domingo, 15 de enero de 2012

TRABAJADORES AL FIN Y AL CABO (I)

Leo comentarios de lectores en diferentes periódicos digitales cargando contra los funcionarios, a los que se les identifica como el germen de todos los males que padecemos. Uno ya está curado de espanto y no le da más importancia, lo más que hace es, en algún caso, contestar a alguno de esos iluminados desmontando sus argumentos. El más gracioso era uno que cargaba contra los maestros y exponía sin rubor que dentro de dicha carrera no existían las especialidades. Según él se debía adquirir esa especialización durante las vacaciones, de tres meses y medio según cálculos propios. Aparte del desconocimiento de los planes de estudio, aportaba su innegable estulticia a lo que supone especializarte en algo tan importante como la formación de nuestros hijos. Pero anécdotas aparate, resulta gracioso que el personal, trabajadores intuyo, focalice su malestar en determinados colectivos que, en líneas generales, poco o nada tienen que ver con la gestación y el desarrollo de esta crisis. Aunque he comenzado por los funcionarios, colectivos como los parados, los inmigrantes y algún otro son blanco predilecto de este tipo de personajes, que aspira a restar derechos o a criminalizar a ciertos colectivos para "mejorar" la situación. Curioso: cuanto más jodido esté el de al lado parece que mejor me va a ir a mi. Argumento digno de Marx, Groucho.
Respecto al tema de responsabilizar a los inmigrantes del hecho podemos decir dos cosas: existe un racismo patente y, en segundo lugar, existen estudios bastante serios realizados por sociólogos que demuestran que la lucha por ciertos nichos laborales, en este caso los menos cualificados, genera un "odio" hacia esos que los desempeñan, en muchos casos porque los empresarios les pagan una mierda y los inmigrantes están dispuestos a tragar con lo que sea. Nadie recorre miles de kilómetros o se juega la vida en una patera para morirse de hambre en su país de destino.
Pero éste no es el asunto que me ocupa hoy. El tema a tratar lo constituye esa falsa creencia, muy atractiva para los teóricos del neoliberalismo, que defiende que existen trabajadores privilegiados, que han de perder sus derechos para que todo funcione mejor. Sorprendente.


No hace falta ser un genio para comprender que en el mundo de la empresa todo funciona de la siguiente manera: un empresario contrata a uno o varios trabajadores para producir algo. Los trabajadores reciben un sueldo a cambio de su trabajo y el empresario o los accionistas se quedan con los beneficios (¡ojo! el hecho de no obtener beneficios no implica automáticamente que la empresa vaya mal, las inversiones requieren un pastizal y, en ocasiones, esas inversiones que dan más beneficios a largo plazo, requieren mucho dinero, por lo que los balances durante uno o dos ejercicios pueden ser negativos). Este mecanismo tan sencillo se basa, en teoría, en el interés común de los empleados y los dueños: cuanto más trabajo haya y mejor se haga éste, mejor nos va a ir a todos. Estas tesis, se acompañaban de sueldos dignos, para que los propios trabajadores pudieran adquirir los productos manufacturados. Todos contentos y, como se puede comprobar, bien sencillo. Sin embargo con las teorías neoliberales, las que desde los años 70 se empezaron a implementar, siguiendo las tesis neoliberales del "gran" Milton Friedman (las teorías monetaristas que hablaban de contener salarios son de este lumbreras), esa comunión de intereses era innecesaria, lo importante era que el empresario ganara más. ¿Para qué? Pues para que lo pudiera resdistribuir creando más riqueza. ¿Cómo? De eso no se habla nada, pues eso se deja al libre albedrío del empresario, accionista o lo que fuere. Pero repito, lo importante era que el empresario ganara más.


La consecuencia de estas opiniones, me resisto a llamarlas teorías, han sido evidentes: en la mayoría de países los rendimientos del trabajo (la parte del pastel que se llevan los trabajadores) han disminuido. Si bien en un primer momento ésto se pudo suplir con créditos, a día de hoy, con la crisis financiera, nos hemos encontrado de golpe y porrazo con la cruda realidad: los trabajadores ganamos menos, mientras muchas grandes corporaciones siguen ganando más. Resulta sorprendente, o no, que la aplicación de estas teorías hayan perjudicado seriamente en muchos países a la pequeña y mediana empresa, que falta de crédito y de consumidores esté sufriendo las consecuencias de estas políticas, repito basadas en las opiniones de unos iluminados que en sus despachos viven, o vivían, afortunadamente Friedman (el amigo de Pinochet o de George W. Bush ) las ha espichado, muy bien. 
Este proceso de minusvaloración del trabajador, concebido meramente como un instrumento para obtener beneficios, ni tan siquiera se le considera consumidor final, ha sido posible gracias a que supuestos economistas y supuestos periodistas expertos en economía han lanzado desde sus tribunas respectivas diatribas encaminadas a encumbrar al empresario, considerando que el trabajador es un mero objeto, que ha de agradecer la bondad del empresario, emprendedor o como cojones lo quieran llamar. Ejemplos claros de esta política de denigración de la figura de currante la tenemos en personajes tan nefastos como Miguel Ángel Fernández Ordóñez, que debiera dar con sus huesos en la cárcel, o personas que aparecen en los medios de comunicación como Federico, Herrera y demás tropa que pueblan sus programas y otros similares.
Si bien los grandes poderes económicos tenían interés en que estas ideas cuajaran, no podían ponerlas en práctica si, al menos, una parte de la población no concebía como acertadas estas premisas. Y, hete aquí, que tras insistir e insistir una parte de los ciudadanos, no sólo en este país, empezaron a considerar que la bajada de sueldos, las pérdidas de derechos, eran necesarias para conseguir vete tú a saber qué. Eso sí, en la mayoría de los casos los que debían sufrir bajadas de sueldos, recortes de derechos eran los otros, pues los convencidos de estas doctrinas consideraban que ellos cumplían a las mil maravillas con su desempeño laboral y eran los demás los que suponían un lastre para el "crecimiento", el pleno empleo y la conversión del agua en vino.


