domingo, 6 de mayo de 2012

HOMO SAPIENS SAPIENS, NO NOS PERDAMOS.

Lejos de querer edulcorar la situación que muchos estamos sufriendo, la entrada de hoy pretende convertirse en una visión global de la vida, en un descripción, o algo así, de lo que somos los seres humanos, el homo sapiens sapiens, y lo que comporta ser un individuo de dicha especie.
Desde que aparecimos por estos andurriales terrestres, hace unos 200.000 años (hasta próxima datación en sentido contrario de los expertos), hemos ido evolucionando intelectual o cognitivamente, produciéndose un salto cuantitativo hace unos 50.000 años en este aspecto. Sin embargo, le pese a quien le pese, la finalidad última de nuestra especie no era distinta a la de cualquier otra: perpetuarse en el tiempo. En este sentido todas la teorías antroponcéntricas olvidan este aspecto, que nos recuerda, guste más o menos, que somos seres vivos  (no olvidemos que en este aspecto no somos distintos a cualquier planta, por ejemplo) y que formamos parte de algo más complejo que, por cierto, no estamos cargando.
Independientemente de otras causas que contribuyeron al aumento de nuestro intelecto, nadie puede discutir que la socialización ha contribuido de manera decisiva a este proceso de mejora en el uso de la inteligencia, digamos de una inteligencia particular y social. Por tanto nuestra vida además de un componente intrapersonal sólo se puede entender si contemplamos que las relaciones interpersonales, bien sea de manera directa, bien a través de instituciones creadas por nosotros mismos (sobre este aspecto se podría discutir, pero esta entrada no versa sobre ese tema, por lo que obviaré el asunto). En todo caso somos los que pensamos y sentimos y lo que vivimos con los demás. 
Existe una alta posibilidad de que este reduccionismo quite valor a lo que deseo transmitir, precisamente por eso, por ser tan poco prolijo, por su adustez. Por lo que tal vez deba completar alguno de los puntos para  que esta entrada alcance una mayor inteligibilidad para el lector.



El hombre es fruto de una larga evolución y, como todo animal, ha ido acumulando todo aquello que ha servido a sus ancestros animales para seguir viviendo. Tal vez donde mejor se vea esto sea en nuestro cerebro. Desde las estructuras encargadas de todas las funciones vitales "automáticas", como el bulbo raquídeo, hasta la corteza prefrontal (encargada de pensamientos cognitivamente complejos, de los procesos de toma de decisiones o de comportamientos socialmente complejos), han pasado millones de años, centenares, de evolución. En este período se han creado estructuras intermedias, como el sistema límbico, que han permitido a los animales la subsistencia en su entorno mediante la creación de estructuras que se encargaban de lo instintivo y emocional (aunque actualmente se cree que también se encarga de ciertas funciones superiores o, al menos, supone una puerta a esta funciones), entre ellos la memoria y la atención, así como sentimientos como el miedo, el placer o la agresividad. 
Todo este proceso ha dado como fruto un animal complejo, ni mejor ni peor que otros, simplemente distinto, que es capaz de disfrutar, de sufrir, de reír,de llorar, de amar, de odiar, de anticipar el futuro, de recordar el pasado, de... De todo aquello que el lector sea capaz de imaginar o de vivir y que conforma la vida de cualquier se humano. Este compendio de cualidades humanas son inherentes a nosotros y nada, ni nadie, podrá arrancárnosla de lo más profundo de nuestro ser.


Entre estas "peculiaridades" del hombre existen una serie de ellas que nos llenan plenamente y que, afortunadamente, no se encuentra necesariamente unidas al dinero. La sonrisa de tus hijos o de tu pareja, hacer el amor, una conversación con los amigos, aliñada o no con un cigarro, un café o unas cervezas, un cielo añil, un otoño pleno de color, un libro, una película, una comida, unas palabras de cariño o amor, unos minutos más en la cama y cualquier otra cosa que el lector pueda encontrar de su agrado, conforman una serie de pequeñas/grandes circunstancias que acompañan a nuestro paso por este mundo. El placer de disfrutar por disfrutar siempre será patrimonio de todos y cada uno de nosotros y sólo requiere disposición previa para hacerlo (de nada sirve que te ocurra algo increíble si no te encuentras receptivo). Esta necesidad de disfrutar resulta terapéutica, pues nada carga más las pilas para afrontar el día a día que esos pequeños/grandes reductos de felicidad, que no nos deben hacer olvidar que tenemos, o podemos tener, problemas, pero, al menos, evitarán que nos pasemos todo el día hozando en la miseria y el resquemor. 
Además daremos rienda suelta a facetas humanas, que a algunos parecen molestar, relacionadas con la alegría, con compartir con los demás, valorándolos o con el uso del tiempo para fines recreativos, lúdicos y afectivos. 
Tal vez ahí radique nuestra fuerza, en discernir entre los momentos de lucha y/o protesta contra la injusticia impuesta como una única realidad y los momentos íntimos/compartidos, indispensables para crecer como seres humanos, tanto desde un punto de vista intrapersonal, como interpersonal. Tal vez, este sea el gran reto, demostrarnos y demostrar que ante todo somos personas y que cualquier intento por hacernos olvidar este hecho puede, y debe, ser considerado de antemano como una empresa abocada al fracaso, por mucho que intenten hacernos creer que todo está perdido y ahí fuera sólo podemos encontrar miseria. ¡Mentira! Ahí fuera se encuentra también lo que nosotros queramos crear para realizarnos. La paleta para pintar la realidad parece que viene con unos colores predeterminados, pero no olvidemos que la gran mayoría de los colores proceden de la mezcla de otros colores y eso sí que podemos hacerlo nosotros mismos.


Para concluir esta entrada, a modo de resumen, me gustaría decir que cualquier intento por mejorar la situación debe pasar por tener en cuenta que, ante todo, somos personas y que además de esta estúpida dictadura económica que nos quiere estrangular, y contra la que debemos luchar cada uno en función de nuestras posibilidades, existen otras facetas de nuestra vida, yo diría que muchos más importantes que la primera, que no debemos, ni podemos, descuidar, pues son las que nos hace crecer como personas. Recordemos que somos humanos y que ello conlleva aspectos tan apasionantes como el amor, la paternidad, la amistad, la creatividad... Cuando perdamos eso el homo sapiens sapiens se habrá convertido en otra especie, quizás haya desparecido. Mientras tanto disfrutemos de ser homo sapiens sapiens.
Un saludo.

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