jueves, 7 de julio de 2011

AGENCIAS DE CALIFICACIÓN, DAMAGE INC.

En este estúpido mundo tres empresas privadas rigen los destinos de países enteros, de miles de millones de ciudadanos. Tras leer el título no hace falta exprimirse las meninges para saber de que tipo de negocios hablo, ni más menos que de las famosas y malditas agencias de calificación, que ese es su nombre en español. 
Antes de ayer, una de las tres agencias de calificación existentes hizo un "favor" a los ciudadanos lusos, nuestros vecinos, aumentando la "peligrosidad" de la deuda emitida, emitiendo un juicio sobre ella totalmente denigrante. Consecuencia: aumento del precio de la deuda que intentó vender ayer el gobierno portugués y no conseguir que el "mercado" comprara toda la deuda emitida. Que nadie olvide que los ciudadanos portugueses están sufriendo medidas draconianas, siguiendo las directrices de los "mercados" para poder pagar el primer rescate (de nuevo se demuestra que las "medidas" tomadas, siguiendo el modelo neoliberal, son ineficaces, inútiles y criminales).
¿Cómo se me ocurre cargar, mediante el uso de tantas comillas, contra las sabias decisiones de las agencias de calificación? Mis motivos tengo. Veámoslos.
En primer lugar dichas agencias son de titularidad privada. Mejor, dirá algún neoliberal despistado que haya aterrizado en este blog, lo privado funciona mejor. Eso, querido neoliberal despistado, es una de las falacias que Milton Friedman y sus seguidores nos han querido vender como se vende un credo religioso, por cuestión de fe, sin demostración empírica de que dicha proposición sea verdad. Uno de los problemas de la concepción de la empresa privada, especialmente de la gran empresa privada, y las agencias de calificación lo son, es su falta de escrúpulos, la ganancia de dinero suple cualquier necesidad de ética. Además, y siendo un negocio con tan poca competencia, bastará con que una agencia proporcione una mejor calificación a una empresa, empresa que es la cliente de dicha agencia, no el futuro comprador de las acciones de esa entidad, para que dicha empresa pague a esa agencia y no a las demás, buscando con ello una mejor calificación. En resumen, si tengo que pagar para que me evalúen, pagaré a aquella empresa evaluadora que proclame que soy chachi piruli. Sería absurdo, pudiendo elegir, apoquinar para que me pongan a caer de un burro. Véase el caso de Enron, de Lehman Brothers...
Algún lector podrá alegar, tal vez el neoliberal de antes: las cosas no son así, pues existen otras dos agencias que darían un diagnóstico "veraz". Craso error. Al existir sólo tres agencias, se ha formado un OLIGOPOLIO, donde las diferencias entre una y otra empresa calificadora son mínimas, aunque como demostró la crisis, dichos diagnósticos estén equivocados cien por cien. Se trata de que todo el mundo pase por el aro de la necesidad de ser diagnosticado, de crear la necesidad, y mantener unos criterios muy parecidos sobre empresas, acciones, deuda pública, etc. da credibilidad, o pretende darla. Curioso, aquellos que defienden el libre mercado atentan contra él, mediante la creación de un oligopolio. No sólo resulta contradictorio por la formación de dicha forma de copar el mercado, también resulta que todos los organismos reguladores de los estados para fomentar la competencia, ese Dios del neoliberalismo, sean incapaces de hacer nada para evitar esta situación. Una vez más el neoliberalismo muestra que una buena parte de sus premisas son una falacia.
Pero existe aún otro factor más tétrico en el funcionamiento de dichas compañías: la avaricia de las personas que conforman las cúpulas directivas de dichas empresas. No descubro nada nuevo si hablo del trasvase continuo de supuestos economistas de empresas privadas a organismos públicos, generalmente reguladores, o eso deberían ser, de la actividad económica privada, y viceversa (recomiendo encarecidamente ver, si aún no lo ha hecho el lector, el documental Inside Job, donde se deja al descubierto estos tejemanejes y las consecuencias, conocidas, de los mismos). Pues bien, los fulanos que dirigen estos chiringuitos financieros, las agencias de calificación, hacen lo mismo. No tienen ningún pudor en apostar contra un país o entidad y utilizar dicha posición de poder para forrarse con ello.
¿Qué credibilidad merecen dichas agencias de calificación? Esta claro, la que la gente les quiera dar. En general, el ciudadano de a pie interesado por el asunto no cree en dichos conglomerados de estupidez y avaricia, pero muchos economistas y los políticos, aunque ayer dijeran que no, mañana volverán dirán lo contrario, sí que lo hacen. ¿Por qué? Por que, según esta gente, el "inversor", los mercados, necesitan una guía, una referencia para invertir. ¿Una guía? ¿Una referencia? Manda narices que unas empresas que demostraron, y siguen demostrando, que no fallan más que una escopeta de feria sean una guía, una referencia. Tal vez, sólo tal vez, la realidad sea otra. Tal vez, sólo tal vez, la realidad sea que las cosas no han cambiado después de la crisis y la connivencia entre agencias de calificación y grandes empresas, bancos y fondos de inversión sigue siendo exactamente la misma, trabajando las primeras, beneficiándose con ello mucho más de lo que se beneficiaria si intentara hacer su trabajo, en beneficio de las segundas, enterrando la verdad y la ética profesional lo más profundo posible. No es ninguna novedad que las fórmulas para adjudicar calificaciones que utilizaban las agencias de calificación,  que eran teóricamente secretas,  estaban en poder de bancos y empresas, por lo menos está demostrado que ésto era así antes de la crisis. ¿Quién asegura que después del estallido de la crisis no exista ese conchaveo entre unos y otros? Nadie. Es más, ciertas rebajas en la fiabilidad de la deuda llevan a pensar que nada ha cambiado. Ellos modelan las situación a su antojo, logrando con ello el beneficio de unas pocas empresas, bancos o fondos de inversión. A esta situación lo denominan la presión del mercado. La realidad es que dichas agencias ponen la diana y los tiburones se dirigen hacia el objetivo, siendo muy difícil discernir si las agencias actúan de buena fe o conjuntamente con los citados tiburones. A eso lo llaman mercado, cuando en realidad lo que existe es una distorsión del mismo, propiciado por el interés de unos pocos, que son los que dominan el asunto (vuelvo a remitir a Inside Job para comprobar que son unos pocos los que mueven todo).
Algún neoliberal, pastoso de mente y carente de toda ética, argumenta que nos quejamos de dichas agencias sólo cuando nos perjudican sus "diagnósticos". Resulta curioso que estos tipos nos consideren poco menos que unos niños imbéciles, cuyo único recurso es la pataleta. Resulta aún más curioso cuando estos tipos, defensores de lo privado y su fiabilidad, en vez de cargar contra aquello que no es efectivo, que actúa en régimen de oligopolio, que al ser así no quiebra, pues no existe competencia real, carguen contra aquél que denuncia que el mercado, su mercado, no es libre, ni real, pero eso daría para otra entrada, porque está viciado por dichas compañías de calificación. Cada cual se retrata cuando debe argumentar y estos tipos lo hacen.
Me gustaría concluir con algo que delata el estado de las cosas. Ayer, sin ir más lejos, escuchaba a un político de la Unión Europa compungido e indignado con la rebaja en la fiabilidad de la deuda portuguesa por parte de una de estas agencias de calificación. El fulano, no recuerdo quien era, alegaba que dicha agencia trabajaba con escenarios posibles y no con certezas. Pues claro, todos los economistas, todos, trabajan con escenarios posibles, pues es imposible controlar todas las variables, como sí ocurre en una reacción química. El problema, a pesar de la extrañeza de dicho político (de donde coño habrá salido ese tío, que se extraña, o quiere hacerse el extrañado, ante semejante, y única, forma de actuar de la economía), no radica en que una ciencia social, o, al menos, una pretendida ciencia social, trabaje con escenarios posibles, manejando las posibles variables (es imposible controlar todas, pues se trata de una actividad humana y objetivar las variables generadas por la actividad humanas es tarea imposible). No, el auténtico problema no es que esos escenarios posibles  provengan de una análisis aséptico y científico, sino que dichos escenarios sean el resultado de una ideología determinada, es decir, se intenta que la ideología funcione, aunque la realidad de los datos diga lo contrario, o, igual o más peligroso, que los escenarios fabricados sirvan, de manera exclusiva, para satisfacer la avaricia de unos pocos. Ese es el auténtico problema y eso es lo que está ocurriendo a día de hoy.
Los culpables, los de siempre, los que permiten que ésto ocurra. Que cada cual les ponga rostro y nombre.
Un saludo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Llevamos 30 años de desregulación de los mercados y cuántas crisis, datos suficientes hay para acabar con esta barbarie, lo que no hay es voluntad política o real politik por parte de los títeres que nos gobiernan ¿por qué será?, y al día de hoy, nadie en la cárcel. Es evidente que este desaguisado lo tenemos que arreglar nosotros "la población" ¿cómo?, como sea, con desobediencia civil y si es preciso recurrir a defendernos como sea, por que se trata de "ellos o nosotros" y ellos estarán muy dispuestos a hacer uso de la violencia para defenderse de radicales violentos como el 15-M que pasaremos de indignados a CABREADOS.