Como muestra de estas políticas basadas en el castigo al trabajador se puede exponer lo que ocurre con el asunto de la competitividad de las empresas. Para que una empresa sea competitiva, además del archicacareado asunto de la productividad (que no necesariamente está relacionado con los sueldos), existen diversos parámetros, que además varían en función del tamaño de la empresa. Cuestiones como la inversión en I+D +I, o I+ D, el asociacionismo (lo vemos claramente en las grandes multinacionales del automóvil, el motor de varias marcas, unas japonesas, otras francesas es el mismo, reduciendo costes y aunando esfuerzos). Si a todo ello añadimos la calidad del producto, la satisfacción del cliente, el servicio prestado, la imagen de marca... obtenemos que la competitividad es un asunto complejo, donde el empresario o el gestor de la empresa tiene mucho que ver. Pues pásmese el lector, parece que lo único importante para ser competitivo es la cuantía de los sueldos de los trabajadores, como bien lo demuestran los alemanes, los filandeses (uno de los países más competitivos del mundo), los japoneses y demás recua de países que pagan sueldos que no son precisamente de miseria a sus trabajadores y son hipercompetitivos.
Haremos un alto, pues ni deseo agobiar al lector ni mis dos o tres neuronas dan para más. Mañana seguiré con el tema.
Un saludo.

5 comentarios:

Paola dijo...

Si señor,a ver si la gente se entera de una vez: que aquí "solo" se le baja el sueldo a los de clase media y baja, a los cabrones de arriba NOOOOOOO. Claro, que son esos cabrones los que mandan a bajarlos, tontos no son.
Además es más fácil cargar contra los funcionarios, menudo morro tienen, se tiran estudiando lo menos 4 ó 5 años de carrera, luego unos cuántos de oposiciones, a la vez que trabajan, por supuesto; meta exámenes con lo que conlleva ( estres, "dinero", tiempo, mala leche y una familia que comprenda que además de trabajar 8 o 10 horas en la empresa necesitas el resto del tiempo para estudiar); andar de interino de acá para allá, desplazando al resto de la familia. ¡Qué morro tienen éstos maestros, médicos y demás funcionarios!.
Y ahora digo yo .... todos estos años atrás ... alguien les recriminó a los trabajadores de empresa privada sus sueldos, sus horas extras, sus dietas, sus horas libres, su tranquilidad ...

bufalo1973 dijo...

Por regla general siempre que hay una crisis la gente se deja llevar por el miedo a perder lo poco que le queda y, en lugar de mirar para arriba que sería lo suyo, mira hacia el lado, no sea que el vecino le quite la migaja que le ha caído desde el pastel que se come el de arriba.

En lugar de esa actitud estúpida deberíamos todos mirar hacia arriba, subirnos a la mesa y correr a collejas a los que se están comiendo el pastel sin dejar casi nada para los demás.

E..P.. dijo...

Aquí ya no hace falta más reformas, se gana menos se trabaja más.
Hay trabajadores y los que los parecen, estos últimos son una lacra que habría que echar al paro, por regla general no se encuentra en la clase baja o la clase media.
Este país cada día está más en mierdado con tanta tontería laboral.
Para que coño quieren hacer esas reformas si en la gran mayoría los convenios laborales como las tablas salariales se las pasan por el forro de los pantalones la gran mayoría de empresarios.
La CEOE es hoy en día una congregación de hijos de putas, explotadores y los sindicatos traidores agazapados como buitres a las subvenciones y al cheque regalo del estado.
El trabajador, solo y abandonado puteado y un pringao de todos estos mierdas que lo único que quieren es la esclavitud y los beneficios que aportan a estos hijos de putas tal esclavitud.
Que pena de país cada día que pasa con más pajas mentales que al final solo llevan a un encefalogram plano como de gilipollez de todo un país.
Saludos Paco.

Piedra dijo...

Lo realmente malo y triste es que toda esta gilipollez colectiva y esta estafa que es la crisis (que no existeeeeeeee, si no que le pregunten a los banqueros) es que se ha conseguido gracias a los pobres de derechas y a los subnormales profundos que luchan contra los que están a su nivel o debajo, en lugar de contra los que los pisotean desde arriba.
-Bueno, de ellos y de los maestros, ¿para que sirve un maestro? para enseñar ya están los curas... :D

PACO dijo...

Hola a todos.
Efectivmaente, Paola, los afectados por todas las aberraciones económicas somos los de de abajo. Él que no lo quiera ver allá él.
Respecto a Miguel Ángel LS suscribo todo lo que dices.
E.P., creo que das un dato importantísimo: una cosa son las grandes cifras o lo que la teoría dice y otra bien diferente lo que la realidad arroja.
Cada día estoy mas convencido, Piedra, de que esta crisis es totalmente irreal. La verdadera crisis es la que ha de llegar cuando los recursos se agoten (o cuando la extracción de esos recursos necesiten más energía de la que pueden producir esos recursos). Lo que realmente está ocurriendo es que la riqueza cada vez está más concentrada.
Por cierto, creo que fue Piedra, envió un comentario que el blog por su cuenta clasificó como spam. Lo he descubierto hoy y lo he colgado entre los comentarios de ese día.
Perdón por el retraso, pero ha sido por causas ajenas a mi voluntad.
Un saludo.