jueves, 8 de septiembre de 2011

EL NEGOCIO DE CURAR

Posiblemente el lector reconozca estas escenas de la maravillosa, en muchos sentidos, película "El jardinero fiel":


Todo aquel que haya visto la película conocerá la historia fundamentada en los experimentos que una farmacéutica, Pfeizer, realizó con un producto experimental, siendo sus cobayas humanas niños, de los cuales algunos murieron y otros sufrieron daños irreversibles. Según leo en la página de Miguel Jara, la farmacéutica, envuelta en éste y otros escándalos, tras pleitear hasta la extenuación, ha empezado a reparar, económicamente, su conducta criminal. A esta noticia se le une otra que denuncia experimentos llevados a cabo en Gautemala a finales de los años 40 por parte de médicos, con el resultado de, al menos, 83 muertos.
Si a esto le unimos las denuncias de Richard Roberts, premio Nobel de Medicina, sobre las prácticas de los laboratorios farmacéuticos, que buscan que las enfermedades no se curen, pues les interesa que se cronifiquen y, de esta manera, seguir consumiendo sus fármacos o las trabas que Almudena Ramón Cueto está encontrando para terminar de desarrollar una terapia capaz de regenerar los nervios mutilados de las personas parapléjicas, volviendo con ello a andar, trabas que, por cierto, provienen del Instituto de Biomédica de Valencia (va a ser que sí que somos capaces de innovar), el panorama que nos encontramos en el campo de la investigación médica es bastante sombrío. 
Parece que eso que nos meten por los ojos las farmacéuticas para no usar genéricos, la investigación y su gasto, es algo bastante peliagudo cuando se profundiza. 
Es bien sabido, por ejemplo, que desde hace muchos años, cuando la patente del medicamento va a caducar, pudiéndose la molécula como genérico, los laboratorios sacan al mercado una molécula muy parecida a la anterior, no similar, de efectos similares sobre la enfermedad, cuando no peores como se demostró hace bien poco con un medicamento contra la diabetes, y patentan un nuevo medicamento para tratar la misma enfermedad. Tras la labor de propaganda entre los médicos dicho medicamento se convierte en medicina de uso cotidiano, costándonos un pastón a todos ese nuevo fármaco de efectos similares al anterior.
También existen denuncias sobre la influencia de dichos laboratorios a la hora de reformar clasificaciones como El manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales. Dichas denuncias van desde la cosificación del paciente, hasta la creación de enfermedades tipo baúl de sastre, donde cabe todo, para las que se usa fármacos cuyos efectos sobre el paciente no están claros, en algunos casos se ha demostrado su peligro, como por ejemplo en niños tratados de trastorno bipolar. 
Tal vez todo sea una paranoia, o, tal vez, más probable, todo sea una muestra de que una parte de la medicina y de los médicos han hecho de la salud un negocio, donde el paciente importa un rábano y la cuenta de resultados y el cochazo alemán se convierten en una prioridad absoluta.
Dejo un vídeo, extraído de Documentos TV, donde se denuncia esta falta absoluta de ética a la hora de diagnosticar y tratar enfermedades, o presuntas enfermedades, infantiles.


Un saludo.

3 comentarios:

sara.r.s dijo...

La falta de escrúpulos de la industria farmacéutica es notable y cada día que pasa me parece que se superan en "hijoputez"

Deberíamos saber muchos de nosotros en qué se gastan el dinero todas estas grandes multinacionales del medicamento.

PACO dijo...

Qué te voy a contar que tú no sepas a este respecto.
Me debes, al menos, una entrada.
Un saludo.

gosen dijo...

pues esta medicina es la que la sociedad se merece