domingo, 27 de mayo de 2012

ME LLENA DE ORGULLO Y SATISFACCIÓN

El viernes por la tarde acudí, junto con mi familia, a un espectáculo musical protagonizado por alumnos del instituto del pueblo donde resido. Durante unas dos horas una treintena de jóvenes, aproximadamente, que estudian el I.E.S.O. de la localidad, con el apoyo de varios profesores del centro, hicieron un repaso a los 40 últimos años del panorama musical nacional. El objetivo último era mostrar a todo aquel que quisiera acudir al evento el trabajo realizado por estos chavales durante el curso escolar en la asignatura de Música. Los chavales iban alternándose a la hora de tocar los instrumentos y de cantar, tocando todos, al menos, un instrumento: guitarra eléctrica, bajo eléctrico, teclados, batería e incluso el cajón en una canción, siguiendo  las partituras correspondientes, excepto en algún caso, que parecían haber memorizado las correspondientes notas. Para ello se aprovechaban canciones que todos tenemos en la cabeza: desde el Bienvenidos de Miguel Ríos, con la que se abría el festival, hasta canciones de la Oreja de Van Gogh, pasando por Ska-p, Nino Bravo, Los Secretos, Radio Futura, Loquillo, Barón Rojo (tras la versión de "Los rockeros van al infierno" del mítico grupo heavy  mi hijo se animó, ¡por fin!, a quedarse dentro de la sala), Alaska y Dinarama... Concluyendo con lo que ellos denominaban su himno: "Hay poco Rock and Roll" de Platero y tú. Un repaso en toda regla a la banda sonora que ha conformado nuestra vida, pero realizada por chavales de no más de 16 años.
Como era de esperar, el concierto fue un éxito de crítica y público. 


Al terminar el concierto me dirigí a algunos de los chavales que conocía para felicitarles y su sonrisa, mientras daban las gracias, lo decía todo. En algún caso, en el que tenía más confianza con los chicos, me hablaban del nerviosismo que habían sentido en el escenario, mientras esa misma sonrisa se dibujaba en su rostro. 
El lector, habituado a que cargue contra economistas, políticos, periodistas y demás carroña moral e intelectual, se preguntará qué coño le pasa a éste hoy. Sencillo. Lo que vi y escuché ayer llegó a lo más recóndito de mi, conmoviéndome en algunos momentos hasta extremos insospechados. Mis antiguos compañeros del año pasado, menos uno que se ha incorporado este año, con su camiseta verde, reivindicando la Pública, la de todos, mostraron el trabajo realizado durante el curso escolar a todo aquel que quisiera disfrutarlo. Enseñaron como los chavales pueden aprender música, e historia, e incluso sensibilizarse contra el maltrato a las mujeres a través de la música, de forma amena y provechosa. Dieron una lección sobre como se trabaja y para qué se trabaja. No sólo eso, también mostraron en que consiste la integración, inclusión, o como zarandajas se quiera llamar. Un alumno con Necesidades Educativas Especiales, derivadas de una patología que limita sobremanera su capacidad de socialización, tocó un instrumento, siendo uno más en ese maremagno de jóvenes y profesionales de la educación, unidos para mostrar su trabajo, sus ilusiones y, por qué no decirlo, su miedo inicial a ponerse frente al público. Una señora lección para todos aquellos diletantes, babosos y/o desinformadores interesados en denigrar la Educación Pública, la de todos, que pululan por esta vieja piel de toro. 
Pero si algo me sorprendió sobremanera esto llegó al final del concierto, cuando felicité por el genial concierto de dos horas al profesor que había coordinado todo el tinglado. Su respuesta ante mi loa consistió en la siguiente pregunta: ¿se lo habéis dicho a los chicos? 


Tal vez esta pregunta defina a mucha gente del gremio, no soy tan imbécil como para considerar que en un colectivo tan amplio todos somos iguales, de todo hay en el viña del Señor. El premio para muchos de nosotros consiste en ver como el trabajo que te planteas repercute en el alumno. Como ese trabajo, silencioso y constante, va modelando al joven para que sea mejor, para que adquiera unos conocimientos, unos valores. Nuestra labor diaria no sale en la prensa, no existe necesidad alguna de ello, pero cuando echas la vista atrás al final del curso y te planteas como empezaron y donde están ahora los alumnos obtienes una recompensa, creada de intangibles, que te hace seguir pensando que esta historia merece la pena.
Me siento orgulloso de pertenecer a un colectivo en el que trabajan personas como las que estaban encima del escenario el viernes. No sólo me siento orgulloso de ellos. Me siento tranquilo sabiendo que mi hijo, en unos años, acudirá al centro donde estos profesionales realizan su labor. Me la suda que sea o no sección bilingüe, lo que aprecio es la profesionalidad de los docentes, que ayudarán a crecer a mi hijo como persona, y eso sé, ya lo sabía, que lo voy a encontrar y, además, en la Escuela Pública, la de todos. Lo que  me llena de orgullo y satisfacción.
Un saludo.

2 comentarios:

Piedra dijo...

Pues, como espero que el resto de tus lectores y hasta cierto punto amigos, me alegro contigo y por ti.
Y también espero que podamos seguir celebrando pequeños momentos como estos, a pesar de los continuos intentos por acabar con ellos.

PACO dijo...

Hola Piedra.
Gracias por compartir mi alegría. Sé que lo dices sinceramente pues algunos de los seguidores de este blog,como tu dices, somos una pequeña peña de amigos.
Esta entrada tiene como objetivo mostrar experiencias educativas positivas. No vale sólo protestar contra las medidas irracionales y arbitrarias de las Administraciones; presentar nuestro trabajo docente públicamente se convierte en otro arma de lucha muy eficaz, tal vez la mejor. Invito a todos los docentes a que sigan este camino. Esa es nuestra fuerza
Un saludo.