viernes, 1 de julio de 2011

EL PROGRESO, ALGO MÁS QUE CONSUMIR

Una falacia muy común en los tiempos que corren reza que el aumento del consumo conlleva progreso, especialmente económico, que para mucha gente se trata de lo mismo que progreso. No hay nada más distante de la realidad que dicho "axioma". El progreso se puede entender de muchas formas y maneras, pero parece evidente que esclavizar a las personas en pos de un pretendido progreso económico y, de paso, cargarse el planeta para conseguir los recursos necesarios, con la finalidad de conseguir esa supuesta mejora, no puede considerarse progreso. A este respecto, no voy a insistir sobre la teoría del decrecimiento económico, ya he hablado de la misma y, con total probabilidad, lo volveré a hacer, pero sí voy a abordar una nueva directriz europea que sigue alguna de las líneas propuestas por dicha teoría, en concreto la de reducir, reducir el consumo energético.
Hace unos días la Unión Europea, que de vez en cuando se preocupa de algo que no sea hundir a los ciudadanos de los países más pobres, sacó adelante una propuesta, en la que proponía ahorrar, de aquí a 2020 un, 20% de energía, mediante el uso eficiente de la misma. Independientemente de como se estructura dicha propuesta (él que esté interesado que pinche sobre las palabras una propuesta), la noticia deja al descubierto una forma de hacer que desmonta las teorías de los apóstoles del consumo sin fin y sin merma, como fuente de todo progreso y felicidad humana. Estos tipos anteriormente citados, basaban, y basan, toda su "ideología" en el consumo desaforado, sin calibrar si dicho nivel de consumo es necesario y si los recursos necesarios para producir son los más eficientes (en este aspecto si que existe cierto miramiento a la hora de cuestionar los recursos necesarios para producir, pero sólo consideran que deben optimizar el uso de recursos humanos, de fuerza del trabajo. Pero este tema no toca hoy). 
Alguien podrá objetar que no es real lo expuesto anteriormente, pues las empresas buscan su beneficio y para ello aquilatan costes y estudian todo al milímetro. Puede que sí o puede que no. Pero en ciertos casos va a ser que no, especialmente cuando se trata de producir o consumir energía barata. Veamos lo que dice la Unión Europea al respecto:
"la medida que más puede irritar a las eléctricas es la obligación de implantar sistemas de cogeneración que utilicen el calor residual. Actualmente, muchas térmicas y todas las nucleares producen enormes cantidades de calor que no se utiliza, sino que se pierde a través de los circuitos de refrigeración. "
Un sistema de cogeneración es, grosso modo, aquél que aprovecha el calor residual en la producción de energía para distintos usos, entre ellos generar más energía, evitando que dicho calor se pierda en la atmósfera. En otras palabras, que las centrales nucleares y muchas plantas térmicas están desperdiciando parte de la energía que producen, por indolencia, por inoperancia o porque les sale de ahí. Mientras las mismas compañías dueñas de las centrales nucleares o de plantas térmicas, nos quieren intentan hacer creer que se deben construir más plantas nucleares, térmicas y similares, pues son necesarias para nuestro bienestar y para asegurar nuestro futuro. Curioso. 
Me gustaría aportar dos reflexiones más. Una que aparece en el artículo en él que he basado mi entrada. Esta eficiencia energética, que no sólo afecta a la producción, también los consumidores tenemos un papel importante como aparece en dicha lucha contra el despilfarro, reduciría las emisiones de CO2 de manera drástica, aproximadamente se dejaría de verter a la atmósfera anualmente, el doble de lo que emite España durante un año.
Dos, que no aparece en le artículo. La mejora en la eficiencia de las térmicas y nucleares, supondría, a su vez,  no sólo una optimización de los recursos energéticos, también ahorraríamos sufrimiento a nuestro medio ambiente, pues la extracción de las fuentes de energía necesarias para que funcionen tanto térmicas como nucleares (tipo de energía que en breve debería desaparecer) es tremendamente agresiva con el medio ambiente. Producir un kilogramo de uranio y enriquecerlo, conlleva una cantidad de gasto de energía bestial, medida dicha energía en calorías, y un destrozo, en ciertos casos irreparabale. No siendo, por tanto, una energía limpia, pues desde que se extrae el uranio, hasta que desaparecen los efectos de los residuos, cuando desaparezcan algunos de ellos, nuestro hábitat sufre un continuo deterioro.
Desde este blog el mensaje siempre será el mismo: lo importante es consumir con juicio, pensando siempre en el mundo que queremos dejar a nuestros  hijos y en no ser esclavos, en la medida de lo posible, de este puñetero sistema consumista. Esta debe ser nuestra pequeña gran lucha diaria. 
Un saludo.

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