domingo, 20 de mayo de 2012

EDUCACIÓN Y HUELGA (I)

Para mañana, día 22 de mayo, se ha convocado una huelga en el sector de la Educación en España. Todos los sindicatos, las asociaciones de alumnos y la asociación de padres y madres mayoritaria del país, entre otros, apoyan dicho día de protesta. Pero, ¿qué motivos existen para que unos colectivos tan amplios, y en algunos casos tan  dispares en cuanto a su ideología, confluyan en esta convocatoria? 
Evidentemente, aunque todos promueven dicha acción con las correspondientes matizaciones, provocadas por su forma de entender la situación, parece que a todos les unen ciertos aspectos comunes. El principal, los recortes económicos llevados a cabo por las administraciones autonómicas en cumplimiento de las premisas marcadas por el Gobierno Central. Analicemos, partiendo de lo general, estas políticas y sus consecuencias.
Partamos de siguiente hecho: una educación pública de calidad asegurar la igualdad de oportunidades a todos en el aspecto educativo, otra cosas es que cierta gente no lo aproveche, pero las autoridades deben asegurarlo. Ahora podríamos discutir que entendemos por calidad, pero tal vez sea demasiado complejo, y creo, aún a riesgo de equivocarme, que todos tenemos un cierto consenso sobre lo que significa calidad en  Educación. Aunque haremos una breve reseña de ello un poco más abajo.


Uno puede entender que la situación en este país no está precisamente para tirar cohetes (cuestión bien diferente supone por qué hemos llegado a esta situación y como salir de la misma. Aspecto éste que no vamos a tratar en esta entrada y sobre él cual ya hemos tratado repetidas veces en este blog). Dicha situación que podríamos definir como provisional, al menos así nos lo venden nuestros políticos, que prometen un vergel de felicidad y alegría cuando todas estas "reformas" hagan efecto???, ha supuesto recortar en aquello que distingue a un estado como solidario de los que no lo son; han traspasado lo que ellos mismos, de manera eufemística, denominan líneas rojas. Sin embargo, a pesar de prometernos que en unos años seremos más competitivos que China y Finlandia juntos, no se han molestado en explicar cómo, y sobre todo cuándo, recuperaremos lo que ahora se pierde en Educación (más adelante veremos lo que es). Vale que estos tipos que nos gobiernan van de improvisación en improvisación, cual abeja buscando néctar, y de esta forma es difícil sostener una visión a medio y largo plazo de la situación, pero parece que en ciertos aspectos es fundamental esa perspectiva y no poseerla resulta desconcertante y, desde mi punto de vista, peligroso. 
Por otra parte, a nadie se le oculta que una buena parte de los gobernantes actuales tienen una mercantilista de todo, incluida la educación, y parece que la ocasión se presenta pintiparada para aplicar en todo el territorio nacional políticas como las llevadas a cabo, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid, donde Lucía Fígar no escondía hace un par de años en un acto público, casualmente en un foro organizado por una asociación católica de las consideradas más fundamentalistas, que su objetivo era privatizar una buena parte de la Educación. Esto podía ser aceptable, yo no lo creo, si no fuera porque tiran con pólvora del rey, porque para que se produzca este tránsito se está utilizando dinero público. Dinero público que no son las famosas desgravaciones fiscales. La cesión de terrenos públicos de forma gratuita a ciertas empresas o congregaciones para construir colegios se ha producido como forma de incentivar este modelo de educación. 
Por tanto, a que estas medidas provisionales no tienen fecha de caducidad, se une la visión mercantilista de que tienen de la Educación del partido que gobierna en estos momentos. El cóctel no parece augurar nada bueno para el futuro de muchos de nuestros pequeños, que verán como se puede crear, en muchos sitios ya existe, una doble red en el sistema educativo: la de los más desfavorecidos y la del resto de la gente. Aunque no nos engañemos, dentro de esta segunda vía existirán dos o más sendas: la de los hijos de los más pudientes, la de los hijos de los pudientes pudientes, pero no trabajadores de a pie... 
Para abordar lo que sigue tal vez debemos abordar dos puntos fundamentales: el dinero que se ha invertido en educación en nuestro país y lo que entendemos por calidad.


