parecer un fallo, sólo parecerlo, tampoco es infrecuente la presentación de opiniones que son vendidas como noticias. Todo ésto provoca que hacer el ejercicio recomendado en el párrafo anterior, ver o escuhcar los informativos de diferentes medios,  lleve a la confusión, debido a la falta de uniformidad en los datos que se arrojan sobre una misma noticia, arrimando el ascua a su sardina, a veces inventando directamente lo que se transmite (los de Interlobotomía son unos genios en este aspecto), uniformidad o coincidencia en los datos que se nos transmiten, que no implican otra cosa que se intenta presentar la verdad desnuda, sin aditivos ideológicos.
Tras lo expuesto, parece necesario que todos estos medios de comunicación, que no de información, adviertan  a los ciudadanos sobre cuales son datos objetivos y cuales son opiniones, tan válidas como las de cualquier otra persona de los periodistas o del grupo de información. Sé que existen más formas de manipular la realidad presentada: omitir o dar importancia a una noticia, lugar que ocupa la misma en un noticiario o periódico, dar importancia a una parte de la misma, obviando o minimizando el resto, incluso la forma de presentarla, pero a uno le parece que es fundamental que los medios deslinden con claridad la información de la opinión. Tal vez en ese momento, y sólo en ese momento, uno tendrá la impresión de que cuando los supuestos periodistas, al menos algunos de ellos, apelen a la libertad de expresión y de prensa no estarán haciendo un paripé, a mayor gloria de sí mismos, ensalzando el periodismo y la libertad, cuando ellos son esclavos de la mentira, e ideológicamente lacayos de los dueños de los medios, presentando a los ciudadanos una visión de la realidad que, ante todo, conviene a sus jefes, no a la verdad ni a la libertad por la que tanto claman. En el fondo los datos que vierten respecto a las dificultades con que se encuentran los periodistas forman parte del show en que se ha convertido la información. Se muestran aquellos aspectos más peliaguados, desagradables o trágicos, para enganchar al personal, obviando aquellos circunstancias que constituyen el día a día y que tambien forman parte de la manipulación de la prensa, que, por supuesto, también sufren los periodistas: autocensura, manipulación de la información, deformación de la realidad, contratos basura que coartan la libertad del periodista si quiere conservar su puesto de trabajo... 
Es gracioso contemplar que entre el asesinato de una niña y la fiesta de Lady Chocho, podemos observar una noticia que trata sobre la persecución que sufren los periodistas por parte, casi en exclusiva, de dictadores y guerrillas. Como diría Manu Chao: "Mentira. Mentira la mentira. Mentira la verdad..."
Un saludo.

1 comentario:

isabel lagar dijo...

Algunas mañanas cuando me levanto me dedico a navegar por las emisoras buscando unos ratillos de risa. Hay periodistas que su sola presencia radiofónica o televisiva te auguran unos minutillos de risa por la gran tontería que van a soltar. Hace poco, tras el desastre de Japón, un periodista, creo que en Telemadrid, advirtió de que había que tener cuidado con los japoneses a ver si nos iban a pegar la radioactividad. No me digas que hay veces que no te pegas buenos ratos de risas escuchando a ciertos pazguatos. La tele y la radio se han convertido en todo un circo en que los trapecistas se pegan unas leches que te cagas y la audiencia se lo pasa pipa con sus numeritos.