McVilla dijo...

Hola Paco, gracias por tu comentario, que además de agradecértelo, me ha hecho comprender que debía dar una explicación más amplia de mi silencio. Tengo cuatro frentes de obras y uno de ellos en la propia vivienda. Es una locura, QUE NO ME DEJA ESPACIO PARA LA CONCENTRACIÓN.
Dejando a un lado las obras, compruebo que Youtube y Google están hechando humo con tanto cambio y alianzas... me recuerdan a los pactos políticos ¡.
Yo sigo leyendo tus artículos que són muchísimo más buenos y más saludables que la mayoría de los publicados en prensa. Y recuerda aunque esté unos días sin escribir... no he abandonado el barco. Un abrazo.

PACO dijo...

Hola, a los dos.
La desobediencia civil está alcanzando una cierta resonancia. Ya no sólo se trata de ocupas. Las personas se están moviendo para evitar desahucios o redadas contra personas de otras nacionalidades y, por cierto, con éxito. En la próxima manifestación de los INDIGNADOS, en Madrid, debemos estar todos, yo, al menos, voy a ir. Debemos ser legión ;-)
Carme, me alegra que cuelgues cosas en tu blog. Por lo que poco que te "conozco" sabía que no habías cerrado y pensaba que te había pasado algo, debo reconocer que jamás pensé en obras, máxime cuando habías vuelto a escribir de nuevo, hacía bien poco en tu bitácora, tras unas merecidas vacaciones.
Sinceramente, me alegro de, una vez más, haberme equivocado y, sobre todo, de tener noticias tuyas.
Un saludo.