Esta gráfica, procedente de Eurostat, demuestra que nuestro gasto se fue aproximando al porcentaje del PIB dedicado por otros países, aún estando por debajo de la media, durante el período en que gobernó Zapatero. Sin embargo, aún se destinaba menos porcentaje a este aspecto que en otros muchos países. Por tanto, resulta extraño que se hable de gasto insostenible, especialmente si pensamos que la deuda pública de algunos países que dedican un porcentaje similar al nuestro, o mayor, es bastante más cuantiosa porcentualmente que la nuestra. De la misma manera, aunque el sueldo de un maestro con bastante experiencia, no así los que llevan pocos años en la profesión, se encuentra entre el nivel medio alto de la Unión Europea, el número de horas dedicado al año a la docencia de los mismos es el segundo más alto de Europa (dato que no suelen hacer públicos los medios y las autoridades pertinentes). 
Pero vayamos al segundo punto: la calidad. La calidad de la educación española deja bastante que desear,;especialmente en lo referido a fracaso escolar y a ámbitos como la lectura o la resolución de problemas, por ejemplo. En este aspecto sería absurdo defender que estos datos se deben, exclusivamente, a la falta de fondos, que también. Aspectos como el boom del ladrillo determinaron un cambio de mentalidad, del que puedo dar fe en primera persona. En muchas zonas los chavales estaban deseando cumplir los 16 años para poder trabajar en la construcción y llenarse la buchaca, pasando olímpicamente de los estudios. La mentalidad de ciertos padres, no de todos, ni mucho menos, que consideran el sistema educativo no como una oportunidad para sus hijos, si no como un lugar donde deben ir sus hijos porque así lo dispone la ley. Y, por qué no decirlo, la baja capacitación de una parte de la profesión, no de toda, ni mucho menos, que conciben la enseñanza como una forma de selección, donde los más inteligentes y/o motivados merecen la pena (son los que aprenden solos o con muy poca ayuda) y el resto no merece la pena preocuparse por ellos, "nada sirve para que aprendan". Aunque a alguien le pueda parecer escandaloso, doy fe de que existen personas que piensan así y no es infrecuente escuchar conversaciones a este respecto.
Esta forma de pensar, y de actuar, no lo olvidemos, no es exclusiva de la enseñanza pública. La enseñanza concertada, con sus "filtros" de admisión y la privada, que está en su derecho de admitir a quien quiera, pues para eso se juega sus cuartos, no suelen ser mejores en su visión sobre los que valen y no valen. Además, como ya he contado en otras ocasiones, en la concertada y en la privada el sistema de contratación del profesorado, en líneas generales, no se hace en función de los méritos del personal. Si alguien desea comprobarlo que rasque un poco en los apellidos o, si es una población pequeña, en las amistades. ¡Ojo! Con esto no quiero decir que en la enseñanza concertada o en la privada los compañeros sean unos zotes. Existen excelentes profesionales, conozco alguno, en estos ámbitos, que, por ejemplo, a mi me dan sopas con hondas. 
Un aspecto a destacar es él de la enseñanza postobligatoria. Si hablamos de calidad el indicador más claro debería ser las calificaciones del alumnado. En este sentido, los que conocemos un poco el percal nos encontramos con que en ciertos centros privados, privados concertados, los alumnos que superan el Bachillerato o lo que antes se conocía como diplomaturas universitarias, obtienen unas notas maravillosas. Dichas calificaciones, en general, no se corresponden con los conocimientos del alumnado, pero sin embargo, estas altas puntuaciones en su expediente les permiten acceder a carreras con mayor nota de corte o a lo que antes se conocía como licenciaturas. 


Tal vez como ejemplo sirva esta anécdota personal. Unos años después de terminar Magisterio mantuve una charla con un profesor que me había dado clase, que a la sazón en ese momento era Vicedecano de alumnos. Durante un momento de la conversación le pregunté sobre un asunto que me intrigaba: ¿por qué había subido tanto en los tres últimos años la nota de corte para poder cursar la Licenciatura  de Psicopedagogía? La contestación fue bastante esclarecedora: "hemos tenido que subir las notas a nuestros alumnos, porque de otra manera sólo podrían cursar dicha especialidad los que provienen de la Escuela de Formación de Magisterio privada. Ellos han empezado a inflar las notas desde que existe dicha especialidad ,para permitir que sus alumnos accedan a dicha carrera". 
Lo que nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: ¿asegurar el negocio, inflando las notas, constituye un indicador fiable de lo que supone la calidad de educación? Yo creo que no. Más bien al contrario. Pero eso sí, supone una tremenda desigualdad, pues no todo el mundo puede permitirse acudir a centros privados para que las notas sean lustrosas y abran puertas.
A este respecto, le invito al lector a que indague sobre el gran negocio que supone para ciertas universidades privadas la adquisición de una segunda especialidad de maestro. Basta con tener unos cuatro mil euros disponibles y acudir un sábado mensual durante un curso a ciertas clases presenciales y no dar mucho la nota. Con un pequeño esfuerzo por parte del alumno, todo lo demás está hecho.
Este hecho no es exclusivo de la enseñanza privada. Recuerdo como una afamada universidad pública realizaba los cursos necesarios para que los licenciados o diplomados de cualquier especialidad, menos Magisterio, pudieran acceder a la docencia, en un tiempo récord. ¿Qué conseguían? Tener alumnos de toda España, que conseguían el C.A.P. a cambio de un esfuerzo económico.
¿Calidad de la formación del profesorado? Dependerá de las ganas de aprender que tenga cada uno. 
Debo decir que pensaba redactar una entrada corta, pero me estoy alargando en exceso, en muchos momentos con aspectos no relacionados, con los meramente referidos a la huelga y voy a dejar estos para una entrada posterior, la de mañana. 
Un saludo.

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