sábado, 3 de septiembre de 2011

EL INICIO/CONTINUACIÓN DE UNA HISTORIA

Se desplazaba sin cesar, buscando una nueva perspectiva, un nuevo rincón, desde el que mitigar su zozobra, estrenada una vez más para la ocasión. Un valle en lontananza o un pequeño río, escuálido aún por la ausencia de lluvias negadas por  un estío avaro de agua, se convertían en su refugio, en un bálsamo para unas lágrimas, en ocasiones a punto de deslizarse por sus mejillas, pero siempre contenidas en un extraño equilibrio entre el pudor y la tristeza.
Desde que conserva recuerdos sabe que no le gusta enclaustrarse ni seguir horarios. La libertad, aunque sea usada para aburrirse, forma parte del escudo heráldico de su ADN y la renuncia a ella, especialmente en ciertas ocasiones, se convierte en una tortura interna, autoinfligida y difícilmente comprensible para el resto de seres humanos.


A veces, por una extraña confluencia de percepciones positivas, considera que nació para metas superiores, aunque nunca supo cuales eran éstas. En otras ocasiones, las más frecuentes, simplemente se sabe desubicado en la sociedad, más concretamente entre las personas, que de la misma forma, incomprensible siempre, sonríen mientras proceden a clavar con suavidad, digna de un Borgia, un puñal a su interlocutor o, sin apenas tiempo para un tránsito coherente entre ambos situaciones,  lloran por una pretendida ofensa, la mayor parte de las veces infantil, desprovista en modo alguno de maldad. Ofensa, cierta o no, recibida en el ardor de la lucha de intereses diaria, en el sinsentido del caminar irreflexivo en que se convierte todo cuando el fondo de la cuestión, vivir, se arrincona por motivos nunca suficientemente justificados.
En el fondo, se conduce así porque siente con desesperación que las coordenadas que deberían orientar su pasar por esta vida no han sido creadas para él, o, más específicamente, tiene dificultad para integrarlas en su comprensión de la existencia propia y ajena, por lo que siente un cierto desapego hacia esos usos sociales, lo que provoca su necesidad de distanciamiento, de libertad, de aislamiento.
Pero de nuevo, o tal vez, para aportar más precisión al tema, por primera vez en muchos años, la marcha hacia su propia libertad ha vuelto a ser reemprendida por él, sin otra novedad que la intención de que esta vez sea la definitiva, no dándose tregua en el intento, pues sabe que dicha pausa constituiriría, una vez más, un nuevo intento fallido, una nueva ocasión para que las sienes, acompasadas, estallasen por la  impotencia creada en la desesperación generada por el triunfo de la cotidianidad, por el dejarse llevar. En el fondo verse arrollado por la nula capacidad de decisión que roba hasta el tiempo necesario para observar los acontecimientos propios y ajenos.
No pretendía que nadie le entendiera, no era necesario. Máxime cuando en ese momento consideraba que había encontrado la herramienta para hacer realidad su necesidad y había apostado por hacer de esa herramienta el vehículo necesario que le embarcara en aquella forma de vivir que sabía necesitaba.


Pero ésto, el triunfo o el fracaso de esas aspiraciones, no estamos en disposición de conocerlo en este momento, aunque, querido lector, seguramente de manera inconsciente, seguirá teniendo noticias de los logros o fracasos de este personaje que nos ocupa hoy. En el fondo, el protagonista está tan cerca de usted como usted quiera sentirlo.

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